Imágenes de páginas
PDF
EPUB

por las guerrillas, y teniendo una sombra de gobierno formado por algunos malos españoles traidores á su patria, y del partido de los filósofos ó innovadores, fulminó el día 18 de Agosto de 1809 un nuevo decreto contra las Ordenes Religiosas harto más terrible que el de su hermano, el Emperador. Napoleón había dejado siquiera la tercera parte. José las suprimió todas.

En el preámbulo se decía que, á pesar de los miramientos que se había tenido con los frailes (¡vaya unos miramientos!) seguían tomando parte en las turbulencias y discordias que afligen actualmente á España. Era, pues, un decreto de castigo por la inquebran· table adhesión de los Religiosos á la causa nacional. Y ¡todavía dirán que los Religiosos no son patriotas, y que tienen que venir los anticlericales á darles lección de patriotismo!

El articulado de este decreto, tan honroso para las Comunidades Religiosas españolas, rezaba en su parte general:

«Artículo 1. Todas las Ordenes Regulares, Monacales, Mendicantes y Clericales existentes en los dominios de España, quedan suprimidas, y los individuos de ellas, en el término de quince días, contados desde el de la publicación del presente decreto, deberán salir de sus conventos y -claustros y vestir hábitos clericales seculares.

» Art. 2.° Los regulares secularizados deberán

establecerse en los pueblos de su naturaleza, donde recibirá cada uno de la Tesorería la pensión señalada.

>Art. 3. Los bienes que pertenecen á los conventos quedan aplicados á la nación.»

Para ningún español digno de este nombre tuvieron jamás fuerza legal estas draconianas ordenanzas del Rey intruso. Hasta los mismos franceses se burlaban de José, ó no tomaban en serio su reinado; el general Thiébault le llama humorísticamente en sus Memomorias, Joseph premier et dernier 1. Para los españoles no pasó nunca de ser Pepe Botellas. «Los españoles, escribió M. Rocca, en otro pasaje de su interesante libro, creían que el rey José era borracho y tuerto... Los devotos, habituados á mezclar en sus conversaciones la exclamación Jesús, María y José, deteníanse al acabar de decir las dos primeras palabras, y después de una pausa, valíanse de esta perífrasis: Y el Esposo de Nuestra Señora, 2. ¡Ni siquiera querían pronunciar el nombre José, tan grato siempre á labios y oídos. españoles!

Y, sin embargo, andando el tiempo, no hace aún muchos años, los librepensadores madrileños celebraron un mitin

(1) Memorias. Tomo IV.

(2) Rocca. Pág. 117.

[ocr errors]

en Chamartín, para conmemorar como una gloria nacional el decreto de 4 de Diciembre de 1808.

¡Si serán patriotas! 1

IX

Las Ordenes Religiosas en las Cortes de Cádiz.

En las Cortes de Cádiz, como es sabido, predominaron, no las tendencias predominantes en el pueblo español, levantado en armas para defender el suelo patrio y el espíritu católico tradicional de España, sino las del núcleo, todavía reducido, de innovadores, que aspiraban á trastornar, so pretexto de reformarla, la constitución interna y archisecular del país. Estos innovadores, que muy pronto tomaron el nombre

(1) Cuenta Thiers, que al invadir Napoleón á Rusia, en 1812, ya en territorio ruso tuvo una entrevista con Balachoff, enviado por el Zar á pedir explicaciones de aquella invasión. El Emperador quiso humillar á Balachoff en la conversación, y con aquella impertinencia característica en él, díjole: <En vuestro país hay muchos conventos, lo que es un signo de atraso». «Sí, respondió Balachoff sin desconcertarse, ya no van quedando conventos más que en Rusia y en España». «Esta alusión, dice Thiers (El Consulado y el Imperio, libro XL), á la resistencia que había encontrado en España, y á la que se le preparaba en Rusia, hirió vivamente al Emperador».

de liberales, eran enemigos de Napoleón en cuanto artera y violentamente trataba de imponer á España la dinas. tía de José; pero en punto á ideas religioso-políticas eran hermanos de los afrancesados que rodeaban á José en Madrid, y refrendaban los decretos antirreligiosos del intruso. Así se dió el curioso fenómeno de que las mismas leyes que promulgaba en Madrid el gobierno afrancesado contra la Iglesia y Ja constitución tradicional del Reino, eran promulgados en Cádiz por los doceañistas 1.

En un punto, sin embargo, no se atrevieron éstos á copiar al Rey intruso: en el referente á Institutos Religiosos. Eran éstos tan populares en España, y estaban tan patentes sus servicios á la causa nacional, que les hubiera sido imposible hacer admitir el decreto correspondiente á los de 1808 y 1809 de Napo. león y su hermano. No fué, sin embargo, por falta de ganas, y esto se demostró cumplidamente en las Cortes.

1 «Leyendo los decretos de las Cortes y los del gobierno afrancesado (dice el Obispo Aguilar, Historia Eclesiástica, tomo II, párrafo 1.562), ¿no parece que las Cortes españolas se limitaban á copiar las del Intruso?» Echegaray, en un discurso famoso, dijo que las bombas que tiraban los franceses á Cádiz iban llenas de ideas que inspiraban á nuestros legisladores.

Con arreglo á los principios de la guerra, el gobierno español decretó la confiscación de bienes sitos en comarcas libres de las armas francesas, y pertenecientes á individuos ó corporaciones que hubieran continuado residiendo en territorio ocupado por el ene migo. La medida era justa, pues tendía á evitar que los bienes sitos en territorio libre rentasen en beneficio del invasor, como hubiera sucedido de mandar sus rentas á los dueños, residentes en comarcas dominadas por el enemigo. Y aún fué más justa la manera cómo fué aplicada esta disposición, impuesta por el salus populi. La confiscación no era verdadera y definitiva sino para los afrancesados; los que no merecían tan fea nota, conservaban la propiedad y aun las rentas, pues sólo se las dejaba depositadas en las Tesorerías, para la ulterior liquidación que había de hacerse, teniendo en cuenta la mayor 6 menor necesidad de permanecer en tierra enemiga y otras circunstancias que no son del caso recordar aquí.

Sólo conviene consignar que por este concepto ingresaron en las Tesorerías muchas rentas de conventos, sitos en las provincias dominadas por los franceses, y que respecto de dichos conventos, la situación se complicó por efecto de la expulsión y confiscación que ha

« AnteriorContinuar »