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á la posteridad sus nombres gloriosos. ¡Dia llegará en que un verdadero hijo de México levante ese monumento á la verdad, á la justicia y á la memoria de nuestros padres!.... Hidalgo habia dado el primer impulso al movimiento revolucionario, que venia fermentando en los espíritus desde principios del siglo XIX. Bien sabia el noble anciano que á él no seria dable alcanzar el triunfo del derecho y de la justicia. Por eso su sacrificio, su abnegacion sin límites, su inquebrantable valor, le han colocado en primer término entre nuestros héroes. Pero sabia que era necesario encabezar aquel levantamiento de los esclavos contra sus señores, de los desvalidos contra sus orgullosos opresores. Hidalgo habia meditado por espacio de largos años la realizacion de un ideal divino, y comprendia que cuando sonara la hora de redencion, brotarian de la tierra misma defensores de la patria. Debió sentir aquel gran corazon un inmenso júbilo cuando al marchar desde Dolores hasta Valladolid, veia que de todas partes acudian hombres armados á engrosar sus filas, patriotas esforzados que le prometian continuar su obra, Morelos fué uno de esos hombres gloriosos.

III.

La ciudad de Valladolid (hoy Morelia, capital del Estado de Michoacan) fué la cuna de JOSE MARIA MORELOS Y PAVON, quien nació el 30 de Setiembre de 1765. D. Cárlos María de . Bustamante asienta en su Cuadro Histórico, que Morelos vió

la luz primera en Tahuejo el Grande, rancho cercano á Apatzingan en la antigua provincia de Michoacan. Datos irrecusables que luego han tenido presentes los que de la historia patria se han ocupado, no permiten poner en duda que Valladolid fuera el lugar donde nació Morelos. Humildes de condicion fueron los padres del héroe que mas tarde haria temblar á los dominadores españoles: parece que su padre, Manuel Morelos, ejerció el oficio de carpintero, primero en Valladolid mismo, y luego en la ciudad de San Luis Potosí; y aún hoy, los habitantes de Morelia muestran con legítimo orgullo la pobre casa en que se deslizaron los infantiles años del gran caudillo mexicano.

No es poca honra, por cierto, para la libertad y la independencia de México, la que le dan el orígen humilde y modesto de sus mas esforzados campeones. Mas tarde, cuando estos habian ya fecundado con su sangre el suelo patrio, cuando diez años de incesante, embravecida contienda, grabaron en todos los corazones el viril sentimiento de la emancipacion, entonces y solo entónces, vemos tomar parte á favor de la independencia á los hombres que pertenecian á la clase elevada de la sociedad. Iniciar el audaz levantamiento del pueblo, combatir con fé ilimitada, pero sin la esperanza de presenciar el triunfo ni la de aprovecharse de la victoria, prodigar su sangre en los campos de batalla y exhalar su último aliento en los cadalsos, todo eso lo hicieron Hidalgo, Morelos, Allende, Matamoros, los Galeana, los Bravo, Torres y otros muchos, hijos del pueblo y en cuyas almas se encarnaron los dolores, las humillaciones y las aspiraciones del pueblo. ¡Honor y gloria á este pueblo valiente de cuyo seno nacieron los padres de la independencia de México!

La niñez de Morelos trascurrió envuelta en la miseria de la clase mas desvalida de la sociedad. Su juventud se consumió en un trabajo corporal y rudísimo que le proporcionó su subsistencia y la de su madre, Juana Pavon, á la que siempre consagró infinita ternura. Muerto el padre de Morelos, la pobre viuda vió desvanecida la ilusion que siempre

abrigára de dedicar á su hijo á la carrera eclesiástica y le confió al cuidado de su tio Felipe Morelos, quien poseia una recua con la cual traficaba entre México y el puerto de Acapulco.

No hay noticia alguna de que Morelos, ni en su niñez, ni en su juventud hubiera tenido maestros y determinada suma de instruccion, aún de la incompleta y escesivamente superficial que se daba en las escuelas primarias de la época. Por eso es admirable y toca á portentosa la aptitud que demostró á los treinta años, cuando se entregó al estudio en el colegio de San Nicolás; y mas digno de asombro es el general consumado, que por tanto tiempo desbarató los planes de los mas famosos militares españoles.

El héroe futuro pasó los primeros treinta años de su vida transitando la carretera de Acapulco á México, ejerciendo el pobre y duro oficio de arriero y ganando el sustento para él y su madre. Cuando volvia de alguno de sus viajes, despues de estrechar en sus brazos á la que debia el ser, colocaba siempre entre sus manos un pequeño regalo. Consignamos con orgullo este rasgo, al parecer trivial y mezquino. Del alma de los grandes hombres irradian estas sublimes pequeñeces. Morelos amó con ternura á su madre, é idolatró á esa otra madre divina que se llama la patria.

IV.

Estudiando el estado de la sociedad mexicana bajo la dominacion española, se vé que la carrera eclesiástica y la del foro eran las que existian abiertas á los hijos del pueblo conquistado. Largos años, empero, de inflexible esclusivismo

T. IV.-2.

hubieron de trascurrir para obtener al fin esta concesion de la suspicacia de los dominadores; pero ella hubo de ser otorgada; y tanto en una como en otra carrera halló la independencia sus mas esforzados adalides. De las filas del clero bajo, humillado por la aristocracia de la Iglesia, cuyos puestos ocupaban casi siempre los españoles, salieron Hidalgo, Morelos, Matamoros y otros de menor nombradía que éstos, pero que abrazaron con igual ardor la causa de la libertad. La carrera eclesiástica era, como se vé, una puerta abierta á la ambicion de los hijos de México; porque si bien no llegaban con facilidad á encumbrarse hasta los altos puestos de la Iglesia, el ejercicio de su 'ministerio les daba derecho á cierta consideracion de parte de los dominadores y propor cionábales importantísima influencia sobre la raza indígena.

¿Fué en Morelos una íntima y profunda vocacion la que le hizo abandonar su humilde ejercicio de arriero, y entrar de capense al colegio de San Nicolás cuando hubo llegado á los treinta años? ¿Fué tal vez ese sentimiento de noble ambicion que despierta enérgico y vivaz en todos los corazones levantados, y que le impulsó á elegir la carrera eclesiástica como el medio de ejercer la actividad interna que debiera devorarle? No es fácil decidir en esta disyuntiva, ni aventurar juicio alguno que pretendiera descansar sobre sólidos fundamentos....

Morelos contaba, como ántes dijimos, cerca de treinta años de edad cuando abandonó el penoso trabajo á que estuvo dedicado desde su niñez y logró entrar de capense al colegio de San Nicolás, en Valladolid, establecimiento fundado por el primer obispo de Michoacan Vasco de Quiroga, y que dependia del gobierno civil de la colonia. Allí se entregó al estudio con infatigable constancia, llegando á obtener, segun Bustamante, el primer lugar en el curso de filosofía, siendo su maestro el Dr. Juan Salvador; y cursando luego teología dogmática y moral, se ordenó de presbítero el año de 1799. Una circunstancia digna de recordarse por cierto, es la de que el inmortal Hidalgo era rector de aquel colegio cuando

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