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tiendo el arreglo con España, emitieran sus respectivas opiniones acerca de la forma de Gobierno más conveniente para los nuevos países, y Bolívar se pronunciara en favor de la República, así como su interlocutor, en favor de la Monarquía. También es natural que se hablara de la posesión de Guayaquil, que de hecho correspondia ya á Colombia; pero tales materias no constituyeron el objeto principal de las conferencias. Estas no tuvieron testigos; por consiguiente, no pueden explicarse sino por las revelaciones ó documentos de alguno de los actores. La carta que el general San Martín dirigió á Bolívar desde Lima el 29 de Agosto, explica lo ocurrido. Héla aquí.

SAN MARTÍN Á BOLIVAR.

Exmo. Señor Libertador de Colombia Don Simón Bolívar.

Lima, 29 de Agosto de 1822.

QUERIDO GENERAL.

« Dije á Vd. en mi última del 23 del corriente, que habiendo reasumido el mando supremo de esta República, con el fin de separar de él al débil é inepto Torre

Tagle, las atenciones que me rodeaban en aquel momento, no me permitían escribir á Vd. con la extensión que deseaba; ahora, al verificarlo, no sólo lo haré con la franqueza de mi carácter, sino con la que exigen los grandes intereses de América.

» Los resultados de nuestra entrevista, no han sido los que me prometía para la pronta terminación de la guerra; desgraciadamente yo estoy firmemente convencido, ó que Vd. no ha creido sincero mi ofrecimiento de servir bajo sus órdenes con las fuerzas de mi mando, ó que mi persona le es embarazosa. Las razones que Vd. me expuso de que su delicadeza no le permitiría jamás el mandarme, y aun en el caso que esta dificultad pueda ser vencida, estaba Vd. seguro que el Congreso de Colombia no consentiría su separación de la República; permítame Vd. general, le diga, no me han parecido plausibles la primera se refuta por sí misma y la segunda estoy muy persuadido que la menor insinuación de Vd. al Congreso, sería acojida con unánime aprobación, con tanto más motivo, cuanto se trata con la cooperación de Vd. y la del ejército de su mando, de finalizar en la presente campaña la lucha en que nos hallamos empeñados, y el alto honor que tanto Vd. como la República que preside, reportarían en su terminación.

» No se haga Vd. ilusión, general; las noticias que tiene de las fuerzas realistas, son equivocadas, ellas montan en el alto y bajo Perú á más de 19000 veteranos, los que se pueden reunir en el término de dos meses. El ejército patriota decimado por las enfermedades, no podrá poner en línea á lo más 8,500 hombres, y de estos una gran parte reclutas: la división del general SantaCruz (cuyas bajas según me escribe este general, no han

sido reemplazadas á pesar de sus reclamaciones) en su dilatada marcha por tierra, debe experimentar una pérdida considerable, y nada podría emprender en la presente campaña; la sola de 1,400 Colombianos que Vd. envía, será necesaria para mantener la guarnición del Callao y el órden en Lima; por consiguiente, sin el apoyo del Ejército de su mando, la expedición que se prepara para Yntermedios no podrá conseguir las grandes ventajas que debían esperarse si no se llama la atención del enemigo por esta parte con fuerzas imponentes, y por consiguiente la lucha continuará por un tiempo indefinido: digo indefinido, porque estoy íntimamente convencido de que sean cuales fueren las vicisitudes de la presente guerra, la independencia de la América es irrevocable; pero también lo estoy, de que su prolongación causará la ruina de sus pueblos, y es un deber sagrado para los hombres á quienes están confiados sus destinos, evitar la continuación de tamaños males.

» En fin, general, mi partido está irrevocablemente tomado para el 20 del mes entrante he convocado el primer Congreso del Perú, y al siguiente día de su instalación me embarcaré para Chile, convencido de que sólo mi presencia es el sólo obstáculo que le impide á Vd. venir al Perú, con el ejército de su mando. Para mí hubiera sido el colmo de la felicidad terminar la guerra de la Independencia bajo las órdenes de un general á quien la América del Sud debe su libertad; el destino lo dispone de otro modo, y es preciso conformarme.

» No dudando que después de mi salida del Perú, el Gobierno que se establezca reclamará la activa cooperación de Colombia, y que Vd. no podrá negarse á tan justa petición, ántes de partir remitiré á Vd. una nota de todos

los jefes cuya conducta militar y privada puede ser á Vd. de utilidad su conocimiento.

» El general Arenales quedará encargado del mando de las fuerzas argentinas su honradez, coraje y conocimientos estoy seguro le harán acreedor á que Vd. le dispense toda consideración.

» Nada diré á Vd. sobre la reunión de Guayaquil á la República de Colombia: permítame Vd. General, le diga que creo no era á nosotros á quienes pertenecia decidir este importante asunto: concluida la guerra, los Gobiernos respectivos lo hubieran zanjado, sin los inconvenientes que en el día pueden resultar á los intereses de los nuevos Estados de Sud América.

» He hablado á Vd. con franqueza, General, pero los sentimientos que exprime esta carta quedarán sepultados en el más profundo silencio; si se trasluciere, los enemigos de nuestra libertad podrían prevalecerse para perjudicarla, y los intrigantes y ambiciosos para soplar la discordia.

» Con el comandante Delgado, dador de ésta, remito á Vd. una escopeta, un par de pistolas, y el caballo de paso que ofrecí á Vd. en Guayaquil : admita Vd. General, esta memoria del primero de sus admiradores; con estos sentimientos, y con los de desearle únicamente sea Vd. quien tenga la gloria de terminar la guerra de la Independencia de la América del Sud, se repite su afectísimo servidor.

JOSÉ DE SAN MARTÍN

Aunque fueron varias las conferencias y se supo que los dos caudillos, durante los tres

días que el general San Martín pasó en Guayaquil, permanecían largas horas en acuerdos secretos, como lo confirman todos los historiadores, el general Tomas Cipriano de Mosquera publicó en Bogotá el 26 de Octubre de 1861 un escrito intitulado « Bolívar y San Martín » en el cual refiere lo ocurrido en la conferencia celebrada el 26 de Julio, á la cual concurrió, segun dice, por órden de Bolívar como secretario privado junto con el coronel Perez, que era el seretario general, para redactar un memorandum de los puntos en que se pusieran de acuerdo ambos personajes. Bién que sin motivo alguno para dudar de la veracidad del general Mosquera, nos parece errónea su afirmación. A la avanzada edad en que escribió ese documento, es probable que sus recuerdos hubieran sufrido alguna perturbación, porque parece inverosímil que Bolivar precisamente en la misma tarde de la llegada de su digno huésped, y al terminarse el banquete de ceremonia, introdujera en la pieza reservada donde se celebró la conferencia, dos secretarios suyos, como si se tratara de

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