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ese momento-dice Malgaine, citado por Renouard en su Historia de la medicina sobrevino una nueva era para la cirujía. Los barberos estudiaban un curso de anatomía i cirujía que les aproximaba insensiblemente a los cirujanos de colejio, i se les espedia título de barbero-cirujanos.

Pero debemos tambien agregar que entre cirujano i barbero, no sabemos en cuáles manos andaria peor tratada la ciencia de la cirujía, desde que la ciencia misma no existia. La anatomía era un secreto de los cadáveres. Las autopsias un pecado mortal. Un papa las habia prohibido (Bonifacio VIII), i fué preciso que otro papa las consintiese (Sisto IV). I solo así, en una que otra ocasion, dió el cabildo de Santiago permiso, con audiencia del capitan jeneral, para descuartizar un cadáver, segun mas adelante contaremos.

Bastará, entre tanto, decir que las heridas de armas de fuego se curaban en Chile por el sistema del aceite hirviendo, que era como causar dos muertes en una, si bien ya hacia medio siglo que el ilustre Paré, padre de la cirujía, habia condenado esa cauterizacion innecesaria i brutal. I en cuanto a la estraccion de los proyectiles, hé aquí como se esplicaba en tiempo de Cárlos Vi de Pedro de Valdivia, el famoso cirujano Dionisio Daza Chacon,

que los españoles colocan en el quinto cielo de la gloria, dejando apenas en sus puertas al Pareo (Paré):-αI si quereis que diga una verdad con juramento-esclamaba el sincero facultativo, dirijiéndose a sus discípulos-que de infinidad de estos heridos (de bala) que he curado, muchos mas son los que quedaron con las balas en el cuerpo que no de los que se las saqué»...

I a la verdad que, para esto, el buen cirujano del aceite hirviendo no necesitaba jurar.

Escusado es agregar que era el ayuntamiento de Santiago el que conferia el título de la lanceta, no sabemos si despues de probarla en algun paciente apoplético traido a su presencia o entre los reos de la cárcel condenados al garrote o a la horca:-anima vilis.

Pero lo que sí tenia lugar en plena audiencia, no obstante lo crítico e inusitado del caso, era el exámen práctico i de cuerpo prezente que rendian las parteras ante aquellos venerables ediles, cuyas firmas apenas pueden leerse, por rudas, en los libros becerros, pero que, a fuer de chilenos i estancieros de vacadas, considerábanse suficientemen. te doctos en la obstetricia i sus pudorosos secre

tos. Fué de esta suerte, en sus estrados de la calle de la Nevería, en sesion pública, sentados los dos alcaldes bajo el dosel, i los rejidores en sus duras bancas con las varas en las manos, como hizo sus pruebas de aptitud la primera «matrona examinada que vino de fuera a esta ciudad por escelencia de matronas sin exámen. Llamábase aquella con un buen nombre, por el salto en el vientre de la visitacion i el apellido - Isabel Bravo,— natural de Lima, i demostró en presencia de la comision de alcaldes, que sabia todo lo necesario «para que la criatura saliese entera i viva, así como cuantas maneras habia de partos,» segun aparece testualmente consignado en el acta de la sesion del 22 de octubre de 1578.

Afan inútil habia sido, empero, aquel para la jeneralidad de los casos de la tierra, porque alas indias-cuenta Garcilaso-en pariendo se iban a un arroyo, o en casa se lavavan con agua fria y lavavan su Hijo i se bolvian a hacer las haciendas de su casa como si nunca hubieran parido. Parian sin Partera ni la hubo entre ellas: si alguna hacia oficio de Partera, mas era hechicera que Partera. Esta era la comun costumbre, que las indias te

nian en el parir y criar sus hijos, hecha ya naturaleza, sin distinsion de Ricas a Pobres ni de Nobles a Pleveyası (1).

Las damas de Chile, fieles a su culto, han preferido, sin embargo, rejirse por la lei de las Doce tablas antes que por la de los jentiles. Por esto todavía imperan con inquebrantable rigor los cuarenta dias del Levítico.

I-«El Señor habló a Moises i le dijo: II-«Habla a los hijos de Israel i díles: «Si la mujer pare varon, será impura por siete dias.

III-«Todavía pasará separada treinta i tres dias para purificarse.»

El cómputo de los cuarenta resulta cabal, i no lo han olvidado todavía las matronas, desde Moises a la Góngora.

No han echado tampoco en saco roto las mujeres fuertes de Chile, la presentacion en el templo a los cuarenta dias. Pero, ¿cumplen con igual fidelidad con aquel precepto del Levítico, que dice tes

Comentarios reales, parte I, páj. 117.

tualmente: «I darán al sacerdote un pichon o una tórtola en premio de su pecado?»

Pero antes que los médicos, los barbero-cirujanos i los cirujano-barberos, las matronas i los cabildantes, existia en Chile, i se conserva aun en muchos de sus parajes i ciudades, una clase científica que eclipsaba a todas esas eminencias con su saber i práctica. Era ese numeroso gremio el de las médicas, hijas lejítimas i descendientes por línea de hembra, de los machis de Arauco i del Huelen.

Las médicas eran las agoreras de la vida i de la muerte, como las jitanas, i por lo que tenian de brujas i de adivinas, ejercian un predominio social vasto i temible. Sus víctimas mas frecuentes, despues del indio que le pertenecia por entero, era la mujer, porque ésta habia bebido con su sexo la copa de las supersticiones hasta sus heces.

Su sistema curativo era esencialmente bárbaro, porque era sobrenatural.

-No conocian de pulso; pero, como los médicos de la India,se hacian pasar por omniscientes en los fenó

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