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ya bautizado y confirmado, y renegó por irse, guiado del demonio, con los montaraces chichimecas."

Del pasaje trascrito se deduce que Acualmetzli murió en 1542, á los 22 años de edad, y lo que es más importante todavía, la confesion escapada al autor del diario, de que los indios chichimecas conservaban vivo el patriotismo, título sobrado para que enaltezca la memoria de aquella raza un historiador imparcial. Acualmetztli es, pues, un dechado de virtud como hijo, y de patriotismo como ciudadano.

ACUÑA, Manuel.

Honra, y muy grande para la ciudad del Saltillo, capital del Estado de Coahuila, es la de haber sido cuna del insigne poeta Manuel Acuña, el dia 27 de Agosto de 1849.

Acuña hizo sus primeros estudios en la ciudad de su nacimiento, en el Colegio "Josefino," y en 1865 vino á la capital de la República para entregarse aquí á cursar las materias prescritas para la carrera de la medicina.

Dotado de clarísimo talento, habria el jóven coahuilense llegado á ser uno de los alumnos más distinguidos del renombrado plantel en que se inscribió en 1866, si una desgracia, que nunca lamentarémos suficientemente, no le hubiera hundido en el sepulcro cuando tocaba, puede decirse, al término de su carrera profesional.

Su amor á las bellas letras no sufrió alteracion ni menoscabo á causa de los áridos estudios científicos. Léjos de eso, el jóven Acuña fundó la Sociedad "Netzahualcoyotl," y en ella dió á conocer sus eminentes dotes poéticas. La publicacion de los que podiamos llamar sus primeros ensayos, fué acogida con entusiasmo; desde entonces reveló que era un poeta de altísimo vaque

ler, y que sus obras serian más tarde un título de gloria para su patria. Solicitábase la colaboracion de Acuña por los periodistas, y era en el seno de las sociedades literarias recibida con júbilo la nueva de que iba él á dar lectura á alguna de sus inspiradas producciones, logrando así ocupar, sin embargo de su juventud, un puesto distinguido entre los más acreditados literatos y poetas de la capital de la nacion.

La representacion de su drama intitulado “El Pasado," le conquistó un verdadero triunfo, suceso no comun en nuestra escena, por más que frecuentemente hubiésemos visto prodigar aplausos á los autores nacionales. No fueron de sus amigos, no fueron procurados por los actores los que coronaron la obra del novel dramaturgo: la sociedad entera, los literatos, que comprendian el mérito de la obra, los tributaron al autor; y las discusiones que "El Pasado" provocó en la prensa, en las sociedades literarias y aún en las reuniones privadas, fueron signo evidente de que no era una pieza vulgar la que les daba orígen. Cuando la nacion entera veia en Manuel Acuña no ya una hermosa esperanza, sino un legítimo título de orgullo para México, una muerte lastimosa puso término á los dias del poeta, el 6 de Diciembre de 1873.

"Las producciones de Acuña,-ha dicho un escritor sud-americano,-descubren un pensador profundo, un corazon grande y sensible y una hermosa imaginacion. Elevado por la clase de sus estudios á esa duda casi completa que se divisa en algunos de sus versos, y á un pesimismo desolador por la suerte amarga que acompañó los cortos años de su vida, sus poesías no llenan á veces su mision de consuelo. Pero en cambio, allí, donde el aspecto de un cadáver no tiene más significacion en la mente del poeta que la de un organismo paralizado, la materia encuentra un cantor poderoso; donde el sabio humanitario no alcanza, en su muerte, el premio de la ventura perdurable, la historia lo acoge en sus santuarios; donde la conciencia no halla para los crímenes juez ni castigo en otra existencia, el genio maldice y profetiza; donde se apaga el cielo se enciende la gloria; donde no hay para el hombre eterna dicha, hay eterno descanso; don

de el arrobamiento místico no oye ni una frase consoladora, la filosofía exceptica del siglo vislumbra ese cúmulo de vacilaciones en que, como en un crisol, parece agitarse hoy la verdad.

"Pero Acuña, como hemos dicho, era poeta de corazon. No es, pues, raro que, herido por los recuerdos de su infancia, forje un cielo para la madre de su amor; ni que impresionado con el infortunio de la mujer caida, le prometa la sonrisa de los ángeles y la bendicion de Jesucristo. Ese instinto de sufrimiento que se levanta de la tierra para buscar en otras regiones el bálsamo purificador, y que constituye una de las fases de la verdadera poesía, no podia faltar á Acuña. Si en pos de la verdad su espíritu dudó en algunas ocasiones, el mundo encontró siempre su corazon noble, amante y compasivo.

"Nuevo en las imágenes, audaz en el pensamiento, atrevido en la forma y avanzado en las ideas, las producciones de Acuña son de mérito indisputable. Canta una belleza del mundo siquiera insignificante, y es florido y ameno; recuerda su niñez perdida, y tiene una inspiracion dulce y doliente; habla de sus amores, y es tierno y apasionado; sube á la tribuna de los cementerios, y su versificacion osada parece desafiar el misterio.

"Tambien cultivó Acuña el género jocoso y satírico,―y sus composiciones-dice el Sr. Manuel Peredo, distinguido escritor mexicano, son notables por su aticismo, facilidad y correccion -El poema La Gloria, en que se nota la travesura de Espronceda y el gracejo, ya que no la pureza de lenguaje de Moratin, sorprende por la novedad, la fluidez de la improvisacion, la fidelidad en los caractéres y la universalidad del héroe.

"El solo nombre de Acuña basta para la gloria literaria de México, quien no llorará nunca lo suficiente sobre la tumba de su hijo privilegiado. Hoy seria Acuña el primer poeta de la América española, donde ya empieza á hacérsele la justicia que exigen sus merecimientos."

Hasta aquí la opinion del Sr. Mac Donall, que es el escritor sud-americano á quien citamos. Diremos ahora, siquiera sea brevemente, cuáles son á nuestro juicio los rasgos característicos del poeta coahuilense, no mencionados por el Sr. Mac Do

nall, dejando á los críticos la tarea de analizar extensamente las producciones de Acuña, como no nos es posible hacerlo, dada la índole de la obra que traemos entre manos.

Como Núñez de Arce en España, Acuña en México es entre los poetas contemporáneos el que mejor traduce en sus obras el carácter de la época.

Sus dudas horribles, su desaliento, ciertos arranques atrevidos que las personas piadosas condenan, el continuo anhelar, el afan por inquirir la causa de todas las cosas, no son sino reflejos de lo que en todas las conciencias, en todos los corazones, batalla y pugna por romper la extrecha cárcel en que el pensamiento vive cuando sus aspiraciones no tienen límite, cuando su sed es insaciable, cuando, por lo mismo que desde niño se le ha enseñado á creer que es imágen de Dios, se siente con las fuerzas necesarias para romper los velos de lo desconocido, para saber qué es lo que existe más allá de lo que sin esfuerzo ni meditacion se percibe.

Llámasele poeta materialista, y no se encuentra en sus producciones la deificacion de los sentidos. Atribúyensele una carencia absoluta de fé y un desprecio profundo por lo que los demas creen y respetan, y tan léjos están de la verdad los que así le calumnian, que muchos de sus cantos inmortales están consagrados á enaltecer el hogar y la familia, los recuerdos puros de la infancia, las santas alegrías de los que creen y esperan, como sus padres creian y esperaban. A la mujer caida le habla de redencion, no le eleva un altar. Cuando canta á la mujer que adora, hay en sus versos ternura inefable, pureza de armiño; parece como que se dirige á un ángel del cielo, como que teme manchar sus alas si llega á tocarla.

Vibra sonora la cuerda del patriotismo en la lira de Acuña; rinde culto á los héroes, pregona su gloria, enseña á amarlos cada vez que, tierno, entusiasta, recuerda á Hidalgo y á los que con él combatieron por hacer libre á la patria de Cuautemoc. Sabe que un pueblo sin instruccion no es digno de ser libre ni puede serlo; y enaltece al sabio y propaga su nombre, lo presenta como modelo, y si mucre, derrama sobre su tumba flores

inmarcesibles y entona estrofas que la posteridad se encargará de repetir en su alabanza. Y como la escuela es la fuente de que se deriva la grandeza y la prosperidad de los pueblos, Acuña tiene para el maestro veneracion y palabras de aliento para el discípulo. ¿Por ventura, sentimientos tan elevados, patriotismo tan puro y noble, amores tan castos, son propios del que está dominado todo por materialismo grosero?

Lo repetimos: Acuña, genuino representante de la época en que le tocó nacer, se agitaba en eterna lucha, y si la duda amarga se virtió en sus cantos, si la desesperacion nubló sus ojos, turbó su razon y le hundió en el sepulcro, no por eso es ménos acreedor al encomio de los mismos que, con envidiable tranquilidad, sin preocuparse con la solucion de los grandes problemas que la humanidad quisiera resolver, viven con la fé heredada y no quieren saber una palabra más sobre las que desde el borde de su cuna oyeron pronunciar.

Si del fondo, ó del pensamiento, pasamos á la forma de las poesías de Acuña, mucho puede decirse en loor suyo: facilidad portentosa, descripciones encantadoras por su belleza y por su verdad, versos sonoros y rotundos, naturalismo bien entendido, todo esto, y más todavía, encontrará el crítico que sin dejarse arrebatar por la admiracion y por el entusiasmo, irreflexivos casi siempre, analice las poesías que el bardo del Saltillo nos dejó, si bien hallará algunos pequeños lunares que nada significan si se, comparan con las inagotables bellezas que encierran las mismas poesías. A este respecto dice un escritor:

"A los que sin fijarse en las bellezas, solo notan que Acuña abusaba del pleonasmo, y que a veces no colocaba la cesura donde el metro lo exigia, y á los que llama la atencion el apóstrofe que une las palabras más que el pensamiento en esas palabras encerrado, diremos lo que Víctor Hugo dice de otro genio á quien pocos comprenden: "Si buscais un tallo bruñido, ramas rectas y hojas satinadas, fijad la vista en el pálido abedul, ó bien en el sauce lloron, y aun mejor en el hueco sahuco; pero dejad en paz á la encina. La encina, rey de la selva, tiene la forma caprichosa; sus ramas nudosas están heridas por el rayo; su folla

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