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7. Devastaciones perpetradas por los rea

listas en los pueblos de la alta frontera:

7. Benavides, en efecto, no queria la paz, ni siquiera llegar a un armisticio razonable. Habia promovido esas negociaciones con el solo propóavanzan sobre Chisito de ganar tiempo; i burlándose de la buena fe Ilan i son rechazados de Freire, habia aprovechado aquellos dias para por la division del coronel Prieto: con- reunir los restos dispersos de sus bandas i para sigue este jefe tranconvocar de nuevo las hordas de indios, promequilizar esta parte de la provincia. tiéndoles libertad absoluta para perpetrar saqueos i depredaciones. Mientras Benavides se mantenia en Arauco dirijiendo estas finjidas negociaciones, el teniente coronel don Juan Manuel Pico, su segundo en el mando de las tropas realistas, cruzaba el Biobío por cerca de Monterrei, i emprendia en el territorio de la isla de la Laja i en sus contornos una campaña de destruccion en que no se queria dejar en pié villorrio ni casa alguna. El pueblo de de los Ánjeles, las aldeas de Nacimiento, San Carlos de Puren, Santa Bárbara i Tucapel Nuevo, despues de sufrir un nuevo saqueo, fueron incendiados; i la comarca entera fué reducida a la mas espantosa desolacion, sin que aquellos malvados hallaran en parte alguna la menor resistencia, i sin que nada pudiera justificar tan infructuoso crímen (22).

El coronel Prieto, como dijimos ántes, llegó a Chillan el 12 de diciembre. Ántes de ocupar este pueblo, habia hecho adelantarse una parte de sus tropas bajo las órdenes del comandante don Domingo. Torres. Acompañado por el sarjento mayor don Manuel Quintana i por el capitan don Pedro José Riquelme, oficiales de gran valor i de esperiencia en ese jénero de guerra, Torres habia avanzado hasta las

(22) A consecuencia del desamparo en que habian quedado aquellas poblaciones, i de estar toda esa comarca ocupada o recorrida por las fuerzas realistas, o mas propiamente por las bandas de montoneros o de indios, desde setiembre anterior, los patriotas no tuvieron noticia de esas devastaciones sino mas tarde, razon por la cual en los documentos contemporáneos no se habla de ellas sino vagamente. El historiador español don Mariano Torrente, en su Historia de la revolucion hispanoamericana (tomo III, cap. IX), refiere estos sucesos por los informes que le suministraron en Madrid algunos de los oficiales que servian bajo las órdenes de Benavides, i parece creer que aquellos actos de despecho brutal i desatentado, eran una hostilidad lejítima i regular. Refiere allí que Chillan no corrió la misma suerte porque el guerrillero Zapata, orijinario de ese pueblo, se opuso a ello, e impidió que fuese quemado. El hecho es absolutamente inexacto. Chillan no fué destruido porque cuando las bandas realistas se acercaron a él, ya estaba defendido por el coronel Prieto; i éste, como vamos a verlo, batió al enemigo a corta distancia de la poblacion.

TOMO XIII

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orillas del rio Diguillin, i como el 14 de diciembre encontrase allí una montonera enemiga, reforzada por una numerosa banda de indios, la atacó resueltamente i la puso en completa dispersion. Aquella montonera, sin embargo, no era mas que una partida avanzada de las fuerzas que a las órdenes de Pico i de Zapata, asolaban en esos momentos la isla de la Laja. Cuando éstas hubieron terminado su obra de destruccion en aquella comarca, se empeñaron en reconcentrar los diversos destacamentos que habian obrado separadamente, para caer en un solo cuerpo sobre Chillan. Entre soldados regulares, montoneros e indios, Pico tenia bajo sus órdenes cerca de 2,500 hombres.

La division de Prieto, inferior en número, pero superior por la cajidad de una parte de la tropa, no podia tomar la ofensiva. Ademas de que la indecision del jeneral Freire no permitia combinar operaciones mas resueltas, la division de Chillan estaba obligada a mantenerse en una situacion espectante. Contábase entonces que don José Miguel Carrera, despues de complicadas i fatigosas correrías en las provincias arjentinas, ocupaba los campos del sur de Mendoza, i que con el apoyo de los indios de la pampa, se preparaba para penetrar a Chile por la cordillera de Curicó o de San Carlos, con la esperanza de revolucionar este pais i de apoderarse del mando. Estos rumores, sin ser precisamente ciertos, estaban fundados en hechos reales, segun habremos de verlo mas adelante, i revestian el carácter de completa verosimiltud. Prieto no podia alejarse mucho de Chillan, porque en el caso de haberse efectuado la invasion de Carrera por la cordillera de San Carlos, habria tenido que acudir a ese punto a cerrarle el paso. Estos anuncios, repetidos por muchos conductos, creaban a los patriotas una situacion sumamente embarazosa.

En esas circunstancias, llegaba a Chillan el 23 de diciembre la noticia segura del avance del enemigo. Numerosos campesinos, hombres, mujeres i niños, venian huyendo de todos los campos que se estienden al norte del rio Laja, i contaban los horrores i la desolacion que cometian las bandas realistas, i en especial las hordas de indios que las acompañaban. El incendio de todos los ranchos situados cerca de la márjen izquierda del rio Chillan, confirmó en la tarde la efectividad de aquellas noticias. El coronel Prieto puso inmediatamente sobre las armas todas las tropas de su division, i mantuvo la noche entera la mayor vijilancia para evitar una sorpresa.

Una batalla parecia inevitable. En la mañana siguiente (24 de diciembre), las bandas realistas, tendidas en línea, ocupaban las alturas cercanas a la orilla sur del rio. Prieto, dejando su infantería en los

contornos del pueblo, adelantó su caballería en són de combate, hasta ponerse enfrente del enemigo, i separada de él solo por el ancho del rio. En cada campo se oian los gritos de provocacion de los contrarios. El guerrillero José María Zapata, segundo jefe de la division realista i uno de sus mas atrevidos i prestijiosos caudillos, avanzó con grande arrogancia hasta una isleta del rio, i desde allí provocaba nominalmente a algunos de los oficiales patriotas que gozaban de mayor reputacion de valentía en los dos campos. Herido de muerte por un tiro de carabina de una avanzada patriota, Zapata fué arrancado de su caballo por el lazo del capitan don Pedro José Riquelme i arrastrado moribundo hasta el campo de Prieto, donde espiró pocos momentos despues. Este accidente, mui deplorado por los realistas, no abatió sin embargo el ánimo de éstos. En efecto, dos columnas de caballería patriota que pocas horas mas tarde pasaron el rio por distintos puntos bajo las órdenes de los comandantes Boile i Torres para atacar al enemigo por sus flancos opuestos, hallaron una porfiada resistencia, i tal vez habrian sido arrolladas, si Prieto no hace avanzar otro cuerpo de tropas bajos las órdenes de su jefe de estado mayor, coronel don Francisco Elizalde. Aquel choque, que costó a los patriotas la pérdida de un oficial i de cerca de cien hombres, no fué en en manera alguna decisivo. El enemigo se retiró en cierto órden, i Prieto, creyendo descubrir en ese movimiento una estratajema para hacerlo salir de sus posiciones, se abstuvo de perseguirlo.

En la noche, los realistas recibieron algun refuerzo. Algunas montoneras que bajaban de la montaña, llegaron a engrosar sus filas, i los alentaron para renovar el combate. Desde las siete de la mañana del dia 25 de diciembre, recomenzó el tiroteo de una a otra banda del rio; pero como Prieto se encontrase resuelto a no abandonar sus posiciones, los realistas comenzaron a retirarse a la una del dia sin ser perseguidos. Parece que la muerte del caudillo Zapata i las demas pérdidas que sufrieron en esos choques, los habian desconcertado, estimulándolos a desistir de todo ataque en Chillan, i a retroceder para ir a guarecerse en sus madrigueras del otro lado del Biobío. Be navídes, que habia quedado allí, temia cada dia verse atacado por las tropas que Freire tenia en Concepcion, i estaba empeñado en reconcentrar las fuerzas salvadas de sus últimos desastres (23).

(23) Los partes oficiales de Prieto, mui prolijos i detallados i de ordinario suficientemente claros, son la mejor autoridad para conocer i describir estas ope raciones; pero hemos tenido, ademas, a la vista la correspondencia particular del

El combate que acabamos de referir, no fué por cierto una victoria de las armas patriotas, pero tuvo por sus consecuencias los caractéres de tal. Chillan se habia salvado del incendio i de la desolacion que lo amenazaban; i su comarca quedó libre de las fuerzas considerables del enemigo, si bien no de las montoneras que solian bajar de la montaña. El coronel Prieto, obedeciendo las órdenes terminantes del gobierno, pudo desprenderse de una parte de sus tropas, i enviar a Concepcion los cuerpos regulares de caballería que Freire le pedia con instancias para abrir operaciones en el territorio araucano. Ese combate, por otra parte, restableciendo el prestijio de la autoridad nacional, dejó al coronel Prieto en situacion de consolidarla en toda

esa comarca.

Por la influencia de los misioneros franciscanos, la mayoría de los pobladores de Chillan i de todos los campos de su distrito, se habia mostrado decididamente hostil a la revolucion. Las montoneras, en que se enrolaban con grande entusiasmo los campesinos, i en que algunos de ellos se habian señalado por su desapiadada ferocidad, eran protejidas i a veces mandadas por grandes propietarios. Algunos de éstos figuraban o habian figurado como jefes de las filas realistas. Pero los horrores de aquella guerra, las destrucciones inútiles, i sobre todo el convencimiento de que el nuevo órden de cosas creado por la revolucion se asentaba mas i mas cada dia, comenzaban a modificar la opinion. El coronel Prieto, hombre sagaz i juicioso, conoció perfectamente este estado de los ánimos, i supo aprovecharlo con rara discrecion. En vez de seguir el ejemplo de los otros jefes que habian mandado en ese distrito, i las instrucciones que habia recibido del ministerio de la guerra, se empeñó en establecer como sistema administrativo una esmerada moderacion.

Tomando el nombre del gobierno, Prieto ofrecia ámplia i completa amnistía a los que depusieran las armas, para volver a vivir pacíficamente en sus antiguos hogares. Buscó i descubrió ajentes seguros para comunicarse con algunos jefes de guerrillas; i consiguió atraerse así a dos o tres de los mas importantes por sus relaciones de familia. Aunque el estado de miseria de sus tropas, i la tardanza de los ausilios

mismo coronel Prieto con el supremo director O'Higgins, i una interesante i minuciosa relacion inédita de toda esta campaña, escrita por el comisario de aquella division don Juan Castellon para el jeneral don Guillermo Miller. Este distinguido jeneral nos obsequió ese manuscrito en Lima, en 1861, pocos meses antes de su

muerte.

que pedia al gobierno, habrian autorizado a Prieto para imponer exacciones al vecindario i sobre todo a aquellos individuos que eran conocidamente desafectos al nuevo órden de cosas, se abstuvo de hacerlo; i la templanza regular i uniforme con que trataba a los parciales i a los adversarios, contribuyó en gran manera a calmar las pasiones i a desarmar no pocas resistencias. En este trabajo, Prieto fué ayudado por las circunstancias prósperas por que atravesaba la revolucion. Desde el 8 de noviembre de 1820, la Gaceta del gobierno habia comenzado a publicar en Santiago las primeras noticias de la espedicion libertadora del Perú, i dia a dia seguia anunciando el progreso de las armas chilenas i el próximo derrumbamiento del poder español en aquel virreinato. En el principio, los realistas que habian quedado en Chile, creyeron que esas noticias eran simples invenciones; pero ántes de mucho tiempo no fué posible poner en duda su efectividad. Muchas de las familias de la provincia de Concepcion que hasta entónces se habian mostrado adictas a la causa del rei, comprendieron entónces que ésta estaba definitivamente perdida, i se mostraron inclinadas a someterse al nuevo gobierno.

Este plan de conducta adoptado por el coronel Prieto, lo habria espuesto sin duda a ser juguete de intrigantes i de malvados que sirviendo todavía a los guerrilleros realistas, se presentaban como pasados a las autoridades patriotas para traicionarlas en el momento propicio. Descubiertos algunos de éstos, fueron castigados con la pena de muerte, como lo fueron otros malhechores incorrejibles. "Perdonar a los rendidos i castigar severamente a los que se pillen resistentes, decia Prieto al director supremo, en carta de los primeros dias de enero de 1821, es el mejor recurso para darles a conocer la jenerosidad i la justicia al mismo tiempo. Así ha sucedido estos dias, i he observado sus buenos efectos. Mientras que muchos iban alegres a su casa con su documento de resguardo, hice caminar al patíbulo a tres satélites del vandalaje que se pillaron i que merecian aquella pena. Es un engaño, señor, creer que todo se allana con fusilar i matar. Exaltados como se hallan los bandidos, huyen a las montañas i no nos dejan el gusto de verlos siquiera, i mucho menos de perseguirlos. Si alguno por casualidad se pilla, se presenta con la mayor serenidad al castigo, i así no hacemos mas que aumentar el número de los errantes i fujitivos... Lo cierto es que ya se observa entre estos vecinos un aire de confianza i de alegría que antes no se conocia en ninguno. A mi llegada a estos lugares todo era miedo, horror i tristeza. Hoi ya se va aumentando el número de los patriotas. El 12 de febrero de 1821 se celebró en

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