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á librar batalla contra una división española al mando del coronel Lopez. Se dió y se ganó el combate pereciendo casi toda la fuerza enemiga, y por último fué ocupada Barcelona el día 13.

Los que conozcan la inmensa distancia que separa á Choroní de Barcelona, recorrida por aquel puñado de héroes, la fragosidad de las tierras, la dificultad en las marchas de un ejército, ora expuesto á la lluvia torrencial, ora á la acción de un sol abrasador, y la falta de subsistencias y de abrigo en los desiertos, pueden apreciar la importancia de tan admirable retirada.

Entre tanto Bolívar logró alcanzar los dos buques de Villaret, reunióse á Brión en Bonaire, y siguió á Güiria junto con Bermudez, que se le incorporó en aquella isla. Pero apénas había llegado, que fué desconocida su autoridad por las tropas que allí tenía el general Mariño, alegándose que el Jefe Supremo había abandonado la expedición de Ocumare. Mariño se hizo nombrar primer Jefe, y Bermudez segundo. Ambos fueron los autores de tan escandalosa trama.

Quedó, pués, Bolívar destituido por el momento, é incapacitado para reunirse á las leales tropas de Mc. Gregor, y marchó para Puerte Príncipe en Haiti.

Pero no tardó mucho su ausencia, porque los patriotas de Barcelona comisionaron á Zea para que fuera á las Colonias á buscarle, y el mismo deseo de tenerle á su lado manifestaron las fuerzas de Margarita y de otros puntos. Para el 28 de Diciembre estaba ya en Juan Griego, y el 31 en Barcelona á la cabeza de las tropas. Y desde ese día en adelante, no abandonó más el suelo de América.

Pero, ántes de narrar sus nuevas y gloriosas campañas, precisa decir cuál era entonces el verdadero estado de la guerra.

No parecía tan mal trecha la reacción patriótica en el resto del país. En Oriente, Mariño conservaba sus posiciones; Piár había marchado con 1,500 hombres á unirse con Cedeño, que con 1,300 operaba sobre Guayana; y la provincia de Margarita estaba toda en poder de los republicanos. En las llanuras de Casanare y del Apure había surgido Paez, predes

tinado á ser el Aquiles de la Epopeya Americana.

Á la cabeza de un cuerpo de caballería compuesto de 500 hombres, se había apoderado del pueblo de Guasdualito. Querido de sus llaneros, su prestigio era cada vez mayor. La acción de Mata de la Miel, tan gallardamente ganada en las llanuras de Apure contra las fuerzas realistas al mando de Lopez, dió á Paez renombre extraordinario.

Tenía el Jefe realista 1,600 hombres Ꭹ dos piezas de artillería : las fuerzas de Paez eran inferiores. Trabóse el combate á la caida de la tarde, y aún se discutió si se continuaría á tal hora ó si se diferiría. El caballo que Paez montaba fué muerto á los primeros tiros, y cayó sobre una pierna del general. Desembarazóse éste del obstáculo, y dió órden de avanzar. El combate formal se efectuó, y el ejército enemigo fué completamente derrotado, quedando en el campo 400 realistas muertos, 400 prisioneros, 3,500 caballos, y las armas.

Lo más singular de aquella batalla noc

turna fué que Paez, en el momento en que le mataban el caballo y lograba levantarse del suelo, dirigió á sus llaneros una proclama, digna de recordación eterna :

¡Compañeros ! les dijo, me han matado mi caballo; y si vosotros no estáis resueltos á vengar ahora mismo su muerte, yo me lanzaré solo á perecer en las filas enemigas. » Todos contestaron : « ¡La vengaremos! » y ṣe lanzaron como furias entre las sombras de la noche sobre el enemigo, aniquilándolo. Este rasgo es más hermoso que el de Calígula, dando á su caballo la dignidad consular.

Otros triunfos, y de mayor importancia, obtuvo Paez ulteriormente, quedando dueño de las llanuras.

IX

Veamos ahora las evoluciones de Bolívar. Deseoso siempre de redimir á Caracas, resolvió marchar sobre la provincia con una parte de sus fuerzas; pero, derrotado en Clarines tuvo que regresar á Barcelona á rehacerlas, y las aumentó considerablemente, porque supo que el brigadier Real con un ejército de 3,500 hombres, entre los cuales se hallaba Morales, se dirigía á la ciudad citada. Mariño se incorporó al Cuartel general de Bolívar con 1,200 hombres, dejando la provincia de Cumaná al mando del coronel Antonio José de Sucre, que fué años después el Gran Mariscal de Ayacucho, y

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