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que habia tenido hasta entónces de una constante virtud, sobre todo la oracion misma de aquellos á quienes dió la muerte, y la infinita cle. mencia de nuestro Dios nos hace gustosamente creer que pudo conducirlo á un sincero y saludable arrepentimiento.

Mientras el terreno infeliz de la Florida no producia sino abrojos y

zarzales bajo los piés de sus apostólicos ministros, la providencia del Señor preparaba á la Compañía de Jesus un suelo afortunado en que se lograse con infinitas creces el fruto de sus trabajos. Habia cincuenta años que Hernando Cortés, general de las armas españolas, habia conquistado á la corona de Castilla la imperial ciudad de México, justamente aquel mismo año en que S. Ignacio de Loyola, dejadas las grandes esperanzas que le daba su nacimiento y su valor, habia pasado de la milicia del César á la de Cristo, como que ni á la fama de Cárlos V ni al celo de Ignacio bastasen los estrechos límites del antiguo mundo. De México se estendieron las conquistas con increible rapidez á todas las regiones vecinas, y se dió el nombre de Nueva-Es. paña á todo aquel gran pais, que por mas de seiscientas leguas se estiende desde el rio y fuerte de Chagres en la costa oriental del itsmo de Panamá, hasta el rio Bravo ó rio del Norte, que por la parte septentrional la divide del Nuevo-México. El gobierno civil está dividido en tres audiencias 6 chancillerías residentes en México, Santiago de Guatemala y Guadalajara. El eclesiástico en diez obispados y dos arzobispados. El arzobispo de México tiene por sufragáneos los obispos de Tlaxcala ó Puebla de los Angeles, de Oaxaca, Yucatán, Guadalajara, Michoacán y Durango. El arzobispo de Guatemala tiene á los obispos de Chiapa, Nicaragua y Honduras. Hablar de la riqueza, de la estension y de la fecundidad de estos vastos paises, seria ocioso despues de lo que con tanta curiosidad como exactitud han escrito los naturales y estrangeros. Sin embargo, no podemos escusarnos de apuntar algunas particularidades, que acaso serán mas del gus. to de nuestro siglo. Parece que la naturaleza ha hecho en las demas partes un ligero ensayo de lo que queria perfeccionar en la América, y singularmente en la Nueva-España, que es como el centro de toda ella. Dejo aparte la fertilidad de sus campos, que cuasi sin respeto á las estaciones del año vuelven con prodigiosa multiplicacion las semillas en cualquiera tiempo que se siembren. Dejo la fecundidad de sus

Hecha la independe ncia se ha agregado el de Chiapas.

Descripcion general de N. España.

minas, de que sin interrupcion alguna han pasado á España tantos miIlones en espacio de dos siglos, sin otras muchas que se descubren cada dia, y que no pueden á proporcion cultivarse por las precauciones que ha parecido tomar á nuestros reyes. Dejo la infinita variedad de sus maderas, de sus frutas igualmente abundantes en todas las estacio. nes del año, de sus pescas tanto en los rios, como en las costas de sus mares; solo sí no podemos dejar de ponderar la multitud innumerable de sus antiguos habitadores. Leyendo las historias de los antiguos mexica. nos, y de aquellos que fueron testigos oculares en los primeros tiempos de la conquista, como Bernal Diaz del Castillo, Gomara, Fr. Bartolomé de las Casas y otros semejantes, podrá formarse alguna idea de su número, y mucho mayor si se atiende á las epidemias que en diferentes años han asolado estas regiones. En la del año de 1575, que duró hasta los fines de 76 á diligencia del Exmo. Sr. D. Martin Enriquez que gobernaba entonces, se averiguó haber muerto mas de dos millones de los naturales. Subió aun mas en la antecedente epidemia de 65, y mucho mas en la que siguió inmediatamente al sitio y toma de la ciudad de México por los años de 1525. Sin embargo, á pesar de tan lamenta. bles estragos, en la relacion impresa del famoso desagüe, escrita por D. Fernando de Zepeda, y publicada el año de 1637, hallamos haber trabajado en esta obra importante desde 28 de noviembre de 1607 hasta 7 de mayo de 1608, 471.151 indios, y 1.666 indias que les asistian para el necesario sustento. Argumento grande de la innumerable mul. titud de los habitadores, y de la incomparable grandeza de los emperadores mexicanos de que á principios del siglo pasado apénas habia quedado ya una tercia parte.

A proporcion de la multitud de sus habitadores era y es la de sus montes, la de sus rios, la de sus llanos y sus bosques, que por todas partes les proveian habitaciones cómodas y oportuno sustento. Entre sus montes se encuentran varias cordilleras nada inferiores á los Alpes y Pirineos. Desde cinco leguas de la Veracruz hasta el confin de los obispados de Puebla y Oaxaca, corre la encumbrada sierra del Cofre que los naturales llaman Xaupatheutli, como si dijéramos cuatro veces señor, por estar persuadidos, aun á la simple vista, á que eran estos montes cuatro veces mas altos que el de Xuchimilco, cinco leguas al Sur de de México, á quien llamaron Teuhtli. Se distinguen en esta cordillera el Cofre de Perote, y en otro de sus ramos el famoso volcan de Orizava, que segun la observacion de un misionero frances en el

presente siglo excede en mucho al pico de Tenerife, que hasta ahora se habia tenido por el monte mas alto de la tierra. Otra cordillera divide las provincias de Nicaragua y Honduras, y se estiende ácia el Sur hasta el itsmo de Panamá. En esta angostura un alto monte ofrece la vista del uno y otro mar. Es tambien famoso en esta cordillera el volcan de Masaya, distante cinco leguas del mar del Sur; la subida es declive y fácil la cima, tiene una llanura de quinientos pasos en contorno, y en medio un pozo como de treinta pasos de diámetro, desde cuyo brocal se ve en el plan, como á cuarenta brazas de distancia, un fuego como de metal derretido en un continuo hervor de que tal vez salen á fuera llamas muy claras, y que dicen haberse visto á trein. ta leguas de distancia por el mar del Sur. El Illmo. Sr. D. Fr. Bartolomé de las Casas, obispo de Chiapa, tuvo la curiosidad de ir de noche á su falda y de rezar alguna parte de las horas, sin mas luz que la que comunicaba la llama misma del volcan. Cerca de la ciudad de Guatemala, y entre los confines de este obispado y el de Chiapa, cor. ren otros montes hasta comunicarse con los Miges y los Chontales en la vecindad del obispado de Oaxaca. A la ciudad de Santiago de Gua. temala tienen en continuo susto por sus temblores y erupciones dos vecinos volcanes. Al Sur de la ciudad de México está el monte de las Cruces, que por varios ramos se estiende hasta muy dentro de la tierra. Al Oriente de la misma ciudad divide el arzobispado, del obis. pado de la Puebla, la Sierra nevada y el volcan que los naturales llaman Amalameca. Como á diez y siete leguas de la misma ciudad en la provincia de Chalco está el volcan de Popocatepetl,' así llamado en la lengua mexicana por los penachos de espeso humo que muchas veces le observaron los naturales. †

En medio de esta se forman fortísimos valles, especialmente al Norte de la Nueva-España en los obispados de Puebla, México, Michoacán, Guadalajara. Es celebrado por su fecundidad el valle de Oaxaca, que dió nombre á aquella ciudad, capital de aquella diócesis, y en que concedió S. M á D. Fernando Cortés el título de su marquesado. Los valles de Atlixco, de Toluca, de Chalco, de Apam, de S. Juan de los Llanos, y el que fecundiza en estension de muchas leguas la laguna de México, son igualmente aplaudidos, 6 por la cria de los ganados, ó por

+ La mayor erupcion que ha habido fué en 19 de enero de 1664. El estrépito hizo horrendos estragos en Puchla. Véase Betancourt, Teatro Mexicano cap. 4.° Pig 26.

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la abundancia de sus cosechas. Son en esto tambien bastamente felices, los obispados de Michoacán y Guadalajara. Débese esta maravillosa fertilidad en la Nueva-España, así á lo templado de su clima, aunque tendido por la mayor parte dentro de la zona tórrida, como á las muchas vertientes, que bajando de tantos elevados montes, se for. man en rios, en arroyos y en lagos. Son los mas famosos de sus rios el de Alvarado, de Goatzacoalco, el de la antigua Veracruz, el de Medellin, á que dió nombre la patria del conquistador de estos paises, el de Zempoala, el de Atoyaque, el de Cotasta, el de Cuautitlán, el de Tula, el de Xilotepec, y el rio grande de Guadalajara; los de Nagualapa, Zacatula, Petatlán, y varios otros que bañan diferentes regiones. No son ménos en el número y en el caudal de sus aguas las grandes lagunas que se encuentran en toda la estension de la Nueva-España. La de Nicaragua, se tiene con razon por la mayor del mun. do. No faltan autores que le conceden cerca de cien leguas de circunferencia: en esta desagua otra de cuarenta leguas de circuito. La de Chapala, en el obispado de la Nueva-Galicia, ha merecido por su gran. deza le diesen los antiguos geógrafos el nombre de mar Chapalico; sin embargo, no es comparable con las de Nicaragua. Recibe esta laguna al rio grande, que naciendo desde la provincia de Toluca ‡ la atraviesa con tanto ímpetu, que conserva sin confusion sus aguas, y sale del Poniente del mismo lago á desembocar en el mar del Sur. Son, aunque no tan grandes, bastantemente celebradas la de Zinzunza, compuesta de varias en el obispado de Michoacán, la de Zumpango, San Cristóbal, Texcuco y Chalco, cuya comunicacion ha causado á México tan perniciosas inundaciones en diferentes tiempos. Esta ciudad, Descripcion la mas bella, la mas grande y la mas opulenta de la América, es la ordinaria residencia del virey, gobernador, y capitan general de toda Nueva-España, como lo fué ántes de los emperadores mexicanos los mayores del mundo en riqueza, y en la estension de su imperio, solo inferiores á los antiguos romanos. Está situada á los 19 grados 20 minutos de latitud septentrional, y á los 268 grados 20 minutos de longitud, en medio de tres hermosas lagunas, que en todo componen mas de treinta leguas de circunferencia, y fertilizan un valle de mas de no. venta, en que está colocada la ciudad, y le facilitan una increible abundancia de todo lo conducente á las delicias de la vida por el co

de México.

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mercio de innumerables pueblos situados en los bordos mismos de los lagos. Segun el cómputo de D. Cárlos de Sigüenza, parece haberse fundado esta ciudad por los años de Jesucristo 1327, ciento noventay cuatro años antes de la conquista. El terreno es igual, unido y estremamente fértil. Las aguas cristalinas y delgadas,aunque á causa del terreno salitroso por donde corren no las mas saludables. Las que se hallan estancadas é inmobles en los grandes lagos que costean la ciudad, no inficionan los aires, que se respiran bastantemente puros. Su temperamento es cuasi igual en todas las estaciones del año. No siente los rigores del invierno, ni los excesos del estío, entre los cuales, segun aquella aplaudida y celebrada respuesta que se dió á Cárlos V, no hay mas distancia que la del sol á la sombra. Los altos montes que por todas partes coronan su horizonte, la defienden de los vientos fuertes é impetuosos. La hermosa vega en que está situada, la termina al Oriente la Sierra nevada, y el volcan de Amalameca. Al Poniente el monte de Xaltepec, célebre por la acogida que en su falda hicieron en su retirada los españoles al tiempo de la conquista, y ennoblecido despues mucho mas con el Santuario de la milagrosa imágen de los Remedios. Al Sur una parte del monte de las Cruces que llaman Cerro Gordo, y al Norte el de Cuatepec, infame en la antigüedad por los impuros misterios de la idolatría, y consagrado despues por haber milagrosamente aparecido en una de sus cimas, que llaman Tepeyac, la admirable imágen de nuestra Señora de Guadalupe diez años despues de la toma de México. Las lluvias duran por lo general cinco ó seis meses, de mayo, á setiembre y octubre, con una fuerza y abundancia, que espanta á los que nunca han estado en la América. Las calles son muy derechas, muy espaciosas, todas empedradas en el centro de la ciudad y bastantemente limpias, respecto de las ciudades de Europa, que pueden competirle en el número de sus habitadores. El padre Tallandier hace á México igual con Leon de Francia. Hay en él veintisiete casas religiosas de hombres, y veinte de mugeres; diez y seis sujetas al ordinario, y de las cuatro restantes, tres á los franciscanos, y una á los domínicos. Ocho hospitales generales, y uno para los hermanos de la órden tercera; siete colegios ó seminarios para la educacion de la juventud; cuatro convictorios ó colegios para la instruccion y crianza de niñas españolas, y uno para indias. Dos casas ó recogimientos de mugeres escandalosas. Doce parroquias, cuatro de españoles, y las demás de los naturales. Pasan de sesenta los templos, que merecen este nom

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