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ge es sombrío; su corteza áspera y ruda...... pero siempre es la encina."

Acuña, diremos, continuando la idea del gran poeta citado en las precedentes líneas, es la encina que, desafiando todas las inclemencias, todas las tempestades, sobrevivirá en la historia literaria de México, en tanto que ni un débil recuerdo quedará de muchos nombres que hoy resuenan á cada paso en nuestros oidos, A medida que los años avancen, su fama será mayor; más duradero, eterno, el monumento de su gloria.

AGUILAR, María.

En otro articulo de esta obra hablaremos de la célebre monja yucaleen Sor Elguerina de Cárdenas, que por su gran ilustración ocupa en los anales de su Estado natal un lugar distinguido No menos digna de mencion es la escritora de quien hoy vamos a dar noticia.

Es bien sabido de todos que hasta hace pocos años se comenà ver en México la educacion de la mujer con el interes que niempre debin haber inspirado, y por lo mismo son más acreedoras à la pública estimacion aquellas que sin grandes elemenlos para eleva se sobre el vulgo de su sexo, lograron durante la dominacion espanola sobresalir, como sobresalieron Sor Juana Inen de la Cruz, y algunas otras, como la religiosa Doña María Apuilor.

Nacio e da señora en un rancho de la jurisdiccion de Atlixco (Puebla), el dia 3 de Marzo de 1695, hija de D. Fedro de la Cruz Aguilar, español, y de Doña Manuela Velarde, natural de la ciudad de Puebla.

Contaba 19 años de edad (1714) cuando entró al beaterio de Santa Rosa de Puebla, tomando el nombre de Sor María Águeda de San Ignacio. Convertido el beaterio, en 1740, en conven

to de recoletas domínicas, por bula de Clemente XII, Sor María fué electa primera priora, permaneciendo en este empleo hasta su muerte.

Que esta religiosa unia á la práctica fiel y constante de las virtudes de que nos hablan los cronistas, un talento no comun, lo prueba el hecho de haber escrito, por órden de sus confesores y prelados, varias obras que fueron impresas en Puebla en 1758, y una de las cuales mereció ser reimpresa en México en 1782. El Colegio Palafoxiano de Puebla publicó en 1791 un libro intitulado "Devociones varias sacadas de las obras de la V. M. María Águeda de San Ignacio." Para que un instituto literario hubiese hecho esa publicacion, se necesitaba que los escritos de la monja Aguilar fuesen acreedores á honra tan marcada.

Beristain incluye á la escritora que nos ocupa, en su "Biblioteca Hispano Americana," y cita de ella dos obras, una de las cuales fué impresa, dice, de órden del Obispo de Puebla.

Falleció en su convento el dia 25 de Febrero de 1756.

Sentimos no estar en aptitud de poder decir cuáles son las cualidades que sobresalen en los escritos de la Sra. Aguilar, porque no hemos podido adquirirlos.

Varias veces hemos hecho notar, y creemos oportuno repetirlo, que las damas mexicanas que durante la dominacion española cultivaron las letras dieron preferencia á la prosa, si se' exceptúa á Sor Juana, mientras que en nuestros dias no contamos sino con poetisas, preferencia que juzgamos perjudicial. Somos los primeros en admirar la inspiracion de Esther Tapia de Castellanos, de Gertrudis Tenorio Zavala, de Rosa Carreto, y de otras varias señoras y señoritas cuyas galanas composiciones honran con frecuencia las columnas de nuestros periódicos; pero deseariamos que con igual éxito figurasen algunas escritoras.

La educacion que actualmente se da á la mujer, la dota de conocimientos que podia ella divulgar en escritos verdaderamente útiles, no solo agradables. Generalmente las poesías no son sino la expresion de individuales sentimientos, y por bellas y correctas que sean en la forma, no están destinadas á vivir mu

ge es sombrío; su corteza áspera y ruda...... pero siempre es la encina."

Acuña, diremos, continuando la idea del gran poeta citado en las precedentes líneas, es la encina que, desafiando todas las inclemencias, todas las tempestades, sobrevivirá en la historia literaria de México, en tanto que ni un débil recuerdo quedará de muchos nombres que hoy resuenan á cada paso en nuestros oidos. A medida que los años avancen, su fama será mayor; más duradero, eterno, el monumento de su gloria.

AGUILAR, María.

En otro artículo de esta obra hablaremos de la célebre monja yucateca Sor Elguerina de Cárdenas, que por su gran ilustracion ocupa en los anales de su Estado natal un lugar distinguido. No ménos digna de mencion es la escritora de quien hoy vamos á dar noticia.

Es bien sabido de todos que hasta hace pocos años se comenzó á ver en México la educacion de la mujer con el interes que siempre debia haber inspirado, y por lo mismo son más acreedoras á la pública estimacion aquellas que sin grandes elementos para elevarse sobre el vulgo de su sexo, lograron durante la dominacion española sobresalir, como sobresalieron Sor Juana Inés de la Cruz, y algunas otras, como la religiosa Doña María Aguilar.

Nació esta señora en un rancho de la jurisdiccion de Atlixco (Puebla), el dia 3 de Marzo de 1695, hija de D. Pedro de la Cruz Aguilar, español, y de Doña Manuela Velarde, natural de la ciudad de Puebla.

Contaba 19 años de edad (1714) cuando entró al beaterio de Santa Rosa de Puebla, tomando el nombre de Sor María Águeda de San Ignacio. Convertido el beaterio, en 1740, en conven

to de recoletas domínicas, por bula de Clemente XII, Sor María fué electa primera priora, permaneciendo en este empleo hasta su muerte.

Que esta religiosa unia á la práctica fiel y constante de las virtudes de que nos hablan los cronistas, un talento no comun, lo prueba el hecho de haber escrito, por órden de sus confesores y prelados, varias obras que fueron impresas en Puebla en 1758, y una de las cuales mereció ser reimpresa en México en 1782. El Colegio Palafoxiano de Puebla publicó en 1791 un libro intitulado "Devociones varias sacadas de las obras de la V. M. María Águeda de San Ignacio." Para que un instituto literario hubiese hecho esa publicacion, se necesitaba que los escritos de la monja Aguilar fuesen acreedores á honra tan marcada.

Beristain incluye á la escritora que nos ocupa, en su "Biblioteca Hispano Americana," y cita de ella dos obras, una de las cuales fué impresa, dice, de órden del Obispo de Puebla.

Falleció en su convento el dia 25 de Febrero de 1756.

Sentimos no estar en aptitud de poder decir cuáles son las cualidades que sobresalen en los escritos de la Sra. Aguilar, porque no hemos podido adquirirlos.

Varias veces hemos hecho notar, y creemos oportuno repetirlo, que las damas mexicanas que durante la dominacion española cultivaron las letras dieron preferencia á la prosa, si se exceptúa á Sor Juana, mientras que en nuestros dias no contamos sino con poetisas, preferencia que juzgamos perjudicial. Somos los primeros en admirar la inspiracion de Esther Tapia de Castellanos, de Gertrudis Tenorio Zavala, de Rosa Carreto, y de otras varias señoras y señoritas cuyas galanas composiciones honran con frecuencia las columnas de nuestros periódicos; pero deseariamos que con igual éxito figurasen algunas escritoras.

La educacion que actualmente se da á la mujer, la dota de conocimientos que podia ella divulgar en escritos verdaderamente útiles, no solo agradables. Generalmente las poesías no son sino la expresion de individuales sentimientos, y por bellas y correctas que sean en la forma, no están destinadas á vivir mu

cho tiempo, ni á ser estimadas sino por los que saben sentir, y éstos son bien pocos. Libros á propósito para los niños, en los que la mujer derrame el inagotable tesoro de su bondad y vayan formando para el bien los corazones, hacen falta. Necesítanse tambien obras destinadas á formar buenas madres de familia, mujeres modestas, y nadie mejor que la mujer misma para trazar esas páginas.

Pero aun hay más todavía. En México se hace sentir la falta de un periódico de modas, dirigido por señoras. De aquí que un escritor hubiese tomado á su cargo esa tarea tan impropia de su sexo, y que por consiguiente, tántas burlas le ha acarreado. ¡Ojalá que estas brevísimas indicaciones sirvan para despertar en nuestras compatriotas instruidas é inteligentes el entusiasmo por los escritos en prosa!

AGUIRRE, José María.

Bastaria el hecho de que el distinguido jurisconsulto D. José María Aguirre hubiese empleado su saber y su inteligencia en defender, sin retribucion, á las desgraciadas víctimas del Santo Oficio, arrancando á muchas de ellas de la muerte, para que honrásemos su memoria, aun cuando no hubiese tenido, como tuvo, otros títulos para pasar á la posteridad.

Nació en esta ciudad de México en 1778, hijo del Sr. Lic. Isidro Aguirre y de la Sra. Da Josefa Casela; ambos de esclarecido linaje. Muy jóven comenzó sus estudios en el Seminario, dando en todos los cursos testimonios del más claro entendimiento. En las cátedras y en los exámenes públicos obtuvo triunfos á cada paso, que le valieron merecer el título de abogado á la edad de 22 años, publicándose un pomposo elogio que le hizo el oidor decano del Colegio de Abogados, D. Cosme Mier y Trespalacios. Dos años despues recibió el grado de doctor en Derecho civil,

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