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Si la expedición á Chile ha de ser la obra que corone los triunfos de las Provincias de la Unión, inmortalizando á esa capital por los heroicos esfuerzos con que propende á ella, es un deber mío, ya que estoy al frente de esta provincia y del ejército acantonado en ella, hacer presente á V. E. todo cuanto pueda asegurar el mejor éxito, y oportunamente prepararlo. En este concepto, juzgo de necesidad indispensable, la remisión de quinientos fusiles y trescientos sables de caballería; éstos para aumentar la fuerza precisa de su clase, y aquéllos para encajonarlos de una vez, y que todo se halle preparado en el momento. Dignese V. E. proveer á esta solicitud penetrándose de su inmensa necesidad. - Mendoza, mayo 2 de 1816. JOSÉ DE SAN MARTÍN. Excmo. Sr. Supremo Director del Estado. (Copiado del borrador en el « Libro de oficios » de San Martín.)

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Entre los aprestos que en campaña más se necesitan, son los morrales para el uso en la mantención de las caballadas. Sabe V. S. las ventajas de economía, desembarazo y simplificación que de ella vienen al ejército. En su virtud, y necesitando el que ha de obrar sobre Chile, no menos que la cantidad de novecientos, espero que V. S. se sirva así demostrarlo á S. E. para que se digne ordenar la remisión del número de varas de lona suficiente á la construcción de ellos, calculándose aquel por el modelo que tengo el honor de acompañar á V. S., en la inteligencia, que aquí (donde por menos costo pueden construirse) no es fácil hacer el cálculo por la diversa variedad de ancho de las lonas, cuyo género, que es preferible á los brines por excedente duración, no se encuentra ni aun de este último en toda la provincia. Mendoza, mayo 13 de 1816. - JOSÉ DE SAN MARTÍN. Al Sr. Secretario de la Guerra. (Copiado del original del « Libro de oficios » de San Martin.)

La nota del comandante general de artillería (que incluyo) funda la necesidad urgente de proveer á la falta de, aquí irreparable,

de los artículos de fortificación necesarios, si hemos de emprender sobre Chile. Espero que V. S. la eleve á la consideración de S. E. para que se digne acordar lo conveniente. Mendoza, mayo

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22 de 1816. JOSÉ DE SAN MARTÍN. Al Sr. Secretario de la Guerra. (Copiado del borrador original del « Libro de oficios San Martin.)

Después que por la necesidad y sumo interés público, la pronta expedición á Chile ha venido á un grado de demostración que no puede hacerse ya más evidente, resta sólo, que dignándose V. E. tomar en su alta consideración, que no quedando sino cuatro meses de invierno hasta el veniente octubre, en los cuales de una vez ha de prepararse; se sirva mandar se auxilie á este ejército con los artículos y útiles que refiere la lista inclusa, de que muchos se tienen ya pedidos con anticipación. No se oculta á la penetrativa de V. E. la celeridad y eficacia con que debe lograrse este angustiado tiempo y lo muy necesario de aquellos auxilios. Protesto por mi parte ser infatigable en todo cuanto conduzca á aquel objeto importantísimo. Mendoza, mayo 22 de 1816. JOSÉ DE SAN MARTÍN. Al Excmo. Supremo Director del Estado. (Copiado del borrador original del « Libro de oficios » de San Martin.)

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APÉNDICE N.o 11, AL CAP. XI, § IV

PLANES GENERALES DE CAMPAÑA PARA LA RECONQUISTA DE CHILE

El gobierno pide á San Martín un plan de operaciones ofensivo-defensivo para la campaña de Chile sobre la base por él propuesta anteriormente.

Reservado. Con el oficio reservado de V. S. de 15 del presente (1) he recibido las comunicaciones que incluye, cuyas copias

(1) Se refiere á nuevas comunicaciones de los agentes secretos de Chile en

no se le remiten ahora por la premura del tiempo, y dirigiré á V. S. por el próximo correo, y previniéndole entretanto, que respecto á la urgente necesidad de operar cuatro mil hombres activamente cuanto antes sea posible sobre el Estado de Chile, espero que sin dilación me instruya V. S. con puntual exactitud de cuanto haga falta y crea conducente á tan esencial objeto, remitiendo un plan de operaciones ofensivo y defensivo para la campaña de Chile y seguridad de esta provincia, á fin de meditarlo y expedir sin demora las providencias convenientes. Buenos Aires, mayo 31 de 1816. ANTONIO GONZÁLEZ BALCARCE. Antonio Beruti, secretario. Al Gobernador Intendente de la Provincia de Cuyo. (Original.)

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Plan definitivo de campaña de San Martin para la reconquista de Chile (1).

Reservadisimo. Excmo. Señor. Por oficio de 31 del pasado se sirve V. E. prevenirme, que respecto de la urgente necesidad de operar cuatro mil hombres activamente sobre Chile (como en mis anteriores comunicaciones he anunciando) instruya á ese Gobierno con exactitud de cuanto faltase y crea conducir al principal objeto de la reconquista de aquel país, remitiendo un plan de operaciones ofensivo y defensivo para que, con arreglo á él se expidan las providencias convenientes. Debo exponer á V. E. en cuanto á lo primero que habiendo enviado ante esa Superioridad al sargento mayor graduado don José Antonio Álvarez, con las instrucciones y conocimientos necesarios sobre los artículos con que debe auxiliársenos, sólo agregaré á ellos los que instruye la razón que tengo el honor de incluir á V. E. para que se digne ordenar su remisión.

viados por San Martin en esa fecha en que le dan noticias interesantes sobre el estado político y militar, y se urge por la invasión, los cuales decidieron definitivamente al Gobierno. (Docs. del Arch. gral. M. S. S.)

(1) Este documento capital, ha sido publicado por el general Espejo en su

En cuanto á presentar un plan de operaciones ofensivo y defensivo (hablando con la franqueza que acostumbro) me es moralmente imposible detallar el primero. Aun restan cinco meses para movernos de este acantonamiento en este intervalo puede el enemigo variar su posición actual, aumentar sus fuerzas, reunirlas, diseminarlas, alterar la opinión, desolar unos pueblos, fortificarse en otros, y en fin, cambiar tantos aspectos, que sería aventurado hacer desde ahora un análisis de nuestros movimientos. Á presencia de la actitud del enemigo, de la disposición de los habitantes del país, (que la creo muy favorable) y demás circunstancias, por una relación comparativa de nuestras fuerzas, podré con certidumbre dibujar á V. E. el plan ofensivo que se haya de adoptar.

Por ahora, desatendiendo cálculos que pueden ó no fallar, me contraeré sólo á dar una idea por mayor. En el concepto de que según la conducta que aun observa el enemigo, no sube su fuerza de cuatro mil quinientos hombres, podemos emprenderla con los quinientos menos, cuyo déficit compensaría, si no nuestra táctica y mejor disposición á lo menos la del paisanaje, de cuya decisión por la causa y odio eterno á sus opresores, sería una injusticia que dudáramos: asi es que, absolutamente hablando, no podría hacerse al enemigo, en ningún evento, una guerra de recursos, pero los más sí se inclinarían á favor nuestro, lo que desde luego ya le era una desventaja. Mas, nuestro ingreso á Chile, sólo puede ser por Los Patos, Uspallata y el Planchón. Vencido cualquiera de estos puntos, que distan entre sí más de sesenta leguas, ocupamos desde luego las provincias más fértiles, pobladas y abundantes, contando por supuesto las fuerzas enemigas, cuya parte débil (que siempre es de presumir quede á los extremos de sud ó norte del reino), será el primer ensayo de nuestro triunfo, apoderándonos de una vez de la mitad de Chile. Entonces, nuestra fuerza reunida, debe cargar al grueso del enemigo, hasta deshacerlo en la primera acción y tomar

«Paso de los Andes », copiándolo del original que existe en el Arch. Gral., al mismo tiempo que nosotros, pero con algunos errores y variantes, que hemos corregido confrontándolo con el borrador original que se registra en el libro copiador de oficios de San Martín.

la capital, para huir el gravísimo inconveniente de demorar la guerra y que unas campañas se sucedan á otras, disputándosenos el terreno palmo á palmo, mayormente en un clima lluvioso, donde siete meses del año se debe reposar precisamente en cuarteles de invierno.

Por otra parte, la fuerza que suponemos al enemigo, puede obrar toda, como probablemente lo hará. Sin contar con enfermos, desertores, empleados ú otros, las guarniciones que debe sostener en cada pueblo conmovido, precisamente á la presencia de su ejército protector, desmembrarán de sus líneas infinitos hombres, cuyo inconveniente no sufren los nuestros.

Se agrega á todo esto, nuestro cuerpo de reserva que formarán los cuadros de oficiales emigrados, los que, situándose en el mejor punto que primero se ocupe, se llenarán inmediatamente con los pasados y reclutas.

Esto es en sustancia lo que más ó menos puede suceder. El pormenor de todo ello, la entrada fija por un punto determinado ó dirección de las marchas, cautelas, disposición, proyectos de ataque é infinitas otras circunstancias, sólo puede combinarlas el jefe á quien se encargue de la expedición, con presencia de multitud de eventualidades.

Por lo que mira á un plan definitivo, puede asegurarse que, con dos mil hombres en esta frontera, se sujetarán seis mil invasores. Para ello deben suponerse las fortificaciones de cordillera que han de establecerse, vayamos ó no á Chile: las tropas cívicas de infanteria y caballería de toda la provincia, que suben entre ambas á cuatro mil hombres: la despoblación de nuestras campañas: la facilidad de retirar á grandes distancias los recursos de subsisten. cia la de auxiliarse mutuamente Mendoza y San Juan al primer aviso de enemigos lo que á éste debe maltratar el penoso paso de la sierra y travesías que ha de vencer antes de llegar á estos pueblos por medio de cortaduras y otros de inutilizar las aguas: nuestros conocimientos topográficos y arbitrios del país; nuestra ventajosa artillería á la con que puede invadirnos; en fin, todo présenta un buen plan de defensa, á menos del caso inesperado de una poderosa agresión que no es creible; contando con las guarniciones que quedarían en Chile para contener la insurrección.

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