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tear una colonia, que debía hallarse presidida únicamente por el pacífico espíritu del cristianismo. A estas tierras, en vez de soldados y marineros, habian de ir cincuenta labradores europeos y algunos religiosos dominicos, cuya principal mision fuese reducir los indígenas á las verdaderas creencias religiosas, apartándolos del estraviado camino de sus viciosas costumbres. Los labradores debian vestir un traje distinto al que acostumbraban los españoles espedicionarios; pues de este modo los indígenas podian considerarlos como individuos de otra familia. Habiendo encontrado el Lic. LasCasas muy fuerte oposicion en el Consejo de Indias, procuró atraerse primero las voluntades de los ministros de S. M., y luego recusó del conocimiento de su proyecto á los miembros de aquel real cuerpo. Se formó en consecuencia una junta compuesta de individuos imparciales en la materia. Esta junta comunicó al misionero de los indios todas las objecciones que se hacian al proyecto; pero LasCasas tuvo la satisfaccion de combatirlas tan diligente como razonablemente. El emperador quiso que las discusiones se verificasen en presencia suya; porque consideró la cuestion de mucha importancia al buen nombre del trono de Castilla. El obispo del Darien, en cuyo territorio combatian á la sazon las armas españolas, fué el primer adversario que levantó su voz contra el mencionado proyecto; pero Las-Casas le contestó á su vez con la vehemencia, libertad y energía que le eran características. Como una muestra del señalado triunfo que alcanzaron sus opiniones, se le dieron los operarios y útiles necesarios para el establecimiento de la colonia; mas si ésta no correspondió á sus filantrópicas intenciones, no debe culparse únicamente á lo dificil y arriesgado de su proyecto; pues en parte se debió á que el terreno señalado habia humeado ya con la sangre de los infelices indígenas, cuyo prevenido ánimo no se encontró dispuesto á conceder franca hospitalidad á sus nuevos huéspedes. A pesar de la crítica que han merecido las obras de este respetable misionero, la raza americana debe tributar á su memoria justo y verdadero elogio; pues si es cierto que sus opiniones tocaron en el extremo de la exajeracion, tambien lo es que à su celo y eficacia se debieron en parte las extraordinarias mejoras que se hizo en la legislacion de las Indias Occidentales. Es verdad que sus votos contribuyeron á formar la esclavitud de la raza africana en América; pere este hecho debe considerarse como una de las inconsecuencias en que de continuo incurre el espíritu humano, cuando se propone alcanzar el triunfo de sus ideas contra un sisteina acreditado por las preocupaciones é intereses particulares. Este año hizo su expedicion á México el famoso capitan Hernan Cortés, la cual dió por resultado la conquista del imperio mas extenso y civilizado del Nuevo-Mundo. Ahora convenia que hiciéramos relacion del viage que verificó desde Cuba á las playas mexicanas; pero habiendo considerado que su empresa marítima se ha

Ila intimamente enlazada con su expedicion terrestre hasta la corte del imperio azteca, nos ha parecido oportuno reservar estos hechos para describirlos circunstanciadamente en el cuerpo de la historia de México, en cuya nacion los colocó para siempre el genio de su conquistador. Por este mismo tiempo las armas castellanas se cubrian de gloria en cierta parte del continente americano: el silencio que guardamos en esta introduccion acerca de tan variados como notables sucesos, se halla en consecuencia con el plan que nos hemos propuesto al escribir esta obra; pues ellos tendrán su lagar oportuno en las páginas de las actuales naciones del Nuevo-Mundo.

Descubrimiento del estrecho de Magallanes: Don Diego Colon vuelve á hacerse cargo del gobierno de la Española (1520). Habia tiempo que los españoles deseaban abreviar la navegación de la peninsula á las islas Molucas y de la Especería, sin tocar por el camino que se habian abierto los portugueses para sus expediciones á la India Oriental. El portugués Fernando de Magallanes, harto resentido con las ingratitudes de su monarca, se presentó en Castilla á ofrecer á Carlos V el descubrimiento de un estrecho por los mares de occidente. Habiendo servido con distincion en la India bajo las órdenes de Alburquerque, en vano reclamó del rey Don Manuel la justa recompensa de sus señalados servicios; y cuando hubo perdido completamente la esperanza de lograr sus deseos, se determinó á desnaturalizarse del reino en compañía de un cosmógrafo nombrado Ruy Falero. Ambos liegaron á Valladolid en 1517, en cuya córte tuvieron una larga y científica entrevista con el obispo Fonseca, á quien mostraron en una esfera terrestre el camino que pensaban tomar para llevar á cabo sn descubrimiento. El emperador les dió audiencia en Zaragoza en 1519; y habiendo recibido su proyecto la probacion de los consejeros de S. M., se les coudecoró con el hábito de Santiago y el titulo de capitanes del reino. Tan pronto como sus ideas empezaron á encontrar eco en la córte de Castilla, el embajador portugués se apresuró á solicitar la expulsion de ambos, só pretexto de que habian caido en desgracia á los ojos de su legitimo principe; pero á pesar de todas las intrigas que se pusieron en juego por la corte de Portugal, el monarca español celebró con ellos un convenio favorable á los dos, y les facilitó los buques y útiles necesarios para llevar á efecto la expedicion. Ruy Falero tuvo un sério disgusto con su compañero en los criticos momentos de la partida, por cuyo motivo determinó el emperador que se quedase en tierra hasta el segundo viage.

La escuadrilla salió de Sevilla el 10 de agosto de 1519, y despues de haber experimentado por las costas de Guinea muchos dias de calma y contrarios vientos, llegó felizmente á fines de año á la bahía de Género ó Santa Lucía, situada en las costas del imperio del Brasil. Magallanes continuó su navegacion á principios de año, explorando sucesivamente el rio de la Plata y las bahías de San

Matías, de los Patos y de los Trabajos, en cuyos puntos sufrió récias y peligrosas tormentas. La escuadrilla penetró el mes de febrero por el rio de San Julian, donde el capitan general determinó pasar el resto del invierno; pero los trabajos y escaseces que empezaron á experimentar los aventureros españoles, pusieron en estado de abierta rebelion á tres buques de la armada expedicionaria. La ejecucion de dos capitanes y el castigo de otros cabecillas, á la vez que la clemencia hacia los individuos de tropa y marinería, fueron saludables remedios para introducir la subordinacion entre todos. En seguida salió el capitan Juan Serrano á descubrir el estrecho por lo largo de la costa; pero habiéndole sorprendido una fuerte tormenta en el rio de Santa Cruz, situado á veinte leguas de el de San Julian, contempló con dolor la pérdida de su buque y provisiones, aunque sus compañeros pudieron salvarse con mil trabajos y penalidades. Luego que Magallanes hubo socorrido á estos hombres abandonados en las playas de un pais salvage, tomó sus disposisiones para continuar sin interrupcion el curso de sus descubrimientos hacia el polo Antártico. En los dos primeros meses de hallarse la escuadrilla en las aguas del rio San Julian, únicamente se presentaron en la playa seis indios de gigantesca figura, cuyos vestidos de pellejo de danta, manifestaban toda su ferocidad salvage, en medio del helado clima que producen los cuarenta y nueve grados de latitud. El territorio no daba señales de tener gran número de habitantes; pues en cinco meses que permanecieron los buques en el mencionado rio, sin embargo de haber hecho los castellanos algunas, correrías por el interior, apenas tuvieron un insignificante encuentro con nueve indios flecheros, los cuales defendieron sus hogares con bastante destreza y valentía. A fines de agosto todo se hallaba dispuesto para la partida.

Magallanes se dirigió desde luego al rio de Santa Cruz, donde empleó los meses de setiembre y octubre en hacerse de una buena provision de pescados. Prosiguiendo en seguida su navegacion hasta el cabo de las Vírgenes, junto à la Tierra del Fuego, envió dos buques á reconocer un brazo de mar que tenia á la vista á manera de un estrecho; pero pasados cinco dias verificaron su regreso sin traerle noticia alguna favorable. Magallanes convocó inmediatamente un consejo de capitanes y pilotos, en cuyas opiniones encontró la mayor conformidad tocante á su determinacion de arriesgarlo todo en favor de la consecusion de sus deseos. Al siguiente dia anduvo la escuadrilla cincuenta leguas por medio del estrecho; pero habiendo penetrado luego por entre unas sierras cubiertas de nieve, se presentó á vista de los aventureros otro brazo de mar que se apartaba en distinta direccion. La nave San Antonio salió con superiores órdenes, á descubrir por este lado el mar del sur; pero viendo el capitan general que no volvia á los nueve dias de si partida, continuó con los demás buques el curso de su navegacion, de

sembocando por último en el espacioso mar del sur el 27 de noviembre. En este dia se supo por primera vez que existia un estrecho en toda la estension del continente americano, cuyo nombre nos recuerda todavía el extraordinaro servicio que hizo al mundo su ilustre descubridor. No habiendo encontrado la nave San Antonio á Magallanes donde le habia dejado, la tripulacion se sublevó contra su capitan, lo puso preso, eligió á otro en su lugar y determinó volver á Castilla por el mar Atlántico. Cuando el ilustre portugués hubo cruzado el estrecho de su nombre, tomó el rumbo del norte con direcion á la línea equinoccial, y despues de haber navegado muchos dias en medio de las mayores privaciones del mundo, arribó á fines de año á unas pequeñas islas que llamó las Desventuradas porque en ellas no encontró nada que pudiese aliviar sus trabajos y los de sus compañeros.

Mientras este navegante hacia un verdadero servicio á España con el descubrimiento del mencionado estrecho, los castellanos de Santo Domingo se dividian en facciones para desacreditar la autoridad pública ante los ojos de la metrópoli. Merced á los favores de los consegeros de Cárlos V, el almirante Don Diego regresó este año á la Española á continuar en el ejercicio de sus funciones gubernativas. Aunque la pandilla del tesorero Pasamonte empezaba ya á desvirtuar las disposiciones del Lic. Figueroa, siempre se dió á éste el nombre de superintendente de los indios y oidor de la Real Audiencia. Don Diego habia reparado de algun modo los agravios recibidos en los anteriores años; pues en los sentimientos de Cárlos V, reconocido por otra parte á los servicios del grande almirante, nunca penetró la creencia de que su noble hijo hubiera pensado en sustraerse á la obediencia del legítimo gobierno: seinejante acusacion fué considerada como una calumnia de sus envidiosos enemigos.

La libertad de los indios debia sublevar el interés personal de la mayor parte de los habitantes de la isla; pues acostuinbrados desde el principio de la conquista á las estraordinarias ganancias de un trabajo cruel y casi gratuito, que arruinó en pocos años su sencilla y primitiva poblacion, no podian menos de ver en la reforma introducida el menoscabo de sus riquezas: de tal suerte se disponian á declarar guerra abierta á las autoridades que tomaban parte en el asunto. El tesorero Pasamonte, partidario entusiasta del sistema de los repartimientos, era el caudillo de los malcontentos; y ante su voluntad, apoyada en la corte de Castilla por el obispo Fonseca, caia inmediatamente al prestigio de las autoridades que no correspondian á sus miras, valiéndose al efecto de ruines y reprobadas calumnias. No bien el Lic. Figueroa se preparó á poner en práctica el sistema de reducir los caciques á poblaciones políticamente arregladas, cuando alzándose contra él la apasionada voz de la codicia y ambicion, se elevaron calumniosas quejas á los ministros del supremo gobierno. El Lic. Figueroa no pudo seguir adelante;

pues la córte de Castilla, no pudiendo ya hacerse superior á las intrigas del interés personal, le mandó tomar residencia en 1521. Este mismo año se confió á la Real Audiencia de la Española, que residia en la ciudad de Santo Domingo, el despacho de las cartas y patentes, así como el conocimiento en grado de apelacion, de todos los asuntos de las colonias recien establecidas en el continente, cuyo descubrimiento iba tomando gran interés á los ojos del trono de Castilla.

Muerte de Magallanes: resultado de su expedicion (1521). Los compañeros de este ilustre portugués, á quien dejamos navegando en direccion á la línea equinoccial, habian andado mas de dos_mil leguas sin encontrar una isla donde proveerse de comestibles. Despues de aber navegado otras ochocientas leguas en medio de las mayores privaciones, descubrieron el 24 de Enero dos hermosas islas que llamaron de las Velas Latinas, porque sus habitantes nsaban unas canoas con velas de palma á manera de aquellas. En seguida anduvieron trecientas leguas por la via de occidente hasta llegar á la isla de Cebú (una de las Filipinas), donde consiguieron proveerse de escogidos y abundantes comestibles. Con motivo de una misa que se mandó celebrar en una casa construida al efecto, los reyes y principales personas de la isla se convirtieron al cristianismo y fueron bautizados; de suerte que reflexionando Magallanes sobre el favorable estado de las cosas, determinó convocar á los demás reyes para hacer una expedicion á la isla de Borneo. Sus esperanzas le salieron fallidas; porque se vió no solo en la necesidad de incendiar algunas poblaciones á causa de la desobediencia de aquellos, sino tambien en la de combatir con el rey de la isla de Matan que lo desafió á una batalla en campo raso. A pesar de la franca oposicion del monarca recien convertido, el valiente portugués desembarcó en las playas de aquella isla á la cabeza de sesenta hombres; pero apenas hubo mandado incendiar las casas de la desierta villa, cuando un ejército de seis mil hombres lo envolvió en todas direcciones, sin dejarle tiempo para verificar una prudente y honrosa retirada. Los castellanos combatieron todo el dia hasta que se les acabó la pólvora y las saetas, y no pudiendo ya resistir el brusco ataque de la multitud que los rodeaba por todas partes, se abrieron paso con direccion á la playa para reembarcarse en sus bateles; mas en tal momento recibió el valiente Magallanes dos pedradas que lo dejaron tendido en el suelo, donde fue víctima de la salvage é indómita ferocidad de sus numerosos enemigos. De tal modo concluyó sus dias este ilustre marino, cuyo resentimiento hácia sus reyes dió á España la gloria de ser la primera en descubrir el estrecho que lleva todavia el nombre de su descubridor. Su muerte aconteció el 27 de Abril.

Habiendo logrado escapar los demás aventureros con pérdida de siete hombres, acordaron elegir por su general á Duarte Barbosa,

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