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seria en un país hasta cierto prunto hóstil á la causa republicana; y le precisaba aguardar los refuerzos que había pedido á Popayán y á Bogotá. No sabía aún que Sucre, en busca de Aymerich, había entrado el 9 de Febrero en la provincia de Loja, y que allí, con los auxilios del general San Martín, protector del Perú, pasó á ocupar á Cuenca y Riobamba, y continuando su movimiento, destrozó al enemigo en Pichincha, ocupó á Quito, é hizo prisionero á Aymerich con el resto de sus tropas el 25 de Mayo. Esta campaña dejó en poder de Sucre 160 Oficiales, 1100 prisioneros, 14 piezas de artillería, 1700 fusiles, fornituras, banderas y lo demás que poseían los realistas.

Para aquella fecha, provisto ya Bolívar de los auxilios que tan lentamente le llegaran, avanzó contra García y le ofreció una capitulación que no fué aceptada por éste, bién que más tarde, al saber el desastre de Pichincha y la ocupación de Quito, se rindió y Pasto fué ocupado por el ejército patriota. Aymerich y García se embarcaron para España.

Bolívar hizo su entrada triunfal en Quito el

11 de Junio. Dió á Sucre el grado de General de división Ꭹ el nombramiento de Gobernador del Departamento del Ecuador, y comenzó á preparar su campaña sobre el Perú.

La independencia de Colombia era ya un hecho consumado. El ejército realista había desaparecido. En Pasto se sublevó un sobrino de Boves, y aunque logró rechazar en un encuentro á Sucre, gracias al fanatismo realista de los habitantes de aquella comarca, Boves y su gente fueron totalmente destruidos poco tiempo después. En la Ciénega y en Santa Marta otro movimiento realista, dirigido por el capitán Labarce, fué igualmente vencido. Colombia, pues, estaba consolidada.

Hemos dicho anteriormente que Guayaquil había proclamado su independencia en Octubre de 1820. Dependía ésta provincia del Perú, y por eso fué exceptuada del armisticio celebrado en aquel año por Morillo y Bolívar. El general Sucre, enviado por éste para negociar con el Gobierno de Guayaquil su incorporación al territorio de Colombia, no pudo obtener más que un convenío, por el cual se ponía

Guayaquil, bajo la protección de la naciente República, para defender su independencia. Absurda era la idea de convertir aquel territotorio en país anseático ó en nación independiente. Las opiniones de sus habitantes estaban divididas. Algunos ciudadanos muy notables opinaban por anexionarse al Perú y otros por entregarse á Colombia. En favor de la primera opinión influían los emisarios del general San Martín, Protector del Perú; en favor de la segunda, Sucre y los demás emisarios de Bolívar, entre ellos, su edecán el coronel Diego Ibarra que llegó á Guayaquil con pliegos suyos, instando por la incorporación.

La situación era tirante y algo más que delicada porque San Martín no sólo fundaba su exigencia en el sentimiento general de la población de Guayaquil, sino también en el derecho que le daban las antiguas demarcaciones españolas al Vireinato del Perú.

En tal estado de cosas, resolvió Bolívar ir personalmente á Guayaquil, y promover el pronunciamiento en favor de Colombia. Sucedió lo que no podía ménos de suceder. Llegó

á la ciudad en la tarde del 11 de Julio, y el pueblo le recibió entusiasmado. La presencia de un hombre tan extraordinario en aquel teatro, tenía que producir un efecto maravilloso. Todos estaban absortos, y Bolívar supo aprovechar los momentos. Convocó al pueblo por medio de una proclama para que diera su fallo sobre la cuestión de incorporación. Todos se declararon en favor de Colombia, y así quedó la provincia de Guayaquil incorporada á la República.

En el Perú este hecho fué considerado como una usurpación, y hasta cierto punto había motivos para juzgarlo de este modo, pues no se trataba allí de un país realista, sino de un pueblo americano independiente.

No tenemos el propósito de hacer aquí la historia de la emancipación de los países situados al Sur de Colombia. Bastará decir que para aquella fecha, Buenos Aires, Chile, y el Perú eran independientes, y que el general San Martín fué desde 1813 el hombre verdaderamente extraordinario que surgió de la lucha. No tenía el genio ni la actividad vertigi

nosa de Bolívar; pero tan patriota como él, le excedió á veces en cordura y reflexión.

Vencedor en Chacabuco, San Martín hizo la independencia de Chile, y vencedor en Maipú, condujo sus huestes victoriosas hasta preparar la redención del Perú.

Los ineptos Vireyes de España le cedieron el puesto, pero no sin peligros, porque San Martín tendría que vencerlos más tarde, y ellos contaban todavía con 18,000 hombres aguerridos en el antiguo Vireinato.

Cuando San Martín llegó á Lima, tuvo noticia de los grandes triunfos de Bolívar en Colombia. Púsose en contacto con él por cartas ó por emisarios, y aun se embarcó con dirección á Guayaquil, para conferenciar en Febrero de 1822. La entrevista no se verificó entónces, porque Bolívar no pudo concurrir á la cita; y entre tanto los acontecimientos fueron precipitándose.

En el Perú las cosas iban torcidamente porque la expedición de Tristán fué destruida por Canterac y Valdés. Sus partidarios, los realistas, habían cobrado nuevos bríos, y la

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