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restablecimiento de la Legación boliviana en Lima que ha sido suspendida á causa de la denegación por el Excelentísimo del Perù á una demanda de honor y justicia que fijará aún otra vez el infrascrito.

Bastantes y muy flagrantes pruebas de este voto de civilización y americanismo tiene dadas aquella para hacerle la justicia de creer leal esta declaración. En las fervientes aspiraciones de su Gobierno ha predominado la de concluír tratados que, por el tenor de las instrucciones concedidas á su Ministro Plenipotenciario, importaban el desarrollo de la industria para ambos países, la asegurada prosperidad del comercio igual sino mayor para la República vecina, la solución definitiva por las dificultades creadas por la moneda feble, y la designación de bases convencionales mas amplias, mas liberales y de mas tracendencia que cuantas hasta el presente habían servido de puntos de partida á diferentes tratados.

Pero ha surgido una cuestión previa, de la que le es imposi ble prescindir al Gobierno de Bolivia.

Mas de dos años hace que el orden interior es amenazado y sacudido por emigrados bolivianos residentes en el Perú. Cuatro invasiones armadas todas en él se han desprendido sobre Bolivia.

Todo género de reclamaciones para prevenir estos abusos del derecho de hospitalidad han sido inútiles. Antes de la negociación acreditada en Lima, se han repetido con escándalo y durante ella misma ha crecido de punto su gravedad.

Los mismos documentos de la autoridad de Puno, que han visto la luz pública, demuestran su manifiesta incuria y lo deleznable de sus justificativos, tanto como los que ha aducido el Prefecto de Moquegua.

En vista de estos antecedentes, Bolivia puede pedir el castigo de esos funcionarios que, en sus mezquinas prevenciones, tantos males habian irrogado á una República hermana.

Pudo pedir, cuando menos, la separación, como gaje de seguridad, de esas mismas autoridades.

Entretanto, ninguna de estas demandas ha sido el objeto de sus insistencias.

Reclama tan solo el mínimo de toda satisfacción humana, la última forma de garantía, la mas nímia, la mas fácil respongabilidad aplicada á los agentes peruanos y que importa para ella su vida moral, porque es la salvación del honor.

Demanda, simplemente, la reprobación explícita y pública de la conducta observada por los Prefectos de Puno y Moquegua en los acontecimientos tantas veces notados.

Solo así quedará resuelta la única cuestión prévia que ha motivado esta discusión, y le será grato al infrascrito dar una confirmación práctica á las varias afirmaciones que ha tenido

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el honor de manifestar al Excelentísimo señor Melgar, del que se suscribe atento servidor señor

TOMÁS FRÍAS.

Excmo.-señor Ministro de Relaciones Exteriores del Perú.

MISIÓN DEL DOCTOR DON JUAN MANUEL Polar

R. P.

Ministro Residente del

Perú en Bolivia

Lima, julio 11 de 1859.

Al señor Ministro de Relaciones Exteriores.

Señor:

Cumpliendo con el deber que me impone la ley, y la órden suprema de 28 de Mayo último, tengo la honra de dar cuenta de la comislón que se me encargó hasta este día, en que he ingresado á esta Capital, poniendo en conocimiento del Supremo Gobierno los sucesos que han ocrrido en mi viaje, en cuan. to tiene relación con la politica, por cuya razón no debo dejarlos desapercibidos.

Con fecha 24 de Mayo, participé á US. la continuación de mi marcha de Puno á la Paz, que, en efecto, se verificó. Ha- . biendo llegado al pueblo de Juli el día 26, recibí la noticia, dada por don Manuel Chamorro, de que el Comandante militar de la frontera de Bolivia habia comunicado al de la del Perú, que el señor Ministro don Ruperto Fernandez se había retira

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do de esta Capital, y pasó por Nasacara de regreso á Chuquisaca, á consecuencia de desaires que decía se le habian hecho por nuestro Gobierno. Con esta noticia pasé á Zepita, en donde supe que el mismo Comandante militar de Bolivia participó resultar falso el aviso del señor Fernandez.

El 28 pasé el Desaguadero á las doce del día, y llegué á Huaqui en donde se hallaban los oficiales peruanos don Eduardo Loza y don César Doría.

El 30 estuve en la ciudad de la Paz, y encontré que se glosaba generalmente la retirada del señor Fernandez en los términos ya dichos; y mediante las indagaciones que hice para descubrir el origen de esa voz, obtuve la razon dada, entre otras personas, por una fidedigna, de que el señor Fernandez había escrito á Arica, anunciando su arribo á este puerto para el 1. de Junio, con dirección á Cobija.

Debo hacer notar á US. que en la Paz corría tambien la voz de que sus vecinos tenían hechas secretamente actas, pidiendo su anexación al Perù, y que consideraban á la legación interesada en proteger estos trabajos: así es que el 2 de Junio amane. cieron algunos pasquines, en que se decía "que sobre la cabeza del Ministro Peruano se había de levantar una columna como la de Ingavi; y que no querían la Federación con el Perú." Cualquiera que fuese la fuente de donde emanaron los pasquines, la parte sensata é ilustrada de la Paz los despreció altamente y me manifestó su reprobación con expresiones bastante satisfactorias.

El 4 de Junio se tuvo en la Paz noticia de lo acaecido en el Cuzco el 23 de Mayo; y dando á esto la importancia que verdaderamente no tenía, pues complicaban el movimiento de in surrección con los que suponían ocurridos en Arequipa, Puno y Tacna, se felicitaban algunas personas creyendo inevitable y muy segura la caída de nuestro Gobierno actual, la cual era considerada como base necesaria para sus miras ulteriores.

El General Echenique se hallaba en Caracato, y al saber el movimiento del Cuzco, pasó la frontera, de donde dirigió propios á varios puntos de esta República; y supe poco despues que regresó al lugar de su residencia, viendose cruzado por el General Castillo.

Como el Gobierno de Bolivia se hallaba en Chuquisaca, preparé la continuación de mi marcha para esa Cipital; y cuando me hallaba corriente, recíbí, en la noche del 8 de Junio, el correo de Gabinete que me llevó la órden de contramarchar en los términos expresados en la comunicación de US. de 28 de Mayo referido. En cumplimiento de este mandato supremo, dispuse inmediatamente mi retirada de la Paz, obteniendo el correspondiente pasaporte del jefe politico; y la habría efectua do á la hora, si la falta de movilidad no me hubiera detenido hasta el 9, en que salí con bestias de posta hasta Zepita.

Antes de partir de la Paz, se me anunció que a mi retirada y cuando llegase á la raya había de estallar en Juli una revolución; pero tal noticia era nada delante de la órden de mi Gobierno que debía cumplir y cumplí ciegamente; y aunque se intentó con exigencia mi demora, preferí entregarme á los azares de la revolución en mi patria, antes de exponer mi posición á cualquier desaire que pudiera habérseme hecho en la Paz, á consecuencia de lo que se decía desde antes sobre la retirada del señor Fernandez, cuyo dicho se sostuvo hasta entonces sin disminuirse en nada los términos en que se hizo circular.

Al llegar en mi retirada al pueblo de Huaqui, se me pidió pasaporte á nombre del Coronel Loza, como encargado del corregidor que se hallaba ausente, y exhibido al mismo Loza negó ya que tenía parte en la autoridad local.

Entré á Zepíta el 11 y á las tres horas se me dió aviso de haberse efectuado en Juli el movimiento anunciado, ejecutándose éste por don Manuel Chamorro y los gobernadores de Habe y Juli, proclamando la constitución de 356 y poniendo á la cabeza de la revolución al General don Fermín Castillo, que, con el doctor don Manuel Toribio Ureta, se presentaron el 14 en Pomata y desaparecieron el 16 á las 2 de la mañana.

La falta de movilidad me detuvo dos días en Zepíta, é im. pidió dirigirme á Tacna como lo tenía resuelto; y habiendo pa. sado á Pomata en bestias de posta bajo el maudo de los reva lucionarios, fuí tambien detenido en este pueblo por órden reiterada de Chamorro, hasta que el General Castillo y demas secuaces abandonaron el puesto con dirección á Yunguyo, y fué éste el acontecimiento que me abrió paso franco, y de allí has ta esta Capital.

Sensible me es, señor Ministro, dar cuenta de mi comisión, reduciéndola á la relación simple de una marcha; pero sabe US. muy bien que no me ha tocado otra suerte; y que no habiendo presentado mis credenciales al Gobierno de Bolivia, no entré en el desempeño de la misión pacífica que se me confiara; ni hice nada en tal sentido conforme á las instrucciones que recibí. Devuelvo por lo mismo la carta autógrafa.

Solo por datos confidenciales de personas inteligentes, puedo decir á US. que existen en circulación en Bolivia y la República Argentina, de cinco á seis millones de moneda feble boliviana; que en Potosí se acuñan anualmente dos millones de pesos; y que la casa de moneda de la Paz, en que se amonedaban quinientos mil pesos cada año, se halla cerrada, segun se dice vulgarmente, por falta de fondos para pagar los empleados.

La senora viuda del Cónsul General don Teodoro Zevallos no pudo entregar prontamente el archivo de la Legación que se me encargó recoger: en los momentos de mi retirada de la Paz ofreció mandarlo directameute al Supremo Gobierno por Islay ó Arica; y solo puso en mis manos el sello que acompaño.

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Dígnese US. poner en conocimiento de S. E. el Libertador Presidente de la República cuanto llevo dicho, aceptando las consideraciones de profundo respeto con que soy, de US., obseenente, seguro servidor.

Por suprema resolución de 1." de Agosto de 1859 fué aprobala la conducta del expresado Ministro doctor don Juan M.. Polar.

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