Colección de poetas españoles, Volumen5

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Impr. Real, 1808
 

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Página 39 - ¿No conocen mis iras estas tierras, y de mis padres los ilustres hechos, o valieron sus pechos contra ellos con el húngaro medroso, y de Dalmacia y Rodas en las guerras?
Página 38 - Cantemos al Señor, que en la llanura Venció del ancho mar al Trace fiero; Tú, Dios de las batallas, tú eres diestra, Salud y gloria nuestra.
Página 102 - ... el áfrico Atlante y seno ardiente hasta do el mar de otro color se viste, y do el límite rojo de Oriente, y todas sus vencidas gentes fieras ven tremolar de Cristo las banderas.
Página 103 - El cielo no alumbró, quedó confuso el nuevo sol, presagio de mal tanto, y con terrible espanto el Señor visitó sobre sus males, para humillar los fuertes arrogantes, y levantó los bárbaros no iguales, que con osados pechos y constantes no busquen oro, mas con hierro airado la ofensa venguen y el error culpado.
Página 41 - Sea el hierro contrario de su vida. Levantó la cabeza el poderoso Que tanto odio te tiene ; en nuestro estrago Juntó el consejo, y contra nos pensaron Los que en él se hallaron. «Venid...
Página 157 - Cubrió el sagrado Betis, de florida púrpura y blandas esmeraldas llena § y tiernas perlas la ribera ondosa, y al cielo alzó la barba revestida de verde musgo, y removió en la arena el movible cristal de la sombrosa gruta, y la faz honrosa de juncos, cañas y coral ornada, tendió los cuernos húmedos, creciendo la abundosa corriente dilatada, su imperio en el Océano extendiendo, que al cerco de la tierra en vario lustre de soberbia corona hace ilustre.
Página 41 - Grecia junta mal con ellos, Con los erguidos cuellos, Con gran poder y número infinito, Y prometer osaron con sus manos Encender nuestros fines, y dar muerte A nuestra juventud con hierro fuerte. Nuestros niños prender, y las doncellas, Y la gloria manchar y la luz de ellas.
Página 38 - Faraón, feroz guerrero: sus escogidos príncipes cubrieron los abismos del mar, y descendieron, cual piedra, en el profundo, y tu ira luego los tragó, como arista seca el fuego. El soberbio tirano, confiado en el grande aparato de sus naves, que de los nuestros la cerviz...
Página 42 - Al ímpetu del viento, á estos injustos; Que mil huyendo de uno se pasmaron : Cual fuego abrasa selvas cuya llama En las espesas cumbres se derrama, Tal en tu ira y tempestad seguiste, Y su faz de ignominia convertiste.
Página 208 - Y tina al rojo lustre con flaqueza en la amarilla viola la rosa, y el dulce resplandor de luz hermosa pierda la viva llama y su pureza ; Dirás (mirando en el cristal luciente otra la imagen tuya) : Este deseo ¿por qué no fue en la flor primera mía? ¿Por qué, ya que conozco el mal presente, con esta voluntad, con que me veo, no vuelve la belleza que solía?

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