Imágenes de páginas
PDF
EPUB

de ella, al mando del coronel Eleizalde, desembarcó en Menta y la otra, á cargo de Bustamante, en Paita.

Guayaquil estaba indefenso ó poco ménos.

Cuando se recibió allí la noticia de la invasión, acordóse que el general Flores se trasladara en el acto á Quito á levantar fuerzas. El coronel Mosquera, intendente de la Plaza, apénas tuvo tiempo de refugiarse en unos buques de guerra que estaban en la ría, y de allí salió para Bogotá con la noticia. Una Asamblea popular promovida por la Municipalidad nombró al general Lamar jefe civil y militar del Departamento. El mismo general fué nombrado poco después Presidente del Perú, pués el proditorio plan urdido contra Bolívar, debía realizarse, como había sido convenido.

Cuando pasaba esto en el Sur, se reunió el Congreso de Colombia, y tomando en consideración la renuncia de la Presidencia, que hizo Bolivar desde Carácas, no la aceptó. Tampoco fué aceptada la del Vice-Presidente Santander.

Bolívar, al conocer los pormenores de los

sucesos ocurridos en Guayaquil, y las intrigas que contra su autoridad y contra su propia persona se urdían en Bogotá, resolvió trasladarse á la Nueva Granada, y al efecto envió una división de Puerto-Cabello á Cartagena, otra de Maracaibo á Pamplona, y dictó órdenes para que Páez tuviera dispuestos las demás fuerzas que requeriría la campaña.

Se trasladó á Cartagena en la fragata inglesa Druída, surta en la Guaira, puesta á su disposición por Sir A. Cockburn, que poco ántes había llegado á Carácas en comisión diplomática del Gobierno Británico cerca de Bolívar. El 9 de Julio llegó á aquella ciudad, y continuó hacia la capital.

Su presencia en Bogotá bastó para desbaratar los planes de sus enemigos y para inspirar á todos confianza en su autoridad y en sus propósitos. Prestó, como Presidente de la República, el juramento constitucional ante el Congreso, el 10 de Setiembre; visitó en seguida al Vice-Presidente, y terminada la ceremonia oficial, ambos magistrados departieron confidencialmente y aun comieron juntos.

Pero el mal estaba ya consumado, porque Bolívar, considerando imposible conservar la Constitución de Cúcuta, acogió en su arenga ante el Congreso el proyecto de convocar una Convención Nacional, y ésta fué decretada poco después por una ley para reunirse en Ocaña el día 2 Marzo de 1828. De manera que la Constitución Colombiana quedó moralmente muerta desde entonces.

No entra en nuestro plan dar aquí los pormenores de la pacificación del Sur. Bastará decir que el único hombre que allí cumplió con sus deberes como militar y como caballero fué un hijo de Venezuela, el dignísimo general Juan José Flores. No sólo levantó fuerzas en Quito para restablecer la autoridad de Colombia, sino que obrando con la mayor sagacidad, obtuvo que las propias tropas de Bustamante se sublevaran y sometiéranse á su autoridad. Sin las intrigas de Obando, enviado por Santander á Guayaquil, para ponerse al frente de las tropas, y de las órdenes contradictorias que el Gobierno Nacional enviaba al teatro de la guerra, y sin las innúmeras perfidias de los

revoltosos, á quienes Flores, en horror á la guerra civil, ofreció repetidas veces transacciones y arreglos, ora aceptados, ora burlados por ellos, con el único fin de evitar el derramamiento de sangre, Flores habría ocupado mucho antes á Guayaquil. Ocupóla sin embargo con sus tropas el 29 de Setiembre sin resistencia de los enemigos, cuyos principales jefes regresaron al Perú; de manera que cuando Bolívar se ocupaba en Bogotá en dictar disposiciones para la pacificación de aquellos Departamentos, recibió la fausta nueva de estar ya cumplida á esfuerzos de su digno y leal compatriota el general Flores.

En Venezuela, confiada entonces al mando civil y militar de Paez, ocurrieron ciertas novedades, que por lo pronto causaron alguna inquietud; pero, felizmente, merced á la actividad con que se procedió, no llegaron á perturbar la paz pública. Una facción organizada en la provincia de Cumaná por Coronado y los Castillos, fué desbaratada en pocas semanas. Otro movimiento que se intentó en Barinas para robar las Arcas públicas fué sofocado.

El motín que ocurrió en Guayana para destituir á varios empleados locales se apaciguó después de ver justificada su obra, y las partidas de bandoleros que desolaban los feraces valles del Tuy, al mando de Cisneros, Herrera y Centeno, no tuvieron mejor suerte. Organizadas éstas en són de reconquista por un teniente coronel español llamado Arizábalo, venido de Puerto-Rico con el carácter de Comandante general de operaciones en Costa Firme, fueron atacadas y dispersas. Una escuadra española que se presentó en las costas de Barlovento con auxilios de todo género para el Comandante de operaciones, no pudo comunicarse con él, que se había refugiado en las montañas, y se retiró.

Cuando Bolívar tuvo noticia del arribo de esta escuadra, creyó que este suceso podría ser el principio de un nuevo plan de reconquista, y para conjurar el mal, salió de Bogotá en dirección de Venezuela. Se detuvo á poco andar, sin embargo, al recibir pliegos de Paez, en los cuales le anunciaba la completa pacificación del país y la retirada de la escuadra española.

« AnteriorContinuar »