Imágenes de páginas
PDF
EPUB

racionales concesiones en favor de su comercio, la Inglaterra, mas hábil en conocer sus intereses, admitia en sus puertos el pabellon de los gobiernos independientes de la América del Sur, y los Estados-Unidos, autorizaban en ellos agentes públicos y hablaban en sus congresos de reconocer la independencia y soberanía que habian conquistado.

AÑO DE 1823.

Hemos dicho que Moráles á su regreso de Coro se dirigió á Moporo. Llevaba 1,700 hombres, y se proponia atacar á Lino Clemente que al saberlo se retiró de Betijoque á Trujillo y luego á Carache; no tan pronto y acertadamente sin embargo, que impidiese á Moráles molestar su retaguardia antes de llegar al primero de estos dos últimos pueblos. Allí se detuvo el jefe español, y renunciando al proyecto de perseguir á Clemente, cambió de direccion bácia Mérida en solicitud de Urdaneta, á quien creia en marcha desde Cúcuta para atacarle por la espalda y cogerle entre dos fuegos. Para quedar cubierto por el lado de Trujillo dejó á Calzada con 700 hombres en las avenidas de aquella ciudad, y con el resto se dirigió á Bailadores. Urdaneta que tenia el mando de la frontera de Cúcuta y algunas tropas en ella, se avanzó hasta Táriba al encuentro de Moráles; pero no entrando en los planes de este ningun choque formal con los patrio tas, retrocedió desde la Grita y se dirigió por Onia á San Carlós de Zulia para trasladarse á Maracaibo, dejando en la parroquia de Bailadores un pequeño cuerpo de tropa para cubrir su retaguardia. Este cuerpo de observacion fué desalojado de aquel punto y en seguida del cerro Mariño, por el coronel Carrillo que desde Carache se habia puesto en seguimiento de Moráles luego que Manrique, sucesor de Clemente, hizo replegar sobre Maracaibo á Calzada. Este con una baja de 400 hombres llegó á aquella plaza mui ántes que su jefe principal.

Luego que Moráles regresó á Maracaibo, tuvo noticia de la sublevacion de Santa Marta y para darle ayuda y conveniente estension, mandó en ausilio de Labarces al coronel D. Narciso López y al teniente coronel D. Eugenio Mendoza. Debia dirigirse por la sierra de Perijá al valle de Upar el primero, y por la Goa jira hácia RioHacha el segundo.

Montilla que, como dijimos hace poco, se hallaba en esta ciudad, envió contra Mendoza un cuerpo de caballería y otro de infantería al mando del coronel Carmona, con órden de salir por la espalda del enemigo. Fácil hubiera sido esta operacion si el jefe republicano quisiera seguir la ruta que un hombre práctico del terreno le indicaba; pero desatendió sus consejos y Mendoza, advertido en tiempo, se retiró; si bien con tanto desórden, que á pesar de la ventaja que llevaba, se le hicieron algunos prisioneros. En cuanto á la otra columna realista, Montilla mismo se puso en marcha para combatirla; pero López eludió la pelea primero evacuando la ciudad del Valle, despues abandonando la fuerte posicion del Voladorcito y retirándose á Perijá. Un fuerte destacamento que dejó en la altura del Volador (á inmediaciones del paso del rio Socuy en la sierra) fué hecho prisionero pocos dias despues. Despejadas con esto de enemigos las fronteras del Hacha, y encargada la seguridad del interior de la de Santa Marta al zelo del coronel José Félix Blanco, dióse Montilla al cuidado de preparar una espedicion contra Maracaibo, en combinacion de las fuerzas navales que debian forzar la barra.

Porque ha de saberse que el plan atrevido y al parecer tememario de entrar por aquella angostura, arrostrando con los fuegos del castillo, se habia ya tratado por Montilla en junta de hábiles marinos. En efecto, poco despues de la derrota de Sardá, empezó aquel jefe á reunir en el Hacha los buques de guerra que segun las órdenes del gobierno debian dirigirse sobre Maracaibo. Los primeros que llegaron fueron los bergantines Independencia y General Bolívar, aquel perteneciente á la república y mandado por el capitan de navío Renato Beluche, el segundo propio del capitan de navío Nicolas Joly y montado por él. Estos dos hombres, de nacion franceses, habian hecho útiles servicios á la causa americana y prineipalmente á la de Venezuela, y con merecida reputacion de valerosos é inteligentes gozaban la de ser amigos fieles y afectuosos del pais. Con ambos, pues, separadamente trató Montilla mui despacio el plan de introducir en el lago de Maracaibo la escuadrilla; idea que algunos prácticos de la barra habian defendido como de posible ejecucion. Y de hecho tanto Beluche como Joly afirmaron que era asequible y aun prometieron forzar el temeroso paso, si se les daba una fuerza capaz de resistir á la que, despues de vencido, opusiera en el interior del lago el enemigo. Uno y otro partieron

luego á situarse en los Taques para cruzar en la boca del golfo, privando de recursos y ausilios marítimos á los realistas, en tanto que el coronel Padilla, comandante general de la escuadra, reunia en Cartagena el resto de bajeles que debian componerla. En esto ocurrió la sublevacion de Puyals y Labarces, luego la correría de López y Mendoza; pero calmado todo como acabamos de ver, llegó -Padilla á Rio de Hacha con la corbeta Constitucion y demas buques aprestados en Cartagena para la campaña, y conferenciando con Montilla, juzgó ser asequible la empresa de forzar la barra y ofreció cumplirla á todo trance, con tal que se aumentaran los bajeles situados en los Taques con tres embarcaciones para asegurarse de la posesion del lago. Partió pues al golfo de Venezuela, con autorizacion de pedir las embarcaciones á la Guaira, y bien prevenido de dar con anticipacion oportuno aviso del dia designado para forzar la barra, á fin de que el ejército pudiese moverse hacia la Goajira y buscar por el Socuy la comunicacion con la escuadrilla.

Por su parte Soublette entre otras medidas encaminadas á estrechar á Moráles, en lo que se consideraba como su último asilo, tomó la de reforzar mas y mas el ejército del Magdalena. Al efecto en enero partió para Rio-Hacha el general Francisco Esteban Gómez, que habia sido nombrado por el gobierno segundo jefe de aquel ejército, y en febrero siguieron el mismo camino el batallon Carabobo (así se llamaba Albion desde la batalla gloriosa en que tanto brilló su valor) y un escuadron de caballería.

Se ve, pues, que el gobierno y sus jefes no omitian cosa alguna para recuperar la plaza de Maracaibo, punto importante desde el cual le era dado á Moráles llevar la guerra á diferentes provincias mui distantes entre sí para poder oportunamente ausiliarse, obligando á los patriotas á mantener en pié numerosas divisiones y á tener repartida su atencion y cuidados. El activo jefe realista no economizaba por su parte medio alguno para desembarazarse de los enemigos que se le acercaban. Dueño absoluto del lago, ne queria consentir que sus contrarios ocupasen tranquilamente ningun punto de la costa. Causóle rezelo que Manrique se estuviese en Gibraltar, y mandó atacarle. Mal le salió con todo el proyecto de desalojarle, pues rechazadas sus tropas el 17 de abril, con trabajo se ampararon, los que escapar pudieron, en sus buques, saliendo escarmentados.

Cansada ya de protegerle, mostróle con otro reves la fortuna los

:

rigores que deparaba á su constancia. El dia 1.o de mayo apresó Laborde, jefe de escuadra español, en la costa de Borburata, las corbetas Carabobo y María Francisca, que mandaba el comodoro Daniels y que hacian parte de las fuerzas marítimas que sitiaban á Puerto-Cabello. Cruzaba entónces en el saco de Maracaibo con algunos buques Padilla, indeciso en acometer la empresa, hasta entónces tenida por imposible, de forzar la barra que obstruye la entrada del lago; si bien para ello necesitaba de los buques que habia pedido á Soublette desde fines de marzo, destacando al intento uno de los mejores que tenia al mando de Beluche. Y sucedió que precisamente cuando este intrépido marino daba con ellos la vela en Borburata, se presentó Laborde, y se vió en la necesidad de combatir á duras penas salvó su bajel y con él fué á dar la triste nueva al apostadero de los Taques. Por lo demas, tal era la confianza de los realistas en la eficazia de los fuegos de la fortaleza que situada en el estrecho lo defiende, que se burlaban á la sola idea de que alguno pensase en atravesarlo á viva fuerza ; y como inútiles, no habian querido tomar precauciones para el caso de que tal suceso pudiera acontecer. Empero, nada es imposible al verdadero valor urjido por la necesidad. La necia confianza del enemigo da brios al natural aliento de Padilla. La preponderan cia que la marina española acaba de adquirir sobre la colombiana con el apresamiento de sus mejores y mas fuertes buques, le pone en la dura alternativa de escoger entre dos grandes peligros: el de arrostrar sin la mas remota probabilidad de buen éxito con la escuadra de Laborde ó el de tentar una empresa, difícil es verdad, pero acaso no enteramente impracticable. Debe arrebatar á Moráles su importante conquista si logra penetrar en el lago; entónces las fuerzas todas de la república pueden simultáne amente emplearse contra ella. Grande es en verdad el riesgo; may or será por lo tanto la gloria y utilidad del vencimiento. Resuelto en fin á acometer la empresa, aunque en ello le fuese la vida, se apareja al combate, y dada la señal precipítase á toda vela al canal. La fortuna obedeció al valor. Descubrió el suceso que los fuegos del castillo (en el estado en que se hallabán) eran insuficientes, y aquel temido riesgo el menor que correrse podia en el intento de forzar el paso. En vano contra él tronó aquel dia el cañon de la fortaleza. Sus bajeles pasaron felizmente la estrechura: uno solo que varó (el de Joly) y fué preciso resolverse á perder, se incendió para que no cayera en manos de

los enemigos, despues de haber estraido la artillería y cuanto podia ser útil. A favor de esta feliz operacion entró Padilla al lago (8 de mayo) y de él se enseñoreó. Constantemente vencedor en diversos encuentros con la escuadrilla española, fué dueño de cruzar libremente aquellas aguas, de interceptar los víveres que de la costa á la ciudad se enviaban y de mantener en fin á los realistas en constantes alarmas.

No ménos felizes las armas republicanas en la provincia de Coro, donde por disposicion de Soublette mandaba el teniente coronel Réyes González, habian conseguido libertarla casi completamente de enemigos. El 1o de mayo fueron estos derrotados en el Tanque á inmediaciones de la ciudad. Quedó solo entónces haciendo la guerra en aquellos parajes el coronel Lorenzo; pero batido en Cumarebo el 10 de junio, se retiró á Sasárida y luego á Maracaibo, logrando afortunadamente atravesar el lago por los puertos de Altagracia con las reliquias de su tropa.

Empezaba con esto á ser mui apurada la situacion de Moráles, porque hallándose Padilla dueño del lago, puede decirse que tenia á las puertas de Maracaibo tres enemigos temibles cada cual por separado, y si reunidos, formidables. Uno era Réyes González, pacificador de Coro, tanto mas de respetar, cuanto que Soublette ántes que supiese la rota de Lorenzo, le habia reforzado con un cuerpo de infantes escelentes. Otro, Manrique, que como ya hemos visto, amenazaba por Gibraltar; el tercero y mas fuerte Montilla y su ejército del Magdalena.

Este jefe habia despachado, como dijimos, á Padilla; y estaba preparándose para ponerse en viaje á Maracaibo al primer aviso, cuando recibió el del combate naval de Daniels y Laborde luego la feliz nueva de haber entrado por la barra parte de los buques colombianos. Lista ya para marchar su espedicion, movióle aquel suceso á acelerar la partida; tanto mas, que él anhelaba por la gloria de entrar el primero en Maracaibo, objeto entonces esclusivo de la atencion del pueblo y del gobierno. Y acaso hubiera logrado su deseo, porque su division se componia de escelentes soldados de todas armas y llevaba cuatro piezas de á 4 bien montadas y manejadas, dos obuses de á seis pies con sus dolaciones completas, una recua crecida de mulas para el parque, muchas reses en pié, víveres en abundancia, y cuanto era en fin necesario para la marcha y el combate. Pero en esto enfermó gravemente y hubo de

II.-HIST. MOD.

7

« AnteriorContinuar »