Obras poéticas y dramáticas

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A. Roger y F. Chernoviz, 1884 - 615 páginas

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Página 99 - Y en densa lluvia tórnase al caer. Por eso es su caudal inagotable; Por eso cada bien abate un mal; Por eso encuentra pan el miserable, Por eso el desvalido encuentra hogar. También la caridad en su eficacia Da una limosna y la reciben dos: El que la pide, un pan que su hambre sacia. El que la da... la bendición de Dios.
Página 148 - Al verte y al nombrarte siente el hombre Que al ponerte ese nombre hicieron bien! La casta nazarena, Con su faz tinta en rosa y azucena, Con sus divinos labios de rubí, Con su mirar angélico y doliente, Quiso hacernos de sí rico presente Y su belleza reflejóla en ti. Y el botón delicado, Milagroso misterio consagrado, El inocente sabio — el Niño rey; El Jesús que los mundos adoraron, El Dios que en una cruz sacrificaron Hombres infames, sin poder ni ley; Ese también, donoso, Puso en tu...
Página xviii - O bienheureux celui qui peut de sa mémoire Effacer pour jamais ce vain espoir de gloire, Dont l'inutile soin traverse nos plaisirs ; Et qui, loin retiré de la foule importune, Vivant dans sa maison, content de sa fortune...
Página 146 - ... tiempo : Que no se altera ni sufre Al sol, al aire ni al viento; Que parece haber tomado La entereza del modelo ; Tiene en todos sus contornos El más intachable sello De ser la primera copia Del que en todo fué el primero. Aquí está la altiva frente Donde entraron y cupieron De las grandezas más grandes Los más grandes pensamientos. Aquí están aquellos ojos Que, al fruncir el entrecejo, Producían tempestades Como Austerlitz y Marengo. Aquí están aquellos labios Que, dando la voz de...
Página 100 - Pero en este dilema no hay razones: calcular es lo mismo que sentir: si das pan y recibes bendiciones, ¿la dádiva mejor no es para ti? San Juan de Dios, que avaro perseguía, para ofrecerle pan, a la orfandad, al ponerlo en su mano le decía: "¡Gracias por la limosna que me das!
Página 99 - Oye, hija mía: cuando el pobre toca De puerta en puerta mendigando un pan, Nos lo pide por Dios, y el Dios que invoca Es el mismo que a todos pan nos da. El Padre universal tiene un consuelo Para todo dolor: y cada bien Con que socorre al pobre, sube al cielo Y en densa lluvia tórnase al caer. Por eso es su caudal inagotable; Por eso cada bien abate un mal; Por eso encuentra pan el miserable, Por eso el desvalido encuentra hogar.
Página 145 - Si me parece mentira ! Si lo miro y no lo creo ! Si me parece que sufro La alucinación de un sueño! Estoy viendo con mis ojos, Y tocando con mis dedos, Del Gran Capitán del siglo La faz modelada en yeso ! Y no es copia de otras copias, Remedo de otros remedos ; Es la estampa original Tomada del molde egregio ! Aquí están los trasudores Que exprimió el último sueño ; Aquí están las quemaduras De los postreros alientos ! Aquí están las impresiones De ese combate supremo En que se liberta...
Página 145 - Que sobrevive á los años, Que no pulveriza el tiempo : Que no se altera ni sufre Al sol, al aire ni al viento; Que parece haber tomado La entereza del modelo ; Tiene en todos sus contornos El más intachable sello De ser la primera copia Del que en todo fué el primero. Aquí está la altiva frente Donde entraron y cupieron De las grandezas más grandes Los más grandes pensamientos. Aquí están aquellos ojos Que, al fruncir el entrecejo, Producían tempestades Como Austerlitz y Marengo.
Página 100 - ... en esa limosna gana más, Si el mendigo infeliz que la recibe O la mano piadosa que la da. Pero en este dilema no hay razones : Calcular es lo mismo que sentir : Si das pan y recibes bendiciones, ¿ La dádiva mejor no es para ti ? San Juan de Dios que avaro perseguía, Para ofrecerle pan á la orfandad, Al ponerlo en su mano le decía : « ! Gracias por la limosna que me das...
Página 145 - Y no es copia de otras copias, remedo de otros remedos; es la estampa original tomada del molde egregio! Aquí están los trasudores que exprimió el último sueño; aquí están las quemaduras de los postreros alientos! Aquí están las impresiones de ese combate supremo en que se liberta el alma de las prisiones del cuerpo! Casi columbrarse pueden los agrios, salados besos, con que el mar de Santa Elena despidió a su prisionero!

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