La Abeja: revista de literatura, ciencias y artes

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1873
 

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Página 5 - Observa -me dijo- aprende, conserva en tu mente lo que has visto, dibuja a los ojos de tus semejantes el cuadro del Universo físico, del Universo moral; no escondas los secretos que el cielo te ha revelado: di la verdad a los hombres".
Página 4 - Llego como impulsado por el genio que me animaba, y desfallezco al tocar con mi cabeza la copa del firmamento; tenía a mis pies los umbrales del abismo. Un delirio febril embarga mi mente: me siento como encendido por un fuego extraño y superior. Era el Dios de Colombia que me poseía.
Página 4 - De repente se me presenta el Tiempo. Bajo el semblante venerable de un viejo cargado con los despojos de las edades: ceñudo, inclinado, calvo, rizada la tez, una hoz en la mano . . . "Yo soy el padre de los siglos, soy el arcano de la fama y del secreto, mi madre fue la Eternidad; los límites de mi imperio los señala el infinito. No hay sepulcro para mí, porque soy más poderoso que la muerte; miro lo pasado, miro lo futuro, y por mis manos pasa lo presente.
Página 6 - ... los aplausos dado con eco prolongado tu voz interrumpir. . . Debes cantar. Pero no puedes, como yo he podido, en el olvido sepultarte tú; que sin cesar y por doquier resuena y el aire llena la dulce vibración de tu laúd. No hay sombras para ti. Como el cocuyo el genio tuyo ostenta su fanal; y huyendo de la luz, la luz llevando, sigue alumbrando las mismas sombras que buscando va.
Página 4 - ¿y no podré yo trepar sobre los cabellos canosos del gigante de la tierra? ¡Sí podré! Y arrebatado por la violencia de un espíritu desconocido para mí, que me parecía divino, dejé atrás las huellas de Humboldt, empañando los cristales eternos que circuyen el Chimborazo.
Página 4 - Yo venía envuelto con el manto de Iris, desde donde paga su tributo el caudaloso Orinoco al Dios de las aguas.
Página 8 - ... llega unido de la noche callada entre el rumor; Cual dos suspiros que al nacer se unieron en un beso castísimo de amor; como el grato perfume que esparcieron flores distantes y la brisa unió. ¡Cuánta ternura en tu semblante miro! Que te miren mis ojos siempre así! Nunca tu pecho exhale ni un suspiro, y eso me basta para ser feliz! ¡Que en el sepulcro nuestros cuerpos moren bajo una misma lápida los dos! Mas mi muerte jamás tus ojos lloren! Ni en la muerte tus ojos cierre yo!
Página 4 - Ninguna planta humana había hollado la corona diamantina que puso la mano de la Eternidad sobre las sienes excelsas del dominador de Los Andes. "Yo me dije: Este manto de Iris que me ha servido de estandarte, ha recorrido en mis manos sobre regiones infernales; ha surcado los...
Página 6 - ¿Conoces tú la flor de batatilla, la flor sencilla, la modesta flor? Así es la dicha que mi labio nombra; crece a la sombra, mas se marchita con la luz del sol!
Página 4 - Yo me dije: este manto de Iris, que me ha servido de estandarte, ha recorrido en mis manos sobre regiones infernales; ha surcado los ríos y los mares; ha subido sobre los hombros gigantescos de los Andes; la tierra se ha allanado a los pies de Colombia, y el tiempo no ha podido detener la marcha de la Libertad. Belona ha sido humillada por el resplandor de Iris, ¿y no podré yo trepar sobre los cabellos canosos del gigante de la tierra? ¡Sí podré!

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