Imágenes de páginas
PDF
EPUB

res las sentencias judiciales ni la fuerza de las leyes, hayan bastado á privar del nombre de América á la parte del mundo que descubrió D. Cristóbal Colon y los españoles que le siguieron é imitaron en tan árdua y peligrosa carrera. Aun crece la admiracion cuando vemos modernamente escritores de buena fe sostener las invenciones y sueños de Vespucio, faltos de documentos y de pruebas auténticas y legales.

Era preciso allanar en nuestra Coleccion este camino enmarañado, demostrando la incertidumbre y vanidad de aquellos viages, que siendo manifiestamente apócrifos han intentado amancillar ú obscurecer la gloria de los primeros descubridores. Para conseguirlo procuramos indagar cómo y dónde se imprimieron las primeras relaciones de Vespucio, ya separadas y en folletos sueltos, traducidas á varias lenguas, ya en las primeras colecciones de viages, ya reunidos los cuatro que supuso haber hecho por expreso mandato de los Reyes de Castilla y de Portugal. En medio de estas pesquisas tuvimos la fortuna de hallar la edicion latina completa de estas relaciones hecha en Strasburgo el año 1509 viviendo su autor, con una Introduccion en que se exponen brevemente algunos principios de cosmografia: obra que nos parece del mismo Vespucio ó de alguno de sus agentes y apasionados, Con arreglo á este texto se ha hecho nuestra edicion y la traduccion castellana, si bien poniendo en aquel algunas variantes que resultan de su cotejo con otras ediciones posteriores, é ilustrando esta con algunas notas ".

I Esta usurpacion, que así puede llamarse, ni nació ni tuvo jamas formal acogida en España, donde siempre se hizo justicia á la persona y méritos del Almirante, apellidando aquellos vastos paises con el nombre de Indias que él les dió en sus primeras relaciones; y hasta hoy dia, 337 años despues de su hallazgo, en los despachos y oficinas del gobierno no -se usa de otra denominacion. Véase á Solorzano, Polit. Ind., lib. I, cap. 2, y la ilustrac. v á nuestra Introduccion, pág. cxxv.

2

Una pusimos en la pág. 225 sobre la serpiente de que habla Vespucio en aquel lugar, suponiendo que tenia alas y pies, como lo dijo el traductor de los herederos de Bry, que cita Camus, creyendo ser este uno de los muchos absurdos que contienen estas relaciones; pero Ves

A continuacion publicamos literalmente los documentos que sobre Vespucio existen en los archivos Reales de Simáncas y de Sevilla; y con tales fundamentos hemos coordinado las noticias que constan de sus hechos durante su permanencia en España, y las reflexiones críticas sobre las relaciones de sus viages con que logró alucinar á sus coetáneos y á la posteridad. Procuramos vindicar de paso la memoria de uno de nuestros mayores Reyes, injucriada por algunos extrangeros que han escrito tan ligera como inexactamente sobre estos primeros descubrimientos de los españoles.

Pocas ciencias necesitan mas de un analísis crítico

- muy detenido y esmerado que la Geografia. Si los viageros y navegantes, por un espíritu de pueril vanidad, por el deseo de singularizarse, ó por su inclinacion á lo maravilloso y extraordinario han exagerado sus hazañas y descubrimientos, introduciendo en sus narraciones muchas fábulas estupendas é inverisímiles; tambien los sábios geógrafos que han cultivado la parte especulativa de esta ciencia, han solido adherirse á sistemas singulares y aun extravagantes, sosteniendo con empeño la realidad de ciertos promontorios, estrechos, islas y ciudades que solo pudieran existir en la imaginacion de los poetas y novelistas. De modo que así en la parte teórica ó especulativa, como en la práctica ó experimental, parece que unos y otros han procedido de acuerdo para ofuscar la verdad y hacer mas dificil su investigacion en

pucio lejos de decir que tenia alas, lo niega. Es de creer que el animal era verdadero y que pertenecia al género de los Iguanas. Oviedo en el lib. XIII, cap. 3, fol 102 vto. hace una descripcion de este animal bastante buena y conforme con la de Vespucio, con la única diferencia de que este vió un individuo mucho mayor ó de otra especie, del mismo género que el que vió Oviedo, quien añade: Yo he comido estos animales muchas veces en la tierra firme, y es buen manjar. Estos reptiles tienen entre otros caracteres el de una fila de espinas, ó mas bien escamas, á lo largo del lomo levantadas, comprimidas y puntiagudas: la cual sin duda pareció á Vespucio cerda ó pelo grueso. Véase á Oviedo en el lugar citado, y sobre todo á los naturalistas modernos que describen este animal.

una ciencia, cuyo conocimiento cierto y exacto interesa á todos los habitantes de la tierra.

A medida que se iban descubriendo las costas orientales del Nuevo-mundo , procuraron los Soberanos de Castilla establecer en ellas colonias y poblaciones, no solo para contener las tentativas ambiciosas de otras potencias europeas, sino para fijar mas y mas su derecho y posesion, y proporcionar mejor el reconocimiento de los paises interiores y de las costas occidentales, de las cuales se tuvieron algunas noticias en el Darien. El Almirante habia establecido la primera poblacion en Veragua y Ho, jeda la segunda en el golfo de Urabá; pero la vista y el descubrimiento de la mar del sur por Vasco Nuñez de Balboa hizo mas necesarias estas poblaciones, abriendo un teatro mas espacioso á la gloria de nuestros navegantes y conquistadores. La expedicion de Pedro Arias Dávila se hizo con este objeto; y dominadas ya las costas de ámbos mares se facilitó el reconocimiento de las del Pacífico hácia el sur, descubriendo el gran imperio de los Incas, el reino de Chile y otros paises, cuyas conquistas dieron despues ocasion á sucesos importantes dignos de perpetuarse en nuestra historia..

Convencidos de la necesidad de dar á conocer el orí

gen de estos descubrimientos y el del grande Océano, que desde luego empezaron á frecuentar y cruzar en varias direcciones nuestros navegantes, hemos incluido en la Seccion III de este tomo algunos documentos relativos á la expelana: Pedro Arias Dávila y á Vasco Nuñez de Balboa, y una relacion muy circunstanciada escrita por el adelantado Pascual de Andagoya sobre lo su cedido entónces en las provincias de Tierra-firme, y en las exploraciones de la mar del sur y costas del Perú y Nicarágua, á que se ha añadido una noticia biográfica del referido escritor,

Despues de estas tres secciones hemos colocado para terminar este tomo y dar mayor luz á los anteriores, un suplemento de varias escrituras que hubieran tenido su lugar oportuno en la Coleccion diplomática si hubieran

parecido entónces. No eran de omitir por sola esta razon, cuando comprueban muchas noticias de las navegaciones españolas por la costa de Africa antes de la empresa de Colon, y cuando añaden otras muy curiosas para la vida y los hechos de este inmortal descubridor. Entre estos documentos son muy dignos de consideracion los extractos que damos de las probanzas hechas por el fiscal del Rey en el pleito que siguió contra D. Diego Colon, hijo y sucesor del primer Almirante, sobre los descubrimientos que este habia hecho en el Nuevo-mun

do, y las que el mismo D. Diego hizo en su defensa. En ellas declararon muchos de nuestros descubridores y pilotos, compañeros y testigos por consiguiente de los hechos del Almirante desde su venida á España. Siendo tan abultados estos autos ha sido necesario compendiarlos, sin omitir empero noticia alguna esencial de las que pueden hacer á nuestro propósito. Algunos historiadores antiguos vieron estos papeles; pero no se aprovecharon de sus noticias ó por falta de detencion y de crítica, ó por haber carecido de otros documentos que contribuyen á darles mayor apoyo y claridad. Las pasiones, los intereses, la falta ó debilidad de la memoria al referir sucesos antiguos; todo suele influir en las declaraciones de semejantes procedimientos judiciales á alterar la verdad de los hechos ó alguna de sus esenciales circunstancias. Para prueba de ello y de nuestra imparcialidad presentamos ocho observaciones, en que anal varias declaraciones de los principales testigos, mios sus erro res ó equivocaciones, é ilustramos los primeros acontecimientos de Colon en España, que hasta ahora han corrido sin la debida exactitud por haber ocultado unos y desfigurado otros la parcialidad de algunos escritores.

En nuestra Introduccion insinuamos ya ciertas ideas sobre la reserva con que procedió D. Fernando Colon en la historia de su padre cuando trató de su familia y patria y de otros sucesos concernientes á su persona 1;

[blocks in formation]

pero al examinar con imparcial crítica las probanzas que ahora publicamos y que examinó el mismo D. Fernando, como uno de los principales interesados, advertimos la sagacidad y cautela con que omitió algunos hechos, y con que adulteró otros de los primeros tiempos de su padre en España, cuando él todavía ó no habia nacido ó era niño, y no puede reputársele como testigo. De Don Fernando tomó la noticia de varios acontecimientos el obispo Casas; á este siguió Herrera sin exámen, y así han ido tropezando los escritores posteriores, confiados en la buena fe de aquellos que contemplaban como los luminares y apoyos de nuestra Historia Indiana. Tenemos de esto pruebas abundantísimas y aun escarmientos propios; pero nuestra franqueza y amor á la verdad nos obliga á retractarnos de nuestras opiniones erradas cuando á la luz de nuevos documentos conocemos el extravío á que nos conducia el nimio respeto á la autoridad de aquellos primeros historiadores, ó la ciega confianza en el dictámen ageno. De estos arrepentimientos ó retractaciones se hallarán algunas en este y en los tomos sucesivos, é igualmente de las dudas ó cuestiones que no alcanzamos á resolver, y dejamos á la perspicacia y diligencia de los que nos sucedan en semejantes investigaciones.

Para que produzcan toda la exactitud y certeza que requiere la historia, es preciso entrar en ellas sin prevencion y con ánim recto y desinteresado, porque como decia Mariana: nenos nos ciega el amor, que el odio los. ojos del entendimiento para que no vean la luz, ni refieran con sinceridad y sin pasion la verdad: la cual es el alma y alimento de la historia si ha de aprovechar á los hombres con sus ejemplos y desengaños. Ciceron decia á este propósito: ¿Quis nescit primam esse historiae legem ne quid falsi dicere audeat; deinde nequid veri non audeat, nequa suspitio gratiae sit in scribendo; nequa simultatis? Por desgracia son muchos los escritores que han abandonado estas justas consideraciones, obrando mas' en ellos el corazon que el entendimiento. A tales riesb

TOMO III.

« AnteriorContinuar »