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fué sacrificado en la acción, quedando en la playa doscientos fusiles, más de cien hombres muertos, noventa y cuatro prisioneros y cinco heridos, fuera de los que murieron y se tomaron después en los bosques inmediatos: no habiendo escapado de toda ella más que el capitán Delgadillo, un capitán Navajas, tres soldados que llegaron á Santa Cruz, y diez y seis que fugaron á Samaypata con el oficial Cejas, sin que de nuestra parte se hubiese experimentado más desgracia que la muerte de un sobrino y Ayudante del Sr. Coronel Arenales, D. Apolinario Echevarría, y veinte heridos, entre éstos el capitán de la 3.a D. Juan Bautista Coronel, el Ayudante D. Juan Pablo López y el mismo Sr. Comandante Arenales que mandó la acción.

Á consecuencia de esto, la guarnición de ochenta hombres armados que quedó en Santa Cruz al mando de un D. Francisco Udaeta, en cuanto supo el resultado de la acción de la Florida, fugó á refugiarse á la Provincia de Chiquitos, quedándose en las inmediaciones de la ciudad la mitad de la gente, que se presentó después al Gobernador Warnes con el armamento que tenía.

Por el parte de 7 de Julio resulta, que instruído el Sr. Coronel Arenales por avisos que le comunicó el Comandante D. Antonio Suárez, de que las naciones bárbaras de la cordillera excitadas por la seducción de los enemigos habían hecho sus movimientos de sublevación conspirando contra los nuestros, y que trataban ya de invadir el destacamento del Membiray, tuvo que emprender nuevamente el 29 de Junio con la división de su mando, ya con el objeto de contener ó pacificar aquellos bárbaros, ya por arrojar del Valle Grande á los enemigos que habían quedado y nuevamente venido á él. Que habiendo encontrado una división enemiga que en número de doscientos hombres de tropas de línea se dirigía á cerrarle los únicos y ventajosísimos puntos de la entrada de la cordillera, la atacó el 4 de Julio por la mañana en el lugar de Postrer valle, y á pesar de haberse situado aquella en una posición sumamente difícil de tomarse, logró desalojarlos de ella, destrozándolos tan completamente que casi todos se precipitaron en los despeñaderos y profundidades inmediatas; quedando cuatro oficiales y muchos soldados muertos en el mismo puesto, treinta y un prisioneros y cantidad de fusiles, sin que escapasen más que tres individuos

hacia el rumbo por donde únicamente tenían salida, porque los restantes fueron cortados y precisados á irse entregando sucesivamente á nuestras partidas. Que por su parte fué tan poco notable la desgracia, consistente en un corto número de heridos, que parecía difícil de creerse, y no podía menos que mirar este suceso como una prueba visible de la protección que dispensa el Dios de los Ejércitos á la causa de la América.

Que por caer sobre el resto de tropa enemiga que había quedado en el Pueblo del Valle Grande, caminaron sus valientes soldados en toda la noche de aquel mismo día doce leguas que faltaban de camino fragoso; pero que á pesar de tan extraordinaria fatiga y diligencia no lograron sorprenderlos, porque de la misma acción había salido un indio levemente herido en la cabeza que con más brevedad fué á darles aviso del resultado, é inmediatamente se pusieron todos en fuga. Que en cuanto llegó al pueblo, se le entregó un pliego del Comandante de otra división enemiga de trescientos fusileros y alguna caballería que se hallaban en la Laguna, ya con la orden de marchar á reunirse en aquel valle con la gente que tenía en Misque D. Francisco Javier Velasco, Gobernador nombrado de la Provincia de Moxos, para que reunidas ambas con la que acababa de ser batida entrasen nuevamente á Santa Cruz y cargasen sobre la División del Sr. informante, por lo que se persuadió que luego volvería á ser atacado por aquellas fuerzas.

Por el parte de 7 de Agosto comunica, que instruído de los designios del enemigo por el pliego que se le entregó á su arribo á la Ciudad del Valle Grande, se resolvió á estorbar que entrasen segunda vez à la Capital y Provincia de Santa Cruz, las dos divisiones enemigas que por sus papeles interceptados sabía de positivo que venían marchando en combinación con orden de reunirse en el Valle Grande para atacar á la del Sr. informante, la una de más de trescientos fusileros, y alguna caballería al mando del Coronel Benavente, y la otra al del Teniente Coronel D. Francisco Javier Velasco compuesta de alguna parte de la guarnición de la Paz y de los restos de las de Oruro, Chayanta y Cochabamba, cuyo número pasaba de cuatrocientros hombres de tropa de línea. Que en efecto se le aproximó luego esta última, y consultado la seguridad de sus operaciones y el no aventurar una acción, instruyó oportuna y

cumplidamente de todo al gobernador de Santa Cruz, haciéndole presente la necesidad de que obrasen en unión y pidiéndole al mismo tiempo el auxilio de cien fusileros y una compañía de caballería. Que desde luego convino aquél en ello, y en este concepto hizo el Sr. informante una retirada aparente al Valle Grande doce leguas hacia el este, asegurándose de ser sorprendido por las Divisiones combinadas de Velasco y Benavente, y dando tiempo á que le llegase tal auxilio: que esperó los días necesarios, y cuando ya la división de Velasco se puso en Samaipata (que es la puerta de la entrada á Santa Cruz) á cuya sazón debía reunirsele el refuerzo de Santa Cruz, se acercó á ella por ganar posición y tiempo antes que llegase la de Benavente; pero salió engañado en su esperanza, porque en aquel mismo día después de dados estos pasos, recibió un oficio del Gobernador de Santa Cruz en que le decía que ya no podía enviarle auxilio alguno porque de la parte de Chiquitos le llamaba la atención el enemigo.

Que puesto en esta situación y teniendo noticia de que aquella fuerza se disponía á cortarle la retirada hasta la llegada del coronel Benavente, que se esperaba de un día á otro, se resolvió á dar la acción á Velasco; á cuyo objeto marchó silenciosamente la noche del día 5 de Agosto anterior con la intención de sorprenderlo al amanecer; mas no pudo lograrlo, porque avisado éste por un traidor, desde la media noche estuvo dispuesto con su tropa formada sobre las armas. Que ganó no obstante la cima de un cerro que circunda el pueblo de Samaipata, cuya situación es una llanura semi-redonda de ocho á nueve cuadras. Que formó su línea colocando al costado derecho el piquete de volantes montados y ninguna caballería al izquierdo por no permitirlo el paraje con una intransitable, con cuya consideración situó en aquella parte la 1." compañía de infantería y las demás por su órden. Que antes de las seis de la mañana rompió el fuego el enemigo y se le contestó por lo pronto con el de artillería bien aprovechado; que luego echó una guerrilla de infantería y caballeria bastante reforzada sobre nuestros volantes montados, con lo que empezaron estos el fuego y oportunamente toda la línea, avanzado ambas hasta ponerse en una distancia de menos de cuadra: que allí se empeñó un fuego vivísimo de parte á parte, y echando pie a tierra los volantes, por

la imposibilidad de operar montados, pidieron cartuchos hasta por tercera vez, destrozando otras tantas la guerrilla enemiga que sucesivamente se iba reponiendo, hasta que acabándoseles las municiones á las tropas del Sr. informante, tuvo que emprender su retirada con alguna dispersión á causa de los montes inmediatos. Que habiendo empezado la acción á las 6 de la mañana, no se concluyó hasta pasadas las once; en cuyo espacio todo fué un continuo vivísimo fuego, del que resultó una mortandad horrorosa y muy desproporcionada al número de combatientes, pero incomparablemente mayor en los enemigos, por que como se formasen estos últimamente en tres de fondo y con irregular espesura, recibieron todo el daño, que á una distancia tan corta pudo causárseles; de manera que pasando su número de más de cuatrocientos de tropa veterana, tuvieron doscientos muertos y más de sesenta heridos, según se supo positivamente y se comprobó después por cartas interceptadas de individuos que se hallaron en la acción; no habiéndole quedado á Velasco de toda su división ni ciento cuarenta hombres en pie.

De nuestra parte las compañías 2 y 4 que se componían de los naturales de las misiones sufrieron alguna dispersión, porque se metieron en aquellos montuosos lugares; mas el número de muertos fué muy corto en proporción á los que perdió el enemigo.

Por el último parte datado en su campamento de Sauces á 4 de Setiembre anterior, avisa dicho señor Arenales, que por noticias que tuvo de personas veridicas de haber sido detenidos seis oficiales patriotas por los bárbaros de aquella cordillera, en poder de un capitán nombrado Yamanduari, á la margen del Río Pilcomayo, le fué indispensable venir á aquel punto con el objeto de sacarlos, y que á este fin había despachado en su solicitud baqueanos y lenguaraces por conducto de su amigo el gran capitán Cumby cuyo resultado esperaba con impaciencia.

Que á su tránsito por el pueblo del Pescado tuvo el gran consuelo y complacencia de recibir las comunicaciones oficiales que le despachó desde el Tucumán el Sr. Gral. D. José de San Martin en 26 de Marzo de este año, con el duplicado de las instrucciones y demás que se le dirigieron en 28 de Febrero anterior. Que si hubiese tenido la suerte de que llegasen antes á su mano las advertencias

que se le hacían sobre la clase de guerra que debe adoptar, le habrían servido imponderablemente, y él tendría la satisfacción de haber obrado arreglado á ellas, como lo hará puntualmente en lo sucesivo. Que había ya circulado copias de las proclamas y demás que se le mandó publicar; y creía firmemente que producirían los buenos efectos de su objeto, porque no debía dudarse que en lo general existe y existirá en todas aquellas Provincias la adhesión más decidida á nuestro sistema, principalmente en la gente pobre, cuya constancia es á su vez la más admirable y digna de elogio.

También comunica en el mismo oficio, que acababa de recibir partes de los patriotas Manuel Alva y Miguel Vela, de que habiendo caído sobre un auxilio de cuarenta veteranos y sesentas reclutas que se le despachaban á Velazco, lo derrotaron completamente en el paraje de Pocona tomando á los más prisioneros y entre ellos cinco oficiales y el subdelegado de Misque, Bareybar que á éstos seis últimos los pasaron por las armas usando del derecho de represalia; y que con esta noticia había regresado Velazco con el resto de su División en solicitud de aquellos, que se dirigían á Cochabamba.

Que el Comandante D. Manuel Asensio Padilla á la cabeza de una División de indios honderos y con las armas que quitó en Pomabamba á la del Coronel Benavente, andaba por los lugares del Partido de la Laguna haciendo sus tentativas contra el enemigo, y según se le acababa de instruir (así lo avisa por otro parte de la misma fha.) se dirigia hacia Chayanta, en cuyo tránsito al pasar por la Calera (primera posta en el camino de Chuquisaca á Potosi) interceptó un correo del enemigo; del que le habían remitido algunos papeles de poca consideración.

Que los naturales de San Lucas, Puna, Bartolo y sus immediaciones, emprendieron su revolución dos meses antes de aquella fha., matando al Subdelegado de Pasca-Nute, Coronel D. José Hernández Cermeño, á treinta hombres de su escolta, y á otros más que lo acompañaban. Que salió de Potosí una partida de cuarenta hombres á castigar á los naturales por aquel hecho ; pero éstos la esperaron en Bertolo y le dieron el mismo fin que á los anteriores. Que con este motivo salió segunda vez de Potosí

TOM. IV.

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