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SUPLEMENTO PRIMERO

A LA HISTORIA

DE LA COMPAÑIA DE JESUS

EN

NUEVA-ESPAÑA,

escrita por el padre

FRANCISCO XAVIER ALEGRE.

El departamento del Nuevo-México es hoy bastante conocido por los aventureros tejanos, y objeto de sus especulacianes mercantiles, principalmente desde que se ha puesto en contacto con los Estados. Unidos del Norte: se ha abierto un camino por el que transitan numerosas caravanas de mercaderes, y por medio de las cuales se fomenta el contrabando, se introducen efectos de primera necesidad y de lujo, y por precios muy cómodos. El abandono en que el gobierno español tuvo aquellos pueblos, y por lo que carecieron de muchos auxilios y ar tículos necesarios á la vida, ha hecho que sus habitantes tengan por un gran bien lo que considerado exactamente es un verdadero mal, y que envidiando la suerte de los establecimientos anglo-americanos, crean que no pueden ser libres y felices sino á la sombra de aquel pabellon, renunciando á la verdadera felicidad que hoy disfrutan por una facticia y quimérica. Conviene, por tanto, que el gobierno conozca el mérito de aquellas regiones, de donde puede sacar grande aprovechamiento por medio de una administracion liberal á par que justa, y con cuyo objeto nos proponemos dar aquí una ligera idea. Tenemos á la vista un manuscrito precioso que disfrutaremos en este suplemento y lle. nará nuestro objeto; mas para ello es indispensable formar la relacion, aunque sucinta, tomándola desde que conquistaron aquellas regiones los españoles y predicaron el Evangelio los religiosos franciscanos.

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Situacion

Se conoce por territorio del Nuevo-México desde el grado 23 de lageográfica. titud boreal hasta el 45; pero rigorosamente se ignoran sus límites al

Descubri

quista del N.

miento, con. Norte. † Al Mediodia tiene la provincia de Chihuahua, al Oriente la México y sus Luisiana y provincia de Tejas, y al Occidente parte de Sonora y Ca. revoluciones. lifornia Alta. Su temperamento es frio, pero el terreno muy fértil por

las muchas nieves que caen en invierno. Es comun opinion que este territorio es el mas parecido á la península española por su feracidad, temperamento y producciones. Es despejado y ameno, y participa de la Sierra Madre que se tiene por un manantial de oro ‡ y plata, y se ria el pais mas próspero si no tuviera tan cerca la gentilidad.

La conquista de esta tierra privilegiada tuvo los mismos principios que la de la provincia de Coahuila: toda fué obra de la Providencia. Por los años de 1532 se encontró la seccion de tropa que puso Nuño de Guzman á las órdenes de Pedro Chirinos á seis españoles que en la invasion de Pánfilo de Narvaez á la Florida se estraviaron en los mon. tes, y se encontraron con una nacion que á la vez padecia una epidemia que la desolaba, y habiendo aquellos españoles acertado prodigiosamente con arbitrios eficaces para su curacion, la contuvieron. Este feliz suceso los defendió de la fiereza de los bárbaros, los cuales no los dejaron salir del pais por el interés de que los curaran en sus enfermedades. Ellos no perdieron la ocasion oportuna de catequizar á los indígenas que pudieron en los principios religiosos, y buscando arbitrios y modo para salir de su cautiverio promovieron con los indios amigos una expedicion á la parte occidental del territorio, en donde suponian encontrar á sus compañeros. En las dilatadas mansiones que hicieron se detuvieron mucho tiempo en Nuevo-México, y de allí entraron á Sonora donde se reunieron á los españoles.

La fecunda semilla de religion que habian dejado en unos corazones tan bien dispuestos como los de los indios, se conservó hasta el año de 1591 en que entró al Nuevo-México el padre Fr. Agustin Ruiz, misionero franciscano. Este religioso residia en una mision del territorio de Chihuahua, y fué avisado de unos indios conchos amigos, que

+ Esta relacion está sacada de la historia de la conquista de los estados indepen dientes del imperio mexicano escrita por Fr. Francisco Trejes, cronista del colegio de Guadalupe de Zacatecas, escritor de buena crítica y delicado gusto.

Esta es la causa única, y no la decantada filantropía del siglo, la que ha conducido las espediciones de los aventureros tejanos para sucumbir allí con igno minia en estos últimos dias,

no lejos de allí habia muchas naciones, y entre ellas algunos indígenas que ya tenian noticia de la religion católica. Trató luego el padre Ruiz de buscar á estos indios con empeño, y en breves dias logró su objeto, catequizando y bautizando á aquellas afortunadas gentes. Luego procuró el auxilio de algunos compañeros, que felizmente se le proporcionaron de las misiones de Sonora. Cuando el virey de México supo los nuevos descubrimientos y sus progresos, mandó á D. Antonio Espejo con alguna gente y socorros para protejer las misiones. Por algunos alborotos que se suscitaron entre las tribus inmediatas, fué de necesidad que se pidiese mas tropa para fundar algunos presidios, y salió de México una nueva partida á las órdenes de D. Juan de Oñate, pariente de los conquistadores de Jalisco, el cual llegó á su destino ent 1595. A los cincuenta años, es decir, en el de 1644, hubo una sublevacion general de las naciones del territorio, en que murieron todos los misioneros, y aun el gobernador español á manos de los bárbaros: golo escaparon muy pocos habitantes que se refugiaron en el Paso del Norte. Desde allí se hicieron nuevas solicitudes al virey para que se reconquistase lo perdido, y muchos de los descendientes de los primeros defensores del pais se reunieron á la gente que salió de Zacatecas y otros puntos á la reconquista de tan recomendables posesiones el año de 1694, á las órdenes de D. Diego Vargas.

Esta revolucion la refiere mas detalladamente el padre Andres Cabo en su Historia, † diciendo, que los indios ya reducidos del NuevoMéxico, subian á veinticinco mil, y estaban avecindados en veinticuatro pueblos: se convinieron con los gentiles que estaban estendidos por aquellas tierras en dar sobre los españoles. Para ejecutar esto con el secreto que el negocio pedia, hubo en diversas partes varias juntas. Ignórase si los indios ya convertidos movieron á los idolatras, ó estos á aquellos: lo que consta es, que la trama se urdió tan bien y que se guardó tal secreto, que aquella conjuracion que poco á poco se habia ido disponiendo y que se estendió por mas de ciento cincuenta leguas, fué ignorada de los españoles, hasta que el dia 10 de agosto, improvisa. mente á una misma hora los asaltaron, dejando muertos veintiun padres franciscanos, que cuidaban de aquellos pueblos y trabajaban en la re

Que publiqué, intitulándola: Los tres siglos de México durante el gobierno español, con dos tomos de suplementos, hasta la declaracion de la independencia en 1821, páginas 57 y 58, tome 2.

duccion de los infieles y á todos los españoles que andaban por aque. llas vastas provincias.

Desembarazados los indios de estos, tuvieron la audacia de sitiar el fuerte de la capital de Santa Fé, donde residen los gobernadores. Por medio de algunos naturales fieles, los soldados de aquella guarnicion fueron avisados de que los enemigos se acercaban á la plaza: así que, poniendo en son los pocos mortoretes y fusiles que habia, se aprestaron para detener el ímpetu de los conjurados, que luego aparecieron dando grandes alaridos á su usanza. Los soldados los dejaron acercar; pero cuando estuvieron á tiro, las descargas hicieron en ellos tanto estrago. que el terreno quedó cubierto de cadáveres; mas no por esto aquellos bravos indios se acorbardaron: soldados frescos entraron á substituir á los muertos que disparaban diluvios de flechas contra los españoles. En estas vicisitudes pasaron 10 dias sin que aquellos indios se movieran de sus puestos, esperanzados de que su constancia haria rendir la plaza. Al cabo de este tiempo, consumidas las provisiones de boca y guerra, y no pudiendo los españoles tolerar la hediondez que despedian los montones de muertos debajo del fuerte, determinaron abandonarlo con la poblacion, y á media noche por caminos secretos y despoblados salieron de Santa Fé, y se retiraron al presidio del Paso del Norte, que distaba doscientas leguas, desde donde dieron áviso al virey ‡ de lo que pasaba. Entre tanto, aquellos indios al dia siguiente, viendo que el fuego habia cesado, se creyeron que consumida la pólvora se les rendirian los españoles; pero como advirtieron que no se oia ruido ni habia

Lo era el Sr. arzobispo D. Fr. Payo Enriquez de Rivera, religioso agustino: durante su gobierno se construyó la grande Iglesia de S. Agustin de México, por haberse quemado la anterior, que era de plomada como la de la Merced que hoy existe y corre el mismo riesgo. Al segundo dia de haberse verificado el incendio, este arzobispo virey salió á pedir limosna para su redificacion, y juntó cuarenta mil pesos: reunió á los arquitectos de México y les mandó que cada uno formase su planta del nuevo edificio y se lo presentase, y entre varios, escogió el que hoy vemos con asombro realizado. Este era México durante el reinado de Cárlos II. Acaso hoy no se haria mejor templo con todo el decantado progreso con que nos quie. bran la cabeza los reformadores, ni se reuniria en cuarenta años el dinero que en un solo dia se juntó entonces. Habia en aquella época lo que en el Evangelio se conoce con los nombres de caridad y piedad, y á los oidos de nuestros abuelos no habian llegado las palabras huecas de.... filantropía, patriotismo.... civismo &c. &c., que es moneda corriente en el dia, pero tan baja y despreciable, como la del cobra á los ojos de un hombre pensador.

indicio de gente, contentos de haberlos obligado á huir, y sin pensar en seguirlos, quemaron todos los edificios. El virey, temeroso de que aquella rebelion cundiera por las provincias confinantes, mandó hacer levas y tomar todas las disposiciones para recobrar en el siguiente año lo perdido.

Al principio del siguiente, marcharon de México los escuadrones destinados á la espedicion. Ordenóseles juntar gente de aquellos presidios y sentar el cuartel general en el Paso del Norte, en donde por las diligencias de aquel gobernador hallaron dispuestas todas las cosas para hacer aquella jornada que emprendian con todo el arte militar. De aquí salieron en busca de los enemigos; pero sus diligencias fueron inútiles, porque estos jamás midieron sus fuerzas con los españoles, y bien que tuvieron diversos campos, estos los habian sentado en puntos inaccesibles, donde espiaban la coyuntura de que algunos soldados se desbandasen para dar sobre ellos. Este modo de guerrear, el mas seguro para quebrantar las fuerzas de los españoles mantuvieron los indios en aquella campaña, de lo que aburridos los castellanos, quemadus sus rancherías y maizales, se volvieron al presidio. Hasta aquí el padre Cabo.

A merced de paciencia y constancia, se recobró despues el NuevoMéxico; pero no toda la parte que antes poseia el gobierno español, que hoy está poseida por naciones bárbaras limítrofes, que no han cesado de hacer irrupciones, y que serán mayores en lo sucesivo, por estar auxiliadas con armamentos de que los han provisto los anglo-americanos. Hoy no son aquellos bárbaros que solo peleaban con macanas, hondas y flechas: hoy hacen la guerra con rifles y fusiles, guardan las formaciones militares, y necesitamos para combatirlos igualdad en el armamento, é igualdad numérica en nuestros soldados; reflexion importante que no debe despreciar nuestro gobierno, si no quiere perder una inmensa extension de terreno rico por la vegetacion, no ménos que por los tesoros de oro y plata de sus minas. El gobierno español, no supo sacar el aprovechamiento que debiera de aquellas posesiones, y puede decirse que las condenó al olvido. La ignorancia en que sus habitantes se han visto sumergidos, es igual á la escasez y miseria á que sc han visto condenados. ¿Quién creerá que hasta el año de 1833 no se vió en Nuevo-México una imprenta ni un periódico? Pues ello es cierEntre tanto, aproveto, y podria presentar pruebas de esta verdad. chándose los norte-americanos de tales circunstancias, los han abas

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