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resulta que esta llega á siete millones cuarenta y cuatro mil ciento cuarenta personas.

En estos dias Santa-Anna erijió el tribunal mercantil llamado de comercio, que substituyó al antiguo consulado, y era indispeusable para la resolucion de centenares de demandas que deben resolverse verbalmente y por personas inteligentes de comercio que conocen las trácalas de esta profesion, y no son engañados como los jueces de letras peregrinos en esta materia. Este establecimiento ha correspondido á los deseos que yo manifesté varias veces en el congreso y fué desatendido cuando lo solicitaba, porque decian que olia á cosa de gachupines. Los chismes de los extrangeros ocupan mucho su atencion. Tambien crió Santa-Anna una junta de legislacion para que redacte nuestros códigos. La empresa se presenta dificil, pero á mi juicio se hará practicable aprovechándose de las muchas luces que ministran las Pandectas hispano-americanas que acaba de publicar con aceptacion general, el Lic. Rodriguez de S. Miguel. El uso y la práctica son las guias seguras para adoptar ó desechar una ley; ¿ha probado bien? pues consignarla en el código, redactarla con sencillez, como estan las del decálogo, y adelante. ¿Presenta dudas? pues dar la razon en que se fundan, é imitar la conducta que siguió el rey D. Alfonso el sabio en sus partidas; tal es mi opinion.

En 29 de noviembre se anunció por el Diario el establecimiento de los antiguos tribunales de minería, extinguidos por el caprichoso espíritu de reformas, iniciado en la constitucion de Cádiz, y adoptado servilmente por nuestro primer congreso, á que yo me opuse. Al efecto, Santa-Anna nombró una comision que revisára la antigua ordenanza de minería y en ella colocó á D. Lucas Alaman. Creo que muy poco ó nada podrá éste añadir á dicha ordenanza, fruto de los trabajos y obra acabada en su línea de los Sres. D. Joaquin Velasquez de Leon y D. Juan Lucas de Lazaga que la formaron sobre la antigua que comentó el sabio regente de esta audiencia D. Francisco Javier de Gamboa, y que ha sido traducida al inglés. En medio de estas innovaciones he notado que Santa-Anna se resiste al restablecimiento de la Acordada, ó sea tribunal de ladrones cuando de él podria sacar el mismo fruto que sacó el gobierno español, pues aseguró la libertad del comercio interior, y dió la mas preciosa garantia á la seguridad de los bienes de los ciudadanos. Perseguir á esta canalla salteadora con tropas del ejército es aumentarla: todo soldado deserfor por lo comun se vuelve ladron, se desglosan los cuerpos, se pier

den los caballos y las monturas, se pierde la disciplina, y cuando se buscan estos cuerpos, se encuentran en cuadro, y desmoralizados que es lo peor. Cotéjese el gasto que adeudan estos destacamentos y comparese con el que causaria la conservacion de dicho tribunal y se hallará la diferencia de diez á ciento. Por esfuerzos que he hecho con Santa-Anna no lo he podido persuadir á que adopte este proyecto, teniendo hoy los salteadores la audacia de atacar las diligencias á las puertas mismas de México y Puebla batiéndose en ordenanza militar con las escoltas.

El 20 de noviembre quedó el campo por Santa-Anna y sin competidor, pues en el mismo dia partió para Europa el Sr. D. Anastacio Bustamante: antes de tomar el coche dijo á sus leales amigos que lo acompañaban, estas precisas y memorables palabras.... Santa-Anna tiene en sus manos la suerte dichosa de la nacion, pero no la hará. Hizo jornadas muy cortas, se detuvo tres dias en el molino de Flores, del marqués de Salinas su fiel amigo, junto á Tezcoco. La situacion de este lugar es pintoresca; allí con el solaz de la amistad sincera, y delicias de la naturaleza se le habria suavizado un tanto la amargura que le habrán causado los desastres pasados y de las infidelidades de los que creia sus amigos, y fueron sus protegidos. Pasó á Puebla á ver la fábrica de hilados y tejidos del Sr. Antuñano, llamada de la Constancia.... Ah! se fué un hombre de bien, pero desgraciado!!! Si, lo repito con ternura, un hombre de bien, de manos puras y de corazon inocente.... El público comenzó á esplicarse sobre esto con libertad, y aun se publicó un impreso intitulado: Salimos de Guatemala y entramos en guale peor. Unos cuantos dias antes le precedió en la salida su ministro Almonte, de cuartel á Tehuacan, de allí se le hizo marchar de enviado á Washingthon donde desempeña muy bien, pues conoce á fondo á los yanquis, y habla su idioma. Zacatecas quedó reducido á nulidad. ¡Ojalá que en esto hubiera parado todo! Hánle sobrevenido males sin cuento, como despues veremos en el curso de esta historia. Garcia fué diputado al congreso general, fué ministro de hacienda y siempre se condujo con honor; su nombre se pronunciará siempre con respeto y ternura, no solo en aquel departamento, sino en toda la república.

MUERTE DEL GENERAL D. JOSE MARIA MORAN

MARQUES DE VIVANCO.

El dia 27 de diciembre de 1842 murió el general D. José María Morán, marido de la señora marquesa de Vivanco, el mas sabio de nuestros generales y no menos honrado. La tarde del 29 fué sepultado con magnífica y no vista pompa, interinamente en S. Francis

co.

Marcharon tras de su cadaver dos batallones de infantería y un escuadron de caballería; honrándolo de este modo Santa-Anna, se honró á sí mismo, pues Morán mandó que se le sepultase en secreto vestido con una mortaja de S. Francisco. Este gefe adquirió justa nombradia por su valor y táctica en el gobierno español; renunció sus sueldos que le correspondian como á gefe del estado mayor para que se fundase un colegio militar. Fué al tanto perseguido por la faccion yorkina, principalmente en el gobierno de Gomez Farias, le

poniéndole muchos lazos á su honradez para sacarlo reo; lo que

obligó á pasar segunda vez á Francia donde aumentó sus conocimientos militares. Su muerte fué una pérdida para la nacion, fué generalmente sentido, y su cadaver yace sepultado en la capilla de la hacienda de S. Antonio en el camino de Tlalpam en el sepulcro de la familia de su esposa.

PLAZA DEL MERCADO DEL VOLADOR.

A la vuelta de palacio y rumbo del Sur está situada la plaza llamada del Volador, porque es tradicion que en ella tenian los antiguos indios el juego llamado tal, de que nos da idea el padre Clavijero y nos presenta una estampa que lo representa: rodéanla el edificio de la Universidad, con una fachada de buen gusto; primera muestra que nos dió del conocimiento que tenia en la arquitectura D. Antonio Velazquez, director de este ramo en la academia de S. Carlos; el colegio de Portacœli y la calle de los Flamencos. Trasladado el mercado de la plaza mayor á la del Volador por el virey Revillagigedo se rodeó de cajones de madera, los cuales por el transcurso de los tiempos llegaron de tal manera á podrirse que quedaron las cubiertas de tejamanil hechas una yesca y espuestas á un incendio que devorase la Universidad, el Palacio, archivo y demas edificios contiguos. En las revoluciones y gran baleo que hubo desde estos puntos sobre palacio y al revez, y cuando todo el mundo temia este incendio, la Providencia lo conservó ileso, y pasó lo mismo en las

corridas de toros hechas por la llegada del virey Azanza, y tambien en el principio de la revolucion del año de 1810, pues un guarda faroles descubrió por casualidad el fuego que se habia aplicado con fosforo á uno de los cajones, y evitó el incendio. Por estas causas era general el deseo de que este edificio se construyese de cal y canto á semejanza del de Veracruz. Proyectóse desde el año de 1831, y aun se presentaron bellos planos, mas la empresa quedó frustrada por la revolucion de Santa-Anna de 1832, mas ahora una compañía de empresarios resucitaron el espediente y comenzó á realizarse el proyecto tratándose el asunto con el ayuntamiento, dueño de dicha plaza, por compra que hizo al duque de Veraguas á quien el rey la con cedió en los dias de la conquista.

En la tarde del 31 de diciembre Santa-Anna colocó la primera piedra de este edificio. En una caja pequeña de zinc se depositaron varias clases de moneda, á saber: dos de plata mandadas acuñar al efecto. Entre las antiguas mexicanas se depositaron algunas del siglo pasado y principios del presente, la de la proclamacion de la independencia, algunas del imperio de Iturbide, y todas las corrientes desde una onza de oro mexicana hasta la mas moderna de cobre. Item: las bases de Tacubaya, el decreto de convocatoria para el congreso de 1842, y el en que se manda construir este mercado.

Cerrada la caja se colocó en otra de madera, y su llave la tomó Santa-Anna. Colocada despues dicha caja en el hueco de una piedra de mármol, tomó una cuchara de plata hecha á propósito, sacó la mezcla de una cubeta de caoba y la humedeció con agua que habia en un pichel de plata. Estas piezas se le regalaron; con mas, una barra de plata como percance del oficio de aibañilería que ejerció aquel dia. Sobre la lápida se puso la siguiente latina

INSCRIPCION.

Præclarus Milicia Republique
Dux.

Et Libertatis et Decoris Patriæ

Fundamenta Possuit

ANTONIUS LOPEZ DE SANTA-ANNA

Ann. M.DCCC.XLI.

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Esta inscripcion sufrió su crítica por los periódicos, y aun se entabló una polémica divertida; no tomaré parte en ella; pero sí advertiré á su autor como historiador, que quien puso los fundamentos de la libertad fué el cura Hidalgo, cuando Santa-Anna acaso no habia tomado los cordones de cadete en uno de los batallones de infantería guarda-costas de Veracruz, donde comenzó su carrera militar.

La concurrencia á este acto fué numerosísima y brillante, á la que asistió el Sr. arzobispo, y no hizo muy brillante papel marchando á la cola y á pié. Habria tenido mayor esplendor si pocas horas ántes no se hubiese espedido una circular por el Sr. arzobispo á los prelados de los conventos para que asistiesen á la funcion. Santa-Anna se presentó con pompa régia, y contrastó con la sencillez del prelado diocesano.

La noche del 26 de este mes de diciembre llegaron al presidio de Tlaltelolco noventa prisioneros tejanos tomados en Nuevo-México por el general D. Manuel Armijo, dos comanches y dos indias ferocísimas, que á guisa de fieras se vinieron estropeando por el camino y fué necesario mandarlas al hospital.-ADIOS.

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