Imágenes de páginas
PDF
EPUB

consejo la norma de sus procederes. Se empeñará en dispensar el bien y huirá de causar mal, sin exepcion de personas. En los casos de deber indeclinable, dulcificará al perdidoso el desagrado, la pena al delincuente. Tal se porta notablemente como juez; tal se portará como primer Majistrado de la provincia. Ejerce la gobernacion de ella temporalmente, cuando, prendada de sus afanes, la Diputacion respectiva le coloca en el lugar preeminente de la terna; y la administracion general con gustosa deferencia al voto público, le nombra Gobernador propietario. Puesto entónces (1850) en situacion de copcentrar su interes en la tierra de su nacimiento, desenvuelve en pro de ella infinitos recursos. Se recuerda su desempeño como uno de los mas benéficos y fecundos, Padre, que no señor de los gobernados, los lleva por la carrera de la paz, conciliacion, prosperidad y engrandecimiento. Favorece la propagacion de las luces. Funda un instituto industrial para recibir de Europa máquinas con que aprovechar plantas textiles. Realiza obras útiles, puentes, composicion de caminos, cárceles y otras. Acaba la iglesia hoi catedral de la diócesis de Occidente. Aplica sus cuidados al colejio, hospitales, impuestos, distribucion de aguas, cria de ganado y bestias, etc. Maneja el tesoro al compas de la lei, norma de todos sus actos. He aqui al señor Aguinagalde en tiempos bonancibles. ¡Con qué majested vamos á verle en los procelosos!

Corre el año de 1854. Trámase una revuelta. El primer grito de ella suena en un estremo de la provincia de Coro. Cauto y sagaz, al contemplar turbada la tranquilidad en territorio comarcano, se apercibe para el peligro, Duplica la vigilancia, exita el celo, allega armas, municiones, fuerzas. En breve forma en solo la capital un núcleo de mil soldados, y en los demas cantones hace aprestos correspondientes. No teme por la seguridad, ménos allí donde él reside. Pero el incendio se derrama, y ya invade á Quíbor y Siquisique. Penetra en sus oidos el rumor de que á su lado mismo se conspira. Le denuncian á los dos jefes de la guarnicion por cómplices del plan proditorio. Le sujieren que lo frustre anticipándose á prenderlos. A todo se niega con pertinaz repulsa. Gallardo en sus pensamientos, derecho en sus caminos, leal sobre los mas leales, no da cabida en sa grande alma á la sospecha contra esos servidores de su confianza. Se le pintan en la imajinacion sus graves deberes, las ideas del honor militar, sus protestas cuotidianas, todas las prendas de su adhesion; recuerda las gracias, las distinciones, los ascensos á ellos conferidos; piensa en lo cabal de los antiguos conmilitones, en el horror de la infidencia; y concluye que no pueden ser aleves los delatados. Augusto hijo de la virtud, envejecido en el culto de la conciencia, sin tu aversion á juzgar mal de los que siguen la noble profesion de las armas, habrias muerto en el lecho del justo, confortado de los auxilios de la relijion, protejido del afecto y consuelos de tu esposa y descendiente, asistido de tus muchos deudos y amigos, y entre los sollozos de los beneficiados. Tu funesta, aunque sublime credulidad, te hundió en precipitado sepulcro. Nunca se comprobó mas tristemente la terrible verdad de la divina sentencia: "Maldito el hombre que fia de otro hombre."

Amanece el 12 de Julio. Se repiten los avisos que él guarda apénas leidos. En aquella propia mañana, como para tenderle sobre

los ojos mas espesa tiniebla, uno de los principales conspiradores se le llega en su habitacion, le representa necesidades, y le demanda so-corro. El señor Aguinagalde le suministra cuanto dinero trae consigo. A corto rato entra el señor José Parra, jefe político de Cabudare, que va á ponderar con él lo crítico de las circunstancias. Al principio opone la contradiccion habitual, cuenta lo acabado de suceder con uno de los sospechosos, y saca un papel, olvidado como los otros, que contiene el mas fresco anuncio de la tormenta. Sin embargo á vista de tales y tantos informes, y de la seguridad de las aseveraciones del amigo y compañero, empieza á vacilar, y ya dispone el ánimo á la persuacion de ellas. Ah! era tarde! Le convida á almorzar, para seguir despacio la discusion del asunto. Departiendo en la mesa entre las once y las doce del dia, oyen inopinadamente el sonido de un cohete y luego clamores lejanos. Como sea la señal convenida, salen veloces á la calle los conjurados, depuesta ya la máscara, amotinan los cuarteles, apellidan el triunfo con espantable voceria. La jente se desala á guarecerse, ciérranse puertas y ventanas, retrátase el pavor en los semblantes, pásmanse los partidarios de la legalidad, la consternaciou reina lúgubre por todas partes. La casa del Gobernador la sorprender mercaderes de sangre, dividiéndose en tres grupos. Uno se abalanza al señor Aguinagalde, que, al mirarse solo contra tantos, perdido sin remedio, no por eso flaquea, toma sí impertérrito dos pistolas, las dispara sucesivamente al cercano agresor, y no inhabilitándole, recibe de él mortal puñalada. Por un postrero y pujante esfuerzo, lucha con el sicario, le arrebata el arma, le causa daño igual al suyo, cuando otro se acerca y con mano invisible le sepulta una daga en el cuello. Al nuevo golpe, expira, invocando á la madre de Dios. Así, en la hora de las traiciones, cae el repúblico veterano, más cae fiel á su relijion, fiel á su patria, fiel á su gobierno, fiel á su honra, fiel á su causa, fiel á su projenie y fiel á sus antecedentes. El odio se encruelece en su cadáver. Despues de insultado por vario modo, lo envian al cementerio á escondidas y en miserables andas. Allí rindió ademas la vida el señor Parra; Fué derribado exangüe el señor Pedro Planas, afin del gobernador; los otros compañeros de él en el mal punto de la trajedia hallaron su salvacion en la fuga. Inmerecido, indisculpable, inútil crímen; pero que realza el concepto de la importancia y enerjia de la víctima en el ánimo de los fementidos.

El país entero fulmina su anatema contra tal rebelion; y en pocos dias la deshace el Libertador de los esclavos, cuya memoria quedó vinculada en aquella lei esplendente de absoluta emancipacion, con la cual fué quebrado el último anillo de nuestras cadenas.

Desastroso fin cupo á los pobres instrumentos de la ejecucion, desde el primer agresor, á quien, luego de consumada, remató un amigo del difunto, en espontánea y justiciera represalia.

Aguirre. (DON LOPE DE )-(a) el tirano.-En Agosto de 1561, gobernando la provincia de Venezuela el Licenciado Pablo Collado, se tocó al arma en todos los pueblos de su litoral por haber llegado á la isla de Margarita con su escuadra el tirano Lope de Aguirre. Mui conocida es la historia de este personaje cuyo nombre es motivo aun, despues de 322 años de su muerte, de fábulas y consejas que corren como verídicas entre el pueblo. Nació Lope de Aguirre en la Villa de Oñate, de la provincia de Guipúzcoa en España, de buena familia, y

segun Oviedo: ** su persona fué siempre à la vista despreciable, por "ser mal-encarado, mini pequeño de cuerpo, flaco de carnes, grande "hablador, bullicioso y charlatan; en compañia ninguno mas teme"rario, ni solo mas cobarde; de ánimo siempre inquieto, amigo de "sediciones y alborotos; y así en más de veinte años que vivió en el “Perú, aunque su ejercicio era domar potros, y hacer caballos, no "hubo levantamiento ni motin en que no tuviera prenda. El año de 1559 gobernaba el Perú Don Andres Hurtado de Mendoza Marques de Cañete, el que, sea por salir de muchos individuos que estorbaban á la buena marcha de su Administracion ó porque en realidad creyera en la existencia del Dorado, organizó una expedicion para conquistarlo; expedicion que confió al Jeneral Pedro de Ursua, de nacion Navarro, que gozaba de gran fama por su prudencia y valor, dándole el título de Gobernador del Dorado, bajo cuyo nombre debian conocerse las conquistas que hiciese. En los últimos dias de Setiembre de 1560, salió la expedicion del Perú hácia el rio de los Motilones donde estaban preparadas las naves en que debian descender el Amazónas que entónces llamaban de Orellana; entre sus fuerzas llevaba Ursua, ademas de Lope de Aguirre otros muchos de su misma condicion, entre los que sobresalian Lorenzo de Salduendo, Juan Alonso de la Valdera, Cristóval de Cháves, Alonso de Villena, Alonso de Montoya y otros, acostumbrados á motines, escándalos y tumultos. Entre los oficiales llevaba Ursua un jóven llamado Don Fernando de Guzman, á quien Aguirre y los demas alborotadores convidaron para un plan de insurreccion contra su jefe, ofreciéndole nombrarlo Jefe de la expedicion, lo que el jóven aceptó, por su desgracia. Despues de navegar como 700 leguas Amazonas abajo, llegaron á un pequeño pueblo llamado Machifaro, donde mataron á puñaladas á Pedro de Ursua y su Teniente Juan de Várgas, se apoderaron del mando y proclamaron por Jefe á Guzman y por Maestre de Campo á Aguirre, poco despues resolvieron regresar al Perú, desconocer el Rei de Castilla y jurar por Rei del Perú á Guzman. No pensaba Aguirre sino en la manera de hacerse el Jefe de la expedicion, y ayudado de unos ochenta malvados que le obedecian en el ejército, fué deshaciéndose poco á poco de los que podian estorbarle sus planes, y sus primeras víctimas fueron Lorenzo de Salduendo, Doña Ines de Atienza, Gonzálo Duarte, Alonso Montoya, Miguel Bodebo, Miguel Serrano, Baltazar Cortés y el Capellan del Ejercito, Licenciado Alonso Henao, y por último al mismo Fernando de Guzman, tres meses y medio despues del asesinato de Ursua. Entónces se declaró Aguirre Jefe de aquellas tropas, y poniendo al rio el nombre de Marañon, llamó sus tropas Nacion Marañona, y determinó volverse al Perú, con la esperanza de adueñarse del poder; pero no pudiendo remontar otra vez al rio para entrar por donde habian salido, siguió rio abajo para salir á la costa del mar y penetrar en el Perú por otra parte. Llegado á la boca del Amazonas, puso rumbo á la isla de Margarita, que avistó á los 17 dias de trabajosa navegacion. Aguirre fué á fondear al puerto que llamaban Paraguache, que desde esa fecha fué conocido con el nombre de Puerto del Traidor, á cuatro leguas del de Pampatar; antes de saltar á tierra hizo ahorcar Aguirre á dos de sus compañeros, Diego de Alcaraz y Gonzalo Tiral de Fuentes. El lunes 19 de Julio de 1561 saltó á tierra Aguirre, acompañado de unos pocos

de los suyos, y alli con engaños sorprendió á las autoridades, y despues de haber mandado ahorcar á uno de los suyos nombrado Sancho Pizarro, puso preso al Gobernador de la Isla Don Juan de Villandrando, al Alcalde Manuel Rodriguez, al Rejidor Andres de Salamanca y á otros vecinos notables, y entró á Pampatar en son de conquistador; echó abajo las puertas de las casas que servian de oficinas de la hacienda real, y razgó los libros, forzó las cajas y extrajo cuanto dinero habia, y una porcion de perlas procedentes de los quintos de las pesquerías de Cubagua, y publicó un bando ordenando que todos los vecinos presentasen las armas, dinero y prendas que tuviesen, pena de la vida. Allí cometió todo género de crímenes y desordenes, despues de haber mandado ahorcar á Henriquez de Orellana, oficial suyo, y á Juan de Villaloro y Luis Sanchez del Castillo, que se le habian desertado, á Juan de Turriaga, uno de sus oficiales, por el crímen de tener mui buen carácter y corteses modales, y al Gobernador Villandrando, al Alcalde Rodriguez, al Aguacil mayor Don Cos-, me de Leon y á Juan Rodriguez, criado del Gobernador. El instrumento de todos estos crímenes de Aguirre, fué su Maestre de Campo Martin Pérez, tan infame y malvado como él, pero habiendo tenido Pérez un disgusto con un Cristóbal García, este le delató á Aguirre como traidor, lo que bastó para que le mandáse dar de puñaladas con un fulano Cháves. Hallábase por aquella época en la costa de Maracapana el Padre Frai Francisco de Montesinos, Provincial de la órden de Sto. Domingo de la isla Española, ocupado en la conversion de los indios, y que tenia á sus órdenes un buque bien montado y artillado; sabiéndolo Aguirre mandó 18 hombres al mando del oficial Pedro dé Monguía, para que lo apresasen, pero Monguía y sus compañeros que deseaban separarse de Aguirre, horrorizados de sus crímenes, se presentaron al Provincial y le declararon todo, quedándose con él; este los desarmó, pues desconfiaba de ellos, y haciéndose á la vela, llevó parte de lo que pasaba á Borburata y Sto. Domingo, pero ántes se fué á cruzar por la isla de Margarita á ver si podia prestar algun auxilio á sus habitantes; Aguirre vió el buque, y puso al Provincial una carta que este contestó dando consejos á Aguirre; los que irritaron tanto á aquella fiera, que ella fué el motivo de haber mandado dar muerte al Gobernador y demas vecinos que murieron con él. Resolvió Aguirre embarcarse de nuevo despues de haber cometido allí otros crímenes matando á Simon de Sumorostro, Ana de Cháves y otras personas, siendo el último, ya en momentos de embarcarse, su Almirante Alonso Rodriguez, por el solo hecho de haberle dicho en la playa que se apartára un poco para que no lo mojara la reventazon del mar. El dia 7 de Setiembre llegó Aguirre á Borburata, cuyos vecinos huyeron todos al divisar las embarcaciones, pues ya estaban avisados, y retirándose á los montes despacharon aviso al Gobernador Pablo Collado que se hallaba en el Tocuyo. El Gobernador Collado, no era hombre de armas ni tenia valor para las funciones militares, y asi nombró por Jeneral para que defendiese la Provincia á Gutierrez de la Peña y despachó aviso á Pedro Bravo de Molina Justicia mayor de Mérida y á Diego Garcia de Paredes, rogándoles le ayudasen en esta tremenda situacion, los que correspondieron al llamamiento viniéndo con fuerzas á favorecer á Collado. Aguirre saltó en tierra, media legua distante de la poblacion de Borburata, esperando que como en

[ocr errors]

66

66

Margarita, irian á él los vecinos, pero viendo al dia siguiente que no aparecia nadie, mandó matar, para dar principio á sus horrores en esta parte de Venezuela, á un soldado suyo de nacion portugués, llamado Antonio de Faria, por el crímen de haber preguntado si Borburata era una isla ó tierra firme. Envió Aguirre algunas guerrillas á explorar los alrededores y estas consiguieron prender á Benito Cháves, Alcalde de Borburata, Don Julian de Mendoza, y Amador Montero, á quien trató bien porque se le pareció á su padre. Levantó su campo Aguirre de Borburata, y se vino á Valencia, sembrando siempre su camino de sangre; allí hizo algunos prisioneros entre los que estaba el Cura de Margarita, Pedro de Contreras, á quien dió libertad despues que le ofreció bajo de juramento enviar al REI FELIPE, II la siguiente carta: "REI FELIPE, natural español, hijo de Cárlos invencible, Lope de "Aguirre, tu mui mínimo vasallo, cristiano viejo de medianos padres, แ y en mi prosperidad hijo-dalgo, natural Bascongado en ese reino de España, y en la villa de Oñate vecino, pasé en mi mocedad el mar "Océano á las partes del Perú, por valer mas con la lanza en las manos, y por cumplir con la deuda que debe todo hombre de bien; "asímismo, en veinte y cuatro años te he hecho muchos servicios "en el Perú en conquista de indios, y poblar pueblos en tu servicio, especial en batallas, y reencuentros, que ha habido en tu nombre, "siempre conforme á mis fuerzas sin importunar á tus oficiales por "paga, ni socorro, como parecerá por tus reales libros; bien creo "cristiano Rei, y Señor, aunque para mí y mis compañeros tan ingra"to á tan buenos servicios como has recibido de nosotros, aunque "tambien creo te engañan los que te escriben de esta tierra, como "estás tan léjos; avísote Rei y Señor, lo que cumple á toda justicia, "y rectitud para tan buenos vasallos como en esta tierra tienes, aunque yo, por no poder sufrir mas las crueldades que usan estos tus "Oidores, Vireyes y Gobernadores, he salido de hecho con mis com"pañeros (cuyos nombres despues diré) de tu obediencia, desnatura"lizados de nuestras tierras, que es España, y hacerte en estas par"tes la mas cruel guerra, que nuestra gente pudiere sustentar; y "esto creed, Rei, y Señor nos ha hecho el no poder sufrir los grandes "apremios y castigos, que nos dan estos tus ministros, que por reme"diar sus hijos y criados, nos han usurpado nuestra fama, vida, y "horra; qué lástima! O Rei! el mal tratamiento que se nos ha he"cho; y así, manco de mi pierna derecha de dos arcabuzasos que me "dieron en el valle de Coquimbó con el Mariscal Alonzo de Alvarado, "siguiendo tu voz y apellido contra Francisco Hernandez Jiron, re"belde á tu servicio, como yo y mis compañeros al presente lo somos, y serémos hasta la muerte, porque en esta tierra tenemos tus "pendones por de ménos crédito, que los libros de Martin Lutero, pues "tu Virei el Marques de Cañete, malo, lujurioso, ambicioso, y tirano, "ahorcó á Martin de Robles, hombre señalado en tus servicios, y al bra"vo Tomas Vasquez, conquistador del Perú y al triste de Alonzo Díaz, แ que trabajó mas en el descubrimiento del Perú, que los exploradores "de Moisés, y á Piedrachita, buen capitan, que rompió muchas batallas "en tu servicio, y aun en Pucaba ellos te dieron la victoria porque si no se pasaran, hoi fuera Francisco Hernández señor del Perú; y no "tengas en mucho el servicio que tus Oidores te escribieron que te

[ocr errors]
[ocr errors]

« AnteriorContinuar »