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curso de los sucesos y la situación que él mismo había aceptado desde el año anterior, hacían inevitable la disolución de Colombia. Paez no aguardaba sino la ocasión de pronunciarse en Venezuela, con seguridad del buen éxito. En la Nueva Granada, el ódio contra su persona había tomado grandes proporciones; el Perú, podía decirse que lo había proscrito. ¿Con qué elementos contaría entonces para restablecer el prestigio de su autoridad? Si como Presidente constitucional ésta le había sido disputada, porque se le creía poseído de la secreta ambición del mando, ¿cómo la defendería ahora asumiendo el poder dictatorial?

Antes de satisfacer tales preguntas, digamos lo que había ocurrido en Bolivia y en el Perú, como resultado de las maquinaciones de los enemigos que tenía Bolívar en ambos países. Situado el general Gamarra al frente de un ejército peruano en Puno para acechar á Sucre, había conseguido primeramente que varios batallones se insurreccionaran en la ciudad de la Paz, pero este movimiento no paró sino en la fuga de los principales culpables; pues de las

tropas, unas no insistieron en la rebelión y otras fueron derrotadas y perseguidas. Promovió después un motín en la ciudad de Chuquisaca, en el cual fué herido el general Sucre, que con pocos hombres quiso reprimirlo, y quedó prisionero con sus Ministros, salvándose afortunadamente de tan inminente peligro, por la llegada de varias fuerzas que acudieron en su auxilio. Esto fué causa de que Sucre, imposibilitado para ejercerlo, resignara el mando en su Presidente, y convocara un Consejo.

Finalmente, invadió Gamarra el país con su ejército compuesto de 4,300 hombres, y logró seducir al Presidente Urdininea, celebrando con tan veleidoso magistrado un convenio, en el cual se estipuló que los naturales de Colombia y demás extranjeros existentes en el ejército, evacuarían en muy corto plazo el territorio de Bolivia; que se reuniría un congreso compuesto de los que formaron el Constituyente para admitir la renuncia que el general Sucre haría de la Presidencia, y nombrar un Gobierno provisional que se encargara de la administración del país.

Las tropas colombianas, en virtud de lo estipulado, salieron de Bolivia y llegaron á Guayaquil. El general Sucre, deseoso de alejarse de allí cuanto antes, no esperó la instalación del Congreso, sino que entregó á algunos de sus miembros su renuncia y se dirigió á su pátria. Así desapareció la honrada influencia de Sucre y del ejército Colombiano en aquel país. Causa asombro que todavía no haya surgido en aquella venturosa tierra algún patriota que proponga la sustitución del nombre Bolivia, que con tan poca gloria lleva, por otro más en consonancia con su situación actual y con sus costumbres...

Los ultrajes que el Perú infirió á Colombia habían inducido á Bolívar á declarar la guerra á aquel país, que la aceptó, autorizando al Presidente Lamar para mandar en persona las tropas. El Perú tenía en esta guerra una señalada ventaja, pues contaba con la simpatía y protección secreta del partido liberal en Colombia, es decir, del partido hostil á Bolívar.

El Perú precipitó en consecuencia su agresión contra Colombia, enviando hacia Guaya

quil una escuadrilla compuesta de cinco buques, y á la frontera un ejército de ocupación de 4,000 hombres, que se elevaría al duplo cuando llegaran las fuerzas con que Gamarra había ocupado á Bolivia.

La escuadrilla no sólo penetró en la ría de Guayaquil, sino que cañoneó la plaza y estableció un riguroso bloqueo, apoderándose de los productos de la Aduana. La resistencia era inútil, porque allí no tenía Colombia marina que oponer á la peruana, habiéndose pasado á ésta la corbeta Colombiana « Pichincha, »> dando por pretexto los traidores que la montaban, que el Perú les pagaría mejor. Además, el ejército de Lamar había penetrado ya en las provincias de Loja y Cuenca, y lo que es más grave todavía, los coroneles Colombianos Obando y López se habían pronunciado en Popayán contra el Gobierno de Bolívar, sin duda alguna en connivencia con los peruanos, atento á que aquel pronunciamiento fué anunciado y comentado por la prensa de Lima horas antes de ejecutarse.

Cuando este suceso ocurrió, algo más triste.

y desgarrador acababa de acontecer en el corazón de Colombia; algo que omitiríamos en esta relación si nuestro deber no nos lo impidiera.

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