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natural intrepidez de los marinos de su patria. En 1419 se habían descubierto las islas de la Madera, y sucesivamente los viajes marítimos, cada vez más atrevidos, habían realizado, sin novedad, el terrible paso de la zona tórrida, y extendídose hasta los 37° de latitud del hemisferio opuesto. Bartolomé Díaz reconoció el cabo que termina el Africa por el mediodía, al cual llamó de las Tormentas, nombre que Juan II trocó después con el de Buena Esperanza.

Negándose la tripulación á continuar el viaje, Bartolomé Díaz regresó á Portugal. Diez años más tarde, el 8 de Julio de 1497, zarpó de Lisboa el intrépido Vasco de Gama con cuatro buques de menos de cien toneladas, y con ciento sesenta hombres de tripulación. Dobló el cabo de Buena Esperanza, tocó en la costa oriental del Africa, y el 20 de Mayo de 1498, fondeó delante de la gran ciudad de Calicut ó Calcuta. Esta heroica expedición, que abrió á los tugueses el camino de las Indias Orientales, fué inmortalizada por Camoens en Los Lusitanos. Alvarez Cabral fundó poco después en Calcuta la primera factoría europea. La idea, pues, que preocupó á los navegantes y reyes portugueses en el siglo décimoquinto estaba realizada.

por

Cristóbal Colón, natural de Génova, había navegado desde los catorce años de edad hasta los cuarenta, y muchos de ellos en naves portuguesas. Sus principales conocimientos náuticos los debió, sin duda, á los marinos de esta

nación; pues según Robertson «en esta escuela fue donde se formó el descubridor de la América." Casóse en Portugal con Doña Felipa Muñiz, hija de D. Bartolomé Perestrelo, hábil marino, en la que tuvo á D. Diego Colón. En el libro que anda en nombre de su otro hijo D. Fernando, se dice que había estudiado latín, las matemáticas y cosmografía; que era muy aficionado á la lectura de los filósofos griegos y latinos, y Herrera añade que hacía versos. Este hombre, que ocupará siempre un distinguido lugar en los fastos de las generaciones humanas, concibió el proyecto de hallar por Occidente el camino de la India que los portugueses buscaban por Oriente. Es decir, trataba de llegar al continente Asiático atravesando el gran Oceáno Atlántico, hasta entonces inexplorado. Tres causas, dice el citado D. Fernando (1), le determinaron á ello, á saber: "fundamentos naturales, autoridades de escritores é indicios de navegantes." (A)

Cuando las tres expresadas causas habían sido, á juicio de Colón, suficientemente consideradas, llegó el momento de realizar su pre

(1) Mr. Henry Harrisse (americano), en su examen crítico de la historia de Cristóbal Colón, atribuída á su hijo D. Fernando, ha hecho vacilar algo la fe de que D. Fernando Colón sea efectivamente el autor de tal libro. Dicha historia se imprimió por primera vez en Venecia el 25 de Abril de 1571, traducida del español al italiano por Alfonso de Ulloa. Las reimpresiones de 1614, 1676, 1678, 1685, 1709, 1728, 1867, y probablemente las de 1596, (don Nic. Ant.) 1618 y 1672 (Cancillieri), se originaron de la traducción italiana de Ulloa, sin que haya sido posible encontrar el original castellano atribuído á D. Fernando Colón. Véase como trato este punto en el Ap. II.

meditado viaje. Colón se dirigió á su patria; el Senado de Génova rechazó sus proyectos, pues los genoveses no podían formar justa idea de los principios en que él fundaba sus esperanzas; por esta causa rechazaron su proposición como sueño de un vano proyectista. (ROBERTSON.)

Don Juan II de Portugal había desmayado en las pretensiones que abrigaba acerca de Castilla, y así era muy fácil reanimar el ardor de los portugueses por las conquistas; por otra parte, la aplicación del astrolabio á la navegación había hecho menos temerario el echarse á surcar mares desconocidos; en esta coyuntura Colón presentó al rey su proyecto. Una comisión de sabios y de grandes lo examinó, y el resultado que Colón obtuvo fue el de ser calificado de loco presuntuoso (1).

Esto no obstante, «el rey con cautela, inquiriendo y sacando de Cristóbal Colón cada día más y más, determinó, con parecer del Doctor Calzadilla ó de todos á los que había prometido tratar de esta materia, de mandar aparejar una carabela y enviarla por el mar Océano, por los rumbos y caminos de que había sido informado que Cristóbal Colón entendía llevar. Con este propósito, despachó su carabela, echando fama que la enviaba con provisiones y socorros á los portugueses que poblaban las islas de Cabo Verde. Después de ha

(1) Lo particular es que un hombre tan instruído como Martín Behaim, desaprobara la idea de Colón.

ber andado muchos días y muchas leguas por la mar sin hallar nada, padecieron tan terrible tormenta y tantos peligros y trabajos, que se hubieron de volver destrozados, desabridos y mal contentos, maldiciendo y escarneciendo de tal viaje." (LAS CASAS, I--XXVII.)

Despechado Colón con este procedimiento, y desesperanzado de obtener en Portugal (1) los subsidios necesarios para la realización de su empresa, abandonó secretamente la corte, y determinó pasar á Francia, siendo ya viudo.

Colón en España.

No pretendemos escribir una novela, aunque sí rectificar en esta edición los errores de que la anterior adolece. Llevados á ellos por la autoridad de D. Hernando Colón, Herrera, Irving, Prescott, Gomara, Muñoz, Navarrete y otros historiadores de cuenta, el tiempo y el trabajo de nuevos y diligentes historiógrafos han conmovido los cimientos del edificio que aquellos levantaron, y esparcido sus materiales por

(1) Por este tiempo envió á Inglaterra á su hermano don Bartolomé, para que negociase con Enrique VII lo mismo que él pasaba á negociar á Francia; no se sabe á punto fijo lo que le detuvo en su comisión. El rey de Inglaterra acogió benignamente la proposición, y aun llegó á celebrar un contrato con D. Bartolomé, cuyos pormenores son hasta ahora desconocidos. No es inverosímil que D. Bartolomé escribiese desde Inglaterra al rey de Francia haciéndole sabedor del proyecto de su hermano.

el polvo. Forzoso nos será recogerlos, y juntándolos con los de reciente acopio, fabricar con todo otro edificio de nueva planta y más ajustado que el anterior á las reglas del arte (1). (Cf. 2. p. de la nota A.)

a

Hacia fines de 1484 abandonaba Cristóbal Colón secretamente la corte de Lisboa. Llevaba el ánimo de pasar á Francia para ofrecer á su rey los servicios desechados en Génova, Venecia y Portugal, y que daba por no admitidos en España á causa de lo encendido y largo de la guerra con los moros. Dirigíase Colón á Huelva, pueblo rayano á la frontera portuguesa, para dejar en él á su hijo D. Diego á cargo de Doña Violante Muñiz su tia materna, y por la facilidad que allí ó en cualquiera de los puntos próximos hallaría para trasladarse por mar al Sud de Francia.

A su paso por la villa de Palos, tocó en el convento de la Rábida, donde pidió pan y agua para el niño que llevaba de la mano, que era su

(1) Se alcanzará al lector que los errores no son tan de monta que vicién lo esencial de la historia. Los sucesos principales ocurridos desde que Colón vino á España, hasta que en Agosto de 1492 salió por primera vez á descubrir, son tan abultados, que podrán á lo sumo confundirse por la distancia, pero no omitirse. Las variantes están en el orden cronológico de ellos, de importancia suma, pero acerca de lo cual notaremos dos cosas: 1. Que dichos sucesos se desenvuelven en el corto periodo de ochos años. 2. Que es tal la incertidumbre á que dan lugar para su òrdenación cronológica, que cuanto más se estudian los documentos en que se apoyan, tanta mayor es la vacilación en que el historiador se halla para hilvanarlos, plausiblemente siquiera. Los elementos que las fuentes históricas me han proporcionado para confeccionar este párrafo, van en la 2. p. de la nota A., que es indispensable leer para seguir la narración del texto, narración que, la verdad sea dicha, no tiene más autoridad que la que el lector quiera darle.

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