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neral. El recibimiento fué frio Ꭹ desabrido: pronto lo conoció Bolívar, y olvidándose de la dictadura que venía ejerciendo desde que salió de Guayaquil, prorrumpió en vivas á la Constitución de Colombia al penetrar en las calles de la ciudad. El pueblo respondió entusiasmado: « Viva el Libertador! >> i

Encargóse éste de la Presidencia el 23 de Noviembre y revistiéndose de las facultades extraordinarias que la Constitución le daba, las delegó, durante su ausencia, en el VicePresidente Santander, y se puso en marcha para Venezuela en la mañana del 25, llevando consigo de Secretario al de Relaciones Exteriores, José Rafael Revenga.

Cuando salió para Venezuela, los sucesos de Carácas se habían agravado considerablemente. Escalona había sido puesto en posesión del mando en reemplazo de Paez; pero éste, mal aconsejado, en vez de efectuar su viaje á Bogotá donde su presencia habría disipado la tempestad y permitidole regresar triunfalmente á su pátria, optó por la rebelión, solapadamente al principio, y con la visera alzada

poco después. Es lo cierto que retirado Paez á Valencia, nodriza de todas las revoluciones habidas y por haber en Venezuela, sus amigos y partidarios se pusieron en movimiento, y después de emplear por algún tiempo las amenazas, llegaron hasta organizar partidas de bandoleros armados, que de noche atacaban á los vecinos inermes; csto con el fin de demostrar que sin la autoridad de Paez sería imposible gobernar al país.

Una de estas partidas asesinó el 29 de Abril á tres infelices ciudadanos, arrojó sus cadáveres á las puertas del Ayuntamiento, y cometió todo género de desafueros. Al día siguiente ocurrió una gran asonada de unas mil personas, la cual aclamó á Paez « Jefe militar del Departamento »>, y todas las autoridades y tropas de la Plaza le reconocieron como tal. Poco después fué proclamado Jefe civil y militar de Venezuela.

Consumó, pues, el general Paez, vencedor y héroe en el campo de Carabobo, el crímen de sedición y defección que fué causa de la ruina de Colombia y de la prematura muerte de Bolívar.

La insurrección de Paez fué secundada en algunas provincias de Venezuela y rechazada en otras. Persistiendo el rebelde general en su propósito de asegurarse en el poder, aprovechó el sentimiento de las localidades, hostil á la Constitución de Cúcuta, y logró que el proyecto de convocar una Convención general se pusiera á la órden del día.

Él mismo hace la siguiente confesión en su auto-biografía: «En hora menguada para mí, « dice, reasumí el mando de que se me había « suspendido tan injustamente, y ya dado el primer paso, era necesario ser consecuente <«< con el error cometido. » El error! ¡ Modesto nombre dado á tan innecesario crímen!...

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Lo cierto es que las Juntas y pronunciamientos se multiplicaron. El Ayuntamiento de Valencia, el mismo que había elevado sus quejas á Bogotá contra el Comandante militar, tuvo que pronunciarse por obra de la coacción y del terror en favor del movimiento. Lo mismo hizo el de Carácas; y más tarde, una Asamblea popular convocada en dicha ciudad para el 7 de Noviembre y presidida por el

mismo Paez, le autorizó para disponer todo lo relativo á la reunión de un Congreso Constituyente.

En aquella asamblea, el intendente Cristóbal Mendoza, se opuso con tanta energía como elocuencia al pensamiento de proclamar la separación de Venezuela. El ódio que Paez tenía á aquel digno magistrado, se exasperó; Mendoza hizo dimisión de su cargo y pidió pasaporte para el extranjero, y Paez le dió ocho días de término para salir del país.

Cerca de Pamplona recibió Bolívar el decreto en que Paez convocaba el Congreso constituyente para el 15 de Enero de 1827. Poco después, en el tránsito á Maracaibo, supo igualmente que había corrido ya la sangre en Puerto-Cabello, así como en Cumaná, y que su pátria estaba sériamente amenazada de la guerra civil.

Resolvió, pues, someter por la fuerza á los rebeldes. El 16 de Diciembre llegó á Maracaibo ; declaró al Zulia en estado de sitio, y sujetó éste Ꭹ los demás Departamentos á sus órdenes perentorias y exclusivas, autorizadas

por su Secretario Revenga. El general Urdaneta fué nombrado general en jefe del ejército constitucional.

Al saberse en Venezuela la llegada de Bolívar, la reacción en favor del órden constitucional no se hizo esperar. Torrellas que en Barquisimeto se había levantado en favor de Paez, tuvo que huir, abandonado por sus tropas. El Apure mismo, teatro de sus hazañas, lo desconoció, pronunciándose allí el general Guerrero en favor de la integridad nacional, y gran parte de la provincia de Carácas hizo lo mismo.

El D'. Peña, autor principal del atentado, fué aprehendido y enviado á Maracaibo.

Monagas organizaba fuerzas en Maturin para apoyar á Bolivar. Bermudez permaneció fiel á sus deberes. No faltaba sino la voz de Bolívar para dar unidad á los movimientos y someter á Paez, quien, desconcertado y confuso, se preparaba en Valencia á resistir con el batallón Anzóategui y un cuerpo de lanceros.

Bolívar había anunciado el 16 de Di

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