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provincias del mar del Sur, que no cogen maiz en tiempo de aguas, como son, Chiametla, Culiacán y Camponela; siembran por Navidad y vienen á coger por S. Juan, porque desde S. Juan hasta S. Miguel, son las aguas tan continuas, que no escapa un dia, lloviendo principalmente desde las doce del dia con grandísima fuerza dos y tres veces, con gran estruendo de rayos que caen en los pinos, de los cuales hay tanta abundancia, principalmente en las ciénegas, donde se hacen poderosísimos, que de ellos y otros árboles de que la tierra está cubierta, hay parte donde en todo el año no está el sol. Algunos de estos pinos, llevan piñas una tercia de largas, en que tienen muchos piñones, que es el sustento de grandísima muchedumbre de papagayos que vienen de ciento en ciento, y

de noche se vuelven á dormir á tierra caliente, y de muchísimas ardinirra

llas de muchas diferencias, unas grandes y otras pequeñas, que se topan por los caminos cada momento, y otras mayores que se llaman causos y tienen una cola muy hermosa, y son tan grandes, como gran. des gatas hay en esta tierra, muchos ojos; pero lo que mas espanta es, que hay un pajarito que se llama carpintero que hace en un pino seco diez mil agujeros, y en cada uno mete una bellota, las cuales guarda para el invierno: hay tambien grande abundancia de gallos y gallinas de la tierra monteses, mucho mayores que las que se crian mansas, hanlas visto los padres de Zuenzo por los caminos; tambien han dicho algunos que han visto en estas ciénegas altas de estas partes diferentes carbuncuelos de noche: dicen que son tan grandes como perritos, y que tienen en la frente una piedra de grandísimo resplandor: han ido muchas veces á quitarlas de noche, pero en sintiendo ruido, cubrieron con un capullo la piedra, de manera que no se vieron mas.

Los bajos de esta sierra son tierras calientes, y así hay en ellos gran cantidad de mosquitos, gegees, rodadores y sancudos, y dánse en estos bajos todas las frutas de tierra caliente y grande abundancia de miel riquísima, mas blanca que una nieve, y otra mas espesa de las abejas grandes, de la cual los indios gozan mas abundantemente. Esta miel no se da en panales, aunque los hay tan grandes como botijas, sino en los huecos de los encinos. Es la tierra templada mas abajo de los altos de la tierra una legua, en los cuales hacen unas botijas de cera tan grandes como huevos de palomas, haciendo tantas botijuelas, cuan grande es el agujero, y para seguir las abejas y saber donde están, van iguiéndolas desde el agua donde van á beber, en lo cual hay indios muy diestros y muy rastreros, y de esta cera saben ya los indios hacer candelas para la Iglesia.

En los medios de esta tierra, que es tierra templada, porque ni es fria como la de arriba, ni caliente como la de abajo, puso nuestro Señor grandísima cantidad de minas, y así es la tierra mas rica que hay en la Nueva-España; de tal manera, que á cada paso se descubren muchas vetas y de mucha ley, y así fuera de los reales de minas que están poblados, hay despoblados, así por el alzamiento que hubo estos años pasados, como por falta de gente española, treinta reales de minas ensayadas ya de á marco, y de hay para arriba por quintal; pero como la tierra es tan corta, no se pueden sustentar si no es que la ley de los metales sobrepuje, y así las que acá se benefician ordinariamente pasan de á marco y á diez onzas por azogue, y las que son de á seis no se benefician, y las de fundicion y sebó á tres y cuatro marcos, y así lo que ménos vale en esta sierra es la plata. En esta tierra templada, que son las laderas de estas tierras, estaban poblados los indios junto algunos ojos de agua ó arroyos pequeños que bajan de los altos, y no estaban muy juntos, sino cada uno con sus hijos, nietos y parientes en unas rancherías fundadas en unos mogotes ó picachos difíciles de subir á ellos, y la causa era por tener continuas guerras entre sí, aunque eran de una misma nacion y lengua, hasta venirse á comer unos á otros. La causa de estas guerras era no tener principal ni persona á quien reconociesen, y que les hiciese deshacer sus agravios, y así cuando uno era agraviado de su vecino, aunque fuese en poca cosa, recogia sus parientes é iba á la casa del que le agravió, y por su propia mano en su persona y hacienda, tomaba venganza, y el que recibia aquel agravio, tornaba á recoger sus parientes é iba á desagraviarse, y así andaban en continuas guerras, á las cuales ïban con todas las riquezas que tenian en sus casas de tilmas, chalchihuites, orejeras y plu. merías, arcos y flechas en carcaxes de pellejos de leones, de que hay gran copia en esta tierra, lanzas de brasil colorado, de que hay mucha abundancia en los bajos, una cola hecha de gamusas teñidas negras y sacadas unas tiras largas que salen de un espejo redondo, puesto en una rodaja de palo tɛn grande como un plato pequeño, y esa asentada en el fin del espinaso, baja la cola hasta las corbas en un cordel con que van ceñidos: llevan atravesada como daga una macana, las tilmas llevan cruzadas por el pecho, y las caras, piernas y brazos, envijados con metales amarillos, otros de negro del ollin del comal, y ceniza, y suchimales que guarnecidos de plumerías, los cuales son come las vaseras de vidrios y cálices, con los cuales se revuelven y adargan

metiendo todo el cuerpo debajo de ellos: en la mano izquierda está el arco y lanza, y con la derecha flechan, hasta el punto que ha caido alguno de los enemigos, que entonces con una hachuela que llevan tambien para esto, al momento le cortan la cabeza con grande presteza, la que traen por triunfo cuando no pueden traer lo demas del cuerpo, con la cual en las manos hacen grandes mitotes: en volviendo á sus tierras, si traen algun cuerpo, media legua antes de llegar al pueblo, para que las mugeres que ayunaban mientras iban á la guerra, y las demas que están en el pueblo, le salgan á recibir, ellos esperan en un puesto que para esto tienen señalado, donde hay muchas piedras hechas á manera de canal larga, de mas de cuatro pies y cubierta como albanal, por las cuales van metiendo los cuerpos que traen, y dan álas mugeres las manos para que las lleven colgadas al cuello como nó. minas. Llegados al pueblo, donde están las casas de terrado muy bien techadas, con una puerta pequeña, aun no de una vara en alto redonda, en el patio de la casa tienen un árbol de zapote, al pie del cual de. jaron alguna flecha ó algun hueso de muerto colgado en ofrenda, para que su ídolo les diese victoria. Hay allí junto una piedra llana á donde dejan la carne mientras se adereza donde se ha de cocer: luego sin quebrarle el hueso sino por las coyunturas despedazan el cuerpo y échanlo en dos ollas, y dos viejos, que para esto están señalados, toda la noche les dan fuego mientras el resto del pueblo y los circunvecinos, que para ello se han juntado, están bailando y cantando las victorias de sus enemigos, con la cabeza del difunto en las manos. A la mañana revuelven las ollas y sacan los huesos mondos, dejando solamente la carne como atole, y estos huesos guardan en las casas fuertes colgados, parte con la cabeza. Otras veces encajan las calaveras en las paredes cercanas á las puertas de las casas fuertes. Guardan estos huesos en memoria de sus triunfos, y así cuando han de ir otra vez á la guerra, los viejos animan á los mozos diciendo, que miren aquellas victorias que ellos alcanzaron, y que se acuerden de algun pariente suyo que le mataron sus enemigos, y que entiendan que así tienen allá sus huesos: que procuren vengarlo y volver por su sangre y parientes, A la carne que queda en la olla, suelen echar frijoles y maiz cocido, y luego se va repartiendo por todos los que se han hallado en el baile, echando á cada uno su parte en un cajete. Al primero á quien dan de esta olla y del vino que tienen hecho, es al dios que ellos adoran, y al que mató aquel enemigo que quiere comer, al cual en el mismo mitote le

TOM. I.

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hacen un agujero en el lábio de abajo en medio de la barba que le pasa todo el labio, y llega hasta las encias, por donde le meten un hueso que tiene un boton á dentro, y sale como tres dedos del labio, y este trae toda la vida en señal de valiente, y si ha muerto dos, le hacen dos agujeros, y si tres, tres; y yo he visto indios que tenian tres: luego dan á las personas que ayunaron para la victoria.

Los ayunos de estos son muy rigurosos, pues todo el tiempo que dura el ir á la guerra, ó que dura la necesidad, porque aínas no pueden comer cosa que tenga sal, ni tocarse una persona á otra, ni hacer nada,'y guardan esto con tanta puntualidad que no ha un mes que teniendo noticia el padre de los que andan en esta sierra, que una india estaba enferma, fué á su casa para ver si tenia necesidad de confesarse: hallola entre unos zacates, apartada un tiro de arcabuz de su casa, y habiéndola enviado á llamar con tres ó cuatro indios, y viendo que no se bullia de un lugar, preguntó qué hacia, y respondiéronle que estaba ayunando, y que estaba allí apartada por no tener ocasion de ver ni comunicar á nadie mientras duraba el ayuno. Fuese el padre para ella, y cuando la india le vió venir, se levantó como un gamo, y alzando los gritos, que los ponia en el cielo, comenzó á huir por entre aquellos matorrales con tanta ligereza, como lo pudiera hacer un hombre, por no quebrantar el ayuno con hablar al padre. Solo pueden comer un poco de maiz tostado 6 pinole que beben con una como calabacilla que traen colgada de la cinta en señal de que ayunan. Estos ayunos no solamente los hacen por las guerras, sino tambien si acaso han visto algun xixime, que son sus enemigos con quien tienen ya la guerra trabada y publicada, y donde quiera que se topan se matan, sino tambien cuando han de sembrar y cuando han de coger, y cuando hay borrachera y cuando hay pesquería, que á todas estas cosas ayunan, porque así se lo tenia mandado el demonio, con quien tenian grande comunicacion, y así se les aparecia de noche muy ordinariamente en los campos, á quien ellos tenian diversos modos de adorar, y así tenian diferentes ídolos á quien llamaban Tesaba, y el demonio les habia dicho que él se llamaba Neyuncame, que quiere decir el que todo lo hace; y teniales de tal manera engañados, que si habian de sembrar, tenian un dios que les guardase las sementeras, y este en figura de conejo ó venado, rogándole que los conejos y venados no les echasen á perder las sementeras y sembrados. En una parte tenian dos cuernos de venado, que algunos dicen que era de venado marino que hay allí; otros que de unos

venados que hay en el Nuevo-México, ó Síbola, por ser tan grandes que de vaca nunca se han visto, porque son tan gordos como el brazo, y de alto vara y media, y tenian seis ganchos: de estos el uno se quemó

y el otro está guardado en el real de Topía: á estos pedian que los guardasen en la casa cuando se habian de coger las sementeras. Primero iban á cazar y cogian quince ó veinte venados, y de ellos hacian muchos tamales, y hasta entonces no comian del maiz nuevo. Para las guerras tenian un navajon grande de pedernal para que los pedernales de sus flechas no les saltasen. Para las cazas tenian en alguna parte alguna águila muerta de muchos años, porque en estas sierras altas hay algunas reales y esta adoraban y á las pescas. Tenian otros de diferentes figuras para las borracheras y comidas: tenian una figura de hombre con su cara, boca, narices y ojos, y algunos hombres señala. dos, y de otros solo las cabezas, y esto en tanta abundancia, que plantando en ellos la fé católica, hemos quemado mas de quinientos idolos. Las guardias de estos son grandísimos hechiceros, á quienes temen los demas indios porque no los hechicen estos tales, porque tienen pacto con el demonio ó porque lo fingen ellos. Con la boca curan chupando y soplando, y dicen que sacan la enfermedad, para lo cual, llevan en la boca alguna cinta, hueso ó palo pequeño, y cuando chupan al enfermo, dicen que le sacaron aquello que sacan de la boca. Uno de estos, habiéndome entregado el ídolo y quemádole, gasté despues toda la noche tocando un tambor, y preguntándole á la mañana por qué lo habią hecho, me respondió que se habia aparecido aquella noche el ídolo, el cual llorando le habia dicho que por qué lo habia entregado al pa dre, que qué le habia hecho, y que mirase y se acordase cuántos años habia que le tenia, y que nunca le habia faltado maiz y comida, y por qué lo habia entregado al padre para que le quemase; empero que su' corazon no le podia quemar, y así, se iba donde está su padre Aguapiguge, y que para consolar á esté ídolo le habia tocado toda aquella noche el tambor. La figura de esté ídolo era la cabeza de un hom. bre bien hecha, con un cucurucho como de capilla de un fraile capuchino; y preguntándole á este hechicero, quien le habia dado aquel ídolo, respondió, que estando una noche solo en el monte le oyó llorar, y yendo ácia donde lo habia oido, no vió nada, y luego lo llamó por su nombre, y llegándose mas cerca, habia topado aquella cabeza y que la habia guardado muchos años habia. Estos hechiceros fingen que dan el agua, y así loз demas les son tributarios, principalmente cuando por

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