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signe fundador. No faltaba ya á nuestro colegio otra cosa, que abrir los estudios. Esto era puntualmente lo que el virey y toda la ciudad mas descaban; sin embargo, aun no se daba paso alguno. San Fran cisco de Borja, entre otras prudentes instrucciones que habia dado al padre provincial, le habia con especialidad encargado que no se empeñase en abrir escuelas públicas, hasta tener bien zanjados los cimientos de la nueva provincia, conocida la tierra, y seguro del beneplácito de la universidad y comunidades religiosas, cuya amistad y cuyo respeto debia ser uno de sus mas principales cuidados. Interin que este plazo se cumplia, pareció al padre Dr. Pedro Sanchez, debia plantear primero un colegio seminario, sin el cual no podia sacarse el mayor fruto de las escuelas, En los sermones y en las conversaciones privadas trataba muy ordinariamente de la alta dignidad del sacerdocio, de los cargos gravísimos de los pastores de almas, de la virtud y talentos de que deben estar adornados los que se dedican al servicio de la Iglesia, la costumbre antigua de criarlos en recogimiento, tan recomendada en aquellos últimos tiempos por un concilio general; y finalmente, la particular necesidad que habia de esto en un pueblo tan numeroso y tan opulento como este, en que la paz, la riqueza y la abundancia, no ofrecian por todas partes, sino lazos y precipicios, tanto mas amables, cuanto menos conocidos de una edad incauta. Movidos con estas razones los ánimos de algunos ricos ciudadanos, determinaron fundar un colegio seminario, de cuyo orígen no podemos dar mas viva y auténticamente idea, que con las palabras mismas con que se halla referido en un manuscrito de cerca de 200 años, que se encuentra en el archivo del real y mas antiguo colegio de S. Ildefonso, y dice así:

Razon del origen que tuvo la fundacion del colegio de los gloriosos y bienaventurados apóstoles y príncipes de la Iglesia católica S. Pedro y S. Pablo de la ciudad de México.

En el año de 1,563, poco despues de haber venido y hecho asiento en esta ciudad de México los padres y hermanos de la Compañía de Jesus, el ilustre y muy reverendo padre Dr. Pedro Sanchez, provincial de la dicha Compañía, con celo de servir á la Divina Magestad y acudir al remedio y socorro de las necesidades espirituales que la juventud de esta insigne ciudad de México padecia, trató con algunas personas principales de ella, que entre todos ellos se fundase un colegio de que fue

en patrones, los que en él situasen y fundasen cien pesos de oro comun de renta en cada un año, con los cuales honestamente se pudiese sus tentar el colegial, que el tal patron en el dicho colegio presentase, y que yéndose fundando de esta manera, él con los demás padres presen. tes y futuros, ayudaria á su acrecentamiento con la doctrina, así de le. tras como de virtudes y buena política, que para el dicho fin fuese necesaria, quedando á cargo de los tales patrones el regimen y gobierno del dicho colegio en las temporalidades de él.

Respecto de lo cual muchas personas principales ansi mesmo con celo del servicio de Dios nuestro Señor, de cuya mano habian recibi. do los bienes temporales que tenian, y de que sus hijos herederos de ellos se criasen en recogimiento con loables y santas costumbres, se ofrecieron á fundar la dicha renta, luego que el dicho padre provincial alcanzase de S. M. y su muy excelente virey en su nombre, permision y licencia para ello, lo cual tratado por el dicho padre provincial con el muy excelente Sr. D. Martin Enriquez, virey de esta Nueva-Espa. ña, que á la sazon era; S. E. concurriendo á tan santa obra, y con el propio celo del servicio de nuestro Señor, y de que esta su república y ciudad de México fuese mas ilustrada, no solo permitiéndolo, pero agra. deciéndolo, dió licencia para ello. El tenor de lo cual es el siguiente.

„D. Martin Enriquez, virey, gobernador y capitan general de esta Nueva-España, y presidente de la audiencia real, que en ella reside. Por cuanto el Dr. Pedro Sanchez, provincial de la Compañía del nombre de Jesus, me ha hecho relacion que él con intencion de servir á Dios nuestro Señor, y hacer bien á la república de esta ciudad, ha tratado con algunos hombres ricos y de calidad, para que hagan un colegio en ella de la advocacion de S. Pedro y S. Pablo, y que á su costa lo doten de renta para el edificio y sustentacion de los colegia. les que en él se hubieren de poner, los cuales vienen en lo hacer, con que el proveer de las colegiaturas sea de las personas que lo fundaren, y que él y ellos puedan hacer las reglas y constituciones que para su buen gobierno convinieren hacerse; y por mí visto, teniendo consideracion que la obra sea muy conveniente y necesaria. Por la presente doy licencia y facultad al dicho provincial para que pueda tratar lo susodicho con las personas que le pareciere, y con lo que quisieren de su voluntad fundar y dotar el dicho colegio, lo puedan hacer, y hagan para el buen gobierno de él las reglas y constituciones que les parezea convenir, y que la eleccion de los colegiales que en dicho colegio

hubiere de haber perpetuamente, sea de las personas que fundaren y dotaren el dicho colegio, conforme á las constituciones que para ello hicieren, y órden que en ello dieren, segun dicho es, y en nombre de 8. M. les aseguro que será guardado lo susodicho, y en ellos no les será puesto embargo ni contradiccion alguna, y que para el dicho efecto de lo fundar y dotar, y hacer las dichas reglas y constituciones, se puedan juntar con el dicho provincial sin incurrir por ello en pena alguna. Fecho en México á 12 dias del mes de agosto de 1573 años.— D. Martin Enriquez.-Por mandado de S. E., Juan de Cuevas."

El dicho padre provincial, en virtud de la dicha licencia, en seis dias del mes de setiembre de dicho año de 1573, estando juntos los señores D. Pedro Garcia de Albornoz, D. Pedro Lopez y Juan de Avendaño, en nombre, y como hermano de la Sra. Doña Catarina de Avendaño, viuda, muger que fué de Martin de Ayanguren, y persona que ya habia situado renta para una colegiatura, y Alonso Dominguez, Alonso Jimenez y Francisco Perez del Castillo, como personas que ya tenian ansi mesmo situada su renta, juntamente con el Sr. Melchor de Valdes que así mismo la impuso y situó para dos colegiales, les dijo y propuso el tenor de la dicha licencia, y dijo; que en virtud de ella podian ya tenerse por patronos de dicho colegio, y como tales recibirse los unos á los otros, y hacer y ordenar estando juntos en forma de cabildo las constituciones y cosas necesarias á la fundacion y conservacion de dich o colegio. Los cuales todos acepta. ron la dicha licencia; y en virtud de ella, y teniendo aquella junta por legítimo cabildo, se recibieron por patronos de dicho colegio los unos á los otros, y desde entonces nombraron sus colegiales, para cuyas an. tigüedades, por evitar discordias se echaron suertes, y cayeron por el órden en que están puestos los patronazgos, y es el sigiuente.

1. Gaspar de Valdes, hijo segundo de Melchor Valdes. 2. Baltazar de Valdes, hijo mayor del mismo.

3. Luis Perez del Castillo hijo de Francisco Perez del Castillo.

4. Juan de Ayanguren, hijo de Martin de Ayanguren. TOMO I.

5. Baltazar de Castro, presentado por Don Garcia de Albornoz.

6. Agustin de Leon, hijo del Dr. Pedro Lopez.

7. Alonso Jimenez, hijo de Alonso Jimenez.

8. Bartolomé Dominguez, hijo de Alonso Dominguez,

12

Muerte de S.
Francisco de
Borja.

Va á ordenar.

se á Pátzcua

ro el hermano

Juan Curiel.

Todos estos colegiales tomaron la beca el dia 1.o de noviembre de 1573, y luego en cuerpo de comunidad se presentaron al virey, de donde pasaron á asistir á la apertura, que en memoria del nombre de su ilustre fundador se celebró con una oracion latina ese dia mismo, aun. que no tuvo forma de colegio ni se aprobó su ereccion y constituciones por el Sr. virey y arzobispo hasta el mes de enero de 1574. El gobierno del colegio de S. Pedro y S. Pablo confirieron los patronos al Lic. Gerónimo Lopez Ponce. Muy en breve creció tanto el número de los colegiales dotados y de convictores, que fué necesario fundar otros varios colegios bajo las advocaciones de S. Miguel, S. Bernardo y S. Gregorio, de cuya reunion en el de S. Ildefonso hablaremos á su tiempo.

A fines de este año, en flota que arribó á Veracruz en 25 de setiembre, se tuvo la triste noticia de la muerte de S. Francisco de Borja, tercero general de la Compañía, y fundador de las provincias de la América. Este golpe doloroso para todo el cuerpo de la Compañía, debió serlo incomparablemente mas para esta provincia, á quien como engendrada á su vejez, amaba el Santo con la mayor ternura. En el colegio se le hicieron justamente al año de llegada á México la Compañía el dia 29 de setiembre, muy honrosas exéquias con asistencia de los señores arzobispo y virey, á quien como adeudo, tocaba no pequeña parte del dolor en la pérdida de uno de los mas grandes santos que habia tenido en estos últimos tiempos la España y aun la Iglesia. La seráfica religion, que miraba con razon á este gigante como hijo de su espíritu en el venerable siervo de Dios Fr. Juan de Tejada, y como perfecto imitador de su humildísimo patriarca, le hizo tambien en su convento unas honras magníficas. Le succedió en el cargo de general el padre Everardo Mercuriano.

Con tan rápidos progresos como estos caminaba á su perfeccion la nueva provincia de México. Hasta aquí el celo de sus primeros fundadores habia estado como enclaustrado en el recinto de la ciudad. En este año comenzó ya á dilatar esta viña hermosa sus pámpanos y sus guias del uno al otro mar, y á recoger copiosos frutos en toda la estension del reino. Se intentaba abrir á fines de este año los estudios de latinidad y poesía. De los tres hermanos estudiantes que habian venido de Europa y proseguido, como dijimos, sus cursos de teología en el convento de Santo Domingo, el uno, que era el hermano Juan Cu. riel, habia acabado ya sus estudios, y faltaba muy poco á los hermanos

Juan Sanchez y Pedro Mercado. Estos tres hermanos, que en las escuelas del órden de predicadores y en las literarias funciones con que los habian honrado sus sabios maestros, se habian atraido la estima. cion de todos los hombres de letras que tenia entonces la ciudad, sordos á las lisongeras voces de estos aplausos, no se empleaban dentro de casa sino en los ministerios humildes de refectorio, de cocina, y los demas propios de hermanos coadjutores, de que habia grande escasez para los oficios temporales. De cuatro que habian venido de España, uno se empleó en la hacienda de Jesus del Monte, otro cuidaba de la huerta de S. Cosme, otro de la fábrica y corte de leña, cantera, &c. El hermano Lope Navarro, acostumbrado al descanso y puntual asistencia de los colegios de Europa, no pudo sufrir las cortedades de un colegio recien fundado, y fué despedido de la Compañía. Los que habian venido de la Habana hubieron de volver allá muy breve con la ocasion de que hablaremos luego. Con el recibo de algunos que dejamos escrito el año antecedente, se alivió algun tanto esta necesidad, y pudo disponerse promover al sacerdocio al hermano Juan Curiel. Vacaba el obispado de la Puebla, y no estaba aun consagrado el Sr. D. Pedro Moya de Contreras, electo arzobispo de México. Se determinó que pasase el hermano Curiel á Páztcuaro, donde residia entonces la Catedral de Michoacán. Era muy del gusto del padre provincial que con esta ocasion fuese Páztcuaro la primera ciudad despues de México en que hubiese de residir algun jesuita. Son bien sabidos los esfuerzos que por traer la Compañía á su obispado habia hecho D. Vasco de Quiroga. El Illmo. Sr. D. Antonio de Morales, que entonces gobernaba, mostró bien en el gozo con que recibió al hermano Juan Curiel, que no cedia en esta parte á su dignísimo antecesor.

Destinóle un alojamiento muy cómodo en el colegio de S. Nicolás, Su ejercicio el mas antiguo de toda la América, fundacion del Illmo. D. Vasco, y en aquella ciudad. cuya administracion, gobierno y cultivo habia deseado ardientemente encomendar á la Compañía. Un espíritu tan activo como el del hermano Juan Curiel no era para estar algun tiempo en la inaccion y en el descanso. Sabiendo que faltaba maestro que leyese gramática á aquella juventud, determinó ocuparse en este ministerio mientras llegaba el tiempo de recibir las ordenes. El Illmo. prelado y cabildo, patron de aquel colegio, no pudieron ver sin mucha edificacion y complacencia tanto retiro, tanta virtud y tanto celo por el público, persua didos á que la sabiduría y el fervor del espíritu no está siempre vincu

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