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bre, y todos por lo general son de bella arquitectura, muy limpios y ricamente aderezados. La plata y el oro brillan por todas partes en los muebles, en los ornamentos, en los retablos, en las cornizas y en las bóvedas. Los de mas considerable fábrica, son la catedral, S. Agustin, Santo Domingo, y la Casa Profesa de la Compañía. Los edificios son bastante altos, y ciertamente mucho mas de lo que per. mite el débil cimiento sobre que se levantan. El ordinario material es una piedra ligera y esponjosa, semejante en parte á la que se saca del mar, pero de un color de almagre muy subido, que con el ceniciento de la cantería sólida, hace el esterior muy agradable á la vista. Del resto de los edificios públicos los de mas arte y hermosura son el pa. lacio ó residencia del gobernador y capitan general, real casa de moneda, real aduana, réal universidad, la inquisicion, real colegio de S. Ildefonso, casa de ejercicios, hospital del órden tercero, y la vastísima y suntuosísima fábrica, que para la educacion de las hijas de vizcai. nos pobres ha construido y liberalísimamente dotado el cuerpo de esta noble nacion. Fué erigida la ciudad en chancillería por el emperador Cárlos V, año de 1526, por auto espedido en Burgos á 29 de noviembre, que se halla inserto en la ley 3, lib. 2 tít. 15 de la Recopilacion de Indias. En el año siguiente vino la primera audiencia, y con ella Fr. Juan de Zumarraga, religioso franciscano de grande virtud y lite. ratura, en calidad de protector de los indios, que vuelto despues á España, fué consagrado á 27 de abril de 1533 por obispo de la Carolina, que así pareció bien llamar entónces á la Nueva-España, y quedó des. pues por primer obispo de México, habiendo erigido esta iglesia en catedral nuestro Santísimo Padre Clemente VII, por bula espedida á 9 de setiembre de 1534. Paulo III, por los años de 1547, la hizo Metrópoli de todos los obispados de la América Septentrional, en cuya posesion estuvo muchos años hasta que se erigió en arzobispado Santiago de Guatemala, de que hablaremos á su tiempo. El tribunal de la santa inquisicion lo fundó en las Indias D. Felipe II por auto espedido á 25 de enero de 1569, como se ve por la ley 1 tít. 19 lib. citado de la Recopilacion, y su residencia en México determinada por la ley tercera del mismo título, fecha en S. Lorenzo á 26 de diciembre de 1571. Veinte años antes el emperador Cárlos V habia criado la Universidad, por auto espedido en 21 de setiembre de 1551 inserto en la ley 1 tít. 22 del mismo libro. La confirmó despues Paulo V, y le concedió los estatutos de Salamanca el año de 1555.

Dejando para los que han tratado mas largamente las historias de la Historia de la insigne y real América, la relacion circunstanciada de aquellas cosas, que ó por su colegiata de naturaleza ó por arte ennoblecen la capital de Nueva-España, de que Guadalupe. pueden verse Torquemada, Betancourt, Bernal Diaz, Lacalle, D. Fran. cisco Cervantes, y otros autores, no podemos dejar de hacer especial mencion de la gloria que la ilustra con la Aparicion milagrosa de nuestra Señora de Guadalupe, á cuya historia, bien escrita ya por va. rias piadosas plumas, no tendriamos que añadir, si cultivándose cada dia mas estas regiones no se hubiera aumentado en estos últimos años con la piadosa devocion de la ciudad, un nuevo lustre á este piadoso santuario en la creacion de la insigne y real colegiata, de cuya historia, por no estar escrita aun en otra parte, y por haber tenido en ella no poca intervención la Compañía de Jesus en la persona del sabio y de. voto padre Dr. Francisco Javier Lazcano y de otros esclarecidos varones, que por vivir aun no podemos nombrar sin mortificar su modestia, haremos aquí un breve pero exacto compendio.

Murió en México por los años de 1707 el noble y piadoso caballero D. Andres de Palencia, dejando en su testamento cien mil pesos para la fundacion de un convento de religiosas agustinas, ó en su defecto de una colegiata en el santuario de Guadalupe, una legua al Norte estramuros de esta ciudad, y añadiendo al dicho legado todos los frutos de sus haciendas, dinero y escrituras para esta ereccion, asignando para los gastos el remanente de sus bienes. La magestad del Sr. D. Felipe V y su real consejo, no tuvo por conveniente la funda. cion del monasterio, y por despacho de 26 de octubre de 1708 mandó aplicar el legado á la colegiata, cometiendo al Exmo. Sr. D. Francisco Fernandez de la Cueva, duque de Alburquerque, formase una junta de personas doctas, y representase á S. M. lo que pareciese convenien. te en el asunto. El excelentísimo pidió su dictámen al Illmo. Sr. D. F. José Lanciego, ya entónces arzobispo de México, al cabildo eclestástico, al fiscal de la real audiencia y al beneficiado del mismo santuario, que todos de un mismo parecer determinaron haber caudal suficiente para la pretendida fundacion. Habia por este mismo tiempo D. Pedro Ruiz de Castañeda, albacea testamentario de D. Andres de Palencia, ofrecido otros ocho mil pesos, réditos de sesenta mil, y añadie. ron otros tres mil del santuario y parroquia, en cuya virtud el Exmo. Sr. D. Fernando de Alencastre, duque de Linares, que habia succedi. do al Sr. Alburquerque, propuso á S. M. en 30 de julio de 1714 el

plan de un abad, cuatro canónigos, cuatro racioneros y demas ministros correspondientes al servicio de la iglesia. Aprobado por el real consejo este plan, ocurrió S. M. á Roma por las bulas necesarias, pidiendo á su Santidad, que de las cuatro canongias, dos fuesen de oficio, que el curato se agregase al cabildo, que se dignase concederle el título de insigne, que fuese del real patronato, y como tal permitiese á S. M. presentar á las prebendas, cuya ejecucion se cometiese al arzobis. po de México. En estos términos se espidió la bula en 9 de febrero de 1725. En el año siguiente, en 27 de setiembre, se entregaron en las reales cajas los ciento sesenta mil pesos, y habiendo muerto en el interin el Illmo. Lanciego, ocurrieron por nueva bula los apoderados de D. Pedro Ruiz de Castañeda, pretendiendo para la mayor brevedad se cometiese la ereccion al obispo de Michoacán. En Roma, ó por evitar contingencias, é por estilo corriente de la curia, ó por alguna otra razon que se ignora, se despachó bula en 18 de agosto de 1729 dando la facultad, no al obispo de Michoacán, sino á su vicario. En consecuencia de este despacho se hubiera luego procedido á la ejecucion, á no haberse opuesto el cabildo metropolitano sede vacante: entre tanto llegó á México el nuevo arzobispo D. Juan Antonio de Vizarron, y mudado enteramente el sistema, se determinó recurrir á España. Por enero de 1746 se pretendió de su Santidad nueva bula, suplicando se diese la comision al arzobispo; en su defecto, á su vicario, y en el de ambos al obispo de Geren, auxiliar de la Puebla, y en el de éste á los canóni. gos de oficio de la catedral de México. Obtenida la bula en 15 de julio de 1746, expuso la cámara en 25 de enero del año siguiente, que el fondo de la colegiata eran quinientos veintisiete mil ochocientos treinta y dos pesos, cuyos réditos importaban cada un año, veintiseis mil trescientos noventa y un pesos y cuatro reales, á que debian agregarse tres mil pesos del santuario que componen veintinueve mil trescientos noventa y un pesos y cuatro reales. Arreglado á este fondo formó la cámara un nuevo plan, de un abad con dos mil doscientos y cincuenta pesos, diez canónigos á mil y quinientos cada uno, seis raciones, cada uno á novecientos, seis capellanes con doscientos cincuenta, un sacristan mayor con cuatrocientos, otro menor con trescientos, un ma. yordomo con seiscientos, seiscientos para música, cuatro acólitos con ciento veinticinco cada uno, dos mozos de servicio con doscientos veinte, y los dos mil seiscientos uno y cuatro reales para la fábrica y necesi dades de la parroquia. Informaba tambien á S. M. la cámara, que pa

ra la imposicion de este capital ningun otro medio le parecia mas propio, mas fijo, corriente y desembarazado, que los novenos de la cate. dral de México, ó los de la Puebla en caso que estos no alcanzaran. El Sr. D. Fernando VI (ya entonces reinante) se sirvió aprobar esta determinacion; pero mandó que en los novenos de México solo se cargasen doce mil pesos, y lo restante en los de la Puebla, interin que se proporcionaban otras seguras fincas para lo correspondiente á dichos réditos. En consecuencia de esta resolucion proveyó S. M. las prebendas, destinando para primer abad al Sr. D. Juan de Alarcon y Ocaña. Y atendiendo la cámara lo mucho que se habia retardado esta ereccion, por espacio de cuarenta y un años en que habia tenido gran parte la distancia de los lugares, y estando por entonces en la corte el Illmo. Sr. Dr. D. Manuel José Rubio y Salinas, electo arzobispo de México, se resolvió por despacho de 31 de diciembre de 1748, rubricado por S. M. en buen Retiro, y refrendado por D. Juan Antonio Valenciano, que la dicha ereccion la hiciese en Madrid el referido ilustrísimo electo, á quien despues de tantos años reservaba el Señor y su Santísima Madre esta gloria, como presagio seguro de su feliz y acertadísimo gobierno. Se finalizó este importante negocio en 26 de marzo de 1749. Despues acá, creciendo con el mayor culto la devocion y la confianza para con esta milagrosa imágen, aunque desde el año fatal de 1737 se habia jurado patrona mandado guardarse el dia de su Aparicion 12 de diciembre en la ciudad de México; sin embargo, y debiendo gozar el beneficio de tan singular patrocinio todo el reino de Nueva-España, se estendió finalmente á toda ella, jurándose patrona universal con grande aplauso de toda esta ciudad y reino á 9 de noviembre de 1756.

Aunque hacia algunos años que trabajaban en la cultura de esta viña muchos predicadores evangélicos, se deseaba la Compañía de Jesus que acabada de nacer, hacia ya un gran ruido en el mundo, Las primeras noticias que de ella se tuvieron en la América, vinieron por dos de los primeros compañeros que tuvo S. Ignacio, inmediatamente despues de su conversion. Calixto Sá, habia sido un discípulo tan fervoroso del Santo, que mas de una vez lo acompañó en las Cadenas, y aunque dejó despues aquella vida apostólica que habia emprendido, navegando en cualidad de comerciante á la una y á la otra América, sin embar go, conservó siempre un alto concepto del fundador de los jesuitas y de la Compañía, que vió fundada despues de pocos años. Aun mas pudo contribuir á los designios de Dios en esta parte D. Juan de Arteaga.

Primeras noticias de la Compañía en la América.

Pretende

D. Vasco de
Quiroga

Este se habia dedicado tambien enteramente á la instruccion de S. Ig. nacio. Pasando el Santo á Paris á continuar sus estudios, Arteaga, como Sá, habiendo algun tanto descaecido de su fervor, aunque dedi. cado al servicio de la Iglesia, se engolfó en la pretension de honores y dignidades. Logró en efecto, el obispado de Chiapa erigida en catedral por Paulo III, poco tiempo despues de confirmada la Compañía. El afecto con que miraba al Santo y la nueva religion, le hizo escribir á S. Ignacio ofreciéndole el obispado para alguno de sus compañe ros que quisiera entrasen con él á la parte de la pastoral solicitud. Ni hay duda que si el Illmo. Arteaga hubiera llegado á tomar posesion de su rebaño, hubiera sido el primero que trajese á los jesuitas á la América; pero convaleciendo en México de algunas leves tercianas de que habia adolecido en Veracruz, y aquejado una noche de una sed ardien te, por agua bebió la muerte en un vaso de solimán, que no se á qué efecto estaba sobre una mesa en su misma recámara. La buena opinion que este prelado habia esparcido de la Compañía, junto con la fama de los prodigios de S. Francisco Javier, y de los trabajos de los demas compañeros de Ignacio, que llenaba por entonces toda la tierra, movió al reverendisimo Fr. Agustin de la Coruña, del órden de S. Agustin, á que consagrado de allí á algunos años obispo de Popayan, pretendiese con las mas vivas instancias llevar algunos de la Compa. ñía, sobre quien descansara alguna gran parte del peso de su mitra.

Mas singular y eficazmente que todos los demas apreció la Compa. traer jesuitas ñía de Jesus el Illmo. S. D. Vasco de Quiroga, uno de los mas santos y doctos prelados que ha tenido la Nueva-España. Viviendo aun su Santo fundador, mandó á España á D. Diego Negron, chantre de su santa Iglesia de Michoacán, encargado entre otros graves negocios, de procurar con la mayor actividad la venida de los jesuitas á su diócesis. Murió S. Ignacio de Loyola poco despues de llegado el chantre á España, y en aquella desolacion en que se hallaba todo el cuerpo despues de un golpe tan sensible, y mientras se procedia á la eleccion de nuevo general, no le pareció haber oportunidad para establecer su preten. sion. Succedió dignamente á S. Ignacio el V. padre Diego Laines, en cuyo tiempo habiendo navegado á Cádiz en persona el Illmo. D. Vasco á tratar con el rey católico asuntos mas dignos de su carácter y de su celo, consiguió del padre general le señalase cuatro jesuitas que traer consigo á Michoacán. No habia llegado aun la hora en que el Señor queria servirse de la Compañía en estos paises. Los cuatro

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