Tesoro del parnaso Americano: coleccion de poesias escogidas de los mas illustres poetas de hispano-america, Volumen1

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Casa Editorial Maucci, 1903 - 332 páginas
 

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Pasajes populares

Página 70 - Y haciendo un extraño ruido, En las hojas trompezaban Los pájaros que volaban A guarecerse en su nido. Ya del sereno brillando La hoja de la higuera estaba, Y la lechuza pasaba De trecho en trecho chillando.
Página 30 - La vió al borde del mar, que se empinaba Para verla pasar, y que en la lira De bronce de sus olas entonaba, Como un grito de ira, ¡El himno con que rompe las cadenas De su cárcel de rocas y de arenas! La vió en Maipú, en Junín y hasta en aquella Noche de maldición, noche de duelo, En que despareció como una estrella Tras las nubes del cielo; ¡Y al compás de sus lúgubres graznidos Fué sembrando el espanto en los dormidos!
Página 27 - Muchas nubes pasaron a su vista, holló muchos volcanes, su plumaje mojaron y rizaron torrentes y huracanes. Es algo más querido lo que causa su agitación extraña: un recuerdo que bulle en la cabeza del viejo morador de la montaña. En la tarde anterior, cuando volvía, vencedor inclemente, trayendo los despojos palpitantes en la garra potente, bajaban dos viajeros presurosos la rápida ladera: un niño y un anciano de alta talla y blanca cabellera. Hablaban en voz alta, y el anciano, con acento...
Página 36 - ¡Bien haiga gaucho embustero! ¿Sabe que no me esperaba que soltase una guayaba de ese tamaño, aparcero? Ya colijo que su overo está tan bien enseñao, que si en vez de desmayao el otro hubiera estao muerto, el fin del mundo, por cierto, me lo encuentra allí parao.
Página 46 - Se apareció la muchacha: Pelo de oro, como hilacha De choclo recién cortao. Blanca como una cuajada, Y celeste la pollera, Don Laguna, si aquello era Mirar a la Inmaculada. Era cada ojo un lucero, Sus dientes, perlas del mar, Y un 'Clavel al reventar Era su boca, aparcero. Ya enderezó como loco El Dotor...
Página 65 - La ata, si le da la gana, En la cola de su overo, Y le amuestra al mundo entero La trenza de ña Julana. Si ella tuviese un hermano, Y en su rancho miserable Hubiera colgao un sable, Juera otra cosa, paisano. Pero sola y despreciada En el mundo ¿qué ha de hacer? ¿A quién la cara volver? ¿Ande llevar la pisada?
Página 36 - Ahí tiene contra el recao Cuchillo, papel y un naco: Yo siempre pico el tabaco Por no pitarlo aventao. —Vaya amigo, le haré gasto... —¿No quiere maniar su overo? —Dejeló a mi parejero Que es como mata de pasto. Ya una vez, cuando el abasto...
Página 41 - Algún gringo como luz Para la uña, ha de haber sido. — ¡Y no haberlo yo sentido! En fin, ya le hice la cruz.
Página 161 - El hondo pesar que siento y ya el alma me desgarra, solloza en esta guitarra y está llorando en mi acento: como es mi propio tormento fuente de mi inspiración, cada pie de la canción lleva del alma un pedazo, y en cada nota que enlazo se me arranca el corazón.
Página 48 - ¿Sabe que es linda la mar? — ¡La viera de mañanita Cuando agatas la puntita Del sol comienza a asomar! Usté ve venir a esa hora Roncando la marejada, Y ve en la espuma encrespada Los colores de la aurora. A veces, con viento en la anca, Y con la vela al solsito, Se ve cruzar un barquito Como una paloma blanca...

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