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Filipinas, pues el padre Alonso Sanchez no fué rector de S. Geróni mo, sino de S. Bernardo en México, sin embargo, se viene luego á los ojos la mala fé del autor, que atribuiriamos gustosamente á descuido si muchos otros pasages de aquel su bárbaro discurso no nos tuvieran convencidos de su maliciosa infidelidad. Ayudó mucho para la fundacion de este colegio el noble y piadoso caballero D. Juan Barranco, á quien debieron tambien algun alivio las necesidades de aquella residencia que habria erigido en colegio y magníficamente dotado, si prevenido poco despues de la muerte no se hubiese dignamente empleado su opulento caudal en el convento de las señoras religiosas de S. Gerónimo, á quien conservó toda su vida muy particular devocion, y que verosimilmente tuvo un grande influjo en la advocacion del Seminario. Al principio fueron como treinta ó pocos mas los convictores, cuyo número ha crecido despues mucho, y dado un gran lustre á aquella ciudad con los insignes sugetos que de él han salido para los claustros, las audiencias, los coros y las mitras.

de 1580.

El colegio máximo de México y toda la provincia de Nueva-España, Muerte de D. Alonso de V1tuvo que llorar á fines de este año la muerte del Sr. D. Alonso de Vi. llaseca, en 8 llaseca, tenido, con razon, como el padre comun de todos los colegios. de setiembre Habia muchos dias que sus achaques no le habian permitido salir de las minas de Ixmiquilpam. Aquí le visitaban frecuentemente los pa. dres visitador, provincial y algunos otros. Muchos dias ántes mandó llamar al padre Bernardino de Acosta, su confesor, en cuyas manos entregó su espíritu al Señor. En los dias últimos de su enfermedad, mandó á su colegio en barras veinticuatro mil pesos. Los dicz y seis para la fábrica, y el resto para limosnas á los pobres, á arbitrio de los padres. Hizo tambien dos escrituras en que cedia dos cuantiosas deudas, la una de ocho mil y trescientos pesos aplicó á su colegio, y otra de veintidos mil y cien pesos, de que dió cuatro mil al hospital Real, dos mil al de Jesus Nazareno, tres mil á las recogidas, dos mil y ocho cientos á varios pobres y dotes de doncellas, y el resto de diez mil y trescientos á disposicion de los padres visitador y provincial para otras obras de piedad, que les tenia comunicadas. Su cuerpo se trajo embal. samado en una litera de Ixmiquilpam al santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, donde se detuvo tres dias, pagándole así Dios las cuantiosas limosnas con que habia procurado promover el culto de su Madre. Entre ellas se cuentan una estátua de plata de la misma Señora, de treinta y nueve marcos y dos onzas de peso: una rica colgadura de

su casa.

terciopelo carmesí, y una capellanía de misas que fundó en el mismo santuario. Los très dias que estuvo allí depositado el cadáver, mién tras que en México se disponian unas magníficas exéquias, se le can. taron otras tantas misas de cuerpo presente, y luego fué conducido á De aquí salió para nuestro colegio, acompañado de los Sres. arzobispo, virey, audiencia, ciudad y tribunales, con innumerable pueblo. Los Sres. de la real audiencia disputaron á los padres el honor de cargar el féretro. Esta singularísima demostracion no intentaban hacerla sin un motivo poderoso. En un motin que habia precedido al gunos años antes, en ocasion qué gobernaba la audiencia, hubiera sido necesario ceder este tribunal á las violencias de la plebe, si D. Alon. so de Villaseca á la frente de doscientos caballos, armados á su costa, de los criados y familiares de sus haciendas, no se hubiera presentado ofreciéndose al rey con su persona y bienes para el remedio de aquel desórden. Un servicio tan importante y oportuno, de que no habia po. dido borrarse la memoria, movió á aquellos ministros de S. M. para que procuraran corresponderle con una significacion tan distinguida de aprecio. Sin embargo, contentos con haber mostrado su gratitud, cedieron ał mucho mayor derecho que asistia á los nuestros para tomar por suya la accion. Se habia erigido en la Iglesia un suntuoso túmulo adornado de geroglíficos muy propios é ingeniosas poesías alusivas á las insignes prendas y virtudes del difunto. Por nueve dias se le hicieron honras, cantando la misa alguno de los Sres. prebendados, y la última el Sr. arzobispo D. Pedro Moya de Contreras, con no interrumpida asistencia de la música de la Catedral y sermones, en que procuró mostrar aquel colegio su inmortal agradecimiento. Murió el dia de la Natividad de Nuestra Señora, 8 de setiembre de 1580.

Fué D. Alonso de Villaseca, hijo legítimò de D. Andres de Villaseca y Doña Teresa Gutierrez de Toramo, cuya nobleza declaró la real chancillería de Valladolid en 22 de agosto de 1623: nació en Arsisola, pequeño lugar de la diócesis de Toledo, y aunque no se sabe determi. nadamente el año que viño á las Indias; pero consta que el de 1540 ya era muy rico y muy conocido en la América, donde habia casado con Doña Francisca Moron, hija única de padres muy poderosos. Era hombre rígido y severo, de muy pocas palabras, pero sobre que se podia contar seguramente. Su grande liberalidad para con los pobres y obras de insigne piedad, se ocultaban á la sombra de un semblante austero, ó porque no esperaba la recompensa sino del cielo, ó porque

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su génio esquivo le hacia tomar por adulaciones aun las muestras de un sincero agradecimiento. Sus resoluciones eran todas hijas de una madura atencion. Habiendo sido de los primeros que pretendieron la venida de los jesuitas á la América, estuvo despues cuatro años para declararse por fundador del primer colegio, observando cuidadosamente la conducta de los sugetos, siempre socorriéndolos; pero manteniéndolos siempre en una suspension que cuasi llegó á desconfianza. Lo que dió á este colegio pasó de ciento y cuarenta mil pesos, estendiendo al mismo tiempo sus liberalidades á cuantas casas religiosas y obras de piedad se hicieron por entonces en México. A pesar de su circunspeccion y silencio, se publicó bastantemente despues de su muerte su caridad en opulentísimas limosnas, que constaron de sus papeles. Entre ellos se hallaron cartas del gran maestre del órden de S. Juan dě Jerusalen, conocida hoy por los Caballeros de Malta, en que aquel gran príncipe le daba las gracias por una de mas de sesenta mil pesos con que socorrió aquel cuerpo ilustre en la triste situacion en que se halla. ba, despues del largo sitio que aquella isla habia tenido que sufrir de los Otomanos el año de 1565. Otras del santo Pontífice Pio V por ciento y cincuenta mil pesos que habia remitido á S. S. para el culto de los sagrados Apóstoles S. Pedro y S. Pablo en su templo Vaticano y sustento de los pobres de Roma. En diversas ocasiones se hallaron dados para redencion de cautivos diez mil y mas pesos, mas de cuarenta mil para los santos lugares de Jerusalen, y cuasi otros tantos para la parroquia y pobres de su pátria Arsisola. En lo que dejamos escrito en el párrafo antecedente, se ve que en solos los dias últimos de su vida, dió á los pobres treinta y nueve mil pesos, ¿quién, pues, podrá decir cuantas fueron sus limosnas en todo lo restante, y singularmente en las epidemias, que en su tiempo cuasi asolaron la ciudad? Tal fué el fundador del colegio máximo de S. Pedro y S. Pablo, al pié de cuya estátua pudo ponerse aquel glorioso epígrafe: Stabilita sunt bona ilius in domino, et eleeymosinas ilius narrabit omnis ecclesia. Descansaron sus huesos en la antigua Iglesia de Xacalteopam, hasta que se concluyó la fá. brica del nuevo templo por los años de 1603, de que hablaremos á su tiempo.

Muerte del hermano Die

estado del co

A la muerte del fundador, siguió la del hermano Diego Trujillo, natural de Madrigalejo, que dejando las armas se alistó en la Compañía el año de 1576. Se aplicó desde luego con sumo cuidado á la mortificacion de sus pasiones, de que en cinco años de religion dejó muy singu. Puebla.

go Trujillo, y legio de la

lares pruebas. Lo mas de este tiempo pasó en el humilde oficio de hortelano, á que sentia al principio grande repugnancia. Le dotó el cielo de un espíritu de oracion, que se puede decir que jamás interrumpia, y en que mereció del Señor singulares favores. El padre Pedro Morales certificó despues, que habia tenido noticia cierta del dia de su muerte, que fué á los 9 de noviembre del mismo año. Dos dias despues el padre D. Juan de la Plaza, concluida su visita, tomó posesion del oficio de provincial que habia obtenido ocho años el padre Pedro Sanchez. Señaló luego por rector del colegio de México al padre Pedro Antonio Diaz: de Puebla, al padre Pedro Morales: de Oaxaca, al padre Francisco Baes: de Valladolid, al padre Diego Lopez de Mesa. En Veracruz continuó el padre Alonso Guillen, y en Tepozotlan, el padre Alonso Ruiz. La asignacion del padre D. Pedro de Morales á la residencia de la Puebla, fué en las circunstancias la mas acertada. En esta casa se habia comenzado á hacer un gran fruto con el colegio Seminario, á pesar de la pequeña persecucion, de que quedaban algunas reliquias en los ánimos. Las necesidades domésticas habian tenido algun alivio; pero muy luego se acabó aun la esperanza que ba. bian hecho renacer algunas cortas limosnas. D. Melchor de Cobarruvias, noble republicano, prometió catorce mil pesos para la fundacion del colegio. La dotacion no pareció bastante para un colegio de la segunda ciudad del reino, en que eran necesarios estudios de todas las facultades. Esta repulsa agrió mucho á aquel insigne caballero, y cerró la puerta á muchos socorros, que parecia prometer el afecto con que miraba á la Compañía. El padre Plaza en atencion á estas circunstancias, habia intentado deshacer aquella residencia hasta que el tiempo ofreciese oportuna ocasion, en que pudiesen trabajar con mas descanso. En efecto, hubiera sido necesario tomar dentro de poco tiempo una resolucion tan ágria, si con el nuevo gobierno del padre Dr. Pedro de Morales no se hubiese mejorado la situacion de aquella Era el padre dotado de una singular dulzura y amenidad en su conversacion, de un pronto espediente, y de una franqueza y abertura de génio, que se insinuaba fácilmente y dominaba á cuantos le trata. ban. Añadíase la gentileza del cuerpo, la hermosura y la modesta alegría de su semblante, sobre escrito, que cuando concuerda con las prendas interiores del alma, les da para con los hombres mas severos no sé qué estimacion, tanto mas grande, cuanto mas conforme a aquel deleite, que se gusta pocas veces en hallar perfectamente de acuerdo la

casa.

razon con los sentidos †. Con estas bellas cualidades, se atrajo muy breve el padre Dr. Morales la estimacion de toda la ciudad. El padre Antonio del Rincon, daba un espectáculo muy diferente. Este operario infatigable, atendia al mismo tiempo á las clases de gramática, á la educacion, direccion de los colegiales en el Seminario de S. Gerónimo, y á la instruccion de los indios, cuyo idioma poscia en un gra. do eminente. Los pocos ratos que le dejaban libres estas graves ocupaciones, los empleaba en explicar la doctrina, y exhortar á los presos en las cárceles y obrajes, que habia muchos en aquella ciudad, y que podian llamarse, con razon, escuelas de maldad, y unos pequeños ensayos del infierno. La blasfemia, la obscenidad, los perjuros, las mas atroces calumnias, eran el ordinario estilo de sus conversaciones. La pobreza, la hambre, la desnudez, la reclusion, los arrojaban en un continuo despecho; el poco tiempo que no les ocupaba un crudo y siempre involuntario trabajo, lo daban á la embriaguez, al juego y á la mas vergonzosa torpeza. El celo incansable del padre Antonio del Rincon, le hacia buscar estas almas extragadas, y entrar, digámoslo así, á la parte de sus miserias para ganarlas á Jesucristo. Fuera de esto, tomó el trabajo de explicar todos los domingos la doctrina en la Iglesia del hospital de S. Pedro, vecino á nuestra casa, mientras que algunos otros padres repartidos por las salas hacian fervorosas exhortaciones, y confesaban á los enfermos, ministerio que hasta ahora se continúa en aquella casa, con grande aplicacion y constante fruto.

Entretanto los padres Antonio Sedeño y Alonso Sanchez navegaban á llevar la luz del Evangelio á las islas Filipinas. El hermano Gaspar de Toledo que los acompañaba, jóven de muy inocentes costumbres y digno hermano del padre D. Francisco Suarez, murió á pocos dias de navegacion. Los demas habiendo llegado á la costa oriental de la isla de Luson, en un tiempo en que ya los vendavales muy temibles en aquellos mares, no permitian pasar el estrecho, desembarcaron en aquellas playas y caminaron por tierra hasta Manila, donde llegaron á principios de setiembre del año de 81. Hicieron los padres esta navega. cion con tanta pobreza, que mendigaban de los pasageros su cotidiano sustento, aunque las órdenes de S. M. eran muy francas, y grande el cuidado del Sr. obispo en procurarles toda la posible comodidad, á que con grande edificacion renunciaban. Llegaron á Manila sin mas tren

+ Estó es conocer el corazon humano.

Sucesos de Manila.

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