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En esta misma sazon llegó á Carácas la noticia de las horribles matanzas llevadas á cabo en Quito por las Autoridades españolas. Sesenta personas, muy notables algunas, contra las cuales se procedió en juicio de conspiración, fueron degolladas impíamente en la prisión, y profanados sus cadáveres por la tropa que ejecutó el crímen.

Este infame atentado que causó general duelo en Caracas, bien al contrário de desanimar á los patriotas, pintó más al vivo en su imaginación el deseo de tomar represalias. En la pira de la guerra, á medio arder, fueron arrojadas una á una las pasiones del encono y de la venganza. España contribuyó á fomentar el incendio porque la Regencia de Cádiz, al saber lo ocurrido, declaró rebeldes é insurgentes á los venezolanos y decretó el bloqueo de la provincia de Carácas, enviando á D. Antonio Cortabarría con facultades omnímodas....

Por entonces había ya corrido sangre en varios puntos de Venezuela. Las fuerzas españolas, estacionadas en Coro al mando de Ce

ballos, fueron atacadas con buen éxito por las fuerzas venezolanas al mando de Toro. Las de Miyares, que desde Maracaibo llegaron en auxilio de Ceballos, fueron también derrotadas.

Á este punto de la revolución se restituyeron á Venezuela Bolívar y Miranda. El pueblo recibió á este con entusiasmo indescriptible, y la Junta le nombró en el acto Teniente General. Su presencia en el país fué motivo de plácemes y de confianza en el ánimo de los patriotas todos.

Se hacian elecciones generales en Venezuela con el fin de constituirla legalmente. Miranda fué nombrado Diputado. El Congreso nacional se instaló el 2 de Marzo de 1811, y uno de sus primeros actos fué organizar el Poder Ejecutivo á cargo de tres Ciudadanos eminentes, los señores Padron, Escalona y Mendoza.

El desempeño de su misión era para estos Gobernantes extremadamente difícil, porque Bolívar y Miranda habian constituido una sociedad patriótica, compuesta de los más exaltados partidarios de la independencia; en el campo realista cundía la alarma y era cada vez

ménos hacedera la comedia del Gobierno en nombre de Fernando VII. De necesidad era trazar una línea divisoria entre aquella primera etapa de la revolución y las venideras, y á ello contribuyeron principalmente Miranda Ꭹ Bolívar por medio de la Sociedad patriótica.

Los realistas imitaron á sus adversarios tratando, bien que sin fruto, de restablecer el perdido poderío. En Cumaná pretendieron infructuosamente apoderarse de una fortaleza. En Guayana quemaron y pusieron á saco el pueblo de Cabruta. Á poco andar, la situación se hizo tan difícil, que no fué posible prolongarla, y el Congreso Nacional se decidió á proclamar la Independencia de Venezuela. Esto ocurrió el 5 de Julio de 1811.

En esta fecha memorable fué completamente desconocida la Autoridad de España en Venezuela, y llamada ésta á constituirse en Nación soberana é independiente, pudiendo adoptar la forma de Gobierno que más le conviniera.

Esta declaración lanzada en son de reto, hizo que los realistas no perdieran tiempo en

conspirar abiertamente contra el nuevo órden establecido. Un movimiento que, dirigido por varios isleños de Canarias se inició poco después en las cercanías de Carácas, fué sofocado sin hacer uso de las armas.

Otro de mayor importancia ocurrió en Valencia. Esta vez fué preciso combatir, y las tropas republicanas, al mando del general Miranda, entraron á fuego y sangre en aquella Ciudad, después de vencer la obstinada resistencia de los enemigos quienes se rindieron á discreción. Esta campaña costó al Gobierno Republicano más de 800 muertos y 1,500 heridos. Bolívar se distinguió en el combate.

Muy censurado fué entonces el propósito de los venezolanos de llevar á cumplido término la independencia que acababan de proclamar. En España particularmente, se les calificó de ingratos, rebeldes, malvados y otros epitetos no ménos afrentosos, ora en documentos oficiales emanados del Gobierno, ora en obras y palabras de los más eruditos escritores. Gran desastre era ciertamente para España la pérdida de sus colonias de América; pero el he

cho, juzgado á conciencia era lógico y fatal, é inevitable su realización en el órden providen cial de los humanos sucesos.

Las Colonias tienen siempre una secreta aspiración á la independencia; más intensa, mientras más grandes y ricas. Así como en el mundo de la familia el hijo desea la mayoría para emanciparse de la patria potestad, así en el mundo de las naciones las Colonias desean tener una patria propia y gobernarse por sí

mismas.

La sociedad civil ha fijado en sus Códigos la edad en que por ministerio de la ley queda relajada la autoridad paterna; pero las sociedades políticas no han podido someter á reglas su dominación colonial. Los Gobiernos sabios y previsores, como el de la Gran Bretaña, otorgan á sus Colonias los mismos derechos y regalias que disfrutan los Ciudadanos de la Metrópoli. Este sistema ofrece la ventaja de retardar, por lo ménos, la época de la emancipación. España procedió en América de un modo muy inconsulto, convirtiendo sus ricas Colonias en patrimonio de mandatarios venales.

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