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riedad de su traición á la causa española. » Los comisionados conceptúan necesario aclarar estas expresiones reduciéndolas á que, de los Gobernadores, unos procedían abiertamente á favor del Imperio frances, y los otros se hacían sobradamente sospechosos de la misma. adhesión y miras de reconocer la soberanía del intruso rey de España.

Los comisionados, renuevan á nombre de su Gobierno, el testimonio de su cordial gratitud á las benévolas intenciones de S. M. B.

10 de Agosto de 1810.

El asunto estaba terminado sin ningún resultado satisfactorio para Venezuela. Bolívar así lo comprendió y resolvió al punto regresar á Carácas. Véase la esquela verbal que dirigió con este motivo al Ministro Británico.

D. Simón de Bolívar y D. Luis Mendez tienen el honor de saludar á S. E. el Marqués de Wellesley y de felicitarlo por el restablecimiento de su salud.

Suplican á S. E. les permita hacerle presente que habiéndose terminado los objetos de su venida á Inglaterra, les importa regresar á Venezuela con la posible prontitud y como el Gobierno de S. M. B. se ha servido ofrecerles al intento un buque de guerra en que verificarlo con toda seguridad, han creido oportuno avisar á S. E. que por su parte se halla todo listo y concluido,

al mismo tiempo que le ruegan se digne ser el órgano de su respetuosa gratitud á S. M. por esta nueva prueba de su Real benevolencia.

Londres, 30 de Agosto 1810.

El gobierno Británico hizo preparar en consecuencia un buque de guerra que trasladara á los comisionados. De estos, permaneció en Londres Lopez Mendez, en tanto que Bolívar volvía á su patria.

¿Llegó solo, como lo aseguran algunos historiadores ó junto con el general Miranda, según testimonio de otros? Cuestión es ésta de poco interés para la historia; pero, á ser cierto el último dato, la fecha de la llegada á la Guaira deberá fijarse el 10 de Diciembre de 1810, y no el 5 como lo asegura la mayoría de los historiadores.

En prueba de ello, hé aquí la carta dirigida por el Señor Juan G. Roscio, ministro de relaciones exteriores en Carácas, al general Miranda, en respuesta á la que este le escribió participándole su regreso. Este documento con

tradice muchas de las apreciaciones históricas hechas hasta hoy con referencia á las dificultades que, según se asegura, tuvo el gobierno de Carácas para recibir á tan digno huésped.

Acaba de recibir S. A. con el Oficio de Vd. de 10 del corriente los despachos de cuya direccion se encargó Vd. en Londres, Curaçao y á bordo del bergantin Argos.

Al instruirse de dicho oficio, S. A. ha tenido presente igualmente el otro que Vd. remitió desde Lóndres el 3 de Agosto último. Uno y otro no respiran más que amor á la Patria; y esta virtud de que Vd. manifiesta estar profundamente penetrado, su concepto público, sus antiguas negociaciones en favor de la América, y las particulares recomendaciones que han hecho en fayor de Vd. los Comisionados de S. A. en Londres, D. Luis Lopez Mendez y D. Simón de Bolívar, han recibido de S. A. el correspondiente permiso para que Vd. pueda pasar á esta Ciudad con la brevedad que guste.

Al entrar en esta Ciudad, Vd. desconocerá sin duda la Patria de quien se separó en años pasados. Entónces ella estaba oprimida y degradada por el despotismo y la tiranía las bendiciones que el Cielo había prodigado sobre estos países, eran infructuosas bajo el influjo de unos enemigos de la humanidad, y cada Ciudadano aislado al parecer entre sus propias paredes, apénas podía consultar por su tranquilidad. Es muy distinta al presente la perspectiva que esta misma Patria ofrece á las miras de Vd. Á la antígua tiranía ha sucedido un Gobierno, cuyo único objeto es la felicidad de los

Pueblos que le están á cargo: no hay mejora que no se procure emprender; y cada ciudadano, intimamente persuadido de que sus primeros deberes son hácia la Sociedad, no es su propio interés, sino el bien común el que solicita en todas sus acciones.

Vd. va á aumentar el número de estos y cuanto mayores son las ventajas que han proporcionado á Vd. la ilustración, la experiencia y el conocimiento de las Cortes extrangeras, tanto más son las obligaciones que Vd, ha contraido en favor de un país que le vió nacer, y que ahora lo recibe. Tales son las esperanzas que el Pueblo de Carácas ha concebido al saber la llegada de Vd; y S. A. concediéndole el permiso que Vd. solicita para venir á esta Ciudad, crée que serán realizadas. Á este efecto y de su órden superior lo comunico á Vd. para su inteligencia.

Dios gue á Vd. m3 a". Carácas Diciembre 11 de 1810.

Señor D. Francisco Miranda.

JUAN G. ROSCIO.

Y si algo faltara para comprobar lo dicho y esclarecer los proyectos del general Miranda, la siguiente carta que dirigió al Gobierno Británico desvanece no sólo aquella duda, sino también algunas otras que tienen relación con el infortunado General.

Caracas 7 de Enero de 1811.

Al nobilisimo Marqués de Wellesley.

De conformidad con mi correspondencia escrita y verbal con V. E. acerca del estado político de Sur-América, y particularmente de la provincia de Venezuela, salí de Inglaterra el 10 de Octubre, llegué á Barbada el 19 de Noviembre, á Curaçao el 28 del mismo y desembarqué en la Guaira el 10 de Diciembre último. El Gobierno y pueblo de Venezuela me recibieron con gran júbilo, amistad y afecto, confiriéndome en el acto recompensas civiles y militares. Por estos medios espero ejercer la influencia requerida con el objeto de promover los intereses de la Gran Bretaña de un modo compatible con la prosperidad y seguridad de estas provincias.

Á mi llegada á esta Capital comuniqué al Gobierno las miras y deseos del de S. M. B. con respecto á la seguridad de estas provincias, y al apoyo que ellas debian al mismo tiempo dar á la causa española en la península. Encontré sus sentimientos en perfecto acuerdo con las miras de V. E. y no dudo que proseguirán en la misma línea de conducta moderada, que se ha observado hasta hoy, á pesar de las provocaciones y del violento proceder de los Agentes de la Regencia española en Puerto-Rico, sin los cuales no habria ocurrido disturbio alguno en Coro ni en Maracaibo, ni en esta Capital, donde sus maquinaciones obligaron al Gobierno á tomar violentas medidas muy agenas á sus deseos y al espíritu de conciliación que estaban siguiendo; se han reparado ya los daños y nada turbará, así lo espero, la tranquilidad de que se disfruta en esta Capital.

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