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habría ganado Jilma la tercera parte del repecho cuando divisó sobre su cabeza, puesto de pie sobre la alta cima, un joven de blanca tez, de atléticas formas y de larga cabellera rizada; su mano derecha velaba sus ojos de los rayos del sol, como para poder ver mejor, y dirigía sus miradas 5 hacia la habitación de sus padres, buscándola en la llanura que tenía bajo sus pies; su mano izquierda vuelta hacia la espalda sostenía su carcax pendiente de un cordón que Jilma había tejido para él en su infancia. Apenas llegó ella a distancia en que pudieron reconocerse uno y otro, 10 un doble grito de sorpresa y de alegría escapado de sus pechos vino a reunirlos en estrecho abrazo, y allí las alegrías de la tierna doncella corrieron sobre el seno del guerrero, y los ojos de éste se humedecieron de placer. Pero ¡ desgraciado! . . . Cuando el bello Tilmaquín im- 15 primía en la frente de la virgen el beso fraternal de que se había privado tanto tiempo; cuando estas dos palomas del desierto arrobadas de júbilo sentían latir juntos sus corazones al impulso de un puro afecto; cuando, ignorantes de que esta dulce entrevista sería su eterna despedida, se 20 entregaron a los raptos de un cariño verdadero, una agudísima saeta disparada con la fuerza del rayo vino a unirlos más estrechamente, y cayendo en brazos el uno del otro mezclaron su sangre y sus últimos suspiros. Las sospechas que últimamente habían asaltado el corazón de 25 Zuinctheba se habían realizado en la apariencia, y esta apariencia los perdió.

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Así el mismo secreto que, violado imprudentemente, le habría quitado la vida a Jilma, guardado dentro de su corazón con llave de oro, aun para su mismo esposo, también se la quitó.

Poco tiempo después reposaban tres cadáveres bajo tres grandes catafalcos hechos de piedras toscas y puestas en hilera sobre la misma eminencia que había sido teatro de esta escena. Jilma ocupaba el centro.

- JOSÉ CAICEDO ROJAS.1

EXERCISES

I. ¿Quiénes fueron los muiscas?

2. ¿Quién fué Jilma?

3. ¿Con quién debía casarse?

4. ¿Por qué tenía que servir al Rey de Tunja el hermano menor de

Jilma?

5. ¿Sabía el joven panche que su novia tenía un hermano?

6. ¿Qué hacía Jilma todas las tardes?

7. ¿Por qué la seguía su novio?

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10. ¿Qué había pedido Jilma a su padre como único regalo de boda?

II. ¿Se lo había concedido su padre?

12. ¿Qué temía Jilma?

13. Al llegar la víspera de su boda, ¿a dónde se dirigió Jilma? 14. ¿Quién estaba puesto de pie sobre la cima de la colina?

15. Se parecía Tilmaquín al indio en frente de la página 63, ¿no? 16. Al ver Jilma a su hermano, ¿estaba contenta?

1 Escritor y poeta colombiano.

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LOS CONQUISTADORES TOMAN POSESIÓN DE LAS ORILLAS DEL PLATA EN NOMBRE DEL REY DE ESPAÑA

17. ¿Qué hizo su novio cuando vió que estaba en brazos de otro? 18. ¿Se quitó la vida su novio?

19. ¿Qué es este cuento?

20. ¿Quién escribió este cuento?

Translate. Jilma was to be united with a young man of royal family. But a bitter sorrow was afflicting her heart. It was not that her soul had been saddened on seeing near at hand the separation from her family. It was that she had asked her father to permit her brother to come back to the bosom of his family, and she was afraid he would not come. Her lover not only was unconscious that her brother was serving the king of Tunja, but was very far from suspecting that she had a brother. If Tilmaquín had not come back, Jilma and her lover would have been happy. But probably (see note to p. 67, l. 1) she is happy now (ahora).

XVI

SUCESO TRÁGICO DE LUCÍA MIRANDA 1

1

HABÍA entre los españoles una dama llamada Lucía Miranda, mujer del valeroso Sebastián Hurtado, y ésta

1 Es éste un cuento de la época de los conquistadores. En 1526 el explorador Sebastián Cabot, navegante veneciano al servicio de España, remontó las aguas del río de la Plata, penetró en el río Paraná, y fundó el fuerte del Espíritu Santo en el territorio de los indios timbúes. Cuando regresó Cabot a España, delegó el mando del fuerte en un hombre de distinguido mérito, don Nuño de Lara. Al momento de comenzar nuestro cuento, dos años habían pasado desde la partida de Cabot, durante los cuales la guarnición del Espíritu Santo mantenía pacífico trato con los indios. Pero el cacique de los timbúes, el cual se llamaba Mangora, se había prendado de la mujer de uno de los españoles. Había resuelto hacerla su esposa, y preparaba una horrible traición.

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