Obras de José Peón y Contreras, Volumen46

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Imp. de V. Agüeros, 1902

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Términos y frases comunes

Pasajes populares

Página 467 - ... en sus acentos! La lira que me dio mi desventura desconoce mi mano, y de mis dedos huyen las cuerdas que juntaron antes ¡sus alegres sonidos a mis versos! XII En el fondo negro de tu cabellera, lucientes y puras como dos estrellas, contemplé turbado de amor y sorpresa, ¡brillar una noche tus pupilas negras! En el cielo negro como son mis penas, veía una noche lucir las estrellas; ¡ qué lejos brillaban entre las tinieblas! Y en su inmenso campo buscaba dos de ellas: ¡ mísero, buscaba,...
Página 457 - Tal vez no existes: acaso eres la imagen de un sueño, que deleitó mis sentidos, y embargó mi pensamiento, mas ha de ser realidad aquel hermoso embeleso, pues como te vi, dormido, te estoy mirando despierto. ¡Tal me parece que escucho a todas horas tu acento; que se refleja en mis ojos la luz de tus ojos negros; que en la palidez marmórea de tu semblante hechicero, sus alas de oro y...
Página 315 - ¡Destino és lo que Dios quiere! Ida sufre, Ida encerrada lentamente languidece, entre la luz y la sombra, entre la vida y la muerte! Lo mismo pasa al mancebo, lo mismo pasa á Ruy Perez; y entre su amor y sus dudas rie y llora, vive y muere!
Página 465 - ... corran sin temor mis lágrimas . . . Y meditar en su hermosura angélica, ¡ y en mi loca esperanza ! Después en la memoria componerle romances y armonías y plegarias; y forjar ilusiones y perderlas . . . ¡ después de acariciarlas ! Y después, cuando el sueño me aletargue y ya el dolor me ahogue entre sus garras, ¡ con la hechicera luz de aquellos ojos iluminar el interior de mi alma!
Página 457 - ... nieve posa mi espíritu inquieto; que cerca del pecho mío siento el latir de tu pecho; ¡ que me quemas con tus labios, que me abrasas con tu aliento! Y te palpo y no te toco, y te busco y no te encuentro; ¡y me enloquece tu sombra, y me embriaga tu recuerdo! Y así, sin saber lo que eres, harto sé que eres mi dueño, que te llevas mis dolores en las lágrimas que vierto; que flotando en el espacio como una visión te veo. ¡ Entre tu alma y mi alma, entre la tierra y el cielo!
Página 171 - Es don Gaspar de Hinestrosa un señor de horca y cuchillo, rubio el cabello y la barba, miradas de basilisco; nunca en su vida ha llorado, nunca en su vida ha reído; negro es su humor como tizne, y el alma negra lo mismo. Con él quieren que se case Margarita, y se lo ha dicho...
Página 462 - ... cuando me acuerdo de tu frente pálida, de tu talle gentil; cuando suspiro por las horas rápidas que huyeron junto a ti; el llanto surca mis mejillas áridas y me siento feliz... ¡ Ay!, cuando no me quede ni una lágrima ¿ qué será de mí ? VII En alta mar mil veces he mirado huir de mí las olas plateadas, y las unas llegar tras de las otras, y, pasando, perderse en lontananza. ¿ Dónde irán a parar, dónde, Dios mío ? ¿A qué remota y solitaria playa? ¿Dónde irán a morir mis ilusiones?...
Página 506 - Yo soy hoja caída que se seca, soy el dolor que ríe, soy la deshecha nave que ha cruzado horizontes sin límites, ola del mar que se estrelló en la arena al pie del arrecife; soy el día que muere en el crepúsculo de una esperanza triste; yo soy la noche; en fin: ¡dime si eres la sombra que me sigue!
Página 145 - ... está servida una mesa con exquisitos manjares y ricas frutas cubierta. A su ilustre prisionero Hernando Cortés espera, de gozo intenso abrumado y de curiosa impaciencia. Al fin aparece el héroe, y con lento paso llega a su vencedor, que grave le saluda y se le acerca. "Malintzin", cuanto he podido exclama el monarca azteca, hice por mi augusto trono, y de mi pueblo en defensa; Mas su alto favor los dioses me negaron y aun me niegan: ya estoy en tus manos, puedes hacer de mí lo que quieras...
Página 156 - ... ¡Lástima es que en mala hora Con sangre entinten su tela, Sangre de un rey inocente Que sube a la horca a perderla! A la orilla de un camino, Que no lejos atraviesa, Majestuosa y elevada Sus ramas tiende una ceiba; Y de una de ellas robusta, Está pendiente una cuerda, En cuyo extremo flotante Una lazada está hecha. Más de doscientos guerreros El árbol triste rodean, Y ellos y el suplicio infame A Cuauhtemotzin esperan. Al fin, aparece el reo, Y su noble faz risueña, Indica que el miedo...

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