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las reliquias. Suplicó que le llevasen las de los apóstoles S. Pedro y S. Pablo, el Santo Lignum Crucis y la sagrada espina, que veneró con singular piedad. Mandó luego que se hiciesen á su costa tres curiosos relicarios de plata, de los cuales no sabemos por qué causa solo se bizo unò, aunque su muerte no aconteció basta, año y medio despues. Se le llevó asimismo carta del padre general, Everardo Mercuriano, en que le daba las gracias de su benevolencia y liberalidad para con la Compañía, y le incluia la patente de fundador, concebida en estos términos.

pre

Everardo Mercuriano, prepósito general de la Compañía de Jesus, á todos los que las presentes vieren, salud sempiterna en el Señor. Teniendo entera relacion de cierta fundacion de un colegio de la misma Compañía, que el Illmo. Sr. Alonso de Villaseca ha hecho en la ciudad de México, en la mejor forma y manera que en derecho haya lugar, por nos y en nombre nuestro y de nuestros antiguos succesores los pósitos generales de esta dicha Compañía que por tiempo fueron, y de toda ella, por la presente damos amplia facultad al padre Dr. Pedro Sanchez, provincial de la dicha Compañía en la provincia de México, para poder contratar con el dicho Sr., celebrar el contrato de la dicha dotacion y fundacion, segun y como en el Señor le pareciere; lo cual des de ahora, para cuando fuere otorgado, otorgamos, confirmamos y apro. bamos, y aprobaremos, y confirmaremos de nuevo. Y para mayor satisfaccion y consolacion, espiritual en el Señor de dicho Sr. Alonso de Villaseca, desde luego le admitimos por tal fundador, y concedemos todos los sufragios, privilegios y participacion de méritos de la misma Compañía en el mismo Señor, que segun las constituciones y privilegios de ella, se conceden á los tales bienhechores y fundadores de los colegios. Rogamos á la infinita bondad de Dios nuestro Señor, que así como ha sido servido darle gracia para llamar á la Con-pañía y ser el primer fundador de ella en aquellos reinos, así en el cielo le conceda copiosamente la dicha participacion con cien doblada retribucion. Amén. En fé y testimonio de lo cual, dimos esta nuestra carta patente, firmada de nuestra mano, y sellada con el sello de nuestra Compa. ñía, que en semejantes casos usamos. Fecha en Roma á siete dias del mes de marzo del año de mil quinientos setenta y ocho.-Everardo." Esta carta le llenó de un sólido consuelo, y desde entónces se apli có con nuevo fervor á la conclusion de la fábrica, y aun prometió adornar la Iglesia, si llegaba á verla dedicada: trataba á los jesuitas con una familiaridad y cariño paternal, muy ageno de su génio naturalmen

te rígido y austero. Su muerte, que sucedió dos años despues, no le dió lugar á cumplir lo mucho que habia prometido.

Aumentos de No habia gozado solo México del tesoro de las reliquias, algunas se Páztcuaro y enviaron tambien á Oaxaca y Pátzcuaro. Esta ciudad, á quien se ha. Valladolid. bia despojado poco ántes de las que habia mandado traer de Roma, y colocado en su Iglesia el Sr. D. Vasco de Quiroga, se llenó de sumo júbilo, cuando las vió reemplazadas por las que se colocaron en nuestra casa, disponiendo así la Providencia, que para merecer la aficion de aquella provincia, entrase la Compañía en todos los derechos y accio. nes de aquel venerable prelado. Sobre todo, les habia encantado la benevolencia con que habian querido permanecer entre ellos, aun con pérdida de los bienes temporales. En efecto, el padre provincial Pc. dro Sanchez, de concierto con los Sres, capitulares, partió la renta que estos se habian obligado á dar para alimentos del colegio de Pátzcuaro. Viviendo los fundadores, y habiendo sido aquella primera funda. cion, como provisional, mientras se verificaba la traslacion intentada ya desde en tiempo del Sr. Morales, no se necesitaba mas que el consentimiento del padre provincial, quien hubo de condescender, y cuya condescendencia aprobó despues el padre general, á quien privativa. mente pertenecia, segun nuestro instituto. Este socorro pareció nece sario al colegio de Valladolid que se miraba ya como el principal de aquellas provincias; pero hacia notable falta al de Pátzcuaro. La Providencia del Señor remedió bien pronto esta necesidad. El Lic. D. Juan de Arbolancha, noble vizcaino, y de un conocido afecto á nuestra religion, vino enfermo poco despues á la ciudad del partido de Guacana, cuyo pingüe beneficio habia obtenido por muchos años. Quiso vivir en el colegio, y pidió con instancia ser admitido en la Compañía. La avanzada edad y enfermedades, no dejaron arbitrio para recibirlo. Sin embargo, el poco tiempo que sobrevivió, se mantuvo en el cole. gio, á quien quiso dejar por heredero de todos sus bienes. Fué enterrado en el mismo sepulcro de los nuestros, y mandáronsele hacer en la provincia los acostumbrados sufragios, como insigne bienhechor, á quien debió aquella casa las grandes creces que gozó despues por lar. go tiempo. En el colegio de Valladolid pagó tambien el Señor á los padres la modesta y edificativa alegría que habian mostrado en sus tra. bajos. Un año pasaron sin mas renta que la caritativa limosna de S. Francisco y S. Agustin, y lo poco que de puerta en puerta mendigaban entre la corta y pobre vecindad, que se veian obligados á partir con al

gunos pocos estudiantes. Informado el Sr. virey D. Martin Enriquez de semejantes necesidades, conforme á su piedad y afecto á la Compañía, mandó se diesen á aquel colegio mil pesos cada un año de las car. nicerías de Páztcuaro. Se comenzó á edificar casa proporcionada con una pequeña pero suficiente y acomodada Iglesia, á que se agregó despues una huerta capaz y hermosa, de mucha recreacion y utilidad, segun dejó escrito el mismo padre Juan Sanchez, á cuya actividad é industria debe todo su ser aquel colegio.

Incomodida.

dicciones en

No se pasaba con tanta comodidad en la nueva fundacion de Puebla. Se habian juntado entre los vecinos limosnas bastantes para la subsis. des y contratencia de los sugetos. D. Maleo de Maulion, rico y piadoso caballe- Puebla. ro, cedió á la casa una deuda de mil pesos, de que se cobró la mayor parte; pero todo esto no era suficiente hallándose empeñados en los nueve mil pesos de las casas á que era forzoso satisfacer. Fuera de eso, se habian ido agregando no sé con que esperanza, algunas otras vecinas, como previendo la futura grandeza de aquel insigne colegio. Estos créditos obligaron al padre rector Diego Lopez de Mesa á salir mendigando por las haciendas y pueblos vecinos: los prebendados se sir. vieron de darle muchas cartas de recomendacion para los beneficiados de aquellos partidos, que son muchos, y de los mas pingües del reino. Sin embargo, despues de grandes fatigas y de los no pequeños sonrrojos que traia consigo un ministerio tan penoso, volvió á casa con solos quinientos pesos. En medio de tantas estrecheces, se veia en los sugetos una paciencia á prueba de muchos mayores trabajos. No parece que vivian sino de la caridad. El utilísimo ministerio de las cárceles y hospitales, fué el que mas procuró promover el padre Diego Lopez, y en que heredándose unos á otros el espíritu, ha florecido hasta ahora singularmente este colegio. Un ejercicio de tan poco brillo á los ojos del mundo, de tanta mortificacion y de tan comun utilidad, lo veremos luego premiado del cielo con una opulenta dotacion, y con la mas constante prosperidad en lo temporal, que ha gozado algun otro de los colegios de Nueva-España. En la actualidad, de un tenue motivo de ofen

sion

que soplaban algunos espíritus tumultuosos, pudo levantarse un incendio que no acabara sino con la ruina total de aquella residencia. Uno de nuestros predicadores arrebatado de su celo (quizá tambien con alguna imprudencia, que no pretendemos santificarlo todo) declamó altamente contra la nimia familiaridad y licencia de ciertas personas, cuya profesion y carácter, decia, por grande y respetable que fuese en

racruz.

la Iglesia de Dios, no los ponia, sin embargo, á cubierto de toda sospe cha, y cuya conducta en esta parte debia ser por lo mismo tanto mas responsable, cuanto mas agena de la pureza y de la santidad que profesan. Esta invectiva pareció mal á cierta persona del auditorio. Creyó que el predicador queria desacreditar á los demas eclesiásticos y religiosas familias para levantarse sobre sus ruinas con estimacion de toda la ciudad. Se comenzó a dar mayor estension á las palabras del orador. Ya se creia ver en ella los caractéres de tal religion, y aun de tal sugeto. Esta calumnia enfrió mucho los ánimos de los republica. nos, y atrajo á los padres una suma pobreza y despego de toda la ciu. dad, que no venció sino despues de mucho tiempo la constancia y el silencio.

Principios del Entretanto, un nuevo y fecundísimo campo se abria á nuestros ope colegio de Ve- rarios de merecimientos y de trabajos en el mismo obispado de la Puebla. Dijimos antes el bello hospedage que se habia hecho á los nuestros en el Puerto de Veracruz, las singulares demostraciones con que fueron recibidos, los ruegos é instancias que obligaron al padre provincial Pedro Sanchez á predicar allí el primer sermon, y que le abrian obligado á dejar en aquella ciudad algunos de sus compañeros, á no ser necesario conforme á la real instruccion presentarse todos al virey. Estos deseos que la necesidad hacia crecer, des hicieron pedir despues mi. sioneros, que en dos cuaresmas predicaron con grande suceso y refor. ma de las costumbres. A principios del año antecedente habia estado allí por algun tiempo el padre Pedro Diaz esperando ocasion de em. barque para Europa. La humilde y modesta circunspeccion del padro procurador, junto con aquellas maneras dulces é insinuantes que: fueron siempre su carácter, su prudencia y espedicion en las resoluciones de las muchas consultas que á cada paso le hacian, con ocasion de su comercio, todo esto, diga, les hizo formar idea de la suma utilidad de un colegio..de sugetos del mismo desinterés, de la misma literatura y del mismo espíritu. Trató la eiudad sériamente de procurar á la Compa. ñía establecimiento en el pais, é informado de sus deseos y prudentes medidas, el padre Pedro Diaz ántes de partirse para España, escribió al padre provincial cuán justo le parecia condescender con las piadosas intenciones de aquel ayuntamiento. Verosímilmente fuera de México, en ninguna parte parecia mas urgente una residencia. Era una poblacion en que necesariamente habian de mantenerse siempre muchos españoles por la comodidad del puerto, el único por donde se co

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munica la Nueva-España con la antigua. El comercio de Europa, que
es todo el ser de la pequeña ciudad, aunque la enriquecia muchísimo,
le traia en lo moral muy fatales consecuencias. Los soldados y la
gente de mar, dos géneros de gentes que hacen como una pública pro-
fesion del libertinage, y los mercaderes y ministros reales, eran todo
el vecindario distinguido. Los tratos injustos y usurarios, las estor.
siones, el juego, la embriaguez, los homicidios, la blasfemia, domina-
ban cuasi impunemente como en su region, y eran una continua mate- ̈
ria de sobresalto y de dolor para los cuerdos y los piadosos. Sé care-
cia cuasi enteramente de pasto espiritual, no bastando el cura para to-
do: ninguna de las familias religiosas tenia casa aun en la ciudad, ni
era muy fácil acomodarse á un temperamento de los mas inclementes
de la América. El padre provincial vino gustosamente en la propues."
ta del padre Pedro Diaz, y pétición de la ciudad, á que fuera del pro-
vecho y utilidad comun, se allegaba la comodidad de tener en aquel
puerto algun hospicio ó casa donde se recibiesen nuestros misioneros,
que despues de una navegacion tan dilatada, padecian bastante con el
rigor é intemperie de aquel clima, ó se veian precisados á ser onero-
sos al vecindario. Se enviaron, pues, á la Veracruz los padres Alon
80 Guillén, y Juan Rogel. Este habia estado hasta entonces gobernan.
do el colegio Seminario de Oaxaca. Acostumbrado al temple caluro-
so de la Habana y al génio de la tropa y marineros, pareció el mas
á propósito para fundar, y dar crédito á la Compañía en un pais seme-
jante.

La ciudad de Veracruz no estaba antiguamente donde hoy está. Su situacion era cinco leguas mas arriba ácia el Norte á la rivera de un rio caudaloso, que á poco menos de una legua, desagua en el mar. Por este rio se conducian las mercadurías de Europa á la antigua Veracruz en barcas chatas proporcionadas á la poca profundidad del agua. Su barra varia incesantemente de fondo, El mar excitado de los nortes, mas furiosos en esta costa que en alguna otra del mundo, suele cuasi segarla con la mucha arena que mete en la resaca, hasta que estando mas sereno, la misma fuerza de la corriente se abre camino, y vuelve á arrojarlas al mar. Sus aguas son muy cristalinas y puras. ́Abun. dan varios géneros de peges: de los mas apreciados es el bobo, de que en lo mas crudo del invierno se pesca un número increible. Es tambien abundantísima la del pámpano á principios de la primavera. El temperamento del pais es extremamente cálido y húmedo. Los frios y ca

TOM. I.

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Descripcion del puerto.

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