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establecer monarquías en América fué acariciado por los hombres más prominentes de la revolución, y que entre los amigos más íntimos de Bolívar el proyecto se concretó á ofrecerle la Corona, rechazada siempre por éste con energía y sin vacilar un instante.

Podrá juzgarse de las razones que entonces se alegaban en favor del proyecto, por la siguiente carta dirigida á Bolívar por uno de sus amigos más fieles, el valeroso Ꭹ honrado general Diego Ybarra á quién aquel distinguió en todas ocasiones con su más acendrado afecto.

<< Si Usted echa una ojeada sobre el término de las Repúblicas, á excepción de muy pocas, todas ellas han concluido por elevar un trono de hierro, después de haberse despedazado interiormente. La nuestra, compuesta de partes tan heterogéneas y en peor caso que todas las demás, camina á pasos agigantados á un fin mas trágico; y no veo sinó en Usted el remedio de cortar todos estos males que nos amenazan. Usted no crea que ha hecho nada con haberla

defendido 15 años, si ahora, cuando está haciendo crisis el mal, Vd. no atiende al clamor general y nos abadona sin poner un remedio á tantos males como los que nos amenazan y sin permitir que llegue el caso de que nos comenzemos á degollar, pues todo esto irá solo bajo la responsabilidad de Vd., y Vd. no podrá contestar otra cosa sino lo que me dijo en Guayaquil: « Que no era ya patriota, sino amante de su gloria, >> esta respuesta no hará á Vd. honor, ni podrá responder al mundo con ella. Voy a dejar este asunto, porque sería nunca acabar Ꭹ mi cabeza la tengo un poco débil, y mala todavía de resultas de la caída. El portador de ésta, impondrá á Vd. de todo, todo, y mucho mejor de lo que yo podría hacerlo aun cuando le escribiese más largo de lo que escribió Voltaire : él está muy al cabo de todo, y acaba de ver la gente del país y aún tratar mucha parte de ella, por lo que está más desengañado que nadie.

<«< Adios, mi querido general; páselo Vd. bien; no nos deje Vd. naufragar en este mar

revolucionario, y cuente siempre con su invariable amigo que lo ama de corazón, y desespera por darle un abrazo viéndolo coronado. »> D. YBARRA.

Como esta cuestión reaparece más tarde en Colombia bajo la forma oficial, diferiremos el tratarla para cuando llegue el momento oportuno.

XVI

Sea que en la Nueva Granada hubiera causado desagrado la conducta de Bolívar cuando regresó del Perú, ó que el arreglo hecho recientemente con el general Paez en Venezuela fuera motivo de amargas censuras, es lo cierto que en aquel país se aprovechó la ausencia del caudillo venezolano para denigrarle y socabar su autoridad y prestigio. El general Santander, que al principio de la guerra había sido leal á Bolívar, y le servió después con falsia, declaróse al fin su enemigo público. De palabra y por la prensa no perdió desde entónces la ocasión de zaherirle Ꭹ de hacerle daño.

Á tiempo que los ánimos se exaltaban contra Bolívar en aquel país y se hablaba, sin embargo, de la conveniencia de separarse de Venezuela, ocurrió en Lima un motín militar, protegido secretamente por el Gran Mariscal Santa Cruz, Presidente del Perú. La 3a división del ejército Colombiano compuesta de 2700 hombres, se sublevó el 26 de Enero de 1827. Los autores de la sublevación fueron el coronel Bustamante, jefe de Estado Mayor de la división, y los oficiales granadinos subalternos que estaban á su servicio. Los jefes y oficiales principales de los cuerpos fueron presos y enviados á Colombia.

El movimiento de Bustamante tuvo por pretexto aparente la defensa de la Constitución colombiana en contraposición de la Boliviana que allí existía, pero en el fondo no había sino el deseo de deshacerse de Bolívar y del ejército auxiliar. Este era el premio que el Perú daba á su benefactor. Acaso era la reacción de las inauditas bajezas que cometieran muchos de sus personajes, prosternándose de rodillas á los piés de Bolívar, después de la victoria de Ayacu

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