Imágenes de páginas
PDF
EPUB

mo un leon cercado por los cazadores; disparando primero sus pistolas, y luego, echando al aire su espada, se metió magestuoso y sublime en lo mas cerrado de las filas realistas, diciendo á sus pocos compañeros: "Mas honroso es morir matando, que entrar á Cuautla corriendo... (*)

En este momento, los atalayas colocados en las torres del pueblo, viendo desaparecer á Morelos pusiéronse á gritar: que nos cojen al general!..... gritos que sembraron la angustia y la desesperacion en todas las almas..... Pero Galeana vivia; pero Galeana estaba allí, y oyó aquellas voces de espanto y sintió que su gran corazon parecía querer salírsele del pecho.... Saltó sobre su impaciente caballo, llamó con voz de trueno á los dragones que se hallaban mas próximos; y con la lanza en ristre y el furor en el alma, salió de Cuautla seguido de sus arrojados costeños, y voló hácia el lugar de la lucha, raudo y sonoro como una tempestad....

XXXIII.

"Ayax semejante á un dios, canta Homero en el libro XI "de la Iliada, corrió hacia donde se hallaba Ulyses, querido "de Zeüs; cercaban al de Ithaca los troyanos y le acosaban, "como hambrientos canes cercan y acosan en un bosque al "ciervo herido por la saeta de diestro cazador: pero así co

(*) Bustamante. Cuadro histórico.

"mo de la espesura sale de súbito pavoroso leon y ahuyen"ta á los linces y queda dueño de la presa, así los troyanos, "fieros y numerosos, que se agolpaban al rededor de Ulyses "huyeron espantados cuando vieron que venia á defenderlo "el terrible Ayax, armado de su enorme escudo, alto como "una torre....'

XXXIV.

Galeana dispersó, como el huracan desparrama las arenas, los realistas que estrechaban al preclaro Morelos en un círculo de hierro y de fuego; cada bote de su lanza arrancaba una vida y arrojaba un cuerpo por tierra; sus soldados echaron mano al terrible machete suriano, é hicieron espantosa matanza en el enemigo que huyó al fin despavorido, hasta donde se hallaba el grueso del ejército de Calleja....

Inmenso júbilo estalló en Cuautla cuando se vió entrar á Morelos, seguido de Galeana, tintos aún en sangre española y cubiertos con el sudoroso polvo del combate. Manos levantadas al cielo y ojos humedecidos por el llanto, fueron la muda y elocuentísima reconvencion, que todos los soldados dirigian al caudillo de la independencia por su arrojo imprudente. Luego, á esta respetuosa demostracion sucedió una loca alegría, una inmensa explosion de todos aquellos corazones, presa momentos ántes de la angustia. Subiéronse los soldados á las torres y repicaron á vuelo las campanas, mil

petardos atronaron el aire, vivas repetidos aclamaban á la independencia, á Morelos y á los demas caudillos de la pátria; y aquellos rudos veteranos, sin pensar en el hambre, en la sed, en la fatiga, y en la muerte que tal vez les esperaba al dia siguiente, entonaron con robusto acento los alegres cantares nacionales.... Repiques, músicas, cohetes, gritos y cánticos formaban un rumor confuso y extraño que llevaba el viento hasta las tiendas de Calleja, como si fuera la voz solemne y augusta de la pátria que saludaba la aurora de su libertad.

XXXV.

Calleja no creia necesario sitiar á Cuautla; y aún en lag instrucciones que recibió del virey Venegas, ántes de su salida de la capital, se le recomendaba obrar con la mayor rapidez en sus operaciones. Pero habia otra razon mas poderosa que obligaba á Calleja á tentar la suerte del asalto: la desproporcion numérica en que se hallaban los independientes respecto de las tropas que estaban á sus órdenes, y la poca resistencia que aquellos podian oponer, en una poblacion cuyo caserío consistia en gran parte en chozas de zacate, y que exceptuada la parte oriental, defendida por el barranco del rio, podia considerarse abierta á todo viento.

Fundado sin duda en estas consideraciones que nada tenian de ilusorio, dispuso Calleja el asalto en la mañana del

19 de Febrero, un dia despues del ataque sostenido entre sus avanzadas y el mismo Morelos. A las siete de la mañana, la infantería realista formada en cuatro columnas, trayendo en su centro la artillería, y cubriendo sus flancos con la caballería, avanzó denodadamente por la calle Real que atraviesa al pueblo en toda su longitud de norte á sur. Calleja marchaba en un coche á retaguardia de las columnas, pues seguro de su triunfo, no juzgó necesario montar á caballo y ponerse á la cabeza de sus tropas.

Morelos, que habia notado desde muy temprano gran movimiento en el campo realista, comprendió que iba á ser atacado, y adoptó las medidas que creyó necesarias para resistir con vigor al enemigo. Dió órden para que se dejase avanzar á las columnas, sin hostilizarlas hasta la plazuela de San Diego, y confió el mando de esta fortificacion al siempre intrépido é invencible Galeana.

Siguió avanzando la tropa realista; penetró por el extremo norte de la calle Real; y al llegar á la plaza de San Diego, desenganchó sus cañones y los colocó en batería frente á la trinchera defendida por los independientes, y que se levantaba erizada de bayonetas, cerrando el paso á los asaltantes. Rompiéronse los fuegos de ámbas partes: los realistas disparaban con furor y rapidez; los independientes, al contrario, pausadamente y procurando dirijir sus tiros certeramente para no malgastar su escaso parque. Pronto envolvió una espesísima, nube á la plaza de San Diego, nube que rasgaban como lenguas de fuego las descargas de la artillería realista. Galeana habia saltado el parapeto y se batia á pecho descubierto disparando su carabina. El coronel realista Zagarra que mandaba la batería, hubo de percibir al fin á aquel hombre que tan osadamente hacia fuego sobre sus artilleros, y reconociéndole, se dirijió violentamente hácia él y le descargó á quema-ropa su pistola. Ileso quedó, sin embargo, el valiente mexicano y echándose á la cara su arma mató al coronel realista, y despojándole de sus armas le tomó de un pié y así metióle dentro del perímetro de la plaza. "La tro

« AnteriorContinuar »