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del mar Pacífico, que es verosímilmente el camino que trajeron los antiguos mexicanos. En el centro del obispado la tarasca, idioma muy semejante al griego en la copia, en la armonía y en la frecuente y fá. cil composicion de unas voces con otras. Partiendo de Guanajuato ácia el Norte, se habla en muchos lugares la otomí, lengua bárbara, cuasi enteramente gutural, y que á pénas cede al estudio y á la mas séria aplicacion. En otra gran parte se habla la chichimeca, que parece haber sido en otro tiempo el lenguage comun de toda Nueva-España ántes de la venida de los mexicanos, como diremos mas largamente en otra parte. Este idioma confunden algunos con el otomí, que es el que vulgarmente se habla hoy en los chichimecas cristianos de S. Luis de la Paz; pero que no era este el antiguo y propio de la nacion, lo convencen muchos argumentos que no son propios de este lugar. Todo el terreno de Michoacan está entrecortado de montes, no muy altos, excepto el volcan de Colima, á cuya falda nace el rio Nagualapa. Los aires son muy puros y templados, y el clima tan apacible y sano, que van allí muchos á convalecer y á recobrar las fuerzas. Los naturales son de buena estatura, vigorosos, vivos de entendimiento, de grande espíritu y muy aplicados al trabajo. Abunda el pais en muchas raices medicinales, de que otros han hablado por estenso, singularmente Laet en su descripcion general de la América. Hay grande diver. sidad de pájaros, de cuyas plumas se adornaban, segun el uso general de todo el nuevo mundo. Lo particular de Michoacan era el arte de pintar con las plumas de diversos colores, con tanta gracia y propie. dad, que han sido las imágenes admiradas en la Europa, y presentes dignos de la persona de nuestros reyes †.

Los primeros pobladores de este bello pais, es comun opinion, fue ron los mexicanos, que atraidos de la amenidad del sitio y comodidad de sus lagos, quisieron permanecer allí mientras otras de sus familias pa saban al Este, y que despues corrompido el lenguage y mudadas las costumbres, fueron sus mayores enemigos. En efecto, como dejamos notado, se ven ácia la costa del Sur muchas poblaciones que conser van aun sus nombres mexicanos, y en que se habla generalmente el mismo idioma. Ni sabemos que estribe esta opinion sobre otro fundamento; pero por lo que mira al centro de la provincia de Michoacan,

+ Aun se conserva este Mosaico en Pátzcuaro, y se preserva la pluma de la po lilla, mojándola al colocarla con una especie de goma llamada Tacinguis.—EE.

no parece esto lo mas natural. En lo interior de la tierra y al derredor de los grandes lagos, no se encuentran sino pueblos tarascos. Decir que este idioma es un dialecto del mexicano corrompido, no tiene alguna verosimilitud, porque siempre las lenguas originarias conservan mucha semejanza, cuando no en la pronunciacion y terminaciones, á lo menos en las raices con la matriz de donde descienden, como se ve en el portugues, respecto al castellano; en éste, en el frances é italiano, respecto al latino: en el ingles y holandes, respecto al aleman: en el siriaco, respecto del hebreo, y otros muchísimos, lo cual no se halla en las lenguas tarasca y mexicana. Antes sí es un grande argumento por el contrario, que la alteracion del idioma nunca pudo ser tanta, que se inventaran nuevos elementos, y se añadieran nuevas letras á su alfabeto, como seria preciso confesar para sostener la pretendida corrupcion, pues es una observacion que se viene luego á los ojos, que los mexicanos carecen de la r, y usan mucho de ella los tarascos. Por estos y otros fundamentos sobre que hemos hablado mas difusamente en otra parte, parece mas natural discurrir que estos paises fuesen poblados mucho antes de la venida de los mexicanos, que fueron, segun hacen fé todas las antiguas historias, los últimos que vinieron á buscar establecimientos en lo que ahora llamamos Nueva-España: que estos á su pasage se apoderaron de algunos parages de la costa, sobre cuya conservacion comenzaron las guerras con los tarascos, á quienes no podia dejar de dar celos la cercanía de una nacion guerrera, cuya política, como en otro tiempo la de Roma, no tenia otro designio que el de engrandecerse sobre las ruinas de sus vecinos.

Sea de esto lo que fuere, ello es cierto que ninguna otra nacion de estos reinos estaba en mas bellas disposiciones para abrazar el Evangelio. Se conservaba entre ellos muy frezca con veneracion la memoria de un antiguo sacerdote ó sábio de su pais, que ellos llamaban Surites. Este, muy al contrario de los demas sacerdotes de los ídolos, habia procurado cultivar en sí mismo y en los suyos, aquellas máximas de honestidad y humanidad, que el autor de la naturaleza ha impreso con caractéres indelebles en el corazon del hombre. Todas las mañanas los juntaba y les repetia las mismas instrucciones, exhortándolos á que viviesen siempre atentos y cuidadosos para recibir unos nuevos sacerdotes y predicadores que les vendrian del Oriente, y les enseñarian á practicar de un modo mas perfecto, cuanto él les predicaba. Dispuso que se celebrasen al año varias fiestas, dándoles en su

lengua los mismos nombres con que las llama la Iglesia católica. Una intitu'ó Pevánscuaro, que quiere decir Natividad: otra Zitacuaréncuaro, que significa Resurreccion. Al pueblo en que vivió mas constantemente, le quedó el nombre de Cromíscuaro; quiere decir, lugar de Vi. gía ó de Atalaya; y una antigua tradicion de aquellos naturales, afirma haber sido efectivamente aquel el lugar en que fué primeramente anunciada la ley de Jesucristo por boca de aquel varon apostólico Fr. Martin de Jesus, del órden de S. Francisco. Cuando entraron los españoles reinaba en México, Tzintzunzan, corte de Michoacan Zintzi cha, á quien los mexicanos, sea por elogio ó por apodo, segun las va rias interpretaciones de los autores, llamaron Caltzontzin, † y que bautizado despues, se llamó D. Antonio, México no podia caer sin envol ver en su ruina muchas otras ciudades. En efecto, unas por depen dientes, otras por temerosas, enviaron sus embajadores, y se sometieron al vencedor. Caltzontzin, 6 llevado de una maligna alegría de ver abatida aquella rival, que le causaba tanta inquietud, 6 lo que es mas cierto, por no traer sobre sí las armas victoriosas de Cortés, á que mas que otros estaba vecino, determinó enviarle embajadores que lo felicitasen de su victoria, y á dársele por uno de sus mas fieles aliados. Cor. tés los recibió con benignidad, les dió para su rey algunas preciosida. des de Europa, y despachó con ellos dos españoles que ratificasen la alianza, y agradeciesen de su parte á S. M. una demostracion de tan. to honor. El trage de los europeos, su color, sus maneras, y la relacion que le hicieron los enviados, encantó á este príncipe; de suerte, que pensó ir en persona á visitar al conquistador. Los grandes del reino no llevaron á bien tanto exceso de confianza, y resolvió enviar un her. mano suyo con otros embajadores, y algunos regalos del pais. Hernan. do Cortés, detuvo á estos segundos algunos dias mas cerca de sí, y pa. ra hacerles formar á aquellos bárbaros alguna idea de la grandeza y magestad del rey su amo, los paseó por las ruinas de aquella gran ciudad: hizo navegar en su presencia los vergantines, jugar la artillería, hacer el ejercicio á la tropa, y llenos de espanto y de respeto, los despachó, y con ellos á Cristóbal de Olid con 100 infantes, y 40 caballos para que poblasen en el pais, y trajesen á aquel monarca á la obediencia del de Castilla.

+ Por desprecio por haberse entregado á los españoles ó sea zapato viejo (segun sábio padre Mier).

el

En ninguna otra diócesis de la América hay tantos y tan grandes lugares de españoles. El maestre de campo Cristóbal de Olid dejó algunos de sus compañeros en Tzintzunzan, de que se fundaron despues Pátzcuaro y Valladolid. La primera, por el primer obispo de Michoa. can D. Vasco de Quiroga, y la segunda por órden de D, Antonio de Mendoza, primer virey de Nueva-España algunos años despues. La de Colima la fundó el año de 1522 Gonzalo de Sandoval, y un año despues á Zacatula Juan Rodriguez Villafuerte. La de S. Felipe la fundó D. Luis de Velasco el viejo para baluarte á las continuas invasiones que hacian en el pais los chichimecas. La Concepcion de Zelaya la fundó con el mismo motivo D. Martin Enriquez por los años de 1570. D. Luis de Velasco el jóven en su primer gobierno acabó de sujetar aquella nacion inquieta con la fundacion de S. Luis Potosí y S. Luis de la Paz. Fuera de estas, son grandes villas la de S. Miguel, la de Zamora y la de Leon, y ciudad de Guanajuato. Paulo III por los años de 1536, erigió el obispado, cuya primera residencia estuvo en Tztintzunzan, antigua capital del reino. El Illmo. Sr. D. Vasco de Quiro. ga por los años de 1544, pasó la Catedral á Pátzcuaro, que él mismo habia cuasi fundado con mas de treinta mil indios, y algunos españo. les. Este gran prelado habia nacido en Madrigal, y venido á las Indias de oidor de la real audiencia de México por los años de 1530. Electo obispo de Michoacán siete años despues, es inesplicable el celo con que se entregó al bien espiritual y temporal de sus ovejas. Dispuso que todos los oficios mecánicos estuviesen repartidos por los dis. tintos pueblos, † de suerte, que fuera de los destinados, en ninguno otro se profesaba aquel arte. En unos las fábricas de algodon, en otros las de pluma. Unos trabajaban en madera, otros en cobre, otros en plata y oro. La pintura, la escultura, la música para el servicio de los templos, todo tenia sus familias y poblaciones destinadas. Los hijos apren dian así el arte de sus padres, y lo perfeccionaban mas cada dia. La ociosidad no se conocia, ni el libertinage, su fatal consecuencia. Todo el pais estaba siempre en movimiento. Los pueblos se mantenian en la dependencia unos de otros. Esto fomentaba una caridad y un mútuo amor, y juntamente procuraba con el continuo comercio una

+ Los españoles recogieron el fruto de esta política, pues en 1809 se mandaron millares de zapatos al ejército que peleaba contra Napoleon, trabajados por poco precio en aquellos industriosos pueblos.-EE.

TOMO I.

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abundancia grande de cuanto es necesario á la vida. ¡Qué no puede un gran talento, cuando desnudo de toda ambicion é interés se dedica enteramente al bien y la sólida felicidad de sus hermanos! El santo obispo fuera de sus otras grandes limosnas, les procuraba y proveia de los instrumentos propios de sus oficios: les mandó traer buenos maes. tros: atendia él mismo á las fábricas de sus casas: corregia á los pere. zosos en su arte: animaba á los aplicados; finalmente, un hombre solo era la alma, y como el primer resorte de mas de ciento treinta pueblos que en su caridad, en sus oraciones y en su sábia direccion, tenian puesto todo su amor y su confianza.

Inspiró á todo su rebaño un tierno afecto para con la Virgen Santisima. En cuasi todos los pueblos fundó hospitales dedicados á la misma Señora, en que cada semana entraban los sábados en la tarde una ó dos familias, segun el número de los enfermos á servir á la Reina del cielo en sus pobres. Antes de dedicarse á este oficio de tanta misericordia, se cantaba en la parroquia del pueblo la Salve, y salian de allí coronadas de guirnaldas de flores las personas que debian servir en el hospital aquellos ocho dias. Iban por la calle, y entraban en él cantando las alabanzas de la gran Madre de Dios, que repetian en el mis. mo tono por las mañanas al levantarse. Lo mas admirable y que no podia verse sin grande edificacion, era la piadosa liberalidad con que dejaban á la casa, ó todo, ó la mayor parte de cuanto habian ganado en la semana, y la honestidad con que vivian aun los casados en aquellos dias en que se creian como consagrados al culto de la Reina de las vírgenes. Estableció en todas las parroquias determinado número de mú sicos y cantores para la decente celebracion de los divinos misterios. Fundó para los hijos de españoles el Seminario de S. Nicolás, que es incontestablemente el mas antiguo de toda la América, bien que no ha faltado quien para sostener lo contrario haya pretendido borrarlo del número de los colegios Seminarios. Solo rico en la misericordia supo hallar fondos para el fomento de todo su obispado, en lo que se negaba á sí mismo. Su palacio era una casa bastantemente estrecha. Su vestido interior¡ no solo pobre; pero aun penitente. Su báculo, que se conservó mucho tiempo en nuestro colegio, de madera, Tal era el fundador de la Santa Iglesia Catedral de Pátzcuaro, á cuyo ejemplo habian ya trabajado algunos años las religiones de S, Francisco y S. Agustin, cuando el venerable Dean y Cabildo Sede vacante emprendieron fundar el colegio de la Compañía. Ofrecian aquellos señores 800 pesos

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