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Refiramos para completar la relación de este desgraciado asunto, un episodio que ocurrió aquella noche con el general Córdova, y que fué tal vez causa del levantamiento y muerte de tan heróico soldado. Córdova había dado grandes pruebas de fidelidad á Bolívar. En la Asamblea que le proclamó Dictador, Córdova fué uno de sus más fervorosos partidarios, y aun poco faltó para irse á vías de hecho contra el Dr. Juan Vargas, partidario de Santander. Al oir los cañonazos y las descargas de fusilería durante la noche, Córdova salió de su casa á caballo en dirección de la plaza, como lo hicieron los demás amigos de Bolívar, los generales París, Vélez, Herrera y otros. En el tránsito encontró á Carujo, que acababa de matar á Fergusson; y habiéndole dirigido una pregunta igual á la que le hizo éste, Carujo le hizo creer que venía replegándose, porque las tropas de Vargas se habían insurreccionado. Á tiempo que esto pasaba, llegó una compañía de Vargas, haciendo fuego sobre la fuerza de Carujo, al grito de « ¿Quién vive?». Córdova, comprendiendo su engaño,

contestó, «¡Viva el Libertador! » Carujo desapareció, y los de Vargas acompañados por Córdova siguieron á la plaza. Pero el incidente sirvió de pretexto para que la calumnia se cebara en su nombre, precipitándole más tarde en la rebelión.

XVIII

Fué consecuencia de la conjuración del 25 de Setiembre el levantamiento de los coroneles Obando y López en Popayán, desconociendo la autoridad de Bolívar. De manera que existian por el momento dos peligros en Colombia, la insurrección mencionada y la guerra del Perú.

Bolívar, á pesar de sentirse muy afectado por el aciago acontecimiento de Bogotá, se ocupó sériamente en los asuntos del Sur organizó en pocos días una división de 1,500 hombres, que al mando del general Córdova

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fué enviada en persecución de los dos insurrectos coroneles.

Él mismo resolvió pasar en persona al Sur, y en efecto salió para Popayán el 28 de Diciembre, dejando antes expedido el decreto en que se convocaba el Congreso constituyente de Colombia para el 2 de Enero de 1830.

Á la fecha, una de sus grandes medidas había sido encargar á Sucre el mando civil Ꭹ militar de aquellos departamentos para organizar en ellos un ejército que oponer á las fuerzas invasoras del Perú al mando del general Lamar. Pensamiento muy acertado fué encomendar la defensa del Sur de Colombia á Sucre y á Flores, generales ambos valerosos é inteligentes que, sin duda alguna, destruirían el ejército del presuntuoso Lamar.

Modesto y generoso Sucre, é inspirado por Bolívar, propuso al peruano un arreglo honroso, que no fué aceptado, porque envanecido Lamar con la posesión de Guayaquil, con la superioridad de su ejército, y con el auxilio moral que le procuraba la insurrección de Popayán, hizo exigencias más que ridículas,

y aun intentó un movimiento secreto sobre Cuenca, que fracasó, recibiendo así en el pueblo de Saraguro la primera derrota en una sorpresa que le hizo Flores, y que le obligó á huir para salvarse.

Á pesar de esto, el ejército peruano era superior al de Colombia, pero esta superioridad no arredró á Sucre, que le buscó para destruirlo en una acción más formal, encontrándole al fin en el Portete de Tarqui.

Trabóse allí la batalla, y los peruanos fueron completamente derrotados, dejando el campo sembrado de cadáveres, y entre muertos, heridos y prisioneros 2,500 hombres, con 60 jefes y oficiales, en tanto que la pérdida de los colombianos fué apenas de 300.

Sucre, generoso siempre é inspirado en el amor que tenía al país que había redimido con su espada, ofreció á Lamar una capitulación que éste aceptó el 28 de Febrero en Girón.

Antes de proseguir en los términos de este convenio, digamos que Sucre, entusiasmado con el valor y pericia que desplegaran en aquella jornada el general Flores y el coronel

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