Historia jeneral de Chile: pte. 8. Afianzamiento de la independencia, de 1817 a 1820

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R. Jover, 1890
 

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Pasajes populares

Página 398 - ... que el ejército de la patria se sostiene con gloria al frente del enemigo; que vuestros compañeros de armas se reúnen apresuradamente y que son inagotables los recursos del patriotismo.
Página 416 - Los señores jefes del Estado deben estar persuadidos de que esta batalla va a decidir la suerte de toda la América y que es preferible una muerte honrosa en el campo del honor, a sufrirla por mano de nuestros verdugos. Yo estoy seguro de la victoria con la ayuda de los jefes del Ejército, a los que encargo tengan presente estas observaciones.
Página 519 - Senado a pluralidad de votos, no se podrán resolver los grandes negocios del Estado, como imponer contribuciones, pedir empréstitos, declarar la guerra, hacer la paz, formar tratados de alianza, comercio, neutralidad; mandar embajadores, cónsules, diputados o enviados a potencias extranjeras; levantar nuevas tropas o mandarlas fuera del Estado, emprender obras públicas y crear nuevas autoridades o empleos.
Página 369 - Este sufrió una pérdida doble respecto del mío, entre muertos y heridos, y el nuestro una dispersión casi general que me obligó a retirarme a esta villa, donde me hallo reuniendo mis tropas con feliz resultado, pues ya cuento cerca de...
Página 77 - ... admitir empleos de un gobierno extranjero sin renunciar a los derechos de mi nación ni tampoco representarla como su diputado, sin la expresa voluntad de un gobierno legítimamente constituido por los pueblos libres, que era por otra parte indecoroso a mi reputación recibir cargos de comodidad y lucro, cuando la patria en peligro invocaba el socorro pronto e inmediato de sus valientes hijos; pero que, sin embargo, de estos sentimientos de honor y delicadeza, convenía desde luego en dejar el...
Página 617 - En el espacio de dos años a que estoy en su casa no he tenido una sola palabra con dicho señor, encerrando en mi pecho todos los agravios, ni he pedido ni recibido de él un solo real, ni aun cuando me embarqué para Buenos Aires.
Página 615 - Es también un error creer que todo hombre porque tiene una corona en la cabeza o se sienta en la poltrona de un canónigo, es un fanático intolerante y un enemigo decidido de los derechos del hombre. Conozco por experiencia que en esta clase existen los hombres más ilustrados y liberales de Sud-América; pero la dificultad está en descubrirlos.
Página 31 - Por tanto ordeno y mando, que en el término de ocho días se quiten de todas las puertas de calle, los escudos, armas e insignias de nobleza con que los tiranos compensaban las injurias reales que inferían a sus vasallos.
Página 465 - Nada de lo sucedido en la poco afortunada noche del 19 vale un bledo, si apretamos los puños para reparar los quebrantos padecidos.
Página 616 - Desde que estoi en España no he sabido lo que es manejar un real; pero también tendré la satisfacción de no haber molestado a nadie en lo que toca un alfiler...

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