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Del colegio de México, de donde solo dista siete leguas, se proveian los padres de todo lo necesario, sin recibir cosa alguna de la feligre. sía, aunque como en Huizquiluca ejercitaban con el mayor cuidado y vigilancia todas las funciones de párrocos. El primer trabajo fué reducir á una sola poblacion las muchas en que estaban repartidos los indios. A estos diferentes cantones, se les iba todos los dias de fiesta á decir misa, y á predicarles la doctrina cristiana, con lo que atraidos de la dulzura y suavidad de sus ministros, comenzaron á pasarse á Tepozotlán muchas familias, lo que cuasi en todo el resto de los pueblos de Nueva-España no habia podido conseguirse sin violencia. Uno de aquellos fervorosos neófitos que habian tomado esta resolucion, se vió dentro de muy pocos dias muy perseguido de sus amigos y parientes, que querian volverlo á sus antiguas poblaciones. Resistió cons. tantemente á todos sus discursos y amenazas, y con esta ocasion descubrió á los padres el motivo de aquellas eficaces instancias. No eran solo la embriaguez y la disolucion el único motivo que obligaba á cs. tos indios en no consentir en la traslacion de sus familias; habia aún entre ellos mucha idolatría, de cuyo ejercicio y profesion se guardaban todos los cómplices un secreto inviolable. Tenian las asambleas para estos misterios de iniquidad, ó de noche, ó en los bosques mas espesos, ó en las quebradas y cimas inaccesibles de los montes. La di. ficultad de la lengua otomí que hablan los mas de ellos, y que verosí milmente habian ignorado hasta entonces los beneficiados de aquel pueblo, los ponia bastantemente á cubierto de todas las diligencias conducentes á su conversion. Entre estos infelices se halló una familia cuyo tronco era el gefe, y como el principal autor de toda su desgra. cia. Este era un indio muy anciano que desde los principios de la conquista, ó por ódio á los españoles, ó por nímia adhesion á su idolatría, se habia retirado con todos sus hijos y nietos á lo mas alto y escarpado de una sierra vecina. Allí ocultaban todos los recien nacidos para no verse en la precision de bautizarlos, y cuando por alguna contingencia se veian obligados á esponerlos al bautismo, por no descubrir su irreligion, les daban por padrino otro de los idólatras no bautizados, procurando poner este óbice á la divina eficacia del bautismo. Este infeliz, envejecido en malos dias, oyó acaso un dia la esplicacion de la doctrina cristiana, y llevado de una mera curiosidad, continuó algun tiempo en este ejercicio. La gracia del Señor obraba al mismo tiempo en su corazon. Pidió ser bautizado, y descubrió al predicado r

el artificio con que á sí y á todos los suyos habia procurado cerrar para siempre el camino de la salud. Entró en el número de los catecúmenos, entre quienes comenzó luego á distinguirse por un extraordinario fervor. A pocos dias se sintió herido de un mortal accidente. Se le confirió el bautismo y murió poco despues, dejando al misionero un largo catálogo de todos sus descendientes no bautizados, y habiendo ántes empleado toda la autoridad que se habia tomado sobre ellos, para persuadirles que bajasen al pueblo y se apartasen del culto de los ídolos. Eefectivamente, todos ellos se avecindaron en Tepozotlán, se bautizaron, y fueron despues ejemplares cristianos.

Mudanza en

Establecida con tanto provecho de las almas la residencia de Te- el seminario pozotlán, habia satisfecho el padre procurador uno de sus mayores cui- de S. Pedro dos, que era emplear algunos sugetos de la Compañía en la instruccion y S. Pablo. y culto de las indias, sin perjuicio de las demás religiones que desde muchos años ántes tenian fundadas doctrinas. Con el mismo celo se atendia en todas partes al provecho de los españoles. En México se ocupaban todos en los ministerios con un nuevo fervor, serenada ya del todo la turbacion é inquietud que habia causado la diversidad de espíritus el año antecedente, obra en que se mostró bien la prudencia y magisterio místico del padre Dr. Juan de la Plaza. Solo ofrecia algu. na ocasion de disturbio la administracion del colegio seminario de S. Pedro y S. Pablo. Desde que se fundó por setiembre de 73 este insigne colegio, habia hecho oficio de rector, aunque sin formal nombramiento, el Lic. Gerónimo Lopez Ponce, docto y piadoso sacerdote. A este mismo, cuyo celo, fidelidad y entereza tenian ya bastantemente reconocida, nombraron por rector los señores patronos, á quienes priV.. tivamente pertenecia en una junta ó cabildo, tenido á 9 de marzo de 1574, con asignacion de cien ps. anuales á que en 7 de marzo de 1576 añadieron ciento y cincuenta. Gobernó este hasta el 5 de enero del siguiente año de 1577, en que entró en la Compañía. En consecuencia de su renuncia suplicaron los señores del cabildo al padre provincial Pedro Sanchez, que se dignase tomar á su cargo la Compañía la direccion de aquel seminario, como tenia muchos en la Europa. El padre provincial agradeció mucho su confianza, y respondió que en un asunto de tanta importancia, le parecia deberse pesar con mas atencion, y que entretanto quizá habria llegado el padre visitador Juan de la Plaza, á quien se esperaba del Perú; que su reverencia mejor informado de las intenciones del padre general, podia resolver lo mas conveniente. Ins.

táronle que á lo ménos señalase una persona de su satisfaccion que lo administrase en el interin. Con el consentimiento de los mismos patronos señaló al Lic. Felipe Osorio, que con la renta de ciento y ein. cuenta ps. y los réditos de una capellanía vinculada de oficio, perseveró en él hasta 2 de marzo de 1578. En este dia, viendo que tardaba aun el padre Plaza y lo mucho que perdia la juventud en virtud y letras, bajo la conducta de la Compañía, instaron segunda vez al padre provincial para que señalase algun padre para rector de aquel colegio, y no pudiendo dejar de condescender, señaló por vice-rector al padre Vicencio Lanuchi. Este, despues de un año, pretendió pasar á la Europa con motivo de entrar en la Cartuja; y efectivamente, se embarcó para España á la mitad de 79, y entró en su lugar el padre Alonso Ruiz. Habia pocos meses que administraba, cuando los patronos, no sabemos por qué ocasion, se psesentaron en un cabildo al padre visita. dor pidiendo que la Compañía deshiciese los otros seminarios que tenia México, ó dejase la administracion del de S. Pedro. A una proposicion tan irregular y tan atrevida que hizo bastante éco en el honrado proceder del padre visitador y del padre Alonso Ruiz, se le respondió que no convenia deshacer los otros seminarios de que tanto bien resultaba á la ciudad, ni habia fundamento alguno para una resolucion tan improvisa. Que por lo que miraba al de S. Pedro y S. Pablo, podian desde luego señalar persona de su confianza á quien se diesen las cuentas. En acabando el padre Plaza de proferir estas palabras, tomó las Haves del colegio, y poniéndolas sobre la mesa, á vista de aquellos señores se retiró con los otros padres, y el seminario volvió á su antiMinisterios guo gobierno en que no pudo permanecer largo tiempo.

en Oaxaca.

En Oaxaca habia muerto el año antecedente en 23 de julio el Illmo. Sr. D. Fr. Bernardo de Alburquerque, con notable sentimiento de aquel colegio, á quien perfectamente reconciliadò, habia favorecido mucho. En su última hora dió un ilustre testimonio de la sincera estimacion que profesaba á la Compañia, mandando que le asistiesen, como lo hicieron, con el mayor esmero y vigilancia. Esta misma proteccion ha. llaron en su succesor el Illmo. Sr. D. Bartolomé de Ledesma, del órden de predicadores. Los estudios y ministerios de la Compañía flo. recieron en aquella ciudad, y crecia cada dia mas el afecto que desde el principio habian manifestado aquellos republicanos. En lo temporal se pasaba con bastante descanso. El Seminario para que habia dejado su caudal, D. Juan Luis Martinez, dean de aquella Iglesia, no

habia podido subsistir, y se habia repartido la renta, parte en el convento de la Concepcion, y parte en nuestro colegio, segun que al prudente arbitrio de sus albaceas, lo habia permitido el piadoso testador.

En Veracruz se trabajaba con igual suceso, admirando los vecinos la Veracruz. constante aplicacion de los padres á sus penosos ministerios. El tierno amor con que miraban á la Compañía, les hizo advertir que el sitio del colegio era sumamente incómodo para la asistencia diaria á los enfermos y á la gente de mar, que todos por la mayor frescura y proporcion de sus oficios y negocios, procuraban alejarse á las orillas del rio. Determinaron, pues, mudar el colegio á la vecindad del surgidero, donde con mas frecuencia y menos trabajo, se pudiese ocurrir á todas las ne cesidades del pueblo, y sin que los sugetos tuviesen la menor parte en la negociación, buscarón quien comprase la antigua casa, con cuyo costo y la acostumbrada liberalidad de los vecinos, se fabricó otra con una proporcionada Iglesia en el mas bello, mas saludable y acomodado sitio. Bien se merecia toda esta aficion el celo infatigable de los padres Alonso Guillen y Juan Rogel. No pareciendo bastante esfera á su ca. ridad la gente de la ciudad ni el hospital de ella, en que tenian un ejercicio no interrumpido de mortificacion y de paciencia, capaz de fa tigar cualquier espíritu ménos fervoroso; sabiendo que en la pequeña isla de S. Juan de Ulúa morian algunos a quienes la enfermedad no daba lugar aun para aquella corta travesía, penetrados del mas vivo dolor de que muriesen sin los santos Sacramentos, pretendieron y alcanzaron del Exmo. Sr. D. Martin Enriquez, se fabricase allí una especie de hospital, como algunos años antes lo habia mandado fabricar en el sitio mismo donde hoy está la nueva Veracruz, y se diese un cuarto de él y lo necesario para el sustento de uno 6 dos de los nuestros, que esarian allí de pié todo el tiempo que el despacho 6 descarga de los navios tuviese ocupada en aquella isla á la gente de mar. Cuando este trabajo daba algunas treguas, se les veia recorrer las estancias vecinas, doctrinando la gente ruda, ejercicio utilísimo y el-mas propio del instituto de la Compañía, sobre que jamás deja de derramar el cielo copiosas bendiciones.

El colegio de Valladolid, cuyas necesidades habia remediado en par- Valladolid. te desde el año antecedente la piedad del Sr. D. Martin Enriquez, acabó de ponerse sobre un pié regular con la liberal donacion de D. Rodrigo Vazquez. El maestro Gil Gonzalez en su Teatro de Michoacán, hace á este piadoso caballero y á D. Macor Velazquez, fundado

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Fundacion

rio de S. Gerónimo.

res de este colegio. Del segundo no hemos podido hallar qué fundamento tuvo el escritor. Del primero solo consta haber dado á la casa una estancia con tres mil cabezas de ganado menor, limosna, que aunque suficiente para dar descanso á un colegio de pocos sugetos, y que tenia ya algunas otras, aunque pequeñas fincas, pero no bastante para que podamos darle el título de fundador. En el último despacho habia venido órden de nuestro padre general, para que conforme á lo dispues. to, se partiese entre Pátzcuaro y Valladolid la renta de ochocientos pesos á que se habian querido obligar los señores prebendados, y que en Pátzcuaro quedase solo una residencia inmediatamente sujeta al rector de Valladolid, como estuvo efectivamente hasta el año de 1589, en que determinó otra cosa el padre general Claudio Acuaviva.

Tal era la bella disposicion de los demas colegios de la provincia, del Semina cuando en la residencia de la Puebla se padecia la mas estrecha necesidad, y segun toda apariencia, se podia temer su total ruina. Las murmuraciones de algunas personas, por otra parte respetables, habian encendido una llama que cada dia parecia deber tomar mas cuerpo. Habia cesado la mayor parte de las antiguas limosnas; sin embargo, en medio de las tribulaciones, con la venida del nuevo prelado el Illmo. Sr. D. Diego Romano, comenzó á rayar alguna luz de serenidad. Este celoso pastor que en Valladolid de Castilla acababa de fundar á la Compañía el insigne colegio de S. Ambrosio, se mostró siempre muy afecto á los jesuitas, que favoreció abiertamente en todas ocasiones. Con esta proteccion, se pensó en abrir estudios de gramática, y se encomendó este cuidado al padre Antonio del Rincon. El desinteres de la Compañía en este ministerio tan importante, y el afable y religioso trato de los padres en la direccion de aquella juventud, comenzaron á grangear los ánimos y hacer renacer en ellos la antigua aficion. Desde fines del año de 1579 se habia formado el proyecto de un colegio Seminario, y con el cuidado y solicitud, se acabó de plantear á principios del año de 80. Un escritor, bastantemente respetable por su literatura y su carácter, dice haberse fundado este colegio el año de 1585, citando para esto la autoridad del padre Colin en su historia de Filipinas. Si este autor no hubiera hecho profesion de engañar al público y obstinádose en defender una causa insostenible, hubiera visto en la misma historia que cita, que el padre Alonso Sanchez, que llegó á Filipinas por setiembre del año de 81, habia ya sido rector del Seminario de S. Gerónimo; y bien que éste haya sido equívoco del cronista de

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