Imágenes de páginas
PDF
EPUB

el tiempo (precioso para mis ocupaciones), en oficios y contestaciones, dando á la ley marcial una arbitraria. interpretación, y manifestando en todo un declarado rompimiento, á que opondría mi prudencia en obsequio á los deseos del General, á no ser que se trata como sucede con un hombre demasiado orgulloso y amigo de su opinión, y que para conseguirlo necesitaría sacrificar mi precioso honor.

La adjunta copia te impondrá de su decidida disposición á chocar contra el fiel sentido de aquella ley, aprobada por el General y como en este concepto puede llegar un momento en que nuestras discordias tengan alguna sensible trascendencia á un vecindario delicado en las presentes circunstancias, puedes enterar de todo al General haciéndole presente que pues ha llegado á su colmo tan sensible occurrencia, necesitamos ambos de un corte que asegure de antemano la general é individual tranquilidad, pues estoy firmemente persuadido que no es posible continuar cumpliendo con los objetos que se ha propuetso el Jefe Supremo que nos ha destinado. Su presunción, sus opiniones condicionales sobre su alianza con el General, su poca gana de consultarme en calidad de Asesor, y últimamente, su pretendida preponderancia y carácter mezquino, me han hecho sufrir bastante antes de ahora; pero las ulteriores ocurrencias exigen no más sufrimiento, y en consecuencia te repito que pues debe cortarse un lance se releve á uno de los dos de su comisión pues de otro modo y perseverando en su insultante conducta no será extraño que lo encuentren Vds un día en ese cuartel General.

Queda á tu disposición este sincero amigo.

CASAS.

Después de haber leido esta carta y estudiando el temperamento de aquellas dos autoridades, Casas, frío y reflexivo, Peña, ardiente. y atolondrado, se comprenderá que el desacuerdo entre ambos debió durar hasta el fin de sus dias.

El Doctor Peña hizo renuncia de su empleo el 29 de Julio. El oficio que con tal motivo dirigió al Generalísimo, fué el último papel que éste depositó en su archivo ántes de enviarlo á bordo de la Saphire.

Transcribamos este oficio que es importantísimo: ¡el misterio comienza á aclararse!

PEÑA Á MIRANDA.

Mi permanencia en este puerto como Comandante Político y subdelegado de Hacienda, puede ser pesarosa á varios de los que ya tienen preparada su marcha. Esto me mueve á suplicar á Vd, se sirva removerme inmediatamente del encargo; pues de otra manera Vd. conoce mi carácter y este me hará proporcionar muchos disgustos que pueden evitarse con el favor que pido ahora á Vd. y á que creo accederá inmediatamente.

El buen órden será sostenido conforme á su órden de ayer.

Dios guarde á Vd. muchos años, Guaira 29 de Julio de 1812 2.o de la República.

MIGUEL PEÑA.

En este documento declara Peña que su permanencia en el Gobierno sería pesarosa á varios de los patriotas que estaban en el puerto, preparados para embarcarse. Por consiguiente, confiesa que estaba resuelto á impedirles la partida, y causarles así un gran pesar.

En la noche del 30 de Julio, cuentan los historiadores, se preparó un complot en la Guaira entre las autoridades locales y los patriotas que allí estaban reunidos, para arrestar al generalísimo Miranda. Á las tres de la mañana del 31 de Julio, dicho general estaba ya preso y encerrado en un Castillo.

El Doctor Peña salió inmediatamente para Carácas á anunciar á Monteverde lo ocurrido. En el camino encontró el posta que conducia ya la órden de Monteverde para Casas ordenando la clausura del puerto, y la consiguiente detención de Miranda y los demás patriotas.

Algunas horas más tarde tomó posesión de

la plaza de la Guaira el comandante Cerveriz, enviado expresamente por Monteverde para sustituir á Casas en su destino.

¡El Doctor Peña habia cumplido su palabra!... Nos hemos limitado á referir los hechos y á publicar los documentos.

Setenta y un años hace que se cometió aquella felonía, hasta la fecha mal explicada por la falta de documentos. Hoy se lava la mancha, que algunos historiadores arrojaron sobre Bolívar, considerándole injustamente como el alma de aquella maquinación, y hasta como ejecutor de una gran parte del proyecto.

Bolívar y sus compañeros todos, así como también el desgraciado Miranda, fueron victimas de la astucia, del talento y de la elocuencia del Doctor Peña, puestas en habilísimo juego aquel día para realizar su propósito de impedir que se embarcaran los patriotas. Si Miranda hubiera aceptado la renuncia de Peña, el plan se habría ejecutado de otro modo, pero sin embarcarse nadie. Peña quería deshacerse del carácter de subalterno de Miranda para no cargar con la responsabilidad de

la traición; pero de todos modos hubiera sido pesaroso á los patriotas.

Gran fortuna fué para el general Miranda que su archivo se salvara, pues cuando se publique, Venezuela agradecida hará justicia á aquel mártir de la República, cuya reputación se ha tratado de empañar haciéndole aparecer como traidor á la patria, porque celebró una capitulación con Monteverde, exigida por las circunstancias y creyendo que así libraría á su patria de los horrores de una campaña infruc

tuosa.

Consumada la prisión de Miranda por sus propios compañeros, fácil fué á Monteverde burlarse de la capitulación, y ejercer contra aquel desdichado general y los otros republicanos, todo género de violencias y persecuciones.

Miranda fué trasportado de las Bóvedas de la Guaira á los calabozos de Puerto Cabello, luego al Morro de Puerto Rico, y finalmente á Cádiz, donde se le encerró en el arsenal de la Carraca. Allí se le dió el trato más indigno que imaginarse puede con cadena al cuello se le

« AnteriorContinuar »