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persecución del realista Correa, quien, al saberlo, se intimidó retirándose á Escuque. Ocupó Bolívar aquella ciudad el 1.° de Junio restableció en ella el Gobierno republicano, tal como existía ántes de la invasión de Monteverde.

Aumentó y organizó su tropa; y si hubiera tenido armamento, habría puesto en pié de guerra un numeroso ejército, pues los hombres se le presentaban en considerable número y voluntariamente, para tomar las armas.

Un hecho grave vino á fijar su atención en aquellos dias. El Coronel venezolano Antonio Nicolas Briceño formó por su cuenta un cuerpo franco con el cual había celebrado el compromiso de dar muerte á cuantos españoles y canarios cayesen en sus manos y de repartirse sus bienes. Opúsose Bolívar al atroz designio de Briceño, y logró hacerle desistir de su intento, pero no lealmente, pues, poco después, este publicó en San Cristóbal un bando, declarando la guerra á muerte. Hizó pasar por las armas dos inocentes españoles del pueblo, y envió las cabezas de estos infelices, una á Cas

tillo, jefe de una fuerza republicana, y otra al propio Bolívar.

Indignado éste, decretó en el acto su captura: pero apénas supo Briceño que se le buscaba, se fugó y trató de enderezarse con unos cuantos inespertos jinetes hácia Guasdualito. Avistado en la llanura por una fuerza realista al mando de Yañez, fué derrotado y hecho prisionero con siete más de sus compañeros. Todos murieron fusilados en Barinas por órden del Comandante español Tiscar, el cual hizo fusilar también á varios amigos y parientes de aquel cabecilla.

Entónces fué cuando Bolívar concibió el pensamiento de la guerra sin cuartel, pero se limitó por el momento á publicar una proclama el 8 de Junio, en la cual amenazaba á los realistas con una guerra desoladora.

Sin hablar de lo que entonces pasaba en el Perú, Quito, Nueva Granada y Méjico, habian sido degollados en Venezuela casi todos los patriotas vencidos en el campo de batalla ó aprehendidos en sus casas.

Ordenó Bolívar que D'Eluyar marchase con

una columna sobre Trujillo para desalojar á Correa acantonado en Ponemesa. Correa huyó en dirección de Maracaibo, y Trujillo fué ocupado por los republicanos. Uu cuerpo realista estacionado en Carache fué batido completamente.

Con la ocupación de las provincias de Mérida y Trujillo, terminaba el encargo confiado á Bolívar por el Congreso de Nueva Granada.

¿Se detendria él ahora, y dejaría entregada su patria á las venganzas de Monteverde y de sus secuaces?... Ni un momento vaciló en proseguir la campaña, y desobedeciendo las órdenes del Congreso, asumió toda la responsabilidad del hecho, promulgando el 15 de Julio en Trujillo el decreto en que declaraba la guerra sin cuartel.

«¡Españoles y Canarios !... Contad con la muerte, aun siendo inocentes.

¡Americanos. Contad con la vida, aun siendo culpables. »

Á ser hoy promulgado tal decreto, merecería el calificativo de bárbaro porque en ninguna ocasión es justificable la muerte del inocente;

pero en las circunstancias en que fué dictado, es decir, hace 70 años, ayudó á la Independencia de Venezuela, pués la situación quedó definida y la guerra regularizada. Demás de esto sólo fué aplicado rara vez á los inocentes, y esto por haberse creido imprescindible, de manera que más bien hubo un juego de palabras en el concepto antitético en que se ofrecía la muerte á los inocentes y el perdón á los culpables, que verdadera intención de sacrificar á los primeros y dejar impunes á los últimos.

El Gobierno Constitucional de España había sido el primero en ordenar el sacrificio de los Americanos, aprobando el plan de Monteverde, que consistía en pasar á cuchillo todos los insurgentes que osaran resistir con las armas, á sus cómplices de cualquier clase juzgarlos como reos de Estado y condenarlos al último suplicio, y á los demás, confiscarles sus bienes.

Difícil era entonces la situación de los patriotas. Apenas contaban con 500 hombres de vanguardia al mando de Jiraldot y 300 en Mérida á las órdenes de Ribas, mientras que el ejército realista tenía en Barinas 2,600 á

cargo de Tiscar, y tropas considerables en Maracaibo, Coro y el centro del país. Bolívar se ocupó del peligro más inmediato que era el de Barinas, y salió con su vanguardia hácia Guanare por el camino de Boconó, ordenando á Ribas que se incorporara á su ejército.

Quedó Urdaneta en Trujillo con un destacamento de 50 hombres para acompañar una parte del material. En la noche al reunirse con Ribas en Boconó, ambos jefes supieron que 800 realistas al mando de Martí, acababan de llegar á Niquitao, enviados por Tiscar, el cual suponía á Bolívar en dirección al Tocuyo. Propusiéronse destruir aquella fuerza para facilitar la victoria de éste sobre Tiscar, y aunque la tropa de aquellos no excedía de 350 indios reclutas y parecía imposible derrotar con ella á 800 veteranos, buscaron al enemigo y lo destrozaron en el sitio de las Mesitas en un combate que duró seis horas, apoderándose de todas las armas de los realistas y haciéndoles 450 prisioneros. Estos fueron incorporados al ejército de Ribas, quien en cambio permitió á los indios regresar á sus hogares.

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