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Cuando llegó á esta gran ciudad la Compañía, no habia mas que Triste situa cion de la ju. tres religiones. La de S. Francisco que se fundó por los años de 1524. ventud La de Santo Domingo, el año de 1526, á 23 de junio. La de S. Agus. xicana. tin, el año de 1533 á 1.o de junio. De nuestra Señora de la Merced habian venido tres desde el principio de la conquista, como capellanes del ejercito de Hernan Cortés; pero no hicieron cuerpo de religion, ni vinieron en comunidad hasta el año de 1574. Todas estas religiones venidas de Europa con el apostólico designio de convertir indios infie. les, se habian consagrado enteramente á este ministerio con tantas bendiciones del cielo sobre este penoso trabajo, que en tan pocos años como precedieron á la Compañía habian bautizado mas de seis millones de gentiles, Siendo tanta la miez y los operarios tan pocos, no podia sobrarles tiempo para emplearlo en el cultivo de los ciudadanos españoles, y en la educacion de sus hijos, que en estos paises es aun mas que en todo el resto del mundo, de la mayor importancia. El clima de Carcáter de México es el mas uniforme, el mas templado y benigno de la tierra. los mexica. Suma su fertilidad y su abundancia. Las complexiones delicadas, los genios dulces é insinuantes, los ingenios por lo general vivos y penetrantes. Mucha la riqueza, el fomento mas cierto de todos los vicios. Pacificada ya la tierra habia cesado enteramente el uso y profesion de las armas. El comercio era poco necesario en una region que suficiente á sí misma no necesita de otra alguna. La multitud de los indios para el servicio del campo, y demás oficios mecánicos, los escusaba de este trabajo, y siendo la mayor parte de la juventud en aquellos primeros tiempos hijos de los conquistadores, ó de ricos comerciantes, se juzgaban poco decentes. No quedaba para los jóvenes mas ejercicio que el de las letras. Se habia fundado la Universidad algunos años ántes. El genio de la nacion es nacido para las ciencias, tenia muy doctos maestros la Universidad; pero por falta de un buen cimiento en latinidad y letras humanas, se trabajaba mucho, y se estaba siempre en un mismo estado, con harto dolor de los catedráticos, y con gran temor de los españoles cuerdos. Este era el gran motivo que tuvo presente D. Martin Enriquez, hombre de una prudencia consumada, y toda esta ciudad para pedir á S. M. los jesuitas.

Divulgóse en México luego á la mañana el dia de S. Miguel la ve nida de los padres, la pobreza con que caminaban, la modestia con que habian evitado el honor con que se intentaba recibirlos, la incomodidad de su alojamiento, y la humilde y religiosa alegria con que lleva

Preséntanse al Sr. virey

con la cédula

de S. M.

ban los trabajos, no dejándose servir aun de los familiares del hospital en el aderezo de sus aposentos. El Sr. inquisidor D. Pedro Moya de Contreras, dos prebendados de la Santa Iglesia Catedral en nombre del venerable dean y cabildo sede vacante, y los prelados de las religiones pasaron aquella mañana misma á felicitarles de su arribo. La fama habia llegado al palacio del Sr. virey ántes que los padres, desembara. zados de visitas de tanto respeto, hubiesen podido, segun las órdenes de S. M. presentarse á S. E. Oyó la humildad y modestia de su entra da y porte, y lleno de júbilo... bien se muestra (dijo) que son hijos de su santo padre y fundador Ignacio de Loyola. Luego que llegaron á su presencia los quince misioneros, reconociendo, aunque despues de algunos años, por algunos rasgos, el semblante, al padre Dr. Pedro Sanchez, él es, dijo á los que le hacian corte, y levántandose de su asiento le salió al encuentro con suma dignacion algunos pasos. Abrazó con grandes demostraciones de afecto y de alegría al padre provincial y algunos de los mas graves sugetos. Entregósele la cédula de S. M. que no podriamos omitir sin defraudar á nuestros lectores de una pieza que muestra el celo y amor con que miraron desde su cuna á esta provincia nuestro reyes. ,,Sabreis (decia) mi virey, gobernador y ca ,,pitan general de la Nueva-España, como nos tenemos gran devocion ,,á la Compañía de Jesus, y á esta causa por la grande estima que de ,,la vida ejemplar y santas costumbres de sus religiosos tenemos, he „mos determinado enviar algunos varones escogidos de ella á esas ,,nuestras Indias Occidentales, porque esperamos que su doctrina y ,,ejemplo haya de ser de gran fruto para nuestros súbditos y vasallos, ,,y que hayan de ayudar grandemente á la instruccion y conversion de ,,los indios. Por lo cual, de presente os enviamos al padre Dr. Pedro ,,Sanchez, provincial, y á otros doce compañeros suyos de la dicha „Compañía que van á echar los primeros fundamentos de su religion ,,á esos nuestros reinos. Siendo, pues, nuestra resolucion ayudarlos en ,,todo, vos mando, que habiendo de ser esta obra para servicio de Dios ,,y exaltacion de su santa fé católica, luego que los dichos religiosos ,,llegaren á esa tierra los recibais bien y con amor, y les deis y hagais ,,dar todo el favor y ayuda que viéredes convenir para la fundacion de ,,dicha religion, porque mediante lo dicho hagan el fruto que espera. ,,mos. Y para que mejor lo sepan hacer, vos les advertireis de lo que ,,os pareciere como persona que entiende las cosas de aquesa tierra, ,,señalandoles sitios y puestos donde puedan hacer casa é iglesia á pro',pósito."

Leyó el virey la cédula, la besó y puso, segun costumbre, sobre su cabeza, y añadiendo, que aun prescindiendo de órdenes reales tan precio. sas, él estaba por sí mismo muy dispuesto á favorecer en todo y contribuir al establecimiento de la Compañía en Nueva-España, lo que ha ria en toda la posteridad muy recomendable el tiempo de su gobierno: que conocia la casa y familia de su santo fundador: que tenia á mucho honor haber tratado en España, y aun tener alguna sangre de su general S. Francisco de Borja; motivos todos, que fuera del principal de la obediencia y rendimiento debido á la real cédula, lo empeñaban en obedecerla gustosamente, muy seguro de que la Compañía de su parte cumpliria con las obligaciones que le imponia el haber merecido al rey católico su augusta confianza. Visitaron aquella misma ma, ñana al cabildo eclesiástico y religiones, y por ser tiempo ocupado, de. jaron para la tarde la visita del Sr. inquisidor. De todos fueron recibidos con demostraciones del mayor aprecio; pero singularmente del Sr. D. Pedro Moya de Contreras, cuyo nombre nunca puede repetir, se sin que haga éco el agradecimiento en nuestros pechos. Este ilustre personage habia sido en la gran Canaria provisor del Illmo..D. Bartolomé de Torres, y heredero del singular afecto que siempre tu. vo á la Compañía aquel baron apostólico. Allí habia tratado al padre Diego Lopez, y tenido bajo su direccion los ejercicios de N. P. S. Ignacio, de donde sacó mucha luz para desempeñar despues con tanto acierto los grandes cargos que fió á su prudencia el rey católico, haciéndolo inquisidor mayor de estos reinos, despues arzobispo de México, visitador general de su audiencia, y finalmente, presidente del real y supremo consejo de las Indias, en que murió con singulares muestras de piedad.

Muchas personas, así religiosas como seculares, intentaron sacar á los padres del hospital, y entre ellos con especialidad el Rmo. Fr. Juan Adriano, provincial del órden de S. Agustin, y el Rmo. Fr. Melchor de los Reyes, de la misma religion, que desde antes de llegar les tenian prevenidos cuartos en que hospedarlos. No habiendo podido conse. guirlo esplicaron su buena voluntad en muchos regalos de aves, y varios otros géneros comestibles. Entre todos brilló la caridad de D. Hernando Gutierrez Altamirano, que luego el primer dia, sabiendo la falta de ropa que padecian los recien llegados, les envió dos piezas de paño, una negra para sotanas, y otra parda para sobre ropas, que de este color se usaron por mas de cien años en la provincia, y una fra

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zada ó gruesa colcha para cada uno de los sugetos. Lo mismo practicó despues en todas las necesidades de los nuestros que llegaron á su noticia, remediándolas prontamente, sin aguardar á que nada le pidiesen, y no podemos dudar sino que esta magnanimidad que usó con la Compañía y con otras cosas religiosas, premió nuestro Señor aun en lo temporal, multiplicando sus riquezas, y haciéndolo tronco ilustre de los condes del valle de Santiago de Calimaya, una de las mas nobles y mas antiguas casas de México. Bien se conoció luego al dia siguiente de llegados el consejo de la providencia en haberles dado por casa el hospital. Adolecieron todos, y entre los que mas gravemente, el pa. dre provincial. La enfermedad era una fiebre aguda y maligna con rapto á la cabeza, que ocasionaba un profundo letargo, de que habia perecido una gran parte de los recien llegados en la flota. Los padres fuera de la comun causa de la mutacion de tantos temples desiguales y de diversos alimentos, habian dado bastante motivo á que hiciese presa en ellos el accidente. En la navegacion y en los puertos donde arriba. ban habian trabajado mucho en predicar y oir incesantemente confesiones. La caminata habia sido sumamente incómoda, la habitacion en que estaban muy desabrigada, y para unos forasteros muy espuestos á inficionarse de las vecinas salas de los enfermos. El alimento que se les daba aun despues de tocados de la enfermedad, era escaso, grosero, mal sazonado, y ordinariamente frio, porque se repartia primero á las otras salas del hospital. Y aunque muchos sugetos, y con especialidad el cabildo eclesiástico, enviaban muchos y copiosos rega los de cuanto podia necesitarse para el delicado sustento de nuestros enfermos, todo se entregaba al mayordomo de la casa para que repartiese con los demás, contentándose los nuestros con lo que él quisiese darles de limosna.

Pero cuanto mas se mortificaban y abatian en todo los siervos del Señor, tanto mas su Magestad los ensalzaba y hacia respetables á toda la ciudad. Los visitaba diariamente lo mas lucido de México. Los canónigos de la Santa Iglesia, los enviados del Sr. virey, los religiosos de todos órdenes, pasaban largos ratos en la cabecera, ya del uno, ya del otro, aunque estuviesen los lechos tan pobres y las piezas tan mal aseadas, que no parecian conformes á la gravedad de sus personas. El Sr. inquisidor con un exceso de ternura, digno de su virtud, repasaba todas las camas, abrazando paternalmente á cada uno. Los prelados con un admirable ejemplo de caridad, mandaron hacer comunes ora

riones en sus respectivas familias por la salud de nuestros enfermos, que amaban y trataban como á hermanos; y el reverendísimo provincial de S. Agustin, no contento con hacer lo mismo que todos, ordenó al R. P. Dr. Fr. Agustin Farfan, religioso é insigne médico del mismo órden, que en compañía del Dr. Fuentes asistiese con el mayor esmero á los padres. Admiraban todos en los enfermos la humildad en sus muebles y personas, la mansedumbre y paciencia en sus dolores, la modestia que observaban aun en los accesos de una fiebre violenta, y sobre todo, la alegría invariable del semblante, á pesar de la incomodidad de la pobreza, y aun del peligro de la vida. Con la cuidadosa asistencia de tan hábiles médicos y regalos de todos los órdenes de ciudadanos, que á pesar de la resistencia de los padres, crecian cada dia, y en mejor forma para evitar los piadosos ardides que les inspiraban su mortificacion y su pobreza, sanaron todos, excepto el padre Francisco Bazan, que murió á los 28 de octubre, dia de los santos apóstoles S. Simon, y Judas.

Bazan, su elogio y exé quias.

Era el padre Francisco Bazan natural de Guadix, rama ilustre de los Muerte del P. marqueses de Santa Cruz. Entrando en la Compañía el año de 1558, halló su ingeniosa humildad modo de ocultar la nobleza de sus cunas, haciéndose llamar Arana: sus grandes talentos, de que eran testigos las universidades de Alcalá y Salamanca, pretendiendo el grado de coad. jutor temporal, y sirviendo mucho tiempo en la cocina, sin dejar salir de sus lábios jamas una palabra por donde se viniese en conocimiento de los grandes progresos que habia hecho en la filosofía, teología y derecho canónico. Habíale dotado el Señor singularmente del talento de la palabra, que ejerció con mucho fruto, corriendo en misiones la Galicia, y mas en la navegacion que hizo en la Almiranta, con el hermano Juan Sanchez, testigo ocular de cuanto hasta aquí hemos escrito, que se halla de su puño en uno de los mas antiguos manuscritos del archivo de la Profesa. En componer las querellas de la gente de mar, en esplicarles la doctrina, leerles algun libro devoto, rezar con ellos el Rosario, y atender á sus confesiones, gastaba la mayor parte del dia y de la noche. Lo que le daban para su sustento, enviaba muy secretamente á algun enfermo, habiéndolo ántes superficialmente gustado; hallando así en su grave mortificacion, con que fomentar la caridad. Era de unas maneras muy dulces, y religiosamente festivo, dotes de que se valia maravillosamente para atraer sin violencia á la virtud á todas las personas que trataba. Una provincia tan observante y religiosa,

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