Imágenes de páginas
PDF
EPUB

su camino quien persigue un ideal, bien sea en las esferas de la ciencia, de las artes ó de las letras, para el mejoramiento de los pueblos, bien en la cátedra, en la tribuna, en los campos de batalla, en los puestos públicos, ó en cualquiera de los medios en que la inteligencia y lo voluntad viven, se engrandecen y actúan.

Es la patria, son nuestros pósteros los que recogen los frutos de esta labor, y por penosa que ella sea, no debemos abandonarla nunca.

Consideraciones de no menor cuantía, si á pueblos extraños nos referimos, deben infundirnos aliento y fé para llevarla á cabo. Preciso es, si queremos que en el Extranjero se nos juzgue por nuestras propias obras, que consignemos en un libro de consulta fácil para todos, qué hemos producido, de qué manera nos hemos asimilado las conquistas, los adelantos de las naciones más cultas, en las ciencias, en el arte, en cuanto directa ó indirectamente revela que una nacion ama el progreso y camina á su perfeccionamiento.

La historia de la humanidad se encierra en los estudios biográficos mejor que en las antiguas y modernas crónicas, relatos y documentos, y por lo mismo cada pueblo debe cuidar que en ese gran registro queden consignados los nombres de sus hijos más distinguidos. Ni el orgullo, ni mucho menos el deseo de competir con nadie, deben entrar en este género de trabajos; mas no ha de detenernos tampoco ese apocamien to de los que se encuentran sumamente pequeños si se comparan con los de otras naciones cuya superioridad es innegable, por causas que no hay por qué señalar puesto que cualquiera puede conocerlas. Quien hace todo lo que es dado en la esfera del bien, no debe ser

censurado de no haber hecho más, y México sin jaetancia ridícula, puede presentar al mundo como un título de legítima honra, los nombres de muchos de sus hijos que, sin los elementos de que otros han dispuesto, han logrado colocarse, en todas épocas, á la altura que reclama la creciente civilizacion de las sociedades.

En las páginas de este libro se verá comprobada esta afirmacion á que no darán su asentimiento los que desconocen nuestra historia, los que no han hallado hasta hoy una coleccion numerosa de biografias mexicanas.

No me vanaglorío de haber llenado por completo el vacío inmenso que á este respecto se notaba, ni me juzgo iniciador de esta clase de escritos en México. Muy léjos de eso, nadie lamentará como yo lo hago, las omisiones que se notan en esta obra.

Séame permitido extenderme en algunas consideraciones que servirán al lector para atenuar los defectos abunda este libro.

en que

Cualquiera que se tome la molestia de comparar las biografias referentes á personajes antiguos, con las que de los modernos tratan, podrá observar que los datos que encierran las primeras son más completos que los de las últimas. Eran las generaciones pasadas más amantes de enaltecer las cosas y los hombres, que lo que lo son las actuales generaciones. Cuando moria un varon distinguido por su ciencia ó por su virtud, afanábanse sus deudos y admiradores en referir sus hechos Ꭹ en honrar su memoria. No eran unos cuantos los que inquirian noticias acerca de sus escritos, ó sobre lo que la patria les debia: todos se creian en el deber de revelar cuanto sabian. Cariño, gratitud,

patriotismo, espíritu de secta, ó cualquier otro sentimiento noble, inspiraban aquellos homenajes, y puede decirse que cada tumba que se abria, en vez de borrar para siempre un nombre digno de recordacion, era un monumento que se levantaba para honrar la memoria del que en ella se convertia en polvo. Tejíasele inmarcesible corona en su elogio fúnebre, al sabio ó al filántropo que moria, y muchas veces en las páginas de un libro entero se encerraba su biografía.

Esta costumbre introducida por las Órdenes religiosas, se extendió más tarde á otras esferas sociales, y desde las primeras "Gacetas" hasta los periódicos oficiales que vinieron despues, no hay publicacion mexicana de cierta antigüedad en la que no se hallen biografías más ó ménos extensas, ó cuando ménos, necrologías interesantes que ministran datos de importancia, indicaciones útiles, curiosos detalles, para formar los estudios relativos á los hombres de otros dias. Cierto que para aprovechar esos materiales, se necesita hundirse en el polvo de los archivos y bibliotecas y recorrer volúmenes que no son de fácil consulta por la falta de índices; cierto que ha menester de gran dósis de paciencia quien quiera emprender un trabajo de condensacion y expurgar esos escritos de todo lo que en nuestros dias pareceria ocioso y ridículo; cierto que es indispensable descartar la verdad haciendo á un lado las exageraciones de partido y de secta; pero en cambio, qué grande acopio de documentos para el historiador y el biógrafo, qué rico filon por explotar!

Vinieron despues otros dias en que aquellos trabajos fueron, ya que no abandonados por completo, sí mirados con menor entusiasmo, hasta llegar á la época

que corremos, de indiferentismo y de ingratitud, puede decirse. Entónces comienzan á ser más limitadas las noticias, más raros los elogios fúnebres, más breves las biografías, más difícil la adquisicion de datos para formarlas.

Con marcadas excepciones, entre las cuales debe figurar en primer término la Academia de Medicina, que ha procurado honrar siempre á sus miembros ya difuntos, ninguna corporacion, ningun gremio se ha cuidado de acopiar aquellos informes, sin los cuales sólo se puede decir generalidades acerca de la vida de un hombre, cuando éste desaparece de la escena del mundo.

El Colegio de Abogados ha puesto algun empeño en que se sepa qué obras produjeron Couto, Lacunza y otros muchos jurisconsultos eminentes?

La Academia de San Carlos ha enaltecido acaso la memoria de Sagredo, de Ramirez, de Monroy y de los demas de sus alumnos distinguidos, ya muertos?

La prensa misma ha hecho todo lo que debia al fallecer algunos de sus miembros prominentes?

Brevísimos artículos necrológicos algunas veces, y otros mezquinos sueltos de gacetilla han servido para anunciar que la ciencia, las letras, el arte, la sociedad, han perdido á alguno de sus mejores hijos. Y cuenta con que dia á dia han sido más comunes las publicaciones periódicas, y que éstas se llenan muchas veces, por falta de materias originales ó referentes á la localidad, con artículos extranjeros.

Muere un gran político, un sabio, un literato europeo, y no pasan muchos dias sin que conozcamos hasta los más pueriles detalles de su existencia. Se analizan sus obras al punto, se escriben anécdotas acerca de ellos,

se sabe todo lo que á ellos se refiere, y cuando de nuestros compatriotas se trata, entónces basta decir que murieron Ꭹ enviar frases de pésame á sus deudos. Algunos dias despues, nadie vuelve á hablar de los que lucharon por la patria, de los que rigieron sus destinos, de los que la ilustraron con sus obras, de los que derramaron el bien en su camino.

Pero no inculpamos á las Academias, ni censuramos á los periodistas. Una experiencia, bien triste por cierto, nos ha enseñado el orígen que reconoce ese aparente olvido, esa ingratitud que podriamos llamar punible.

Nada hay más difícil en México, que obtener de una familia datos para formar la biografía de uno de sus miembros. Si éste acaba de desaparecer, escúdanse sus deudos en que no tienen valor para remover los papeles del finado, ó en que dichos papeles no pueden ser revisados mientras la testamentaría no quede terminada, y esto dura en nuestro país largos años. Otras veces se da por pretexto que el muerto, que era en extremo modesto, quemó sus títulos y cuanto á su vida podia referirse, y aun rogó que nadie volviese á hablar de él. Tampoco faltan personas que finjan recelos ó temores que el biógrafo pueda infamar la memoria de aquel de quien pretende hablar, como si fuera posible que álguien se atreviese á cometer la bajeza de pedir con siniestros fines datos á una familia.

de

No parece sino que hay quienes se avergüencen de ser medianías ó de no ser nada, si se les compara con sus distinguidos progenitores; no parece sino que su mayor anhelo es el de que el olvido cubra para siempre los nombres de éstos, por ser ese el único medio de que no se les mire pequeños!

« AnteriorContinuar »