Imágenes de páginas
PDF
EPUB
[graphic]

derecho de asilo, y aquí se ve precisado, sin duda contra el grito de su ilustrada razón, á confundir dos cosas muy diferentes. Acusa á los Prefectos mencionados de falta de cumplimiento, ó de tardío cumplimiento, ó de imperfecto cumplimiento, de las órdenes que dictara el Gobierno para retirar á la distancia acordada á los emigrados bolivianos, y sin embargo, dice, que las reclamaciones, por estas faltas, tienen su origen en el olvido de las reglas internacionales. En estas reglas no está el retirar de las fronteras de un país vecino á los asilados de ese país; esta operación no puede fundarse sino en un arreglo convenido.

El Derecho internacional no obliga á mas, en materia de asilo, que á no permitir que emigrados políticos atenten contra el órden establecido en su país: no se extiende hasta obligar á un Gobierno á que retire á los asilados del punto en que sus recursos ó sus circunstancias les hayan hecho elegir para su cómoda subsistencia: esto es preciso que parta de un acuerdo, y confundir estas dos cosas, es confundir las ideas primordiales del Derecho.

Pues bien, aun en el nuevo terreno á que lleva la cuestión el Excmo. señor Fernandez, no se le encontrará en falta á mi Gobierno. Las copias números 5 y 6 acreditan que dió órdenes precisas y terminantes para que se precaviese que los emigrados bolivianos, residentes en los Departamentos del Sur, perturbasen el orden y la tranquilidad de su país. Tampoco se encontrará en falta á este respecto á los Prefectos del Sur, pues según la copia número 7 se ve obrar al de Puno contra los emigrados, haciéndolos salir de la frontera hasta la Capital del Departamento, antes de recibir la órden que se retardó por el extravío involuntario que arriba se ha mencionado.

No debo dejar de encargarme de la idea que aduce S. E. cl señor Fernandez, de que el llamado aplazamiento se reservó para muy tarde. Aunque esta idea no es de primera importancia en el asunto, no puedo permitir que con ella se quiera dar á entender que el aplazamiento fué un efugio al que se ocurrió cuando el Gobierno del Perú ya no podía evadirse de las relaciones bolivianas. Desde las primeras entrevistas que tuve con S. E. el señor Fernandez, le hice valer la falta de reciprocidad con que, segun mis noticias, procedía su Gobierno, y para hacer resaltar la religiosidad del mío, en el cumplimiento del acuerdo de 27 de Enero, le dije que repetía, y repetí realmente, las órdenes para el mas cabal lleno del compromiso; pero que pedía y esperaba informes acerca de la posición en que estaban colocados en Bolivia los emigrados peruanos. Pero aun cuando esto no hubiese, la ocasión de hacer mérito de la falta de reciprocidad, no era precisamente la de la discusión relativa á la conducta de los Prefectos del Sur, sino la de la exigencia de una satisfacción que debía fundarse principalmente en el buen cumplimiento que en Bolivia se hubiese dado al arreglo de 27 de

Enero. Por esto, cuando se exigió de mi Gobierno una satisfacción fué, como debía ser, cuando suspendí el tratar de esa satisfacción hasta saber si existía la condición que diese derecho á ella.

El Excmo. señor Fernandez, que no tiene á bien admitir la idea racional y justa de que no se puede tratar de un deber sin tener en cuenta otro deber recíproco, piensa de un modo enteramente contrario cuando cree y dice expresamente, que no puede continuar en la negociación entablada con el Plenipotenciario peruano, mientras no se resuelva la cuestión que ventila directamente con el Gobierno. Esta cuestión versa sobre faltas al Convenio de 27 de Enero acerca de refugiados políticos: aquella negociación ha debido rodar sobre límites, emisión de moneda falsa, violación de territorio, injurias al honor nacional del Perù y la celebración de un tratado de amistad y comercio: ¿qué relación hay que una tan estrechamente la cuestión y la negociación indicada, que no pueda marchar ésta sin que aquella se resuelva? ¿No es evidente lo que dije al señor Fernandez, en 23 de Mayo, que estos asuntos podían tratarse y arreglarse con total separación?

Confio señor Ministro, en que la buena fé de V. E., de acuerdo con su altá ilustración, le harán convenir en que no ha tenido un motivo justo la ruptura de la negociación del Excmo. señor Fernandez, y esto aunque se concediese, lo que no puedo conceder, que en la cuestión de refugiados no se había arribado á un resultado satisfactorio, por causas imputables á mi Gobierno.

Acumula el señor Fernandez otro motivo para justificar su procedimiento y le da un aspecto que, á su parecer, es decisivo; pero no trepido en calificar de poco feliz ese motivo. Voy á tratar de él con el profundo sentimiento que inspira el contemplar que es posible la existencia de dobles miras y de hostiles intenciones, allí donde no debiera haber mas que sinceros deseos de conciliar los intereses de dos naciones: en la noble misión de un diplomático, que no debe tener otros objetos que los de cultivar las buenas relaciones de dos Estados ó de reanudarlas, si desgraciadamente han sido interrumpidas.

V. E. va á ver en las copias marcadas con los números 8, 9 y 10, la declaración de un emigrado peruano, don Federico Larrañaga, que logró internarse en territorio peruano, por no haberse cumplido en Bolivia el acuerdo de 27 de Enero, en la que se dice que el ex-General don José Rufino Echenique, protegido por el Gobierno de V. E. y con el favor del Excmo. señor Fernandez, madura y adelanta planes de rebelión en su patria: va á ver V. E. las revelaciones expontáneas de la segunda copia que denuncian los mismos planes, la misma disposición del Gobierno de Bolivia y los mismos oficios del Excnio. señor Ministro Plenipotenciario de Bolivia señor Fernandez: y últimamen

[graphic]

te, va V. E. á ver una carta del ex-General Echenique (obsequiada al Gobierno), en la que cuenta con el favor del Gabinete de V. E. y el del Excmo. señor don Ruperto Fernandez, nombrado por indicación suya Ministro de Bolivia cerca del Gobierno contra el que conspira y al que trata de destruir. Ef señor Fernandez tiene antigua amistad con el ex-General Echenique: contrajo con él relaciones políticas cuando mandaba en el Perú y el señor Fernandez era Prefecto de Cobija: el señor Fernandez se relaciona en Lima y tiene frecuente trato con los partidarios políticos del ex-General Echenique; y, en fin, los pormenores de los planes de trastorno de que se habla en la declaración de Larrañaga y en las revelaciones citadas, se descubren por varios conductos. Este cúmulo de datos no puede dejar de ocupar muy sériamente la atención del Gobierno, que debe velar por el orden y la tranquilidad del Perú, y en una sesión secreta en que es de todo punto conveniente imponer á la Representación Nacional del estado general del país, cuyos intereses se hallan grandemente comprometidos en el interior y exterior, hace mención, sin poder dejar de hacerla, de la parte relativa á Bolivia y á S. E. el señor Ministro Fernandez. Interpelado yo, en otra sesión secreta, si el Gobierno tenía convicción de los hechos que se atribuían al Gobierno de Bolivia y á su Ministro, contesté que el Ejecutivo en el seno del Congreso y en una sesión secretà estaba formando su conciencia con los datos que había manifestado. Y así era realmente, y por ello no tuvo otro resultado la sesión secreta que el dejar al Ejecu tivo con su acción mas expedita de lo que por entonces se hallaba. En una entrevista me indicó ligeramente el señor Fernandez lo que se decía en el público de lo ocurrido en el Congreso, y yo le contesté que no se fijase en lo que pudiera decirse de una sesión secreta (acentuando fuertemente esta palabra) y que debía contar con la cordura y circunspección del Gobierno. En nada vió después desmentido este concepto el señor Fernandez; y, sin embargo, son estos los hechos á que alude para fundar en ellos, como en un acontecimiento decisivo en su conducta, la ruptura de la negociación que le estaba encomendada. De advertir es que estos últimos hechos no podían ser sa.bidos, por falta de tiempo, por el Gobierno de V. E., para que, en consideración á ellos, ordenase al señor Fernandez la suspen sión de las negociaciones, como resulta de la lectura de la nota de 25 de Mayo.

Si el señor Fernandez se creía autorizado para hacer méri to de lo ocurrido en una sesión secreta del Congreso del Perú, pudo, á lo mas, pedir una explicación acerca de esta ocurrencia. Si no lo hizo fué, sin duda, porque reconoció que mi Gobierno estaba en su derecho, cuando tomaba en consideración los da tos mencionados y daba cuenta de ellos al Congreso, y porque vió que de este paso, digno de un Gobierno, no se había deriva

[ocr errors]

do ningun acto ofensivo ni faltamiento alguno á su caracter de Ministro Público de Bolivia.

No podrá pretender el señor Fernandez, y menos pretenderá V. E., que mi Gobierno, por consideraciones al señor Fernan. dez, despreciase y entregase al olvido aquel cúmulo de datos y noticias importantes á la seguridad del Estado. Ahora mismo no los desprecia, y es de su deber tenerlos siempre en consideración y procurar esclarecerlos para adoptar la línea de conduc. ta que determinen las verdades que puedan depurarse.

Si esto es así, señor Ministro, debo contar anticipadamente, como cuento, con que V. E. se servirá reconocer que el altimo fundamento expuesto por el señor Fernandez, para justificar su retiro, es tan insuficiente como los demás de que me he encargado en esta comunicación. Cuenta así mismo mi Gobierno con que el de V. E., en honor de su ilustración, en obsequio á la justicia, en bien de la paz y en el particular del pueblo boliviano, cuva ventura le está encomendada, querrá tener por no interrumpidas las relaciones del Perú y de Bolivia, y, por medio de francas y leales explicaciones, volver á la senda de reconciliación y armonía que su Ministro Plenipotenciaria ha tenido á bien abandonar.

Aprovecho gustoso esta oportunidad para ofrecer á V. E. los sentimientos de alta consideración, con que me suscribo su atento servidor.

JOSÉ FABIO MELGAR.

Al Excmo. señor Ministro de Relaciones Exteriores de la Repú blica de Bolivia.

[graphic]
« AnteriorContinuar »