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don Francisco Jara, capellán de las monjas de la Plaza; maestro don Andrés de Riveros, cura actual de Santiago de la Frontera; maestro don Ignacio Modor, cura que fue de Mendoza, comisario de la Santa Cruzada y Inquisición; maestro Sebastián Poyancos; maestro don Francisco Pavón, maestro don Joseph Toro; sin otros muchos graduados de bachilleres en artes, los cuales obtuvieron los dichos grados en virtud de nuestras facultades en la publicidad de nuestras escuelas, cuyo copioso número de actos positivos justificados con todas las circunstancias de haber legitimamente cursado el tiempo que el Derecho dispone, califica la notoria justicia de mi sagrada Religión en la posesión y propiedad de dicha Universidad.

Y descendiendo á la satisfacción de la injuria de contrario deducida cerca de que en espacio de cien años no han producido ningún efecto las misiones de mi sagrada Religión, se hallará que en la tierra de paz se mantienen doce misiones, con copia, cuando menos, de 28 á 30 sujetos sacerdotes que asisten continuamente á la predicación del Santo Evangelio y administración de los santos sacramentos; y si mediante la dicha predicación no se ha reducido al cristianismo toda la tierra, no es defecto ni falta de trabajo de los dichos misioneros, porque el recibir nuestra santa fee consiste en la voluntad de los naturales de la tierra, y como quiera que éstos de todo corazón aborrezcan la nación española y su católica religión, teniendo poseído el corazón de la torpeza de sus vicios, no es defecto de los misioneros el que quieran perseverar en aquella naturaleza que apetecen para no apartarse de su brutalidad.

Y para que de contrario no se ignore la utilidad que recibe este reino al abrigo de los crecidos trabajos con que mi sagrada Religión ha conseguido el estado de la paz y su conservación, hago presentación del Manifiesto y apologético que en defensa de iguales calumnias ha escripto el P. Domingo Marín, catedrático que fue de sagrada teología moral en esta dicha Universidad, fundador y superior de la nueva misión de Boroa, donde actualmente reside, siendo superior juntamente de todas las misiones que están á cargo de dicha mi sagrada Religión, quien en dicho Manifiesto hace demostración de la verdad en las operaciones de dichas.

misiones, y se satisface à la dificultad de que en tanto tiempo no se haya convertido todo el gentío de los bárbaros.

Bastantemente es peligroso el resolver sin tocar con el conocimiento las causas, cuya razón da méritos á que de parte de mi Religión se proponga que el no haber experimentado los padres predicadores del señor Santo Domingo las fatigas, penalidades y trabajos de las misiones, dió motivo á que con facilidad acusase á mi Religión Sagrada de no haber obrado cosa alguna en un siglo, y sólo se propone á la consideración de la dicha Religión de Predicadores reconozca que en el ejercicio de las dichas misiones pasan más los trabajos y peligros que se experimentan, que si se les diese to. do el situado entero en asignación y contribución de su trabajo.

Lo primero, porque conocida la poca constancia de los indios y cuan mal seguros son en su palabra en la experiencia de las veces que la han quebrantado, asolando los lugares poblados, robando y cautivando sus habitadores y privando de la vida á los más, no se puede negar el conocimiento del peligro en que viven los misioneros, expuestos á perder la vida cada y cuando los dichos indios pretenden rebelarse, sin tener más muros ni ejércitos que los defiendan sino sólo su paciencia.

Lo segundo, porque no es de menos entidad el extrañarse los dichos misioneros de la residencia en los lugares políticos, habitando sólo entre bárbaros insociables; y si en las demás Religiones se tiene por fatiga el pasar, el que es conventual en esta ciudad, á otra casa donde no carecen de república, considérese si es mérito ó nó el que los dichos misioneros se mantengan en las dichas misiones, no el espacio de un trienio, sino muchos años continuados, no siendo lo menos lo que padecen dichos misioneros en su ejercicio, dejándose de expresar en este escrito las demás calamidades que actualmente se toleran, por contenerlas el dicho Apologético.

No es el celo de la religión católica el que mueve á muchos á emular á mi Religión, sino el calor del interés, juzgando que en la asignación de los sínodos reporta dicha mi Religión gran conveniencia; y se convence, puesto que si á la emulación diera méritos el celo de Dios, viendo que

hacían tan poco fruto los dichos misioneros, emprendieran la predicación los que la emulan; de que se sigue que el interés es quien los altera.

No hay fortuna más envidiada que la de los mineros, considerándose de lejos su riqueza, pero no se discurre en el trabajo con que la consiguen (si hay algunos), ni los gastos que preceden á la utilidad que logran, siendo éstos, á las más veces, tan crecidos, que de ordinario los tienen empeñados; y esto es lo que sucede á los misioneros, que no ajustándose la cuenta de lo que mi Religión sagrada gasta en mantenerlos, les parece á muchos que de el sinodo reporta mi Religión grande utilidad, siendo así que de ordinario se halla empeñada por sus crecidos gastos, y hoy con más exhorbitancia en dichas misiones, por haber algunos años que no se les acude con lo asignado de vuestro real sinodo.

Y es digno de notar que no faltando los misioneros de mi Religión sagrada de los lugares en que ejercitan su obligación, sean notados del estipendio y limosna asignados para su congrua, cuando el resto del real situado se convierte en los sueldos que tiran los oficiales militares y cuerpo de dicho real ejército, estando muchos de ellos fuera de sus tercios y banderas, ocupados en sus particulares conveniencias, obligando á la vigilancia de vuestro gobernador á promulgar diversos bandos para que asistan en sus cuarteles, acudiendo promptos al pagamento del sitúado, aunque pudiera excusar á dichos militares la dilación de dichos situados. Pero ni esto retarda à dichos misioneros para desamrar sus puestos, viviendo los militares sobre el seguro de la paz, mantenida y conservada al calor y fomento de dichos misioneros, que trabajan, tanto en la conversión de los infieles como en templar y sosegar su ánimo belicoso, consumiendo lo más de sus asignaciones en socorrer á los dichos indios, en cuya correspondencia no se atreven á movimiento alguno por no perder el seguro del asilo que tienen en dichos misioneros, como lo podrá testificar vuestro gobernador actual, pues no ignora que los más seguros muros en que se defiende la parte católica son los dichos misioneros.

Aunque se diga por relación, que se contiene en cédula de 11 de Mayo de 1697 años, que no bastará el situado para mantener los dichos misioneros, lo referido es sin substan

cia, pues componiéndose el real situado de cerca 30 mil pesos de que sólo percebían los misioneros que había en dicho tiempo, según el informe que se hizo á vuestra real persona en vuestro Real Consejo, 2928 pesos, que es la suma de las cuatro misiones que se pagaban deste dicho situado á razón de 732, para cada misionero, de que consta el exceso grande que resulta de dicho situado; siendo digno de notar que habiendo vuestro gobernador presente, como notoriamente consta en dicha vuestra real cédula, solicitado el que las demás Religiones y sacerdotes seculares se destinasen á la dicha predicación, y habiendo sido el informe que se hizo por el dicho vuestro gobernador por cartas de doce y veinte y seis de Septiembre de 1692 años, desde entonces hasta el presente no se halla que la dicha solicitud haya tenido efecto mas que sólo en la seráfica religión de de San Francisco y la mía, que prompto salieron á cumplir con el cargo de su obligación, sin que haya la sagrada Religión de Predicadores cooperado á este tan arduo aunque loable ejercicio de misiones, ni menos del clero: porque es visto cuán sin fundamento procedió la dicha Religión de Predicadores en las preces que hizo á Su Santidad por medio de su procurador general el R. P. M. fray Nicolás de Montoya.

Y es digno de reparo que vuestra real persona en dicha cédu la de suso mande con privación el que puedan erigir en adelante en dichas misiones colegios incoados, siendo tan manifiesto el útil y provecho grande que se sigue así á vuestra Real Corona, como el augmento y conservación de la cristiandad el que hacían dichos colegios incoados, y porque dicho vuestro gobernador para dichos informes que hizo á vuestra real persona, luego que entró al gobierno de este reino, careció del lleno de las noticias en este particular, por ser estatutos y leyes municipales, me es preciso proponer á V. A. lo que son y para qué fin dichos colegios incoados.

Tiene mi sagrada Religión en esta provincia del reino de Chile tres casas, que son, las de Arauco, Buena Esperanza y Chiloé, las cuales tuvieron su principio sólo de misiones, manteniéndose en cada una de ellas el limitado número de dos sujetos, que se sustentaban á merced del sinodo que se les senaló por vuestra real persona en los efectos del real situado, y como quiera que, movida la piedad y la caridad de

algunos fieles, dejasen á estas casas los limitados propios de dos viñas en la estancia que llaman del Rey y Manquehue, cuyos cortos frutos dieron mérito á que comenzasen á tener el ser y naturaleza de colegio, añadiéndose en cada uno de ellos otros dos o tres sujetos á los dos misioneros para que ayudasen á llevar el peso de la predicación del santo evangelio entre fieles é infieles; empero, como los frutos de estas cortas haciendas no fuesen suficientes para mantener colegio absoluto, que es el que tiene en sus propios todo lo suficiente para mantener los religiosos, á diferencia de los colegios incoados, que son aquellos que sólo tienen principio de propios, pero no lo necesario para poder sustentar la copia de religiosos que se necesita para entender en la enseñanza de la juventud, así en escuelas de leer y escrebir, como en las de latinidad, retórica, artes y sagrada teología, es visto que tanto cuanto se dilatasen en la frontera y demás provincias interiores de este reino poseídas de la infidelidad, tanto más se facilitarán los medios de la predicación, pues estando de residencia en sus colegios, de necesidad había de ser continua la predicación; cuyo convencimiento califica la grande utilidad que los tres colegios mantienen en servicio de ambas Majestades, puesto que si no fuera por la enseñanza de los dichos religiosos, los hijos de españoles y de indios caciques principales, que residen en las plazas de dichos colegios, vivieran en barbarismo, ignorando los primeros rudimentos de leer y escribir y latinidad, sin ser instruídos en la santa fe católi ca, que es nuestro principal cuidado: en cuyos términos se justifica el supuesto de que, si vuestra real persona fuese más bien informado, no prohibiera el que los colegios incoados se augmentasen.

Por consiguiente, es preciso representar á V. A. que, aunque el cuidado católico de vuestra persona real se emplea en remitir á esta Provincia, en las ocasiones que se ofrecen, copia de sujetos con el título de misioneros, para que se pueda exactamente aliviar la obligación católica en la continuación de la predicación del santo evangelio, no todos los que se remiten se hallan con el lleno de las circunstancias necesarias para entrar desde luego á su ejercicio, porque ordinariamente de treinta sujetos ó treinta y cuatro que comprende la misión europea, los más son escolares, y como quiera que

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