El Mulato placido o El poeta Martir: novela histórica orijinal

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A. y M. Echeverria, 1875 - 232 páginas
 

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Página 144 - Allí fui yo por mi deber llamado, Y haciendo altar la tierra endurecida, Ante el sagrado código de vida, Extendidas mis manos, he jurado: Ser enemigo eterno del tirano: Manchar, si me es posible, mis vestidos Con su execrable sangre, por mi mano Derramada con golpes repetidos, Y morir a las manos de un verdugo, Si es necesario, por romper el yugo.
Página 210 - SER de inmensa bondad, Dios poderoso, a vos acudo en mi dolor vehemente; extended vuestro brazo omnipotente, rasgad de la calumnia el velo odioso y arrancad este sello ignominioso con que el mundo manchar quiere mi frente.
Página 210 - Todo lo podéis vos, todo fenece o se reanima a vuestra voz sagrada; fuera de Vos, Señor, el todo es nada, que en la insondable eternidad perece; y aun esa misma nada os obedece, pues de ella fué la humanidad creada.
Página 148 - Me amas, Flora, y más cantares te haré que perlas llueve la aurora sobre la flor del café. Ser fino y constante juro, de cumplirlo estoy seguro, hasta morir te amaré ; porque mi pecho es tan puro como la flor del café.
Página 148 - De un poeta el juramento En mi vida creeré, Porque se va con el viento Como la flor del café. Cuando sus almas fogosas Ofrecen eterna fe, Nos llaman ninfas y diosas, Más fragantes que las rosas Y las flores del café. Mas cuando ya han conseguido, Cual céfiro que embebido En el valle de Tempé, Plega sus alas dormido Sobre la flor del café.
Página 210 - O se reanima a vuestra voz sagrada: Fuera de vos. Señor, el todo es nada, Que en la insondable eternidad perece, Y aun esa misma nada os obedece, Pues de ella fué la humanidad creada. Yo no os puedo engañar, Dios de clemencia...
Página 148 - También la mujer se deja Picar de cualquier abeja, Como la flor del café. Quiéreme, trigueña mía, Y hasta el postrimero día No dudes que fiel seré: Tú serás mi poesía, Y yo, tu flor del café. A tu...
Página 227 - Adiós, mi lira; a Dios encomendada queda de hoy más; adiós; yo te bendigo; por ti serena el ánima inspirada desprecia la crueldad de hado enemigo. Los hombres te verán hoy consagrada; Dios y mi último adiós quedan contigo; que entre Dios y la tumba no se miente.
Página 147 - Prendado estoy de una hermosa por quien la vida daré, si me acoge cariñosa, porque es cándida y graciosa como la flor del café. Son sus ojos refulgentes, grana en sus labios se vé, y son sus menudos dientes, blancos, parejos, lucientes, como la flor del café. Una sola vez la hablé, y la dije: "Me amas, Flora, y más cantares te haré que perlas llueve la aurora sobre la flor del café.

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