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tires. Cuatro pinturas de su martirio adornaban las cuatro frentes del zoclo inferior, y dentro, en un altar riquísimamente adornado, se veian sus estatuas, y se colocaron tambien sus reliquias mientras se cantaba un villansico, se admirabà su hermosura y se tomaba 'aliento.

De este edificio volvió la procesion al Oriente por la calle que hoy Haman de los Cordovanes, adornada de ricos tapices y paños de Flandes. Poco despues del principio de la cuadra, que tiene de largo setecientos cincuenta piés, se entraba por tres portadas en una bóveda que corria por mas de ciento y sesenta, toda curiosamente entretegida de flores y yer. bas olorosas, y entre las ramas pendientes muchas frutas. Sobre los arcos de las portadas se veia graciosamente imitado un edificio rústico, y dentro los caciques y gobernadores indios con muchas banderas y gallardetes, y gran golpe de flautas, trompetas y clarines, Al pasar la procesion con varios artificios se desprendian de arriba innumerables flores, se abrian pomos con aguas olorosas, se soltaban pájaros, y brotaban entre la yerba mil juegos de agua diferentes. A los lados de la bóveda se veian muchas tarjas con pinturas y poesías alusivas al martirio de S. Juan Bautista, á quien estaba el arco dedicado. En medio de la cuadra estaba un altar magnífico, y se entraba luego en otro arco ó bóveda semejante á la primera que los caciques de Chalco y otras provincias habian adornado á competencia. Entróse siguiendo el mismo rumbo en otra cuadra que llaman hoy de Montealegre. To da ella se veia llena de hermosos cuadros de muy bello pincel, y mu cha tapicería de seda y oro. Al fin de ella habian erigido los vecinos otro arco de mas de cincuenta piés de alto, sobre treinta y dos de ancho. Era de obra toscana fingido de ladrillo, excepto el cornijamento de piedra parda que hermoseaban algunas fajas plateadas. Era de tres órdenes de muy bella arquitectura. En el tercero, que era de tres arcos sobre el frontispicio del del medio, se leia la dedicatoria á la Vírgen nuestra Señora y á su Santísima Madre y esposo. A uno y otro lado, dos corredores en forma de tribunas con balaustras doradas cerraban el paso y obligaban á volver ácia el Norte. En estas tribunas se hallan dos coros de música, y llegando allí las sagradas reliquias que venian á los dos lados del preste, ocho de nuestros estudiantes, ricamente vestidos, las recibieron y les dedicaron el arco con bellas poesías y danzas muy curiosas. Entre tanto en la cuadra que mira ácia donde ahora está el convento de religiosos carmelitas, á mano derecha el primer edificio, era el colegio seminario de S. Pedro y S. Pa-

blo. Esta calle aventajaba á todas las precedentes en la riqueza y gus.» to de sus adornos. Los seminaristas, habian elegido en medio de ella el tercer arco dedicado á sus titulares los príncipes de los apóstoles. Era suntuosísimo, y tal, que cuantos lo vieron aquel dia dijeron á una voz no haber visto en la Europa cosa mas perfecta en esle género. -.

No ofrecia sino una sola entrada. El alto de todo el edificio era de setenta piés sobre cuarenta y ocho de ancho. Su color remedaba el del mármol, su fábrica de órden dórico, fuera de los balcones y pilastras que eran del rústico 6 toscano, trabajadas de muchas fases á manera de brillantes. Sobre la cornisa del primer compartimiento estaban las estátuas de los doce apóstoles. El cornijamento de piedra parda con algunas fajas de oro, el claro del arco de en medio, era de quince piés y en proporcion duple la altura. La frente del medio era compuesta de cuatro columnas y trascolumnas de jaspe turquesado. En lo bajo de los podestales algunos de los geroglíficos dorados de medio relieve...

En los intercolumnios dos encasamentos cuadrados con el frontispicio agudo, y en ellos las estátuas de los dos hermanos S. Pedro y S. Andres, Sobre cada estátua una tarja hermosa, y dentro de su óvalo al guna sentencia á propósito que interpretaba un disticho latino en la repisa. A los lados, en unos medallones de carton plateado, se habian entretejido algunas sentencias en idioma y caractéres griegos y he breos. Debajo de la cornisa corria un friso de carton dorado y bien bruñido en que se leia la dedicatoria. Sobre la cornisa de este primer órden subian el segundo y tercero en buena proporcion, con varias le. tras, símbolos y pinturas. La fachada que miraba al Norte era en to, do semejante á la primera, fuera de las sentencias, geroglíficos é imá. genes. Todo terminaba en un vaso 6 copa de oro muy grande, lleno de frutas y flores, y á sus lados dos ángeles. Al llegar las sagradas reliquias, unos niños bien aseados entonaron con voces suavísimas algunos motes alusivos á la solemnidad y al colegio. Detrás de un altar, á que hacia fondo un docel de terciopelo verde bordado de oro, y de dos ventanas que se abrieron improvisamente á los dos lados del arco, salieron tres jóvenes con trage y hermosura de ángeles, que en verso heroico, representaron un coloquio muy acomodado á las circunstancias del dia. Apenas acabaron estos doce seminaristas, vestidos todos de acero al uso de los antiguos romanos, y entretejidas muchas joyas, escaramusearon un rato, haciendo al son de los instrumentos músicos Томо 1.

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las evoluciones militares con una prontitud y gallardía, que fué muy aplaudida de todo el concurso. Jugaron despues un torneo quebrando lanzas y regando el aire y el suelo con pomos de aguas olorosas que lo llenaron todo de una suavísima fragancia. Acabó toda la estacion en una multitud de pajarillos de varios colores á que repentinamente se dio libertad de lo superior del arco.

Al fin de esta cuadra, donde hoy está la Iglesia del colegio, estaba cerrado el paso con un boscage hermoso. En una gruta que formaba en medio, nacia con bello artificio de una lámpara encendida, una fuen. te que arrojaba la agua muy alta. Los árboles del contorno estaban llenos de todas las especies de frutas propias del tiempo, y muchas otras remedadas, con algunos otros géneros comestibles que pendian de sus ramas. Volviendo á la derecha ácia el Oriente, se presentaba á la vista el cuarto arco, que á los santos doctores de la Iglesia, habia consagrado la juventud de nuestros estudios. Ocupaba su fábrica toda la an. chura de la calle de mas de doce varas. El claro del medio era de doce piés, y diez y ocho de alto: cuatro pilastras, dos á cada lado sosteDian un cornijamento jónico, sobre el cual se levantaban siete columnas dóricas con capiteles y cornisas corintias: en el friso se leia con letras de oro: Domus sapientia. Las columnas sostenian una especie de cúpula. En medio se veia un sol de oro muy bruñido con el santo nombre de Jesus, y en los intercolumnios sobre repisas voladas, estátuas de los cuatro doctores mayores de S. Buenaventura y Sto. Tomás, cuya reliquia venia en la procesion, y del místico y melífluo S. Bernardo, cuyo nombre tenia uno de nuestros Seminarios. Sobre la cúpula terminaba una estátua del Arcángel S. Miguel, á cuya sombra estaba otro de los colegios. Pasado este cuarto arco, y caminando ácia el Oriente, se llegó á la portería de nuestro colegio, que venía á corresponder, poco mas acá de donde está ahora la puerta reglar de S. Gregorio, donde está el general. Habíase fingido una portada muy alta, sustentada de dos pilastras, sobre la cornisa se veia un cuadro grande de bellísimo pincel, que representaba al Sumo Pontífice Gregorio XIII, dando á nuestro M. R. padre general el cofre de las santas reliquias, con esta letra: In novan Hispanian. Como sesenta pasos mas adelante se levantaba el quinto y último arco. Todo este espacio estaba de uno y otro lado enriquecido de muchas colgaduras, cuadros, emblemas é ingeniosas poesías. De las azoteas pendian los estandartes, banderas y pendones de innumerables pueblos, con sus respectivas armas.

Se consagró este arco á la sagrada espina y Cruz de nucstro Redentor †. Los geroglíficos, letras y pinturas, eran todas de la sagrada pasion. La fábrica era de órden jónico, fundada sobre cuatro pedestales de una vara en cuadro, y vara y media de alto. Sobre ellos se levantaban cuatro columnas istriadas, sin basas ni capiteles, que recibian tres arcos escarzanos. Por encima de sus claves corria un friso muy gallardo en que se leia la dedicacion, con la arquitrabe y cornisa, que como todo el arco, remedaban el jaspe turquesado con algunos 'perfiles de oro. Aquí se levantaba un frontispicio plano de doce piés en alto con hermosos símbolos y pinturas. Terminaban el edificio tres ángeles de ocho piés de alto cada uno con una insignia de la pasion. Al fin de la cuadra otro boscage muy natural impedia la salida, y en medio una fuente con pilar y taja de mármol, cuyas aguas despues de haberse levantado mucho al aire, formaban por ocultos conductos varios juegos de mucha diversion.

La Iglesia en la riqueza y disposicion de los adornos, excedia en mucho todo lo que hasta allí se habia visto. Celebró la misa el Sr. D. Francisco Santos, y predicó otro de los Sres. prebendados. Los tres dias siguientes fueron de altar y púlpito por su órden, las tres esclarecidas religiones, de Sto. Domingo, S. Francisco y S. Agustin. Los cuatro últimos hizo la casa. Los mas de ellos honró con su asistencia el Exmo. Sr. virey, real audiencia y tribunal de la fé. La capilla de la Catedral y toda la plata de esta Iglesia, sirvió en nuestro templo todos los dias de la octava.

Para las funciones de la tarde, se dispuso una especic de tablados, y en medio un teatro levantado para las representaciones y coloquios. Los cuatro primeros dias hicieron por su órden los colegios Seminarios de S. Pedro y S. Pablo, S. Bernardo, S. Gregorio y S. Miguel. El quinto, los estudiantes seglares. El sexto, con innumerable concurso y aplauso, se leyeron las piezas de retórica y poesía sobre los asuntos que se habian señalado en los certámenes. Los jueces en un tribunal magestuosísimo, que se habia erigido á este fin, reconocieron las piezas y repartieron los prémios. El sétimo dia, se representó la tragedia de la Iglesia perseguida por Dioclesiano; y el octavo, su triunfo, bajo el glorioso reinado de Constantino el Grande, con tanta propiedad y viveza, que encantado el pueblo, esclamó muchas veces al con

+ Esta santa espina se venera hoy en la Iglesia de la Profesa de México.

cluirse, que se repitiera el domingo siguente, como se hubo de hacer con mucha mayor asistencia; y extraordinaria conmocion de afectes piadosos. Estas dos piezas, eran composiciones de los maestros de latinidad y retórica. Los arcos duraron puestos por toda la octava, y el del colegio de S. Pedro por todo el mes de noviembre. Pasada esta solemnidad, se ofrecieron muchos particulares á hacer óvalos de plata y de cristal para algunas reliquias de su mayor devocion, y todas se colocaron con bella simetría en un altar, que para este efecto se dispu so. En el centro de él se colocó una imágen de nuestra Señora del Populo, cópia de la que se cree pintada por S. Lúcas, y se conserva en Roma en el templo llamado de Santa María la Mayor, Santa María ad Nives 6 Santa Maria ad Presepe. A ruegos de S. Francisco de Borja, terceró general de la Compañía, concedió la Santidad de Pio V se sacasen algunos trasuntos, de los cuales se añade haber manda. do cuatro á esta provincia el santo general, y ser los que se veneran en el colegio máximo on Pátzcuaro, en Oaxaca y en Puebla,

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El padre Francisco de Florencia es el autor de esta distribucion, y dice haber venido dichas copias al cuidado del hermano Gregorio Montes. Un antigo manuscrito, dice haber sido encargadas al hermano Alonso Perez. En todo hay dificultad, lo primero porque ninguno de los dos hermanos venia derechamente de Roma. Lo segundo, porque viniendo en la misma mision siete sacerdotes, no es verosímil que se encomendase de: Roma á España el cuidado de ellas algun hermano coadjutor. Fuera de esto, todos convienen que S. Francisco de Borja mandó sacar las copias, que las repartió por varias provincias, y que algunas cupieron á la nuestra, que era, digámoslo así, su Benjamin, ó la última hija en Jesucristo. Siendo esto así ¿cómo puede decirse que vinieron al cuidado de aquellos padres ú hermanos que no vinieron á la América hasta cuatro 6 cinco años despues de muerto el santo Borja? Que dichas imágenes sean, pues, trasuntos fielmente sacados del origi. Inal de S. Lucas, no lo dudamos: que esto lo concediese el Soberano Pontífice con privilegio nunca antes visto á los piadosos ruegos de S. Francisco de Borja, lo afirman constantemente todos los escritores de su vida. Solo creemos que haya intervenido yerro en el tiempo de su remision, sobre el cual no podemos aventurar alguna racional congetura, faltándonos la luz de los antiguos documentos.

A nuestro insigne fundador D. Alonso de Villaseca, no le habian dado lugar sus enfermedades de asistir, como deseaba, á la colocacion de

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